Campaña Inagra contenedor marrón.
8M: Reflexiones imprescindibles con firma de mujer

'La urgente necesidad de una agenda feminista'

Ciudadanía - Emilia Barrio Rodríguez - Lunes, 8 de Marzo de 2021
Un artículo de Emilia Barrio Rodríguez. Historiadora, feminista y vicepresidenta del Consejo Municipal de la Mujer.
Emilia Barrio Rodríguez.
Emilia Barrio Rodríguez.

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujeres. Aunque inicialmente comenzó como una lucha obrera de las mujeres, históricamente se han ido ampliando sus demandas.

Este día fue institucionalizado por la ONU en 1975. Con ello se oficializaron las reivindicaciones de las mujeres por la igualdad de oportunidades respecto de los hombres.

De acuerdo con la ONU, el objetivo principal de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres es la búsqueda de la igualdad y la no discriminación por razón de sexo. 

Con las luchas colectivas de las mujeres, hemos ido abriendo espacios y consiguiendo cambiar las mentalidades, así como ampliando derechos para mejorar nuestras vidas, pero no todos los derechos ni para todas las mujeres, porque nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades basadas en el sexo, la clase social y la raza, así como vivir en países con mayor o menor estados del bienestar

Con las luchas colectivas de las mujeres, hemos ido abriendo espacios y consiguiendo cambiar las mentalidades, así como ampliando derechos para mejorar nuestras vidas, pero no todos los derechos ni para todas las mujeres, porque nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades basadas en el sexo, la clase social y la raza, así como vivir en países con mayor o menor estados del bienestar. Las violencias machistas, la precariedad laboral -por procesos de exclusión derivados de nuestros empleos- la expulsión de nuestras viviendas, el racismo y la no corresponsabilidad de los hombres ni del Estado en los trabajos de cuidados, son los efectos de sociedades patriarcales que nos consideran a las mujeres ciudadanas de segundo orden.

Durante la pandemia, hemos constatado que los servicios esenciales -en los que mayoritariamente trabajamos las mujeres- han sido fundamentales para dar respuesta a las necesidades básicas de supervivencia. Hemos estado en primera fila en salud, educación de nuestros niños y niñas confinadas, en atención a dependientes, en alimentación, limpiezas y cuidados dentro y fuera de los hogares. También hemos sufrido y sobrevivido a situaciones de violencia durante el confinamiento y a una crisis de los cuidados, que se han visto aumentados por el teletrabajo y otros factores que afectan de forma específica a las mujeres mayores por la debilidad de las redes de asistencia por parte de sus familiares y miedo al contagio. Además, en los centros de día y centros de salud, no han podido compensar dicha pérdida con el uso de nuevas tecnologías por la gran dificultad que suponen para el colectivo de mayores. Toda esta realidad, ha aumentado los efectos psicológicos dañinos de una soledad no deseada.

Con un enfoque feminista, debemos velar para que las brechas entre mujeres y hombres desaparezcan, pero han aumentado porque las sociedades patriarcales no están preparadas para compensar el impacto de una crisis sobre las mujeres, atravesada por los tipos de empleo, la etnia, la vivencia de violencias múltiples, tener hijas e hijos a nuestro cargo, padecer alguna discapacidad, edad y países de procedencia

Con un enfoque feminista, debemos velar para que las brechas entre mujeres y hombres desaparezcan, pero han aumentado porque las sociedades patriarcales no están preparadas para compensar el impacto de una crisis sobre las mujeres, atravesada por los tipos de empleo, la etnia, la vivencia de violencias múltiples, tener hijas e hijos a nuestro cargo, padecer alguna discapacidad, edad y países de procedencia.

El Ocho de Marzo, y todos los días del año, apelamos a la conciencia de toda la sociedad para la consecución de la Igualdad real, por eso, tenemos que conocer todas estas situaciones: analizar el impacto económico, social y emocional que ha producido esta crisis en las mujeres para poder aplicar acciones concretas desde todos los ámbitos institucionales.

