El PP, como el Barça
Tras la suspensión cautelar e inmediata de militancia y la petición del Partido para que dimitiera de la Alcaldía, Pepe Torres largó una de las suyas: “No saben lo que puede aguantar un tío de los Montes”. Bien, ya lo sabemos, apenas un fin de semana. Ese es el primer interrogante. ¿Qué amenaza tuvo que oír de boca de sus propios dirigentes? ¿Por qué un hombre convencido de su honradez, en vez de enviar a tomar por la retambufa a quienes le cuestionan con sus imposiciones la presunción de inocencia, decide rendirse de inmediato?
Hay una segunda incognita y tiene que ver con otra dimisión, la de Sebastián Pérez. Si Pepe Torres lo arrastra consigo y muere matando es porque puede. ¿Por qué el presidente del PP claudica sin estar implicado en el caso? ¿Qué le dijo el tío de los montes, a él y a otros altos cargos del Partido Popular, o a todos juntos y revueltos, para que renunciara en un repente a su añeja obsesión de ser alcalde de Granada? Sebas ha declarado que se inmoló para que la derecha siguiera gobernando la ciudad una vez hecho público que PSOE y Ciudadanos habían decidido precipitar el cambio. Todo por el PP, como si el PP fuera la patria o la empresa, pero su trayectoria de cinco lustros no se compadece con su actitud actual. La lealtad al partido, a sus gentes, no ha sido una de las constantes en el carácter de Sebastián, que con suavidad florentina ha ido convirtiendo en enemigos íntimos y defenestrando a cada uno de sus valedores. Primero a Kiki, a Gabriel Díaz Berbel, que pasó de llamarlo Sebikas y ponerlo al frente de todos los teátricos, procesiones y protoculos de la ciudad a jurar en arameo cada vez que oía su nombre y a no invitarlo a su boda. Después sus relaciones fueron tormentosas con Juan de Dios Martínez Soriano, su antecesor en la presidencia, a quien desahució de la vida pública. Y ahora se ha ahorcado en el mismo patíbulo junto a Pepe Torres utilizando como soga la pulserita con la bandera de España.
Si atendemos a su biografía política, Sebas no parece precisamente la lealtad hecha carne. Y su gestión pública ha sido desastrosa. En 25 años ha logrado éxitos inconcebibles: ha conseguido ir precedido por un puro y perseguido por un guardaespaldas, se ha engominado la calva y se ha dejado crecer el flequillo en el cogote con unos rizos mareantes, cual los caracolillos de Vélez, hasta convertirse en el yeyé descapotable más reconocible de la ciudad, y ha afinado considerablemente la figura. Además de eso, siendo presidente del PP, presidente de la Diputación, Senador y concejal con despachazo en el Ayuntamiento de Granada, la provincia ha perdido todos los trenes hasta convertirse en la única de España absolutamente aislada por ferrocarril. Y su gestión catetaza y rancia al frente de la institución provincial, donde llegó a condecorar a la mismísima Virgen de las Angustias, no le ha pasado factura porque contaba con un diputado y asesor de imagen llamado `Vivir es provincia’, con un talento y un presupuesto descomunal que le permitió repartir dinero a espuertas en distintos medios de comunicación y lograr el favor de algunos.
Resta un tercer por qué. ¿Por qué Isabel Nieto sale ahora, con diez años de retraso, apuntando y disparando sin nombrarlo contra el que fue el hombre fuerte de su delegación y al que acusa de crear una sociedad dedicada a la intermediación urbanística y otros imposibles legales al tiempo que dirigía el urbanismo municipal. En sus últimas declaraciones públicas, Isabel lo identifica veladamente como el cabecilla de una trama que ha acabado dando satisfacción a su venganza con la voladura del Ayuntamiento y del PP y recuerda que Sebas se lo llevó con él a la Diputación, donde, según su versión, siguió con las mismas costumbres hasta que fue cesado por su intermediación. Cabe interpretar que Nieto abofetea a Sebastián en la cara de De la Rosa y da a entender sutilmente que, una u otra, el jefe provincial y número dos del partido permanecía al tanto de todo lo bueno y malo que sucedía en la provincia y en la capital o estaba directamente en la higuera. La carajera es tal que Salvador´s apuesta por que habrá más detenciones.
En el Partido Popular, como acertadamente apuntan el director de este medio y Alejando V. García , ha estallado el odio, se ha desatado un cainismo feroz, se ha declarado una guerra sin cuartel entre gentes que se acusan mutuamente de ser responsables de su desgracia. El fuego amigo amenaza con calcinarlo y deprimirlo todo y el grupo municipal puede acabar como el Barça, que a este paso igual ni gana la Champions.