‘Habladurías’ para sanar: una conversación con Monika Salgueiro sobre suicidio, duelo y prevención

El inicio de un camino personal y profesional
En sus primeras intervenciones con pacientes con dolor crónico, especialmente mujeres con fibromialgia, se encontró cara a cara con ideaciones suicidas. “Me atravesó”, confiesa con honestidad
Monika nos cuenta que su implicación en el estudio y la prevención del suicidio no fue algo planificado, sino una necesidad que emergió con fuerza desde su experiencia clínica. En sus primeras intervenciones con pacientes con dolor crónico, especialmente mujeres con fibromialgia, se encontró cara a cara con ideaciones suicidas. “Me atravesó”, confiesa con honestidad. Fue un momento clave que la empujó a buscar formación, herramientas, lecturas. Porque, como le dijo su supervisor: “Solo hay dos tipos de psicólogos: los que se han encontrado con conducta suicida y los que se la encontrarán”.
De la invisibilización a la sobreexposición
Desde entonces, Monika ha construido una trayectoria académica y humana en torno al tema, investigando, enseñando y formando a futuras generaciones de psicólogos. Reconoce avances en la visibilización del suicidio como problema social, pero lanza una advertencia: “En algunos contextos, nos hemos pasado de frenada”. Denuncia la banalización en redes sociales, la repetición acrítica de datos sin base, y la conversión del sufrimiento en un “trending topic” que puede desvirtuar la profundidad del problema.
Denuncia la banalización en redes sociales, la repetición acrítica de datos sin base, y la conversión del sufrimiento en un “trending topic” que puede desvirtuar la profundidad del problema
El duelo tras el suicidio: voces que deben ser escuchadas
Uno de los temas centrales fue el de los supervivientes, aquellos que pierden a un ser querido por suicidio. Monika subraya la necesidad de crear espacios donde el duelo sea validado, sin juicios ni silencios. Ese dolor se multiplica con las preguntas automáticas que reciben a veces: ¿No lo viste venir? ¿No notaste nada? “Eso no es una pregunta inocente, es una condena”, dice. Recuerda la importancia de nombrar a quien falta, de permitir que los recuerdos no se oculten, y de acompañar desde la empatía, no desde el morbo.
Bienestar emocional: la gran asignatura pendiente
Queremos detectar algo que ni siquiera nos atrevemos a decir en voz alta”, afirma. Reclama una verdadera alfabetización emocional que permita prevenir, y no solo apagar fuegos cuando ya se han encendido
Monika Salgueiro lamenta la falta de planes reales de bienestar emocional en entornos laborales y educativos. Muchas veces, dice, las instituciones se acercan a pedir formación sobre suicidio, pero sin atreverse a nombrarlo. “Queremos detectar algo que ni siquiera nos atrevemos a decir en voz alta”, afirma. Reclama una verdadera alfabetización emocional que permita prevenir, y no solo apagar fuegos cuando ya se han encendido.
Ejes clave de su pensamiento y labor.
1. Una psicóloga comprometida desde la experiencia y la carencia
Monika Salgueiro no llegó al ámbito del suicidio por elección académica, sino por necesidad profesional. Su primer contacto con una persona que verbalizó ideación suicida la dejó “atravesada”, sin herramientas suficientes. Esta vivencia marcó su carrera y la impulsó a formarse de manera autodidacta en un momento en el que apenas existían recursos sobre el tema.
Su camino es un buen ejemplo de cómo las carencias estructurales en la formación pueden motivar procesos personales de especialización
Esto muestra una profesional que parte de una ética de responsabilidad: ante la falta de respuestas adecuadas, no se limita a reaccionar, sino que toma la iniciativa para comprender, aprender y, más adelante, enseñar. Su camino es un buen ejemplo de cómo las carencias estructurales en la formación pueden motivar procesos personales de especialización.
2. Educación y prevención: formar para lo que no se nombra
Una constante en su discurso es la crítica a la falta de formación estructurada sobre conducta suicida en los estudios de psicología. Ella misma intenta paliar esto ahora como docente, integrando contenidos básicos pero fundamentales en sus asignaturas.
Además, denuncia que en muchos entornos educativos y profesionales sigue habiendo un enorme miedo a hablar del suicidio, que se traduce en eufemismos y reticencias a afrontar el problema de forma directa
Además, denuncia que en muchos entornos educativos y profesionales sigue habiendo un enorme miedo a hablar del suicidio, que se traduce en eufemismos y reticencias a afrontar el problema de forma directa.
Para Monika Salgueiro, no hay verdadera prevención sin alfabetización emocional y sin un lenguaje claro. La evitación del término “suicidio” es, en sí misma, un factor de riesgo. Por eso, aboga por integrar la salud mental de forma estructural en las organizaciones, escuelas y comunidades, no solo como un recurso de urgencia, sino como parte del día a día.