Las políticas públicas deben procurar planes de acción contra la crisis en tiempos de pandemia, y deben ser transversales. Citaré algunos de los ejes fundamentales:

1.- Violencias contra las mujeres: prevención, protección social y garantía de derechos fundamentales.

Desde la aparición del coronavirus, la pandemia nos ha golpeado con extraordinaria dureza. En los dos primeros meses de confinamiento, las llamadas al 016 -teléfono de atención para las víctimas de violencia machista- aumentaron un 60%, evidencia del terror de quienes se vieron obligadas a encerrarse con sus maltratadores.

Ante el previsible aumento de las violencias hacia las mujeres, reivindicamos:

  • Que se consideren las violencias hacia las mujeres como una cuestión que atañe a toda la sociedad, que se tengan en cuenta sus distintas causas y dimensiones, acabando con aquellas que sufrimos cotidianamente en todos los ámbitos y espacios vitales (hogar, trabajo, espacios públicos, pareja, familia, entorno laboral, sociedad e instituciones del Estado). 
  • Que haya cambios culturales en las ideas, actitudes, relaciones, imaginario colectivo…que incluya una ciudad amable que contemple los espacios y tiempos públicos con perspectiva de género.
  • Que la justicia haga su trabajo desde el compromiso ético-constitucional de la igualdad y deje de aplicar la lógica patriarcal para que las leyes contra las violencias machistas se apliquen de forma justa y sean efectivas para la protección, reparación y justicia hacia las víctimas de estas violencias

Para ello, es necesario el acompañamiento y protección a las mujeres víctimas de violencia machista, formación para todos los agentes implicados, creación de juzgados especializados y unidades de valoración forense integrales. 

2.- Coeducación: Educar en Igualdad es una tarea que compete a toda la sociedad. 

El sexismo es la discriminación de personas de un sexo por considerarlo inferior al otro. Alude a un conjunto de nociones, expresiones y prácticas sociales que, con base en la diferencia sexual, legitima y afianza la desigualdad social entre las personas.

Lo contrario al sexismo es la coeducación, que supone desterrar los roles impuestos socialmente. Para ello, hay que identificar nuestros propios sesgos, cuestionar y reflexionar sobre los modelos sociales que tenemos alrededor y los valores que transmitimos para conducirnos a la acción promotora de la igualdad. Todas las personas que participamos en la vida de nuestra infancia, tenemos la responsabilidad y el compromiso de educarlos en igualdad para lograr que participen de una ciudadanía plena en derechos y libertades.

La coeducación, por tanto, es labor de todos los agentes sociales: familias, escuelas, medios de comunicación… para conseguir una sociedad libre de roles sexistas y para la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas. El objetivo es la despatriarcalización social, incluyendo como agente socializador fundamental a todo el Sistema Educativo.

Rechazamos tajantemente todo intento de invisibilizar el sexo como eje de opresión, así como los intentos de pulverizar el significado de la palabra “mujer”

La educación afectivo-sexual está contemplada en el currículo escolar; debe ser integral, libre de estereotipos sexistas y sin catalogar a la infancia en categorías ni orientaciones sexuales preestablecidas y propias de personas adultas.

Por todo lo dicho, rechazamos tajantemente todo intento de invisibilizar el sexo como eje de opresión, así como los intentos de pulverizar el significado de la palabra “mujer”.

La prevención de la violencia machista pasa por promover, en las diferentes etapas educativas, espacios de formación y reflexión con el objetivo de concienciar al alumnado de la aceptación propia y del otro, así como aprender a reconocer las actitudes violentas y erradicarlas. Debemos garantizar que nuestra infancia y juventud sean formadas en un sistema de valores, comportamientos, normas y expectativas que no estén jerarquizados en función del sexo, valorando y respetando las diferencias individuales y cualidades personales.

Para ello, demandamos una formación y compromiso de toda la sociedad para que todos los espacios educativos estén libres de sexismo, así como un Pacto no Sexista de los Medios de Comunicación para eliminar el sexismo en la publicidad, en las series infantiles y resto de producciones audiovisuales que vayan dirigidas a nuestra infancia y juventud.

