'El tío Paco'

Ciudadanía - Raquel Matarán - Sábado, 18 de Febrero de 2023
Raquel Matarán, sobrina de Paco Matarán, le dedica este artículo, en el que asume como 'obligación moral' continuar con el legado de su tío para que no se silencien los crímenes franquistas.
Paco Matarán.
Paco Matarán.

En la madrugada plomiza del 16 de febrero nos dejó el tío Paco. Hoy tengo las palabras disfrazadas de significados emocionados. Siempre tratando de pillar desprevenida a la realidad para embadurnarla de ese sarcasmo tan fino, ese humor afilado. Siempre deshojando pensamientos en la policromía delirante de su mente inventora. Con sus reflexiones invertebradas agitando a las mariposas pensantes, para que existan. Melodía que pisa firme el paso de un tiempo líquido aferrado a la poesía surrealista que dibujaba tu risa en el ambiente. Magia irreverente la de tus palabras, con las que nos enseñaste a caminar erguidos sacándole el pecho a los fusiles que mutilaron esta familia.

Desde la intimidad de mis palabras, desde la dignidad de ser roja y nieta de rojos. Desde el orgullo que siento por mi familia. En un ambiente impregnado de cariño emocionante nos hemos arropado entre todos ante esta pérdida tan dolorosa y nos hemos despedido de este referente. La familia Matarán ha perdido a uno de los pilares sobre los que se sustentan nuestros principios y nuestra ideología y, desde ya, viviremos abrazados a la memoria de mi tío Paco. Esa memoria que nos enseñó a construir con sus relatos vividos y sus recuerdos narrados. 

Un hombre comprometido con la historia de este país que luchó con su palabra para no silenciar la barbarie cometida por los fascistas contra su padre y su hermano y, en definitiva, contra miles de almas asesinadas. Su principal compromiso era enarbolar la bandera de la libertad, favoreciendo el pensamiento crítico y el vuelo empedernido de una imaginación desbordante. Inventor de palabras y chascarrillos, promotor de un lenguaje propio y gran comunicador, nos ha regalado recuerdos imborrables que son caricias en la memoria.

Ha muerto un hombre con carisma, un miliciano sentimental que luchó toda su vida contra el ostracismo y el silencio que nos quieren imponer desde la derecha. Un hombre que me enseñó a reivindicar con la palabra lo que nos mataron con fusiles. A pelear con flores lo que arrancaron con su odio imparable los fascistas, a combatir con risas el dolor de ser perseguidos por defender la libertad.

Tengo la obligación moral de continuar con el legado que nos deja y no permitir que se silencie una parte de la historia en la que fueron cruelmente asesinadas miles de personas inocentes. No puedo permitir que se silencie el dolor, el testimonio de miles de víctimas de un franquismo atroz, de una tenebrosidad exasperante

Tengo la obligación moral de continuar con el legado que nos deja y no permitir que se silencie una parte de la historia en la que fueron cruelmente asesinadas miles de personas inocentes. No puedo permitir que se silencie el dolor, el testimonio de miles de víctimas de un franquismo atroz, de una tenebrosidad exasperante. Como nieta estoy obligada a continuar con el relato de mis muertos. Porque me niego a pensar que murieron por nada. Como era su voluntad, continuaré recordando y percutiendo en las conciencias, para que no se olvide porque no pueden quedar impunes ante tantas vidas robadas, tantos huesos mancillados derramados por los márgenes de nuestra historia. No puedo consentir que el esperpento gris del terror caiga dormido en las páginas de nuestros libros. No puedo dejar de escuchar el llanto vivo de tantas personas asesinadas. Porque resuenan sus lamentos en las orillas de las carreteras. Mi tío Paco vive en nosotros, sus sucesores, los que vamos a continuar con su activismo, los que vamos a percutir con palabras las conciencias que se quieren dormir. Para que no se olvide que fueron y que son víctimas del sinsentido. Sangran las heridas de una memoria maltratada que no vamos a consentir que se silencie. Suenan las voces huecas de un pasado que no estamos dispuestos a olvidar. Por mi tío Paco y por tantos familiares comprometidos por mantener en el recuerdo la injusticia asesina del fascismo. Que se muera el silencio.

Este dicharachero empedernido, amante de las letras con una mente fantástica habitada por la generosidad de sus pensamientos y enseñanzas multicolores, nos ha dejado entre el amor y el orgullo de haberlo conocido y haberlo disfrutado. Hemos tenido la suerte de aprender de él y viajar junto a él por sus recuerdos. Recogemos el testigo de sus enseñanzas y hacemos nuestra la lucha de recordar y contar a las nuevas generaciones quiénes somos y de dónde venimos. Porque nos lloran los recuerdos a esta familia fusilada.

Qué horror de pérdida. Qué dolor insensato. Qué vacío absoluto deja el alma que se duerme.

Me despido de ti, Paco, con este poema que tanto te gustaba, que yo misma te leía y que compuse para tu padre y tu hermano: 

 

Ángel Y Alfonso Matarán

Versos iluminados

por el embrujo de una luna desolada.

Fusiles humeantes

tras la muerte impuesta en el cuerpo de los maestros.

Cuchilladas en la bruma de la noche escuálida,

disparos del eco crispante y sordo.

Los ojos ya no miran,

esperan abiertos el tacto que les acune

los párpados ajusticiados.

La vista,

en las estrellas lloronas de la pena negra.

Zapatos desprendidos de los pies

que pisan sin sentir la tierra asustada que los parió.

Terror en las laderas que acompañan 

el último paseo

de un padre y un hijo sentenciados.

Recuerdo invisible 

que vive en el alma roja

de una familia fusilada.

Pensamientos silenciosos que van tras ellos.

Teclas de pianos gastadas que apenas cantan.

Madrugada de hojalata,

nubes de arena y escarcha.

No prenden los candiles,

la Acequia Gorda ya no salta.

Se han soltado las manos de los niños

del corro de la patata.

Están de luto los jazmines,

se han callado las fuentes que jugaban en las plazas.

Enmudece el Avellano,

lamentos en una zambra.

La piel se queda dormida vestida de fría plata

implorando la justa abuela:

¡Mi hijo, que no se vaya!

Raquel Matarán.