desde guardias civiles, falangistas, miembros de las Milicias Nacionales Armadas, hasta de la división azul

Cronología de las deserciones (III)

Ciudadanía - Pedro Sánchez Rodrigo y Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 2 de Agosto de 2025
Pedro Sánchez Rodrigo y Alfonso Martínez Foronda nos ofrecen el tercer capítulo de esta magistral serie sobre los desertores, en una minuciosa investigación que proporciona datos reveladores y curiosidades que te sorprenderán. No te lo pierdas.
Uno de los expedientes de la causa contra José Ruiz de la Torre.
Archivo Real Chancillería de Granada. Caja 25984, Pieza 148.
Uno de los expedientes de la causa contra José Ruiz de la Torre.
Si no tuviste la oportunidad de leer los dos primeros capítulos de esta serie o quieres volver a leerlos:

-En rebeldía. Apuntes acerca de los desertores granadinos del ejército franquista entre 1936 y 1945 (I)

-El procedimiento judicial contra los desertores (II)

En los dos siguientes gráficos observamos cuándo se produjeron las deserciones. En el primero desde el inicio de la guerra hasta 1946, durante 10 años.

El resultado responde lógicamente a lo esperado, sin tener en cuenta los casos que aún desconocemos, aproximadamente un tercio. El año 1936 presenta 86 pues sólo cuentan 5 meses y medio, desde finales de julio a diciembre; 1937, primer año completo, con la guerra sin decidir y todavía con esperanzas para el bando republicano, es el que más deserciones contempla, 149, prácticamente la mitad de los casos que conocemos. A partir de 1938, decantándose ya el conflicto en favor de los rebeldes, disminuye la huida de soldados del bando presumiblemente vencedor de la contienda (47), y con esta ya decidida no hay ya más que dos en el año 1939, es decir entre ambos años poco más del 16% de los casos que conocemos. Posteriormente, en la posguerra, entre el año 1940 y 1946 contabilizamos 14 deserciones, 10 entre 1940 y 1942, la mayoría correspondientes a los Batallones de Trabajadores en sus distintas modalidades.

En el segundo mostramos la evolución de las deserciones durante los años de la guerra civil, mes a mes, desde julio de 1936 a abril de 1939, son, aproximadamente, un poco más de la mitad del total que tenemos consignado.  

Podemos ver en la gráfica que el pico más elevado se produce entre diciembre de 1936 y enero de 1937, una vez reorganizado el ejército leal y convertido en Ejército Popular de la República, con las milicias integradas en unidades regulares

Podemos ver en la gráfica que el pico más elevado se produce entre diciembre de 1936 y enero de 1937, una vez reorganizado el ejército leal y convertido en Ejército Popular de la República, con las milicias integradas en unidades regulares. Y a partir de entonces no deja de bajar, aunque con un segundo pico entre abril y junio de 1937, es decir, justo después de la derrota fascista en la batalla de Guadalajara, último intento de conquistar Madrid; en ese periodo (mayo) se produce la sustitución Largo Caballero por Negrín en la presidencia de Gobierno, con una mayor participación de la Unión Soviética en la ayuda del Ejército republicano y más incidencia en la política gubernamental, aunque, es cierto que, por contra,  el ejército franquista inicia la ofensiva sobre el norte cantábrico y es apenas dos meses después de la tristemente famosa “Desbandá” y la conquista de Málaga y Motril en la costa mediterránea andaluza. Por otro lado, es en la primavera del 37 cuando el área metropolitana de Granada deja de quedar aislada, aumenta el territorio dominado por los franquistas y, en consecuencia, las líneas enemigas quedan más lejos, de ahí que desde ese pico de mayo el descenso de las deserciones es imparable, con escasas y débiles recuperaciones. El tercer y último pico (diciembre de 1937 y enero de 1938), corresponde en fechas con la última alegría que se dio el bando republicano, la toma de Teruel, revertida ya en febrero. Preferimos hablar de correspondencias y coincidencias antes que de causalidades: para establecer conexiones más estrechas habría que ver las deserciones caso por caso, completar los datos que nos faltan y, sobre todo, compararlos con los de otras provincias. La Deserción del 11 de enero de 1939, única que tenemos reflejada en ese mes, y última de la lista, si no hay error en el testimonio de sentencia, fue la del soldado del Batallón de Cazadores Serrallo nº8 José Ruiz de la Torre, vecino de Armilla (Causa 34.835/39), pasaría a ser soldado de la 40 BM, y, una vez apresado, sería condenado en 1943 a la pena de 12 años y 1 día, posteriormente conmutada por la de 6 años y 1 día (Causa 34.835/39).