Vindicamos el valor de nuestra aportación al acervo común en la creación y el conocimiento. Es una gran misión de rescate colocar a las viejas maestras en las páginas de la historia, abrir los cánones de la academia y verlas como referentes. El reconocimiento del talento de las mujeres también es hacer justicia y reparación.  Es preciso, además, hacer cumplir la Ley de Igualdad, con la presencia equitativa de ambos sexos en los espacios de poder públicos y privados.

3.- Feminización de la pobreza durante el confinamiento

Con el aumento del paro, las redes familiares tienen menos capacidad de respuesta económica; es necesario atender a las personas más necesitadas de protección, y las mujeres somos mayoría en todas las categorías excluidas de dicha protección. 

Las mujeres padecemos más paro, precariedad y discriminación laboral -como la brecha salarial- que se ha agravado durante la Pandemia. Es imprescindible, por tanto, romper la división sexual del trabajo incorporando la realización de los trabajos no remunerados invisibles e ilegales, mayoritariamente desarrollados por mujeres. Toda esta realidad, produce un impacto mucho mayor en las mujeres con discapacidad y mujeres migrantes. 

Las mujeres ganamos al año casi 6.000 euros menos que los hombres. Tenemos la mayor parte de contratos a tiempo parcial y una tasa de paro casi diez puntos más alta que los varones. Somos el máximo exponente de la precariedad en nuestro país, porque el patriarcado y el capitalismo se aseguran de mantenernos con las peores condiciones laborales y con la carga casi en exclusiva de los cuidados y las tareas del hogar

Las mujeres ganamos al año casi 6.000 euros menos que los hombres. Tenemos la mayor parte de contratos a tiempo parcial y una tasa de paro casi diez puntos más alta que los varones. Somos el máximo exponente de la precariedad en nuestro país, porque el patriarcado y el capitalismo se aseguran de mantenernos con las peores condiciones laborales y con la carga casi en exclusiva de los cuidados y las tareas del hogar.

Además, las pensiones de los hombres serán superiores a las de las mujeres (más del 50%). Con esta crudeza, muestran las estadísticas cómo se acumulan en nuestra vejez las desigualdades por el hecho de nacer mujeres. Curiosamente, se nos otorga un menor derecho a ser cuidadas por una sociedad que, paradójicamente, nos reserva para ser cuidadoras.

En otro terreno, es muy relevante saber de primera mano la vergüenza que se experimenta cuando se acude a Cáritas, Cruz Roja o en el momento de formar colas para acceder al Banco de Alimentos. ¿Habríamos imaginado lo que significa pedir ayuda y arrastrar un sentimiento de humillación? Reconocer esa pobreza, lleva consigo la culpabilidad, como si esta situación fuera una prueba del fracaso personal y no un fallo estructural de nuestras economías y los déficits en la protección social. Por eso:

  • La administración debe tener un censo de personas vulnerables y un fondo de ayudas para la situación de emergencia alimentaria y habitacional ante la pobreza agravada por la pandemia. 
  • Exigimos que se visibilice y reconozca el valor y dignidad del trabajo de los hogares y de cuidados que realizamos las mujeres, los derechos de quienes los realizamos y que se asuma la corresponsabilidad por parte de los hombres, la sociedad y el Estado.
  • Para que podamos tener vidas dignas, las Administraciones Públicas deben garantizar de forma irrenunciable y prioritaria los servicios públicos y de protección social: sanidad, educación, servicios sociales, ayuda a la dependencia y acceso a la vivienda social.

4.- Mercantilización de nuestros cuerpos

En la realidad actual, comprobamos que los cuerpos de las mujeres se están fragmentando para los fines de explotación en un patriarcado global: el transhumanismo secciona nuestros cuerpos para el mercado y nos deshumaniza.

Existen los “cuerpos objeto” para la publicidad sexista que constituyen una proyección magnificada de “lo otro” sexual, cultural, étnico, etc. que mueve a nivel transnacional redes de prostitución, tráfico de personas y pornografía, con beneficios extraordinarios para los responsables directos de esos negocios.

