Ángela

Ciudadanía - Patri Díez - Viernes, 6 de Marzo de 2020
La fotoperiodista Patri Díez nos acerca a la vida cotidiana a través del perfil de Ángela y su trabajo en una inmobiliaria.
Ángela, fiel a su cita diaria, en la puerta de la inmobiliaria Pícalo.
Patri Díez
Ángela, fiel a su cita diaria, en la puerta de la inmobiliaria Pícalo.

A las doce en punto quedamos con Ángela. Cada vez que me subo en el ascensor me acuerdo de ella por cómo pulsó el número tres. De primeras es prudente, cercana, está claro que quiere que te sientas como en tu casa pero no quiere decírtelo a la primera. Sube las persianas, parece que va arrastrando los tacones y al rato te suelta que se le ha roto una tapa. “Este piso tiene mucha luz”. Una brisa de nuevo y usado recorre todas las estancias, parece agradable. El suelo tiene mucha presencia, en la época era lo moderno. Ángela se ha apoyado en el quicio de la puerta de una habitación (sería raro decir dormitorio cuando aún no hay ni una cama) y charla como si nos conociera de siempre, se le sonríen los ojillos escondidos tras sus gafas, dice que no se jubila porque esto le gusta. Y de repente, la cita para alquilar un piso se convierte en la sorpresa de un encuentro. 

Granada es una ciudad que acoge a unos ochenta mil estudiantes, un alto porcentaje no es de la ciudad y busca entre inmobiliarias, carteles y anuncios en internet un lugar donde poder vivir mientras terminan sus estudios. No es fácil para los que tampoco somos de aquí, pero queremos vivir de alquiler, encontrar algo  dignamente razonable. Eso implica no pagar una burrada por un techo, que los muebles si es amueblada al menos no te generen una depresión antes de vivir en dicho inmueble, que vivimos en una ciudad de notable invierno y que estaría bien no pasar frío en casa, que una tele (si es que se incluye) no haya que darle tres porrazos para que vuelva a sintonizar. Que con un mes de fianza debería bastar, que el Ikea más cercano está en Málaga, sí, pero que en un salto uno se planta allí compra dos cosas y  hace un bien tremendo a los futuros inquilinos. Que no vale subir al doble el precio de un alquiler cuando te han cuidado tu vivienda durante cinco años como si fuera propia. Y un largo etcétera.

Pero yo hoy quería que conocieráis a Ángela que no os la puedo presentar porque cualquier intento se quedaría muy pequeño. Ella nos cautivó, nos dio soluciones, fue paciente ante la inseguridad que nos suponía el cambio, nos aconsejó de corazón y, desde luego, nos alegró la vida. No siempre se entiende la importancia de vivir en un hogar, que aunque de alquiler, es casa, donde el refugio. Es el lugar donde se hacen las familias, donde más crecemos por la irremediable cercanía con nuestra intimidad, donde los besos, donde se levantan los estudios, donde de verdad se aprueban los exámenes, donde se fabrican los regalos, donde se riegan las plantas, donde se hace un café. Donde nos curamos, donde mejor acariciamos. Donde, en definitiva, tenemos la oportunidad de ser por estar, por estar en casa. Por eso personas como Ángela, hacen una función tan fundamental. Porque ella sabe todo esto, y como lo sabe, no se puede permitir otra cosa que no sea encontrar tu hogar. Ese lugar donde regar las plantas. Ahora desde nuestra casa, gracias a Ángela.