El primer desertor de la Granada franquista que tenemos conocimiento es el Guardia Civil Fernando Vidal Pagán, Jefe de la Comandancia de Granada que unió su suerte de manera heroica a las autoridades republicanas presas tras el golpe

El primer desertor de la Granada franquista que tenemos conocimiento es el Guardia Civil Fernando Vidal Pagán, Jefe de la Comandancia de Granada que unió su suerte de manera heroica a las autoridades republicanas presas tras el golpe. Aunque algunos escriben que probablemente practicara una suerte de doble juego, lo cierto es que el tres de agosto de 1936 se encontraba detenido en las Prisiones Militares de Granada con un sumario abierto (nº 918/1937) y la acusación por parte de la fiscalía de rebelión militar. El 23 de septiembre se celebró un Consejo de Guerra sumarísimo siendo condenado a la pena de muerte, conmutada por Franco por la de inferior grado. El procedimiento abierto contra él ha desaparecido. Otro Guardia Civil, Juan Villafranca Jiménez, fue acusado de haber cometido deserción ocurrida el día 24 de julio de 1936 y en la causa 19.894/39 fue absuelto (29 de enero de 1940). El primer soldado que aparece en el BOP es Manuel Rueda Ramos, de Atarfe, soldado del Regimiento de Artillería Ligero nº 4, y aparece publicado el miércoles 9 de septiembre de 1936, es decir que debió desertar entre julio y agosto de 1936.

Uno de los documentos de la causa contra Fernando Vidal Pagán. (Archivo Real Chancillería de Granada. Caja 25928, Pieza 19).

Deserciones por unidades militares y milicias

¿Cuáles son las unidades que más sufren esta sangría?

 

Leyenda: RI: Regimiento de Infantería. RA: Regimiento de Artillería. FET: Falange Española Tradicionalista y de las JONS. TI: Tercio Isabel la Católica; B.: Batallón. E.: Españoles. G. Guardia. D.: División. BT y BDST: Batallones de trabajadores y Batallones disciplinarios de soldados trabajadores. SM servicio militar.

La mayor parte de las 390 deserciones de las que conocemos sus unidades militares de procedencia corresponden con el Regimiento de Infantería Lepanto nº 5 (de manera destacada, 185 casos, el 47%) y, en segundo lugar, con el Regimiento de Artillería Ligero nº 4 (52, el 13%, aproximadamente), las dos unidades militares establecidas en Granada en la organización territorial del Ejército español en 1936

La mayor parte de las 390 deserciones de las que conocemos sus unidades militares de procedencia corresponden con el Regimiento de Infantería Lepanto nº 5 (de manera destacada, 185 casos, el 47%) y, en segundo lugar, con el Regimiento de Artillería Ligero nº 4 (52, el 13%, aproximadamente), las dos unidades militares establecidas en Granada en la organización territorial del Ejército español en 1936, ambas dentro de la Segunda División Orgánica con sede en Sevilla. Estaban al mando de ésta el general José Fernández de Villa-Abrille, y de los dos regimientos los generales Miguel Campins y Julián López Viota, respectivamente. Ninguno de los tres se sumó a la rebelión, al primero le costó 6 años de prisión, al segundo la vida y al tercero pasar a la reserva. Entre las dos unidades suman 237 casos, más de la mitad, el 60%, del total que conocemos sus regimientos, protagonizadas mayoritariamente por reclutas forzosos. De la Legión conocemos pocos casos, 8, solamente. Un 14%, 55 desertores, proceden de otras unidades militares (o presentan dudas de su enrolamiento), entre las que cabe destacar el Regimiento de Infantería Pavía nº 7, situado en el Campo de Gibraltar, también dentro de la II División Orgánica, y las fuerzas con sede en el Norte de África, como los tabores de Regulares o los Batallones de Cazadores el Taxdir de Caballería (Melilla), “Ceriñola” y “Serrallo” (Ceuta-Tetuán).

Las llamadas Milicias Nacionales Armadas, esas fuerzas auxiliares que colaboraron con el Ejército, se consideraban parte de éste y en consecuencia quedaron sujetas al Código de Justicia Militar con la orden de 20 de diciembre de 1936 (BOE, 22 de diciembre), por lo tanto, resolvían sus expedientes y causas por deserción las autoridades militares, las Auditorías de Guerra

Las llamadas Milicias Nacionales Armadas, esas fuerzas auxiliares que colaboraron con el Ejército, se consideraban parte de éste y en consecuencia quedaron sujetas al Código de Justicia Militar con la orden de 20 de diciembre de 1936 (BOE, 22 de diciembre), por lo tanto, resolvían sus expedientes y causas por deserción las autoridades militares, las Auditorías de Guerra. Las dos Milicias principales, la de Falange española y la de los Requetés carlistas, quedaron fusionadas en una sola Milicia Nacional, auxiliar del Ejército, “conservando sus emblemas y signos exteriores”, cuando se produjo en abril de 1937 la unificación de los falangistas y carlistas en el partido único de FET de las JONS; el Jefe del Estado, como Generalísimo de los Ejércitos, se convierte en Jefe Supremo de la Milicia, con un Jefe directo General del Ejército (José Monasterio González Duarte fue el primero), dos subjefes militares procedentes de las respectivas milicias unificadas (los coroneles Ricardo Rada Peral y Darío Gazapo Valdés) y dos asesores políticos, “para mantener la pureza de su estilo” (Agustín Aznar y Jesús Elizalde); se añadía en la orden que “a ella se incorporarán también, con los honores ganados en la guerra, las demás Milicias combatientes”.  El General Jefe de Milicias designaba, por su parte, a los Jefes Provinciales de Milicias, oídos los Jefes Provinciales del Movimiento, y aquellos designaban por su cuenta un asesor político provincial. (BOE, 20 abril de 1937, nombramientos BOE, 13 de mayo del mismo año).

