'Sen Senra anda perdido buscando sus raíces'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 12 de Julio de 2023
Sen Senra – 'PO2054AZ (Vol. 1)'.
Portada de 'PO2054AZ (Vol. 1)', de Sen Senra.
IndeGranada
Portada de 'PO2054AZ (Vol. 1)', de Sen Senra.

Recuerdo que, hace un par de años, estaba hablando con mi primo Jorge sobre Sen Senra. En ese momento, el gallego estaba preparando su asalto a la estratosfera del pop nacional: acababa de lanzar su EP Corazón cromado, de un perfil mucho más mainstream que el LP con el que había empezado a hacer ruido, Sensaciones (2019), y había anunciado con casi un año de antelación su primer concierto en el WiZink Center, el espacio para conciertos multitudinarios por excelencia en la capital. Me decía Jorge con cierta indignación que el premio El Ojo Crítico de música moderna de ese año se lo habían dado a C. Tangana. Su madre, mi tía, trabaja en el área de cultura de Radio Nacional, y él había intentado convencerla de que les dijese a sus compañeros que era absurdo darle el premio a alguien ya más que consagrado como El Madrileño. El premio históricamente se le había concedido a artistas emergentes justo en el momento de alcanzar una mayor visibilidad; para él, quien mejor cumplía esa descripción en aquel momento era Senra.

Este disco cae en los mayores pecados que puede cometer un artista en los géneros que, en términos generales, mejor describen lo que hace Senra: el pop (es mortalmente aburrido) y el R&B (está desprovisto de toda sensualidad)

No pude por menos que estar de acuerdo. A mí Corazón cromado no me había fascinado en su conjunto, pero me parecía que señalaba el momento en que un gran talento se asomaba al estrellato. Tampoco es que Sensaciones me pareciera una obra maestra, pero sí es un muy buen disco, y desde luego había introducido una sensibilidad muy particular y renovadora en el pop español. En cualquier caso, la ágil voz de Senra es una herramienta envidiable que prometía grandes cosas. Quizás por esas expectativas, su nuevo álbum, PO2054AZ (Vol. 1), ha supuesto para mí una decepción tremenda. Este disco cae en los mayores pecados que puede cometer un artista en los géneros que, en términos generales, mejor describen lo que hace Senra: el pop (es mortalmente aburrido) y el R&B (está desprovisto de toda sensualidad). A pesar de contar con una producción de primera categoría, la mayoría de sus canciones pasan sin pena ni gloria, están carentes de gancho, no te dan nada a lo que agarrarte.

El aparentemente impronunciable nombre del disco es en realidad la matrícula del primer coche de su padre

El aparentemente impronunciable nombre del disco es en realidad la matrícula del primer coche de su padre. Esto nos da una idea de por dónde van las ideas de Senra en el álbum: ahora que se ha asomado al estrellato, no solo en nuestro país sino en toda Latinoamérica, el gallego quiere volver a contactar con sus raíces, con “los suyos”, con lo que lo motiva a hacer música. Una idea sin duda encomiable, si bien nada original. Pero esto último no importaría si abordase el tema desde una perspectiva distintiva, propia. Me temo que no es el caso. De hecho, una de las cuestiones más desilusionantes de PO2054AZ (Vol. 1) es constatar lo poco que tiene que decir Senra. Las letras son pésimas. Más allá del problema de la jerga que usa, en ese Spanglish tan propio de la “música urbana” en español, me sorprendo ante la imposibilidad de extraer casi nada de valor de los textos de un cantante que hasta ahora había dicho cosas intrigantes o, cuando menos, reconocibles.

Los temas que hablan de relaciones sexo-afectivas son la antítesis de lo sexy

Aquí no hay ni asomo de la poesía de “Tumbado en el jardín viendo atardecer” (“no me defienden mis espinas, me defiende mi fragancia” es un verso impecable). Tampoco cuenta, en general, historias reconocibles. Gran parte del motivo por el que “Ya no te hago falta” es una canción tan efectiva es su forma de retratar una ruptura con poquísimos detalles, pero de una profundidad sorprendente (“no hace falta que me enseñes los dientes”; “y ya/que me esquivas la mirada”). En PO2054AZ (Vol. 1) ni siquiera hay la mínima expresividad que se puede pedir a una canción pop. Los temas que hablan de relaciones sexo-afectivas son la antítesis de lo sexy. “Blue jeans y un crop top” intenta crear una atmósfera sensual usando muy pocos instrumentos bañados en reverb, pero el efecto en la voz de Senra, que la hace sonar más grave, desprovee de toda cercanía a su interpretación, convirtiendo el tema en algo artificial y frío. Si a ello le sumamos la ya mentada falta de interés de las letras (“nuestra obra expuеsta en el MoMA se convеrtiría en un clásico” es una forma estúpida y pseudointelectual de describir la química entre dos personas) y la aburrida progresión, tenemos una anti-balada que cortaría el rollo a cualquiera.