Los éxodos migratorios son consecuencia de la extrema pobreza de las mujeres en los países de origen. La prostitución se nutre mayoritariamente de la trata de mujeres, niñas y niños. Es uno de los delitos más comunes, que mueve mayor cantidad de dinero en todo el mundo tras el del tráfico de drogas y de armas. 

La pandemia pone aún más en evidencia que las mujeres en situación de prostitución somos las esclavas del siglo XXI. Varias organizaciones feministas han detectado que, durante el confinamiento, el 80% de los pisos donde se las explota, han seguido en activo. Las medidas anunciadas por el Gobierno apenas fueron parches y no han llegado a las víctimas. La mayoría de esas mujeres, en situación irregular, no conocen sus derechos ni tienen acceso a la salud, ahora bajo mayores riesgos personales y de contagio.

Estas son ofensivas del machismo sin fronteras, pero hay mucho más. Los vientres de alquiler se producen por la utilización de los cuerpos de mujeres pobres en los países de origen para el mercado de venta de bebés destinados a personas que pueden pagar a las empresas que se lucran con estos negocios.

Proponemos abolir la pornografía, los vientres de alquiler y la prostitución porque son violaciones de los derechos humanos que atacan no sólo la libertad y dignidad de mujeres y niñas, sino también su integridad física y emocional. 

En cuanto a las políticas de igualdad del ámbito municipal, se deberían ejecutar las siguientes medidas:

  • Combatir la hipersexualización de las niñas para no encasillarlas en identidades sexuales propias de personas adultas y que la pornografía no sea escuela de violencia sexual.
  • Sensibilización social para modificar la percepción que tenemos ante la prostitución y obtener una repulsa social del comercio sexual y de los proxenetas.
  • Formación para la prevención y atención a las personas profesionales que atienden a mujeres que ejercen la prostitución.
  • Que se persigan estos delitos poniendo el foco en los demandantes de prostitución y a los proxenetas responsables ante la justicia.
  • Programa de Atención Integral a la Mujer prostituida: una alternativa encaminada a promover el abandono de dicho ejercicio. Estos programas, deben incluir sanación psíquica y física, acompañamiento, medidas de formación, inserción laboral, acceso a subsidios, acceso a vivienda y acciones de información y asesoramiento sobre los recursos existentes.

Las mujeres somos necesarias, hoy más que nunca, como trabajadoras y como ciudadanas. A diferencia de otras crisis, en las que también se nos presionó a las mujeres para que nos retiráramos del mercado de trabajo, hoy estamos preparadas para resistir. Hemos adquirido derechos civiles y un alto grado de formación. Hemos demostrado nuestra competencia para desempeñar todo tipo de profesiones, para dirigir bancos y países, para participar en todos los deportes y actividades, para producir conocimientos con excelencia. Muchas familias dependen de los salarios femeninos y, además, las mujeres desempleadas tienen mayor nivel educativo que los hombres desempleados. Por otro lado, los hombres son necesarios, más que nunca, para arrimar el hombro en las tareas de cuidados y convencer a los demás hombres para que abandonen sus privilegios como hombres y hagan de la Igualdad su práctica cotidiana: esa es la tarea principal que tienen quienes se acercan al Feminismo y se comprometen con él. 

Hoy, a diferencia de otras épocas, sabemos que ninguna diferencia biológica justifica la exclusión de las mujeres del empleo, de la política, del ocio…ni la de los hombres en los trabajos de cuidados. Equilibremos la balanza y que nadie nos desvíe de nuestra agenda feminista.

Emilia Barrio Rodríguez, historiadora, feminista y vicepresidenta del Consejo Municipal de la Mujer.

 

En el Día Internacional de la Mujer, te ofrecemos el pensamiento, la reflexión sosegada y certera de diez mujeres:

Y un homenaje a mujeres esenciales, de las que la sociedad se siente orgullosa por su valor y entrega: