Pelillos

Blog - De repente - Alejandro V. García - Sábado, 30 de Mayo de 2015

De repente, sin ejercicios espirituales de por medio -casi sin dolor de los pecados ni contrición- la dirección provincial del PP compareció en mangas de camisa ante los periodistas para hacer autocrítica por todos los ayuntamientos que van a perder y por todas las instituciones donde tienen los pies hechos agua. El prior provincial, Sebastian Pérez, feliz y henchido como el misterioso hombre globuloso que sale en Gran Granada, la novela de Justo Navarro, examinó a los presentes con guiños divertidos, reclamó silencio alzando una ceja y cuando tuvo a todo el auditorio con los ojos concentrados en su calva carraspeó y pronunció una frase que ya es historia en los libros sobre el arrepentimiento y la penitencia: Pelillos a la mar.

Daba igual en qué se hubieran equivocado, cuántas alcaldías hubieran perdido o cuántos miles de votos se hubieran quedado por el camino: todo eso eran pelillos, rizos y puntas de deshecho para, como mucho, rellenar colchones, pero no para rebajar la soberbia de quienes se creen ungidos por la divinidad para administrar el poder.

Incluso dio por buena la campaña personal contra el líder de Ciudadanos, Luis Salvador, por la que el alcalde ha pedido disculpas poniendo boca de rosa de pitiminí. Son gajes, dijo, de la campaña, y una vez pasada no cuentan en la conciencia.

En algo lleva razón Sebastián Pérez. Si el presidente nacional de su partido, Mariano Rajoy, se ha salido también por la tangente y sólo ha reaccionado de mala baba  cuando han empezado a dimitir en cadena los barones de las baronías ¿para qué meterse en dibujos en provincias donde el desastre, por grande que sea, es una gota de lluvia en el diluvio general?