Este es el defecto decisivo del álbum: su carácter soporífero

Aún peor es lo que sucede en “Me debes esto”. La letra parece hablar de una ruptura en torno a una infidelidad de la pareja de Senra, pero la forma de afrontarlo por parte del gallego, desafiándola a actuar mejor para que él pueda creerse sus mentiras, da lugar a algunos versos francamente desagradables: “No quiero escucharte mientras que lo hacemos/Mejor quédate en silencio”; “La realidad es que no sabes complacerme/Ponle más ganas, no está siendo suficiente/Quiero darte un Óscar dentro de esta habitación”. “Está sexy” ni siquiera llega a ser una canción, quedándose más bien en un bosquejo no desarrollado, mientras que “Sin excusa” empieza con nervio y emoción, pero concluye sin llegar a despegar. Y me pregunto qué demonios estaba pensando Senra cuando invitó a Ian Isiah a cantar en “Mi norte”, una canción sobre el vértigo del éxito, para repetir sus propios versos en una traducción literal al inglés. Más allá de la falta de interés de las letras, lo que tienen en común todos estos temas es su falta de percusión, que los vuelve auténticos marasmos en el tracklist. Este es el defecto decisivo del álbum: su carácter soporífero.

Por eso los cortes con algo más de dinamismo destacan tanto, aunque no lleguen al nivel de sus mejores canciones

Por eso los cortes con algo más de dinamismo destacan tanto, aunque no lleguen al nivel de sus mejores canciones. El reggaeton ligero y detallista de “Completamente loco”, producida por Tainy, o el house de aire latino de “Uno de eses gatos”, obra de Sky Rompiendo, al menos tienen algo de sangre, algo de vida propia. Pero precisamente estos son los temas menos originales del disco, donde Senra simplemente prueba con las propuestas sonoras de dos de los productores más conocidos y establecidos de la música urbana latinoamericana y mundial. Esto choca con el espíritu de lo que el propio cantante dice en la mejor canción del álbum, “No quiero ser un cantante”: que “no hablo con nadie de la profesión”, que no le interesa hacer lo que se recomienda para tener éxito, que solo va a triunfar si es en sus propios términos. Del mismo modo, cuando en los primeros versos dice que “Bajo a la calle y me escucho en carros/Estoy sonando sin bajo ni drums”, hace referencia a esa decisión suya de cantar sin percusión en la mayor parte del álbum... pero precisamente esta canción tiene una percusión fantástica, discreta pero vibrante, que la hace bailable y adictiva.

Y es que al fin y al cabo la cuestión no es tanto que haya o no percusión como que haya algo de groove, algo de ritmo, algo que se te meta en el cuerpo y lo haga vibrar

Y es que al fin y al cabo la cuestión no es tanto que haya o no percusión como que haya algo de groove, algo de ritmo, algo que se te meta en el cuerpo y lo haga vibrar. Eso no es tan fácil de conseguir con propuestas tan minimalistas en lo instrumental como se podría creer si uno escucha Blonde; no todo el mundo puede ser Frank Ocean, aunque Senra parezca convencido de que él sí. Pero al menos consigue acercarse a hacer algo con encanto en “Da igual lo que opine la gente”. Durante toda la primera parte del tema, unos simples coros, unas palmas y la forma más rítmica de cantar Senra consiguen hipnotizar al oyente. Y luego, por fin, aparece un estribillo con un poco de garra. Es una pena que el gallego no elija este camino más a menudo en este disco, y opte en cambio por ese otro estilo, sobrio hasta el letargo.

La larguísima “Familia” une todos los defectos enumerados. El instrumental, que solo incluye unos arpegios de guitarra, una insistente pandereta, un sutil bombo y unos sintes de fondo, suena bastante feo y se repite sin apenas cambios dinámicos a lo largo de sus seis minutos

La larguísima “Familia” une todos los defectos enumerados. El instrumental, que solo incluye unos arpegios de guitarra, una insistente pandereta, un sutil bombo y unos sintes de fondo, suena bastante feo y se repite sin apenas cambios dinámicos a lo largo de sus seis minutos. Sus reflexiones sobre esas raíces perdidas se quedan en poca cosa, y su estribillo no podía ser más estúpido musical y líricamente: “familia, familia”, repite una y otra y otra vez Senra con un tono solemne y digno, como si la insistencia fuera a darle profundidad a este cliché. Para colmo, el vago aire mexicano que se filtra en ciertos momentos suena totalmente impostado. De veras que me resulta difícil de creer que alguien con tanto talento esté haciendo música tan desnortada, tan alejada de lo que sabe hacer de manera efectiva. Que además lo venda como una vuelta a sus orígenes es casi trágico. Y lo peor es que, en teoría, y como indica el “volumen 1” del título, esta es solo la primera parte de una saga. Espero sinceramente que Senra se aclare antes de que llegue el volumen 2, porque no creo que pudiese soportar otros cuarenta minutos de este tedio.

Puntuación: 4.3/10

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com