por Emilio Sánchez-Cantalejo

Carta abierta a la directora-gerente de la Escuela Andaluza de Salud Pública

Ciudadanía - Emilio Sánchez-Cantalejo Ramírez - Domingo, 25 de Abril de 2021
Emilio Sánchez-Cantalejo firma esta carta dirigida a la directora-gerente de la Escuela Andaluza de Salud Pública, Blanca Fernández-Capel Baños, tras comunicarle su despido como profesor de la institución, en la que detalla los motivos de su despido y aporta reflexiones sobre la situación de la institución, en proceso de ser integrada en el futuro Instituto Andaluz de Salud, lo que conllevará su desaparición tal y como ha funcionado desde su creación, en 1985, pese a recibir el reconocimiento nacional e internacional de profesionales y comunidades científicas, que se oponen a la supresión de la prestigiosa institución.
Sede la Escuela Andaluza de Salud Pública.
IndeGranada
Sede la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Asunto: Respuesta a la comunicación de extinción del contrato de Profesor Asociado y otras cuestiones.

Sra. Fernández-Capel:

Hace días recibí una carta en la que usted, como directora de la Escuela Andaluza de Salud Pública, me comunicaba mi despido fulminante como profesor asociado. Esta noticia me produjo una mezcla de tristeza e indignación, sobre todo, después de leer los 'sólidos argumentos' (permítame la ironía pues no aparece ninguno) que usted expone para fundamentar tal decisión. Pasados los días todo lo veo más serenamente y es por eso que ahora le escribo.

Todo tiene su origen en la organización de una mesa de debate sobre el papel y la necesidad de las escuelas de Salud Pública, celebrada en el Ateneo de Granada del que me honro ser su actual tesorero

Todo tiene su origen en la organización de una mesa de debate sobre el papel y la necesidad de las escuelas de Salud Pública, celebrada en el Ateneo de Granada del que me honro ser su actual tesorero. Los que estamos interesados en la salud de las poblaciones y/o hemos dedicado nuestra vida profesional a la docencia y la investigación en salud pública, creo que tenemos el deber ético y moral de apostar por este tipo de instituciones, y más, en estos tiempos que estamos viviendo.

Ya sé que gente como usted las consideran un nido de rojos. Quizás no haya tenido tiempo de informarse de que una de las instituciones que está liderando, entre otras, la lucha contra la pandemia de la COVID-19, es una escuela de salud pública, la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health; esta escuela cambió hace poco su nombre en agradecimiento al filántropo y antiguo alcalde de Nueva York, el señor M. Bloomberg, que donó 3.350.000.000 (sí, ha leído bien, tres mil trescientos cincuenta millones) de dólares a esa institución; lo mismo el señor Bloomberg, a su edad, se nos ha vuelto un rojo peligroso. La razón del nombre de otra escuela muy prestigiosa, la Harvard T.H. Chan School de Public Health es muy similar; el señor T.H. Chan debe ser otro rojo.

Ya sé que gente como usted las consideran un nido de rojos. Quizás no haya tenido tiempo de informarse de que una de las instituciones que está liderando, entre otras, la lucha contra la pandemia de la COVID-19, es una escuela de salud pública

Le decía que su carta me produjo tristeza por lo que para mí supone dejar de pertenecer de este modo tan injusto y arbitrario a una institución a la que vi nacer, en la que he desarrollado la mayor parte de mi vida profesional, 35 años, tratando, a pesar de mis limitaciones, de contribuir a su desarrollo. Y también hablo de indignación, por la despótica forma de su decisión, por no haberme dado la oportunidad de defenderme de sus acusaciones (traición por organizar la mesa de debate y por proferir insultos en un grupo de whatsapp, según me dijo en una conversación telefónica que mantuvimos) que no se ha atrevido a poner por escrito por ridículas e infundadas. Estas circunstancias me hacen pensar en tiempos pretéritos donde no era necesario utilizar argumentos para decidir acerca del porvenir de las personas, confundiendo el interés institucional con el suyo personal.

Comportamientos como el suyo tienen un nombre: caza de brujas que, según la Real Academia de la Lengua, significa 'persecución debida a prejuicios sociales o políticos'

Pero como le decía, con el paso de los días veo las cosas de otra forma y casi me atrevería a decirle que, aunque no fuera esa su intención, me ha hecho un gran favor, y esto se lo digo sin ironía.

