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'Rectificar es de sabios'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 18 de Febrero de 2022

La semana pasada me hacía eco de una noticia que apareció en varios medios de comunicación de los supuestamente serios sobre la cantante Rosa López y reconozco que me equivoqué porque ella, al día siguiente, negó que viviera del dinero que aportaban los fans, tal y como se apuntaba en el cuerpo de la información. Así que sirvan estas líneas para rectificar, pese a que repito que mi artículo se basaba en textos publicados en periódicos con un prestigio contrastado y que en ningún momento menospreciaba a la artista, sino que me esforcé en valorarla, dado que se trata de una mujer con una gran capacidad de adaptación a los cambios, según ella misma ha demostrado a lo largo de su carrera.

Más allá de esto, me gustaría poner el foco en dos puntos concretos relacionados con las reacciones que causó en redes sociales el artículo firmado por mí: por un lado, en la agresividad con la que los fans de la cantante arremetieron contra mi persona y por otro lado, en el limitado cariño que destilaban estas respuestas hacia la artista.

Acepto que, en ocasiones, mis opiniones causen malestar y sea expresado a través de críticas más o menos feroces, pero me parece asombroso que los ataques se produzcan contra mi propia persona, calificándome e insultándome

Puedo entender perfectamente que lo que escribo guste o disguste, que para eso uno se dedica a esto, a veces más acertadamente que otras. Acepto que, en ocasiones, mis opiniones causen malestar y sea expresado a través de críticas más o menos feroces, pero me parece asombroso que los ataques se produzcan contra mi propia persona, calificándome e insultándome. Sinceramente, creo que es simplemente una tendencia a la que estamos asistiendo en los últimos años: la de ocultarse tras el anonimato que otorgan las redes sociales, incluso aunque haya un nombre que nunca sabremos si es real o no, para atacar sin piedad a cualquiera, como si de esa forma lograran liberarse de las tensiones de sus vidas privadas. Desgraciadamente, esa está siendo una de las consecuencias principales de la pandemia: un malestar generalizado que se vislumbra en la cantidad de suicidios, 3941 en 2020, el mayor índice de toda la historia desde que se computa este dato, y en el aumento de enfermos con depresión, ansiedad y todo tipo de problemas mentales. El miedo generalizado que ha producido esta pandemia puede tener mucho que ver con este incremento que, sin llegar a ser patológico, se pone de manifiesto también en la calle, a través de la agresividad también creciente entre los ciudadanos de a pie. Así que no me tomo esos ataques como algo personal, sino más bien como un síntoma más del malestar generalizado que ha provocado este virus.

Así que esos fanáticos que enarbolan una bandera, un cartel o el rostro de su artista, deportista, presentador o 'youtuber' favorito solo apoyan en realidad una imagen concreta alejada de la verdadera identidad de cada uno de ellos

Por otra parte, cuando se habla de alguien al que le fue mucho mejor en otros tiempos que en el presente y sus fans te atacan verbalmente con virulencia y se llenan de ira, lo que se pone en evidencia es el limitado cariño que le procesan, porque no consideran igual a la artista con fama o sin fama, con dinero o sin él. El valor de las personas no puede establecerse en función del salario que obtengan o de su reconocimiento público, está muy por encima de todo ello. Durante el tiempo que formé parte del grupo de voluntarios de Solidarios Para el Desarrollo en el programa de personas sin hogar me encontré con gente maravillosa, algunos de los cuales tenían un pasado que en nada hacía presagiar un futuro abandonado en las calles, deambulando por la ciudad sin un techo bajo el que protegerse y con todas sus pertenencias a cuestas, y créanme que me encontré incluso con alguna persona que en otro tiempo había sido retratada en páginas de revistas del corazón. No creo que ninguna de sus vidas valga ni un poquito menos que la de Bill Gates o Amancio Ortega. Ni el dinero ni la fama pueden engrandecer la valía personal. ¿O acaso alguien considera que su hijo vale menos que Will Smith o que Mario Vargas Llosa? No hay duda de que la mayoría de nosotros les apoyaremos tanto si en el futuro son electricistas o camareros como si llegan a recibir un Premio Nobel. Así que esos fanáticos que enarbolan una bandera, un cartel o el rostro de su artista, deportista, presentador o youtuber favorito solo apoyan en realidad una imagen concreta alejada de la verdadera identidad de cada uno de ellos.

Siempre he tenido cariño a la cantante, que nunca he puesto en duda su profesionalidad, sino más bien todo lo contrario, y que le deseo lo mejor a ella

En el caso de mi artículo de la semana pasada sobre Rosa cometí el error de creer que la noticia estaba contrastada por haberse publicado de forma generalizada, y eso merece una disculpa de mi parte, aunque también debo decir que siempre le he tenido cariño a la cantante, que nunca he puesto en duda su profesionalidad, sino más bien todo lo contrario, y que le deseo lo mejor a ella y a todos aquellos que emprenden un camino tan complicado, tan lleno de espinas y de piedras en el trayecto.

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).