Llama la atención que unas fuerzas tan ideologizadas como estas Milicias voluntarias de los partidos falangista y carlista y otras de menor calado, como las llamadas ciudadanas del Batallón Pérez del Pulgar o de los Españoles Patriotas, sumen un total de 74 casos de deserción (cifra cercana al 20% del total

Llama la atención que unas fuerzas tan ideologizadas como estas Milicias voluntarias de los partidos falangista y carlista y otras de menor calado, como las llamadas ciudadanas del Batallón Pérez del Pulgar o de los Españoles Patriotas, sumen un total de 74 casos de deserción (cifra cercana al 20% del total). De hecho, los soldados de las milicias de FET de las JONS aparecen calificados en los sumarios como “falangistas”, y los informes proceden del propio partido y de los jefes de los Banderas (Batallones) o de las Centurias (Compañías). Estas deserciones no afectaron sólo a reclutas recién afiliados, como en el caso de los cuatro paisanos de Santa Fe que vimos más arriba. Francisco Carmona Romero, que era sargento de Ingenieros, desempeñaba el cargo de subjefe interino de Falange y accidentalmente las funciones de Comandante de su destacamento en las Milicias de FET cuando se pasó a las filas enemigas en septiembre de 1937 (Causa 1.550/37). Sin duda es el mismo sargento primero de Ingenieros Francisco Carmona Romero, “evadido de zona enemiga”, clasificado como afecto al Régimen por el Gabinete de Información y Control, al que se le concede el reingreso en el Ejército en el Arma de Ingenieros en el Ejército Popular de la República, por circular de 17 de octubre de 1937 (Diario Oficial del Ministerio de Defensa, 28 de octubre de 1937, nº 259, p. 174). El Cabo de la 8ª Bandera, Manuel Fernández Aguilar, un herrero de Granada (Causa 285/37), lo había sido antes en el Batallón “Pérez del Pulgar”, que luego veremos, y tras la deserción formó parte de la 147 BM del EPR que estaba comandada por el célebre anarquista Francisco Maroto del Ojo, y murió en noviembre de 1937 en combate.

Uno de los expedientes de la causa contra José Martín Callejas. (Archivo Real Chancillería de Granada. Caja 25755, Pieza 179).

De los 9 desertores que conocemos del Tercio “Isabel la Católica” varios de ellos eran muy jóvenes, nacidos en 1920 y 1921, por ejemplo, José Jiménez López, de Dúrcal, que desertó en marzo de 1937 y permaneció hasta el final de la guerra en zona republicana

En Granada la principal milicia carlista fue el Tercio de Requetés “Isabel la Católica”. Los voluntarios carlistas intervinieron en la toma del Albayzín en julio del 36 y durante el mes siguiente formaron dicho Tercio, cuyas distintas secciones lucharon en el frente de Córdoba, en Montefrío, Moclín o Sierra Nevada hasta su integración en la VI Bandera de FET de las JONS ya en octubre de 1937. De los 9 desertores que conocemos del Tercio “Isabel la Católica” varios de ellos eran muy jóvenes, nacidos en 1920 y 1921, por ejemplo, José Jiménez López, de Dúrcal, que desertó en marzo de 1937 y permaneció hasta el final de la guerra en zona republicana; José Martín Callejas, natural de Granada, voluntario que desertó en enero de 1937 ingresando en el Ejército Rojo, desde donde luego se evadió presentándose nuevamente en las filas nacionales, con dos fusiles, una pistola y municiones, y el más joven, Antonio Fernández Leyva, también de Granada, fugado el mismo día que el anterior, el 6 de enero de 1937. Aunque los tres se fugaron con armamento y municiones, al ser menores de edad fueron condenados en 1943 a la misma pena, 12 años y 1 día (Causa 13/37).

Creado por el Diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso con presos republicanos a los que se prometía salvar la vida si luchaban en el bando nacional, el Batallón, que llegó a tener unos 300 componentes, se convirtió en un fracaso y tuvo que ser disuelto e integrado a finales de 1936 en las Banderas de la Milicia de Falange

Las deserciones del Batallón denominado “Pérez de Pulgar” en realidad no son tan sorprendentes y constituyen un capítulo aparte. Como vemos en la tabla hay un ramillete de desertores (23) en su corta vida de apenas un cuatrimestre (aunque deben ser bastante más si creemos la cifra aportada en la sentencia antes citada contra Enrique Ponte Higueras de que convenció a 23 –no todos son los 23 que tenemos- soldados del batallón para cruzar a las líneas enemigas en Alcalá la Real). Creado por el Diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso con presos republicanos a los que se prometía salvar la vida si luchaban en el bando nacional, el Batallón, que llegó a tener unos 300 componentes, se convirtió en un fracaso y tuvo que ser disuelto e integrado a finales de 1936 en las Banderas de la Milicia de Falange. La dificultad para integrar a esos presos, muchos de ellos pertenecientes a organizaciones de izquierda, se hace evidente en los ejemplos siguientes. José María Pérez Jiménez, de Gabia Grande, miembro de UGT, que había pertenecido a la colectividad socialista de La Jara de Gabia Grande, constituida en 1932 y de la que él era socio núm. 17, estuvo enrolado en esta Milicia franquista, y desertó. Acabada la guerra, fue condenado dos veces, la primera, en diciembre de 1939, Causa 28.133/39, con reclusión perpetua por Adhesión a la Rebelión (“se acredita que el procesado antes del GMN fue directivo de la Sociedad Obrera, propagandista …, fue un exaltado comunista haciendo constante propaganda del ideal revolucionario, iniciando y dirigiendo trabajos al tope y denunciando a las personas de orden para que fueran molestadas con registros domiciliarios, por si poseían armas”) y la segunda, en febrero de 1940, Causa 46.515/39, ya por Deserción, que le supuso 20 años y 1 día. Francisco López Guerrero, un albañil, miembro de la CNT, que había sido detenido en 1932 con motivo de las protestas obreras contra la “sanjurjada” y encausado en el sumario 390/32 por “Sedición, lesiones, homicidio, tenencia de armas, daños e incendios”, del que fue absuelto, en 1934, se enroló  voluntario en el Batallón Pérez del Pulgar,  es uno de esos 23 que en Alcalá la Real se pasó al enemigo con armamento dejando completamente desguarnecida la posición y ya en zona roja se incorporó a la Columna Maroto, actuando en diversos sectores del Frente Sur, obteniendo la graduación de Sargento y luego la de Teniente” (Causa 14.105/39 por el delito de traición, en la que fue sentenciado a pena de muerte, posteriormente conmutada a reclusión perpetua).