Por una parte, me va a ahorrar presenciar en directo el galopante deterioro de una institución que fue un orgullo para Granada y que llevó su nombre, el de Andalucía y el de España por muchos países de Europa, África y América, como así lo atestiguan tantos profesionales, instituciones y organizaciones internacionales. La que siempre consideraré mi Escuela se ve ahora sometida a un proceso de acoso y derribo, donde impera el ordeno y mando, donde la libertad de expresión y el debate de ideas es algo inexistente y en la que muchos de sus profesionales tienen miedo a expresar sus opiniones. Y lo cierto es que tienen razones para ello: de los tres compañeros que participamos en la mesa de debate sobre ¿Por qué y para qué una Escuela de Salud Pública?, que tanta ira despertó en usted, dos, Joan Carles March y yo mismo, hemos sufrido ya las consecuencias de su talante antidemocrático y dictatorial.

¿Acaso hay que pedirle permiso a usted acerca de lo que hacemos los profesionales de la Escuela en nuestro tiempo libre? Estoy casi seguro, Sra. Fernández-Capel, de que no ha perdido el tiempo en ver el interesante debate que realizamos; ¿para qué? Por otra, y también sin ninguna intención de su parte, su decisión me ha permitido sentir el cariño y el respeto de muchos colegas y de antiguos alumnos y alumnas, con quienes he tenido la suerte de trabajar a lo largo de estos años, y de los que guardo un gratísimo recuerdo. Pues bien, usted ha posibilitado que compruebe que muchos de ellos también lo guardan de mí, y eso usted no me lo puede quitar. Con eso me quedo, lo que para mí supone un orgullo y una gran recompensa a mi vida profesional en la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Por grave que todo lo anterior pueda parecer, no es lo peor que usted ha hecho conmigo. Aunque tampoco se ha atrevido a ponerlo por escrito, ha prohibido mi participación en cualquier tipo de actividad de la Escuela

En relación a la segunda frase de su carta de despido, consta solo de dos, que cito literalmente: Quisiera agradecerle enormemente su colaboración y profesionalidad…, permítame decirle Sra. Fernández-Capel, que no necesito, ni me honra y por tanto rechazo, recibir de usted cualquier tipo de reconocimiento; se lo podía haber ahorrado. En el tiempo que lleva como gerente nunca encontró la ocasión para hablar conmigo acerca de mi trabajo en la Escuela, aunque sí de otros temas que no voy a desvelar aquí.

Por grave que todo lo anterior pueda parecer, no es lo peor que usted ha hecho conmigo. Aunque tampoco se ha atrevido a ponerlo por escrito, ha prohibido mi participación en cualquier tipo de actividad de la Escuela; como le expliqué en nuestra última conversación telefónica, yo tenía comprometida mi participación para este año en varias actividades académicas y por orden suya los compañeros y compañeras que dirigen tales actividades se han visto obligados a prescindir de mi participación coartando su libertad en la organización de su trabajo. ¿Tendrán los profesionales de la Escuela, a partir de ahora, que pedirle permiso acerca de a quién invitar a participar en las actividades académicas? Comportamientos como el suyo tienen un nombre: caza de brujas que, según la Real Academia de la Lengua, significa persecución debida a prejuicios sociales o políticos.

Por último, y utilizando un poema de A. Bautista, poeta que escribió sobre los pecados capitales, le lanzo las siguientes preguntas a usted y a las contadísimas personas que le apoyan desde dentro de la Escuela, y no me refiero al equipo de dirección, para que las mediten antes de tomar en el futuro este tipo de despóticas decisiones:

¿Qué dicha encuentras en mi mal?

¿Qué alegría te entrega mi desgracia?

¿Qué placer te regala mi agonía?

¿Qué delicia descubres en mi llanto?

¿Por qué te hace gozar lo que yo pierdo?

¿Por qué disfrutas con mi ruina?

Si lo que yo no tengo tampoco será tuyo

y todas mis carencias serán todo tu fango.

Con el deseo y esperanza de que, más pronto que tarde, se produzca su abandono o cese como responsable de mi querida Escuela, que no merece una dirección con modos tan arbitrarios y dictatoriales como los que usted practica,

Reciba un saludo NADA cordial.

Emilio Sánchez-Cantalejo Ramírez

Profesor represaliado de la Escuela Andaluza de Salud Pública

PD: Después de lo anteriormente expuesto sólo me une  a la Escuela el hecho de tener colgada en el servidor una aplicación que hemos realizado cuatro colegas interesados en la salud pública, de forma totalmente desinteresada y altruista, que llamamos COVIDiario, https://www.easp.edu.es/data-apps/covid19/ , y que no sé si usted habrá tenido tiempo para consultar en alguna ocasión. Por cierto, la prestigiosa viróloga y divulgadora científica Margarita del Val, en unas declaraciones al diario Sur de Málaga el día 4 de abril de 2021, aparte de romper una lanza por la Escuela Andaluza de Salud Pública, calificaba esta aplicación de “fantástica” (cita literal). No me sorprendería que, en otro ataque de ira, decidiera sacarla de la Escuela y anteponer, de nuevo, su ego al interés de la institución.