3. La salud mental no es solo un tema individual
Monika sostiene una visión clara: el suicidio no debe verse únicamente como una cuestión de salud mental individual, sino como un problema de salud pública y una consecuencia del sufrimiento estructural, social, cultural y emocional.
También advierte contra la “moda del sufrimiento”, en la que se habla mucho del suicidio, pero no siempre con rigor ni sensibilidad
También advierte contra la “moda del sufrimiento”, en la que se habla mucho del suicidio, pero no siempre con rigor ni sensibilidad. En ese sentido, critica el alarmismo y la desproporción mediática que pone el foco casi exclusivo en jóvenes, invisibilizando a otros grupos vulnerables como las personas mayores y los hombres adultos, que tienen tasas de suicidio más altas.
Su pensamiento se aleja de las visiones patologizantes y reduccionistas. Monika Salgueiro promueve una mirada más compleja, donde el suicidio es la punta del iceberg de un sufrimiento muchas veces silenciado. Además, pone en cuestión los clichés como “los hombres no piden ayuda”, proponiendo que quizás es la sociedad la que no sabe interpretar sus formas de expresar dolor.
4. El duelo por suicidio: validar, no juzgar
Uno de los aportes más valiosos de Monika Salgueiro es su enfoque sobre los supervivientes del suicidio. Describe el duelo por suicidio como un proceso muy específico, lleno de culpa, silencio y exclusión social.
Critica la actitud automática y morbosa de preguntar por el método o insinuar que la familia “debió haber visto algo”
Critica la actitud automática y morbosa de preguntar por el método o insinuar que la familia “debió haber visto algo”. Este tipo de reacciones —a menudo inconscientes— solo agravan el dolor. Frente a ello, Monika propone espacios de escucha, compasión y validación del duelo, en los que se recuerde la vida de la persona fallecida, no solo su muerte.
Aquí se ve con claridad su sensibilidad humana. Su enfoque está centrado en la dignidad del doliente, en la necesidad de recordar con amor, no con culpa. Esta es una parte de su pensamiento profundamente ética y terapéutica: sanar implica poder hablar, recordar, compartir sin miedo ni vergüenza.
5. Acción comunitaria: bajar a tierra
Finalmente, Monika Salgueiro plantea una idea poderosa: bajemos a tierra. Para ella, los planes nacionales están bien, pero la prevención real ocurre en el nivel más cercano: en las calles, en las aulas, en los centros de mayores, en las comunidades.
Invita a mirar al otro con atención, a detectar pequeñas señales, a actuar desde la cercanía. La prevención del suicidio no empieza en el Congreso, empieza en casa, en la escuela, en el barrio.
Esta idea resume su enfoque: la solución no está solo en políticas grandes, sino en cuidados pequeños. La comunidad, para Monika, es el núcleo de la prevención. Es una visión profundamente humana, descentralizada, cercana y realista.
¿Y ahora qué?
Ante la proliferación de planes autonómicos y debates institucionales, Monika lo tiene claro: Que las políticas no se queden en lo abstracto, que lleguen a los barrios, a los centros escolares, a los hogares. Porque la prevención más eficaz se hace desde lo cotidiano: mirando al vecino, al compañero, al adolescente que se queda solo en el patio. “Las actuaciones locales y comunitarias tienen un poder inmenso”, sentencia.
La conversación termina con un agradecimiento mutuo y una sonrisa. Una sonrisa que, como bien decimos en 'Habladurías', no trivializa el dolor, pero sí ilumina la esperanza. Hablar del suicidio con respeto, con verdad y con humanidad es, sin duda, el primer paso para prevenirlo. Y voces como la de Monika Salgueiro son imprescindibles en ese camino
La conversación termina con un agradecimiento mutuo y una sonrisa. Una sonrisa que, como bien decimos en 'Habladurías', no trivializa el dolor, pero sí ilumina la esperanza. Hablar del suicidio con respeto, con verdad y con humanidad es, sin duda, el primer paso para prevenirlo. Y voces como la de Monika Salgueiro son imprescindibles en ese camino.
Porque cuando el silencio duele, hablar puede ser un acto de cuidado. Y escuchar, una forma de sanar.
Conclusión: una mirada integral, crítica y profundamente humana
Monika Salgueiro representa una voz equilibrada entre el rigor profesional y la calidez personal. No idealiza, pero tampoco se resigna. Habla con claridad, con firmeza, pero también con afecto. Su trayectoria es la de alguien que ha aprendido a nombrar el sufrimiento, a acogerlo y a transformarlo en conocimiento, en acompañamiento y en acción.
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