Uno de los expedientes, en este caso sobre intervención de bienes, de la causa contra Francisco López Guerrero. (Archivo Real Chancillería de Granada. Caja 25863, Pieza 24).

Otro antiguo afiliado a la CNT, el mosaísta granadino Diego Rodríguez Yuste, tras su deserción de este Batallón, también llegó a ser Teniente del Ejército Popular Republicano (435/40) Como Mariano Velázquez Gilópez de Huétor Vega, que también “se afilió a las Milicias Nacionales de Pérez del Pulgar y encontrándose en la posición de Puerto Lope, seducido [sic] por unos Sargentos, marchó a zona roja entrando voluntario en su ejército en el que alcanzó el grado de Sargento

Otro antiguo afiliado a la CNT, el mosaísta granadino Diego Rodríguez Yuste, tras su deserción de este Batallón, también llegó a ser Teniente del Ejército Popular Republicano (435/40) Como Mariano Velázquez Gilópez de Huétor Vega, que también “se afilió a las Milicias Nacionales de Pérez del Pulgar y encontrándose en la posición de Puerto Lope, seducido [sic] por unos Sargentos, marchó a zona roja entrando voluntario en su ejército en el que alcanzó el grado de Sargento, regresando a la Zona Nacional a la terminación de la guerra, demostrando así su ánimo de auxiliar a la rebelión marxista, pero sin que conste que haya cometido hechos criminosos” (Causa 28.545/39); no sabemos cómo fue dicha seducción pero no se lo debió pensar mucho porque tenía pendientes dos sumarios de antes de la guerra, el 76/35, por robo, y el  328/36, por lesiones y tenencia ilícita de armas. El “trasvase” les costó a los dos 12 años y 1 día de cárcel. Menos que a Ángel Lastra Sabio, escultor granadino, que pasó por el mismo Batallón y luego, una vez disuelto, por el Tercio, otra fuerza que prometía redención, del que escapó llegando a ejercer de Capitán mandando un batallón en el EPR. Fue condenado a reclusión perpetua, conmutada a 15 años, en julio de 1943 (Causa 2.365/40). Las sentencias de José Quesada Montijano y Antonio Soto Rodríguez muestran de dónde parten los males de esta breve Unidad: del primero se dice que era “de mala conducta y antecedentes, pues con anterioridad al GMN era un destacado y peligrosísimo anarco-sindicalista que intervino en las huelgas revolucionarias de 1934 de Granada y parece ser que tomó parte activa en atracos a mano armada y se le supone cómplice de un asesinato de un señor…”. Fue otro del destacamento que desertó en pleno en Alcalá la Real (Causa 14.105/39); del segundo, también “de malos antecedentes políticos al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional en nuestra Capital, participó en la defensa que hicieron los elementos marxistas en la barriada del Albayzín, enrolándose después en el Batallón Pérez del Pulgar, en donde se le dio alvergue (sic) a semejanza de lo que se hacía en el Tercio de Extranjeros a toda persona que aparentemente quería defender la Causa de España, sin atender a sus antecedentes políticos, de cuyo Batallón desertó el procesado enrolando a la zona roja donde ha permanecido hasta el final de la campaña”. El Consejo de Guerra celebrado en Granada el 15 de noviembre de 1939 lo condenó por el delito de “Rebelión” militar a cadena perpetua. Posteriormente, se le conmutó por la de 6 años y 1 día de prisión mayor. (Causa 28.511/39).

Documentación de la causa contra Ángel Lastra Sabio. (Archivo Real Chancillería de Granada. Caja 25755, Pieza 121).

