Entrevista a Estíbaliz de Miguel, psicóloga, coordinadora de la Red sin Rejas-Investigación sobre Mujeres y cárceles

'El amor es resistencia en las cárceles'

Ciudadanía - Nerea Balinot - Jueves, 8 de Marzo de 2018
Te ofrecemos una gran entrevista a Estíbaliz de Miguel, socióloga, coordinadora de la Red sin Rejas-Investigación sobre Mujeres y cárceles, por Nerea Balinot, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) en Granada, sobre mujeres en prisión, uno de los colectivos más invisibilizados.
Estíbaliz de Miguel.
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Estíbaliz de Miguel.
"En una sociedad que entiende la validación personal a través del amor, las mujeres presas han convertido las relaciones afectivas en un arma revolucionaria para desautorizar al sistema que las condena".

Que el amor es el opio de las mujeres lo dijo Kate Millet hace casi cincuenta años. Desde entonces, han sido numerosas las corrientes feministas que se han sumado a esta condena del amor romántico, denunciándolo como uno de los ejes que sostiene la opresión patriarcal contra las mujeres. Un discurso categórico que, para Estíbaliz de Miguel, está impidiendo que entendamos la realidad en toda su complejidad.

Frente a la pérdida de identidad que sufren; frente al estigma que supone ser considerada la mala mujer; frente a la socavación de su valía personal, las mujeres encarceladas han articulado un discurso político de reafirmación en torno al amor

Estíbaliz de Miguel (Barakaldo, 1974) es una socióloga especializada en el ámbito penitenciario que escribe sobre el amor. Amor y cárceles, las físicas, cárceles de espera y ausencia donde las relaciones afectivas se han convertido en un mecanismo de supervivencia para las presas.

Es allí donde nace su estudio Relaciones amorosas de las mujeres encarceladas, galardonado con el premio Micaela Portilla a la mejor tesis feminista de la Universidad del País Vasco en 2012. Desde él, aborda la necesidad de deconstruir el amor romántico, pero también la importancia de reivindicarlo como fuente de resistencia frente a las lógicas carcelarias de separación y soledad.

Si el amor es, como sentenció Beck-Gernsheim, ‘‘la religión laica de nuestro tiempo’’, las mujeres presas son pecadoras que quieren volver a sentirse miradas por Dios. Con todas las contradicciones que esto implica.

Frente a la pérdida de identidad que sufren; frente al estigma que supone ser considerada la mala mujer; frente a la socavación de su valía personal, las mujeres encarceladas han articulado un discurso político de reafirmación en torno al amor.

Y, como aman, reciben también visitas, cartas, apoyo, protagonismo, esperanza y la promesa de un futuro mejor, una idea que parece más real cuando es compartida.

¿Por qué mujeres, cárceles y amor?

Quería hacer una aproximación más comprensiva a esta realidad, entendiendo el significado tan complejo que podía tener el amor en un contexto de prisión. Me pareció una oportunidad única para hablar del amor no como cadenas o dependencia emocional, sino como elemento de liberación y ruptura con las lógicas carcelarias.

Además, había trabajado anteriormente con mujeres en prisión y me parecía que estaban siendo invisibilizadas, tanto por el propio sistema penitenciario como por las instituciones sociales o los estudios académicos que abordaban la cuestión.

¿Es necesario un estudio específico sobre la cuestión de las mujeres presas?

Desde luego, hay un marcado sesgo de género en todo el sistema penitenciario español. El hombre que delinque está yendo contra las leyes, pero no contra su masculinidad. El delito en cuanto a acción, fuerza o incluso violencia encaja con los roles de género masculinos. Sin embargo, una mujer que delinque, pervierte además el ideal de feminidad de mujer comprensiva, obediente, dócil, pasiva, dulce, etc.

Por eso, el estigma que soportan las presas es mayor. Son vistas como la anti-mujer: una mala madre, una mala esposa, … Esto conlleva una pérdida de valía personal y un proceso de re-identidad brutal, pues tienen que entender quiénes son ahora que la sociedad las rechaza.

'El hombre que delinque está yendo contra las leyes, pero no contra su masculinidad. El delito en cuanto a acción, fuerza o incluso violencia encaja con los roles de género masculinos. Sin embargo, una mujer que delinque, pervierte además el ideal de feminidad de mujer comprensiva, obediente, dócil, pasiva, dulce, etc.'

¿Qué significa el amor para las mujeres que están en prisión?

Los vínculos son muy importantes allí. Recibir paquetes, llamadas de teléfono, cartas, visitas… No es lo mismo resistir la cárcel sola que acompañada. El amor es fuente de dificultades y contradicciones, pero también es un elemento de liberación y ruptura con las lógicas carcelarias de separación y soledad.

Si hacemos un análisis macro-estructural, las relaciones amorosas no afectan mucho al sistema. Pero hay que entender la importancia que tienen estas conquistas personales para las presas. Mientras el encarcelamiento conlleva un estigma y una falla en la identidad, intentar subvertir ese prejuicio de mala mujer tiene que ser leído como una forma de agencia y resistencia.

¿Es el amor una liberación para las personas presas?

Para aquellas mujeres con mayor exclusión social, que no tienen apoyo dentro de las cárceles o recursos económicos fuera de ellas, el amor de pareja (con la re-identificación positiva que conlleva) es una manera de sobrevivir. Y, en una sociedad como la nuestra, donde el amor es fuente de validación del yo, enamorarse es la forma de contrarrestar el estigma social de las mujeres presas.

Estíbaliz de Miguel (Barakaldo, 1974) es doctora en sociología por la UPV/EHU, además de trabajadora Social y Educadora Social. Ganadora del premio Micaela Portilla a la mejor tesis feminista/de género 2012 de la Universidad del País Vasco por su trabajo ‘‘Relaciones amorosas de las mujeres encarceladas’’.

​Coordinadora de la Red sin Rejas-Investigación sobre Mujeres y cárceles. Destaca su participación en el congreso PhD Workshop de la ESA- European Sociological Associaton (2011) al que fue seleccionada para presentar su investigación de tesis doctoral.