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Artículo de opinión por Agustín Martínez

'La Andalucía de Juanma'

Política - Agustín Martínez - Jueves, 4 de Septiembre de 2025
Agustín Martínez nos ofrece un diagnóstico crítico y alejado de la complacencia de las políticas que está desplegando Juan Manuel Moreno al frente de la Junta de Andalucía. Un artículo que no leerás en otros medios.
Juan Manuel Moreno, en una corrida de toros durante la Feria de Málaga.
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Juan Manuel Moreno, en una corrida de toros durante la Feria de Málaga.

Hay quien dice que Juan Manuel Moreno Bonilla es moderado. Que es sensato. Que representa el nuevo centroderecha. Que es el yerno perfecto. Y puede que sea cierto. Siempre que uno entienda por "moderación" el desmantelamiento sistemático de lo público sin levantar demasiado la voz, con sonrisa de presentador de magazine matinal y un tono de voz que no sube de 30 decibelios. Austericidio silencioso. Privatización amable. Eso sí, todo pluscuamperfecto.

El año electoral al que nos aproximamos parece presentarse de lo más plácido para Moreno Bonilla, lo cual no quita que los andaluces estén en su derecho de preguntarse cual es el modelo de sociedad que el presidente quiere para Andalucía

Con el aire demoscópico soplando a favor y con una izquierda a la izquierda del PSOE atomizada por sus divisiones, el año electoral al que nos aproximamos parece presentarse de lo más plácido para Moreno Bonilla, lo cual no quita que los andaluces estén en su derecho de preguntarse cual es el modelo de sociedad que el presidente quiere para Andalucía.

El que hasta ahora nos propone el presidente de la Junta de Andalucía no es ninguna sorpresa: lo está ejecutando con la precisión de un cirujano y el entusiasmo de un CEO. Un modelo donde la educación y la sanidad públicas caen en barrena, la dependencia se gestiona con tiempos de la edad media, y la tauromaquia, ¡ay, la tauromaquia!, se presenta como la gran promesa de futuro. Bienvenidos a “Bonillandia”, el parque temático del neoliberalismo andaluz.

Comencemos por la educación, ese engorroso gasto público que tantos dolores de cabeza da a quienes creen que el conocimiento debe ser privativo de las clases pudientes. ¿Para qué reforzar las universidades públicas, mejorar sus condiciones o asegurar que la investigación no sea una carrera de obstáculos? Mucho mejor abrir la puerta de par en par a las universidades privadas, repartirles grados como quien reparte flyers en la feria, y poner alfombra roja a los intereses empresariales. Porque claro, ¿quién necesita una universidad pública fuerte cuando puede pagar una privada donde todo va más rápido, más fácil y con menos preguntas incómodas?

Mientras tanto, las públicas que se apañen. Que hagan más con menos. Que recorten lo irrecortable. Que compitan por las migajas. ¿Excelencia? ¿Acceso universal al conocimiento? ¿Igualdad de oportunidades? Pamplinas. Lo importante es que haya logos bien brillantes, rankings internacionales y mucha sonrisa en el acto inaugural de cada nuevo grado privado.

Si el desmantelamiento educativo duele, lo de la sanidad ya directamente escandaliza

Pero si el desmantelamiento educativo duele, lo de la sanidad ya directamente escandaliza. Casi 600 millones de euros destinados a la sanidad privada para reducir las listas de espera. Un plan maestro que, por supuesto, no se le había ocurrido jamás a ningún gobierno conservador en ninguna parte del mundo. Porque invertir ese dinero en reforzar los quirófanos públicos, contratar más personal, mejorar las condiciones laborales de médicos y enfermeras, y modernizar los servicios, eso sí que sería revolucionario. Pero no, mejor alimentar el negocio privado con fondos públicos. Una forma de hacer beneficencia con el dinero de todos… pero hacia los de siempre.

Y mientras tanto, las listas de espera siguen creciendo, y no hay sala de espera en Andalucía que no parezca la antesala de una novela de Kafka. Si te da tiempo a ponerte malo y curarte solo antes de que te llamen, enhorabuena: eres un caso de éxito del modelo Bonilla.

Por no hablar de la dependencia. Ese asunto menor que sólo afecta a miles de familias que esperan años -sí, años- para que se resuelva su solicitud de ayuda. A veces la resolución llega cuando el dependiente ya ha fallecido. Pero no seamos cínicos: en el fondo, es una manera muy eficaz de reducir gasto público. Morir antes de cobrar la ayuda: el sistema se retroalimenta. Eficiencia darwinista lo llaman algunos.

Y si no teníamos suficiente, la Junta ha decidido eliminar a los auxiliares de conversación en los colegios públicos porque -oh, tragedia- habría que pagarles la Seguridad Social. Y claro, eso es inasumible. ¿Invertir en idiomas en la escuela pública? ¿Mejorar la competencia lingüística del alumnado? ¿Dotar de recursos a los centros más necesitados? No, mejor quitar los auxiliares y que se apañen con lo que haya. Al fin y al cabo, el inglés ya se aprende viendo Netflix. 

Convendría también que el yerno perfecto nos explicara muy clarito a cuento y en nombre de quién decide rechazar la quita de 19.000 millones de euros de la deuda pública de Andalucía

Convendría también que el yerno perfecto nos explicara muy clarito a cuento en nombre de quién decide rechazar la quita de 19.000 millones de euros de la deuda pública de Andalucía, porque no imagino a ninguno de ustedes que rechazara que les pagaran el 40 por ciento de su hipoteca. Juanma puede hacer toda la política partidaria que quiera y le dé la gana, siempre y cuando no lo haga con los dineros de los andaluces.

Eso sí, que nadie se preocupe: mientras se desmontan pilares del Estado del Bienestar, el presidente encuentra tiempo para defender lo realmente importante. “La tauromaquia tiene un gran futuro”, dice con solemnidad su consejero de Presiencia. “Andalucía es taurina”, proclama Sanz, como si el porvenir de nuestra tierra pasara por el albero, la espada y el paseíllo. ¿Hospitales saturados? ¿Aulas masificadas? ¿Familias desesperadas por una ayuda a la dependencia? Tranquilos, que tenemos becerradas y festivales.

 Antonio Sanz en el chupinazo de las Fiestas Taurinas Tradicionales de Trigueros (Huelva). francisco olmo/Ep

Así que ya lo saben: la Andalucía que nos propone Moreno Bonilla es un lugar donde lo público es un estorbo, lo privado es sagrado, lo urgente puede esperar tres años, y lo importante se lidia a puerta gayola. Un paraíso para las empresas afines, un infierno para quien dependa de lo público, y una performance permanente para quien aún crea que esto va de ideologías.

No, no es moderación. Es una hoja de ruta perfectamente calculada. Y si no se lo creen, esperen unos meses más. Habrá más grados privados, más conciertos sanitarios, más toros y menos derechos. Todo con una sonrisa porque en esta Andalucía, el futuro ya está aquí. Lleva corbata y trajes caros, no paga Seguridad Social… y va a los toros.

Agustín Martínez