Sólo conocemos dos casos de “Deserción” entre los llamados “Españoles Patriotas”, milicia ciudadana de 2ª Línea, y es lógico pues su existencia fue efímera. Llegó a tener más de un millar de combatientes

Sólo conocemos dos casos de “Deserción” entre los llamados “Españoles Patriotas”, milicia ciudadana de 2ª Línea, y es lógico pues su existencia fue efímera. Llegó a tener más de un millar de combatientes. Creada a fines de julio del 36, acuartelada en la Plaza de Toros de capital y dedicada a funciones de vigilancia, participó también en operaciones militares y se integró en agosto del mismo año en las Milicias de Falange. Se trata de Manuel García Sola y de Rafael Vergara Daza, de Loja, que se marchó de ella con armamento y munición, al que el Consejo de Guerra celebrado en Granada el 28 de agosto de 1943 condenó por el delito de “Adhesión a la rebelión” a la pena de 30 años de reclusión; posteriormente, se le conmutó por la de 12 años y 1 día de reclusión. (Causa 694/_). García Sola lo hizo una vez había desaparecido la organización: el 20 de enero de 1937 se pasó a zona republicana por el sector de Quéntar, en unión de otras cuarenta o cincuenta personas, y se estableció en Benamaurel (Causa 20.835/39, 12 años y 1 día conmutada en 1944 por la CCEP a 6 años y 1 día).

Tan ideologizadas estaban estas Milicias fascistas que, en algunos casos, soldados que debían estar en una unidad regular se saltaban el llamamiento para ingresar en una de ellas y se les abría expediente por falta de incorporación a filas, pero finalmente los Jueces de Instrucción deducían en el procedimiento que a esos reclutas, aunque pertenecieran a reemplazos movilizados por el Ejército, como servían voluntariamente en Milicias destacadas en frentes de combate, en “fuerzas de mayor actividad combativa”, no procedía exigirles responsabilidades

Tan ideologizadas estaban estas Milicias fascistas que, como escribimos al principio de este artículo, en algunos casos, soldados que debían estar en una unidad regular se saltaban el llamamiento para ingresar en una de ellas y se les abría expediente por falta de incorporación a filas, pero finalmente los Jueces de Instrucción deducían en el procedimiento que a esos reclutas, aunque pertenecieran a reemplazos movilizados por el Ejército, como servían voluntariamente en Milicias destacadas en frentes de combate, en “fuerzas de mayor actividad combativa”, no procedía exigirles responsabilidades, se aprobaba entonces el sobreseimiento, y el expediente o la causa se archivaba sin más. Lo podemos comprobar con dos vecinos de Huétor Santillán, Eduardo Fernández López y Antonio Liñán Martínez, que tenían que haberse presentado en el regimiento Argel, nº 27 con sede en Cáceres, y se apuntaron por su cuenta y riesgo a las milicias granadinas, o en Antonio Zarco Jiménez, de Albuñuelas, que se pasó del Regimiento de Infantería Lepanto nº 5, 1ª Compañía, 3er Batallón, al Tercio de La Legión. Unos cuantos de estos expedientes ni siquiera pasaban a convertirse en Causa que exigiera proceso. Para terminar con estas confusiones, una orden de 22 de febrero de 1937 (BOE, 23 de febrero de 1937) incluía un artículo permitiendo a los reclutas que integraban estas Milicias prestando servicios de armas en frentes de combate permanecer en ellas un mes más, transcurrido el cual debían incorporarse, “sin dilación”, al Cuerpo o Centro del Ejército donde hubieran sido destinados, aunque en unos días (orden de 26 de febrero y BOE de 28 de febrero de 1937) se rectificó decidiendo que si ya llevaban por lo menos un mes en el frente de combate quedaban dispensados de su incorporación a filas, y nuevamente en la movilización del reemplazo de 1930 se especificaba que “quedaban dispensados de verificar su incorporación a filas” (orden de 28 de marzo y BOE de 29 de marzo de 1937). Ya vimos que finalmente quedaron integradas todas en una única Milicia cuando se produjo la unificación de carlistas y falangistas en un único partido, dependiendo del Ejército.

Estas que acabamos de leer, propias de cierto “ardor guerrero” mezcladas con el desconocimiento, no fueron las únicas ocasiones de “comprensión” por parte de los mandos militares. La juventud, la ingenuidad y también la ignorancia, por no hablar del analfabetismo, de tantos reclutas de entonces trajeron complicaciones como la que padeció Miguel Rojas Fernández, soldado del Regimiento de Infantería Lepanto número 5, 1er Batallón, 3ª Compañía.

