Campaña Inagra contenedor marrón.

Juan, Juan de Loxa

Cultura - Patri Díez - Lunes, 18 de Diciembre de 2017
La fotoperiodista Patri Díez se despide de Juan de Loxa con un texto en el que recoge la esencia de su personalidad y su creatividad. Un hermoso homenaje.
Juan de Loxa.
Patri Díez
Juan de Loxa.

Juan no se conformaba con ser poeta, coleccionista empedernido, sabía vivir con todo lo vivido. Enamorado de la correspondencia, y de los buzones amarillos. Entendía a la perfección el discurso de Duchamp y a Imperio Argentina. Y siempre Lorca. Juan tenía algo tremendamente afable, una especie de nobleza extravagante, como si tuviera algo de mago a cada rato. Juan era genial cuando te lo encontrabas en una acera y empezaba un pequeño camino de acompañamiento. Todo parecía inconexo pero para nada era así, todo encajaba al momento de despedirte, como en el The End de una película. Guión cinematográfico en el que él paseaba de una calle a otra, casi siempre con sombrero y alguna tela que le rodeara el cuello, como puesta al azar.

He tenido la suerte de compartir mucho y todo bueno con Juan. Recuerdo charlas de mesa camilla en su casa de Granada, encuentros en la galería Arrabal & Cía, momentos en la redacción del periódico, exposiciones, enfocarlo para fotografiarlo, dedicatorias, emails, whatsapps. Pero me quedo con el Juan de lo inconexo, con el Juan de la acera, el que aparecía por Gran Vía, por Santiago, por Recogidas. Juan inauguraba lo que veía a pesar de haberlo visto miles de veces, no entendía la vida sin la militancia de la creatividad. Una deliciosa improvisación en ese lenguaje tan particular que hacía del hoy: el ahora. Rafael Guillén me dijo una vez “es listísimo”, “solo tienes que darte cuenta cuando mira de reojillo”. Hay personas que parecen conocerlo todo y saben juntarlo. Por eso nos emocionaba a la vez que nos hacía reír, y pensar, Juan me hizo mucho pensar. No sé casó con nadie, tal vez con Federico. Pero cuánto quería a sus amigos. En una de las fotos que le hice a Juan me enseñó su cartera, y entre seres queridos, aún llevaba una foto carnet de Carlos Cano… qué mezcla tan hermosa de melancolía y alegría presente.

Morirse no va contigo, Juan, pondré una foto chiquitita en mi cartera pero solo por si al cruzar de acera te encuentro, sé que te hará gracia verla. Lo pienso y sonrío, la última vez que nos vimos le dijiste a Murciano que claro que me conocías, “Patri es una mujer de la vida, ¡y en toda sus acepciones!” encontrabas el chascarrillo antes de acabar una frase para recordarnos que todo es, por vivo. Fíjate, me llamaste puta, amigo. Nadie puede hacer eso como tú. Ese era Juan, el de la x, Juan de Loxa. Cuánta pena, Juan, y cuánta alegría.