'Normalizar el peloteo'

Opinión - Juan I. Pérez - Sábado, 6 de Enero de 2024
Moreno Bonilla, con la distinción como Hijo Adoptivo de la Provincia, que le entrega Francisco Rodríguez.
Dipgra
Moreno Bonilla, con la distinción como Hijo Adoptivo de la Provincia, que le entrega Francisco Rodríguez.

Reconozco mi absoluta aversión personal al peloteo. No confundir, por favor, con la amabilidad, cortesía o elogio, que, como dar las gracias o pedir disculpas, -no ese abominable, por forzado y falso, si a alguien le ha molestado- es virtud de quien la ejercita.

También conozco casos en los que por no doblarse al peloteo -interno y externo- han sido aburridos, degradados, relegados o apartados; obligados a dejar de redacciones e instituciones. Hay, pues dignidad. Algunas y algunos, los tengo muy cerca

En periodismo, la práctica me es insoportable. La reiteración, repugnante, y repulsivo que el alabo exacerbado con el fin de complacer a alguien -generalmente político o política con poder, empresarios…- para obtener favores o beneficios, -desde influencia, exclusivas o partidas económicas-, haya sustituido a valores inherentes a la profesión periodística o, en su vértice más extremo, en el único método para existir de medios de comunicación. (En la categoría superior, los medios que hacían la pelota a unos y cuando pierden, a los ganadores).

También conozco casos en los que por no doblarse al peloteo -interno y externo- han sido aburridos, degradados, relegados o apartados; obligados a dejar redacciones e instituciones. Hay, pues dignidad. Algunas y algunos, los tengo muy cerca.

En política es tan habitual como en la calle. Cuántos han hecho carrera sin conocerse trabajo o dedicación conocida, dando coba a los que mandaban en cada uno de los sucesivos momentos. Premiados con carguitos, cargos y cargazos. Auténticos trozos de corcho que se mantuvieron y permanecen a flote en todos los mares.

Pero si el peloteo se practica utilizando para ello a una institución, ni es ético, ni estético, porque es un uso partidista, como lo es el reconocimiento como Hijo Adoptivo de la Provincia, que concede de la Diputación de Granada, gobernada con mayoría absoluta por el PP, a Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía y del PP-A

Hay jefes y jefas que son magnánimos con quienes saben humillarse a tiempo, ¿verdad?

Mas como ya, tengo entendido, que no existe el caciquismo, que cada uno haga en su cortijo o roalillo lo que le plazca o pueda, a veces para subsistir, aunque, eso sí, sin quebrantar la libertad del resto.

Pero si el peloteo se practica utilizando para ello a una institución, ni es ético, ni estético, porque es un uso partidista, como lo es el reconocimiento como Hijo Adoptivo de la Provincia, que concede de la Diputación de Granada, gobernada con mayoría absoluta por el PP, a Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía y del PP-A.

La institución provincial, presidida por Francisco Rodríguez, alcalde de Alhendín y presidente provincial del PP, no desveló los méritos incuestionables que respaldaban el Hijo Adoptivo a Moreno Monilla cuando lo anunció.

Así que trataba de comprender la justificación de tal nombramiento y no encontraba, pese al empeño, una explicación razonada, salvo las evidentes y obvias.

Como las evidencias son afluentes de la verdad, con sinceridad pregunto si tal relación de méritos no podía ser atribuida a cientos, miles de personas casados o casadas con granadinos, con hijos nacidos en la tierra, que la visitan y hablan extraordinariamente bien de la provincia y que también llevan a la provincia de Granada en el corazón

Al fin, durante el acto, se despejó la incógnita: su vinculación a Granada, porque su esposa es de Padul, sus tres hijos nacieron en Granada. “Este vínculo familiar -seguía la justificación de méritos- le lleva a disfrutar de la provincia granadina y de sus espacios naturales con asiduidad. Aficionado al esquí y a la montaña, ha fomentado y ha participado activamente en la promoción e impulso de la estación de Sierra Nevada. Lleva a la provincia de Granada en el corazón. Es un gran embajador de Granada lo que le honra como Hijo Adoptivo de una provincia que forma parte de un pilar fundamental de su vida y que traslada y comparte públicamente cada vez que pisa esta tierra".

Como las evidencias son afluentes de la verdad, con sinceridad pregunto si tal relación de méritos no podía ser atribuida a cientos, miles de personas casados o casadas con granadinos, con hijos nacidos en la tierra, que la visitan y hablan extraordinariamente bien de la provincia y que también llevan a la provincia de Granada en el corazón.

Y no dudo de que Moreno Bonilla sienta algo especial por esta tierra y tenga a Granada en el corazón, como supongo que también al resto de las otras siete provincias andaluzas, cuando lo expresa en tiempo de campañas electorales, actos de partido o, desde el Gobierno andaluz, visita las provincias y en sus introducciones elogia la ciudad que lo acoge.

Algunas cosas son demasiado falsas para ser una hermosa mentira. Por ello pregunto, si acaso, Juan Manuel Moreno Bonilla, hijo de emigrantes malagueños, nacido en Barcelona, hubiera sido merecedor de la distinción, concedida por una institución, gobernada por el PP, si no fuera, como es, presidente del Gobierno andaluz y del PP-A

Algunas cosas son demasiado falsas para ser una hermosa mentira. Por ello pregunto, si acaso, Juan Manuel Moreno Bonilla, hijo de emigrantes malagueños, nacido en Barcelona, hubiera sido merecedor de la distinción, concedida por una institución, gobernada por el PP, si no fuera, como es, presidente del Gobierno andaluz y del PP-A.

Sin necesidad de entrar siquiera a valorar su supuesta apuesta por Granada, que ni la justificación oficial de méritos de la propia Diputación de Granada se atreve a pronunciar.

Causa estupor una decisión que rebaja, además, la noble distinción, recibida por personalidades como José Saramago o Leonard Cohen. Y este año, la Medalla de Oro de la provincia a 091. Este sí, con todo merecimiento.

PSOE se opuso con firmeza. También IU. Pero nada más. Me cuestiono si, como en tantas otras cosas, nos estamos acostumbrando a normalizar también el uso partidista de instituciones, por simple peloteo.