Estas que acabamos de leer, propias de cierto “ardor guerrero” mezcladas con el desconocimiento, no fueron las únicas ocasiones de “comprensión” por parte de los mandos militares. La juventud, la ingenuidad y también la ignorancia, por no hablar del analfabetismo, de tantos reclutas de entonces trajeron complicaciones como la que padeció Miguel Rojas Fernández, soldado del Regimiento de Infantería Lepanto número 5, 1er Batallón, 3ª Compañía. El Capitán de su Compañía denunció su deserción, pero se presentó 4 días más tarde de lo que debía. Como llevaba 6 meses sin ver a su familia, “concibió la idea –lo cuenta él mismo- y la puso en práctica de marchar a la Plaza [Granada], aprovechando la ocasión de que se encontraba franco de servicio, y sin darse cuenta, como después se le ha hecho comprender, de la importancia de la falta que cometía”, estuvo esos días con sus padres y hermanos. Por falta leve se le castigó con 15 días de arresto militar, “para cuyo cumplimiento le será de abono el sufrido preventivamente”. Como la pena la había cumplido “con exceso” (llevaba en prisión preventiva desde el 31 de diciembre de 1937, es decir 1 mes y 1 día de más) se le puso en libertad el 16 de febrero de 1938 (Causa 2.357/37). También le cayeron 15 días al cabo Juan Álvarez Rodríguez, de Mecina Fondales, del mismo Regimiento que el anterior, por falta leve (“infracción del deber militar”), desestimando los instructores el delito de deserción, cuando, sin permiso, también quiso irse a su casa, y se subió a un camión en marcha de un BT, con la mala suerte de tropezarse y romperse el tobillo, lo que le llevó al Hospital Militar sin poder presentarse a las listas de ordenanza (Causa 1.961/37). O Juan Sánchez Enríquez, de Cónchar que perdió también el transporte que le debía conducir al Cuartel una vez vio a su mujer que acababa de parir, pérdida que le costó un mes y cinco días de arresto por dos faltas leves (Causa 42/38). Manuel Olmos Ramos, de Alhama, a pesar de tener buenas referencias y haber intervenido en la toma del Peñón de la Mata, fue encerrado en la Prisión Provincial tres meses acusado de Deserción hasta que se sobreseyó su expediente, porque el alférez de su compañía, 2ª Bandera/Batallón de las Milicias falangistas, le pilló in fraganti cuando “había salido de la posición a comer cerezas en los árboles delante de las avanzadas”…. Lo cierto es que casi todos los soldados eran inexpertos en estas lides y se observa, como hemos podido ver, una gran ignorancia respecto a lo que pueden o no pueden hacer. Ya lo afirmó en una ocasión un Juez de Instrucción Militar en otro caso similar, estos hechos, no eran constitutivos de falta grave, sólo de falta leve, “acaso cometida por no tener la suficiente instrucción militar, dado que sólo llevaba escasamente dos meses de servicio”.

Estas ganas de estar en frentes más combativos, no en zonas de retaguardia, determinó una nueva orden que recogía “el manifestado deseo de los interesados que padecen insatisfacción al no correr las mismas vicisitudes que sus compañeros de vanguardia” y, al mismo tiempo, sancionaba a aquellos que, por contra, preferían quedarse en zonas menos comprometidas, eludiendo “el cumplimiento de aquellos deberes que la Patria y su defensa imponen”

Estas ganas de estar en frentes más combativos, no en zonas de retaguardia, determinó una nueva orden que recogía “el manifestado deseo de los interesados que padecen insatisfacción al no correr las mismas vicisitudes que sus compañeros de vanguardia” y, al mismo tiempo, sancionaba a aquellos que, por contra, preferían quedarse en zonas menos comprometidas, eludiendo “el cumplimiento de aquellos deberes que la Patria y su defensa imponen”. Así se favoreció continuar en las Milicias siempre y cuando estuvieran destacadas en los frentes de combate La orden consideraba desertores a los que pertenecieran a reemplazos movilizados que no se encontraran incorporados a las filas del Ejército o la Armada o en las unidades de combate, así se especificaba, de las Milicias Auxiliares, y a los que no justificaban su situación militar (BOE, 25 de abril de 1937).

También ocurría en la Legión este fenómeno que acabamos de ver en las Milicias. A Agustín Martín Donaire se le abrió la Causa 98/38 por el delito de Deserción, ocurrido el 30 de diciembre de 1937. La denuncia partió desde Motril el 30 de diciembre: “se ha ausentado de la posición donde estaba destacado, sin permiso, dejando abandonado el armamento, habiendo faltado a tres listas de ordenanza. He de significar que por referencias particulares se ha venido en conocimiento de que dicho individuo parece se ha apuntado en el Banderín de Enganche de la Legión”. Según el oficial del Depósito de Transeúntes de Granada, el 9 de enero, se presentó en su oficina “un paisano llamado…” para alistarse en la Legión y dijo que no pertenecía ni al Ejército ni a las Milicias y, al reunir las condiciones (declarado útil por el Tribunal médico), fue “pasaportado” para Talavera de la Reina el 22 de diciembre. Desde Talavera, 2º Tercio de La Legión informa el 27 de enero que fue destinado al Primer Tercio y marchó para Zaragoza el 22 de enero. El 5 de marzo de 1938 el JI en Granada, deduce que “no ha intentado abandonar las filas del Ejército, sino que el ausentarse de la Compañía, fue debido al deseo que sentía de servir en fuerzas y estar en frentes de mayor actividad combativa” por lo que “no procede exigirle responsabilidad”; la Auditoría de Guerra, en Sevilla, el 23 de marzo, al no haber cometido la falta que se le imputa da por terminado el expediente, que se archiva el 22 de junio de 1938 (su caso es extraño, de todas maneras pues él y su hermano Luis tenían abierto un sumario, el 123 del JI del distrito del Salvador  de la capital, en el año 1936 por sedición).

Documentación de la causa contra Miguel Crisol Segura. (Archivo Real Chancillería de Granada. Caja 25968, Pieza 79).

