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Conciertos

Ángela Hoodoo: ¡Tremenda la vaquera!

Cultura - J.T.G. - Sábado, 24 de Mayo de 2025
No te pierdas la crónica de su paso por el Lemon.
Ángela Hoodoo, en el Lemon.
J.T.G.
Ángela Hoodoo, en el Lemon.

Granadina pero residente físicamente en Boqueronia, espiritualmente pudiera vivir en cualquier lugar de Texas o Tennessee. Se crió en el Rapmetal (Rebel Sound Project), el Punk (en A.C.A.B.A.D.A.S), o el Blues (Blue Bloody Blades) antes de que el tacón cowgirl cubriese sus pies. Pisa fuerte con sus botas, que como cantaba Nancy Sinatra (y ella también): ‘Are Made for Walkin’. Y su  camino, polvoriento y fronterizo ya tiene dos leguas, aquel ‘Coyote’, un compendio de Americana en todas sus variantes, que ella defiende con energía y convicción, y el calentito ‘Outlaw Girls’, dedicado o las chicas forajidas que en el mundo han sido; un título que completa también su colección de tatuajes en la pierna, para que no se olvide de lo que hablamos, una fuera de la ley.  

Un momento del concierto en el Lemon.

Con el ‘aparcamiento de caballos’ de Lemon lleno, Ángela parece sacada del calendario anual del Grand Ole Opry. Y es que cuida  mucho el aspecto, el suyo y el de la banda, primorosamente uniformados todos. Equipo que no siempre lleva completo, lo reserva para las grandes ocasiones, y ésta lo era, tocando en casa, ante su gente (incluido su padre), y de una colección de pinups fieles que hasta coreografían primorosamente en plan 'country line dance' las piezas. Era además su cumpleaños, y el concierto fue una fiesta vaquera en toda regla.    

Se nota que Ángela ha gastado ya muchas suelas de sus calzas western (véase más arriba la relación) por el dominio de la escena y su destacable capacidad gestual, con esa mirada directa e inmediata de turbadora diva de la edad dorada de Hollywood

Se nota que Ángela ha gastado ya muchas suelas de sus calzas western (véase más arriba la relación) por el dominio de la escena y su destacable capacidad gestual, con esa mirada directa e inmediata de turbadora diva de la edad dorada de Hollywood. Canta con seguridad y sobrada capacidad de maniobra, sacando toda su capacidad dramática en piezas como ‘Deep Blue Eyes’, un ajuste de cuentas amorosas con disparo final incluido, a ritmo lento donde se explaya vocalmente con autoridad. Ella empuja con decisión los temas, la mayoría suyos, con alguna versión (‘After Midnight’, de Patsy Cline, por ejemplo), impecables ejercicios de retroestilo con buen pulso, que van desde lo más campero, al rockandroll primigenio con, y sin ‘billy’. Y aquí entra la formidable banda que ha arracimado a su alrededor, estupendamente engranada, rodada y cómplice, destacando el mandolinista/ violinista con ese sonido herrumbroso que requiere la música tabernaria de ‘saloon’ y mucho espacio sonoro para circular. De 10. 

Entre el público buenos músicos de Americana local, de La Guardia, Señor Pálido o el maestro Javier Tejero reconociéndose con orgullo ranchero en la música de la paisana. ¡Tremenda la vaquera!