Dentro de los cuerpos armados (Guardia Civil, Guardia de Asalto) conocemos pocos casos. Consideramos deserción en ellos cuando el guardia abandona su acuartelamiento o Comandancia sublevada para pasarse al bando enemigo, no los casos de defensa del orden constitucional

Dentro de los cuerpos armados (Guardia Civil, Guardia de Asalto) conocemos pocos casos. Consideramos deserción en ellos cuando el guardia abandona su acuartelamiento o Comandancia sublevada para pasarse al bando enemigo, no los casos de defensa del orden constitucional. Dentro de la Guardia Civil hemos encontrado cinco casos de este tipo.  El de Fernando Vidal Pagán, Primer Jefe de la Comandancia de Granada en julio de 1936, ya lo reseñamos más arriba. Miguel Ibáñez Garrido, procedente del batallón de Ingenieros de Tetuán, ingresó en el 8º Tercio de la Guardia Civil, en la Comandancia de Granada, de la que desertó el 1 de agosto de 1936.  Antonio Salazar Jiménez, natural de Moreda, salió de Huéscar al mando de un Alférez de Línea hacia Granada con otros cincuenta números, pero entre Huélago y Pedro Martínez tuvieron un tiroteo con los republicanos. Él abandonó la columna sin permiso de su jefe, arrojando su armamento al río y vistiéndose de paisano marchó a Guadix y prestó servicios al Comité Revolucionario. El Consejo de Guerra celebrado en Granada el 2 de marzo de 1943, lo condenó por el delito de “Traición” a cadena perpetua. Posteriormente, se le conmutó por la de 12 años y 1 día de reclusión. (Causa 19.909/39). Miguel Crisol Segura intentó sumarse a las fuerzas del puesto de Huéscar que se habían sublevado, hasta que el día 3 de agosto de 1936 la ciudad fue tomada por las columnas republicanas. Fue detenido y conducido por agentes del Cuerpo de Vigilancia y vecinos de Huéscar antes las autoridades republicanas de Murcia el 18 de septiembre de 1936. Al poco se integró en las fuerzas republicanas, en la Columna Burguete, destinada al Frente de Guadix, como miembro de la nueva Guardia Nacional Republicana (que sustituía a la Guardia Civil), pero en abril de 1937 se le dio de baja en el servicio activo, junto a numerosos oficiales, suboficiales y números de este Cuerpo. Y es que “fue apresado por nuestras fuerzas en las estribaciones de Sierra Nevada; en tal columna no desempeñó servicios de armas, sino como asistente del cabecilla Burguete; es persona de buena conducta. Hechos probados.” Condenado por el Consejo de Guerra celebrado en Granada el 10 de marzo de 1937 a 12 años y 1 día de prisión, conmutado posteriormente por 3 años de reclusión. (Causa 45/37). Como consecuencia de esta condena perdería su condición de miembro de la Benemérita.

Entre los Guardias de Asalto, el nombre que más resalta de los dos que conocemos es el de Antonio Galindo Monje, hijo del maestro nacional Dióscoro Galindo González que fue fusilado junto a García Lorca. Según su testimonio, cuando detuvieron y fusilaron a su padre, la situación precaria en que quedó la familia le obligó a ingresar en el cuerpo de Asalto por una amistad, pero a los cuatro días fue denunciado de que quería vengar la muerte de su padre y detenido

Entre los Guardias de Asalto, el nombre que más resalta de los dos que conocemos es el de Antonio Galindo Monje, hijo del maestro nacional Dióscoro Galindo González que fue fusilado junto a García Lorca. Según su testimonio, cuando detuvieron y fusilaron a su padre, la situación precaria en que quedó la familia le obligó a ingresar en el cuerpo de Asalto por una amistad, pero a los cuatro días fue denunciado de que quería vengar la muerte de su padre y detenido. Por mediación del Comandante de Asalto quedó en libertad, pero como le hacían la vida imposible se pasó a la zona “roja”, con el Ejército Republicano, prestando servicio en la 89 Brigada Mixta, de la que llegó a ser Teniente de Sanidad. En esos momentos tuvo que abandonar la carrera de Medicina, de la que le quedaba un año para finalizarla. Durante la guerra fue herido y atendido en el hospital de Linares (Jaén), donde conocerá a la que será su mujer, la enfermera Genoveva Arroyo Vela. Al terminar la contienda, se entregará a las autoridades, fue trasladado al Gobierno Civil de Jaén, donde le torturaron brutalmente. De allí lo llevarán a la prisión militar de Santa Úrsula, en Guarromán, y, sometido a Consejo de Guerra, procesado por “Excitación a la rebelión” y condenado a 12 años de prisión menor, cumpliendo tres años de cárcel. Posteriormente, se irá a vivir a Madrid donde no podrá ejercer la profesión que deseaba, ya que nunca terminaría Medicina, teniendo que trabajar de albañil, de lavacoches, de repartidor e, incluso, de chófer de una marquesa. Morirá en 1989, a los 80 años. Del otro Guardia de Asalto, Manuel Fernández Rodríguez, la Delegación de Orden Público informaba que “se pasó al campo rojo el 18 de agosto de 1937” y “lo efectuó inducido por su mujer y por las muchas deudas que tenía contraídas, teniéndosele por persona adicta al Glorioso Movimiento Nacional, no conociéndosele haya estado afiliado a ningún partido u organización, siendo asimismo buena su actuación como Guardia de Asalto”.  Desconocemos el proceso y la sentencia.

Un miembro de la División Azul- Regimiento 269, 2º Batallón, 8ª compañía- aparece en la relación, se trata de José Mérida Robles, al que se le abrió la Causa 997/44 por el delito de Deserción frente al enemigo

Un miembro de la División Azul- Regimiento 269, 2º Batallón, 8ª compañía- aparece en la relación, se trata de José Mérida Robles, al que se le abrió la Causa 997/44 por el delito de Deserción frente al enemigo (suplantación de empleo, se fugó de la cárcel y estuvo ingresado en el Hospital Militar de Berlín), iniciada el 25 de marzo de 1942 y sentenciada el 17 de diciembre de 1945 con 2 años y multa de 1.000 pesetas, posteriormente indultado el 31 de enero de 1946. Puede ser el mismo José Mérida Robles, no tenemos plena seguridad, que, años después, formó parte de la partida de los Quero y falleció en enfrentamiento con la fuerza pública el 24 de mayo de 1947 en Granada.

Finalmente, para completar el comentario de la gráfica, aparecen 8 soldados de los Batallones de Trabajadores o de los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores que fueron acusados de deserción y que como es de suponer se fugaron por evitar los durísimos trabajos forzados y los malos tratos que recibían en los mismos.

Bibliografía:

  • ARCHIVO INTERMEDIO MILITAR SUR EN SEVILLA, digitalizado por la Universidad de Córdoba.
  • ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA, expedientes del fondo del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Granada.
  • BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA (BOP)
  • GIL BRACERO y otros: La Guerra Civil en Andalucía oriental. 1936-1939. Diario Ideal, Granada, 1987.
  • HIDALGO CÁMARA, Juan: Represión y muerte en la provincia de Granada, 1936-1950. Arráez Editores, II volúmenes, Mojácar (Almería), 2014.
  • GALISTEO GONZÁLEZ, Francisco; HIDALGO CÁMARA, Juan; MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro: Diccionario de la represión en Granada, 1931-1981en elaboración.
  • VV.AA.: Mapa de la Memoria Histórica de Granada
Pedro Sánchez Rodrigo (Burgos, 1960). Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, donde cursó la especialidad de Historia Contemporánea. Ha ejercido como profesor de Secundaria de Geografía e Historia desde 1984. Desde hace años colabora con la Fundación de Estudios Sindicales- Archivo Histórico de CC.OO.-A.. Ha participado en la obra colectiva “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81)”, publicada por la Editorial El Páramo en el año 2012, y, junto con Alfonso Martínez Foronda, es autor de “La cara al viento.  Memoria gráfica del movimiento estudiantil de Granada durante la dictadura y la transición”, obra publicada por la Universidad de Granada, también en 2012. Ha colaborado en el volumen La Resistencia andaluza ante el tribunal de orden público en Andalucía. 1963-76, editado en 2014 por la FES/Archivo Histórico de CC.OO.-A y la Junta de Andalucía, y en otros trabajos colectivos, como De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978 (Diputación de Granada, 2016) y La Universidad de Granada, cinco siglos de historia. Tiempos, espacios y saberes, coordinado por Cándida Martínez López (III Volúmenes, EUG, Granada, 2023) con el artículo “Antifranquismo en las aulas. El movimiento estudiantil”. También con Alfonso Martínez Foronda ha publicado el libro “Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981)”, publicado en 2016 por la Fundación de Estudios y Cooperación de CC.OO. Actualmente está jubilado y colabora en la elaboración del Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981. Es colaborador habitual de El Independiente de Granada.
Alfonso Martínez Foronda (Jaén, 1958). Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Desde 1984 es profesor de Enseñanza Secundaria. Ya jubilado, su último destino fue el IES Albayzín. Ha sido secretario general de CCOO de Jaén desde 1993-2000 y desde 2004 es miembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO-A, desde donde ha presidido hasta 2103 las Fundaciones de Estudios Sindicales-Archivo Histórico y la de Paz y Solidaridad.Como investigador, ha publicado numerosos artículos de opinión sobre aspectos docentes y sociales. Colaborador habitual del Diario Jaén desde 1994-2000 publicó La firma del viento (2007), una antología de artículos de opinión. Como investigador del movimiento obrero andaluz ha publicado La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-1977), en 2005; De la clandestinidad a la legalidad (Breve historia de las Comisiones Obreras de Granada), en 2007; sobre las Comisiones Obreras de Jaén desde su origen a la legalización del sindicato (2004); la unidad didáctica El sindicalismo durante el franquismo y la transición en Andalucía; diversas biografías de dirigentes sindicales andaluces como Ramón Sánchez Silva. Al hilo de la historia (2007); Antonio Herrera. Un hombre vital, en 2009; Andrés Jiménez Pérez. El valor de la coherencia, en 2010, entre otros. En 2011 su investigación La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, (2011), fue premiada por la Junta de Andalucía como la mejor investigación social de ese año. Posteriormente, ha publicado La “prima Rosario” y Cayetano Ramírez. Luchadores por la libertad en una provincia idílica (2011); sobre el movimiento estudiantil en la UGR, con otros autores, “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81); sobre la historia del movimiento obrero granadino, con su investigación La lucha del movimiento obrero en Granada. Paco Portillo y Pepe Cid: dos líderes, dos puentes“, 2012; sobre el Tribunal de Orden Público, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976); Diccionario de la represión sobre las mujeres en Granada (1936-1960) o La resistencia malagueña durante la dictadura franquista (1955-1975). Actualmente, junto a Pedro Sánchez Rodrigo, está confeccionando un diccionario sobre la represión en Granada desde la II República al golpe de estado de 1981.

Desde hace años es colaborador habitual de El Independiente de Granada, donde ha publicado numerosos artículos y reportajes sobre Memoria Democrática, muy seguidas por lectoras y lectores de este diario digital.

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