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análisis de la gestión de la pandemia por parte del Gobierno andaluz

Tras ‘salvar’ el verano, los puentes, la Navidad, la nieve… la Junta entra en pánico

Opinión - Juan I. Pérez - Sábado, 13 de Febrero de 2021
Análisis de la gestión de la Junta de Andalucía en la tercera ola de la pandemia, que se descontrola, tras decisiones cuestionables y falta de coraje en aplicar con antelación medidas contundentes. Un análisis crítico, que gran parte de la ciudadanía comparte, pero que solo leerás en un medio como El Independiente de Granada.
El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, y el consejero de salud y Familias, Jesús Aguirre.
Prensa Junta de Andalucía
El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, y el consejero de salud y Familias, Jesús Aguirre.

Hace un año que Granada tuvo noticias del primer caso de coronavirus, luego, descartado. Se trataba de un viajero procedente de China, cuyo grupo permaneció aislado como medida de prevención en un hotel de la capital.

Desde entonces, y tras el estallido de la pandemia y el confinamiento domiciliario decretado por el Gobierno, el coronavirus ha dejado un rastro devastador. En la provincia de Granada, 1.164 fallecidos, de los 5.898 en toda Andalucía; 56.494 contagiados en la provincia, de los que 4.636 requirieron hospitalización, entre los que 471 pasaron por UCI. Y en una estimación aproximada, más de 1.500 de granadinas y granadinos sufren las secuelas del virus.

Al Gobierno andaluz de derechas le ha faltado coraje y determinación para anticiparse a lo que se avecinaba, y sabía, como toda la ciudadanía, y, en seguidismo de la mayoría del resto de comunidades autónomas, aplicó la desacertada estrategia del grifo, por la cual relajaba y abría la mano, con más fuerza que otros territorios, las medidas de contención, alimentadas por un inusitado optimismo, para, posteriormente, y con retraso, cerrar el paso con medidas restrictivas

Desde que la Junta de Andalucía asumió las competencias exclusivas sobre la gestión de la pandemia, el pasado 20 de junio, el gobierno andaluz se ha enfrentado a la segunda y tercera ola y, pese a sus proclamas, -la última conseguir “el punto justo”-, en el difícil equilibrio, en todo momento ha tratado de primar la economía a la salud, en decisiones contradictorias, con permanentes críticas al Gobierno que han revelado demasiadas incoherencias.

Al Gobierno andaluz de derechas le ha faltado coraje y determinación para anticiparse a lo que se avecinaba, y sabía, como toda la ciudadanía. Y en seguidismo de la mayoría del resto de comunidades autónomas, aplicó la desacertada estrategia del grifo, por la cual relajaba y abría la mano, con más fuerza que otros territorios, las medidas de contención, alimentadas por un inusitado optimismo, para, posteriormente, y con retraso, cerrar el paso con medidas restrictivas.

Solo al final, cuando se ha descontrolado la tercera ola, y le ha entrado el pánico por la elevada tasa de contagios, decidió cerrar perimetralmente municipios y cesar la actividad no esencial, después de que otras comunidades lo aplicaran ante la dura realidad.

Después de las fiestas navideñas, y ante la certeza de que el descontrol se debió a las laxas medidas -grifo abierto-, para no asumir responsabilidad, habló de "explosión", "estallido", "tsunami" y culpó de la espectacular -y esperada- subida de contagios y fallecimientos a la cepa británica, cuando en Andalucía apenas se habían contabilizado una decena de casos.

A la carencia de valor y cabeza, le ha sobrado arrogancia para afrontar una crisis, que se prolongará en el tiempo. Granada sabe de la improvisación de la Junta, cuando en vísperas del Puente del 12 de octubre, renunció a adoptar medidas, que luego tuvo que imponer, no sin antes, errar culpando a la comunidad universitaria de la propagación de la pandemia, de lo que nunca pidió disculpas.

Solo al final, cuando se ha descontrolado la tercera ola, y le ha entrado el pánico por la elevada tasa de contagios, decidió cerrar perimetralmente municipios y cesar la actividad no esencial, después de que otras comunidades lo aplicaran ante la dura realidad

Esa ha sido la directriz de la Junta. Primero, salvar el verano, luego, los puentes, más tarde la Navidad, y luego la nieve, en una decisión polémica que ha dado la vuelta a España. Porque mientras insistía una y otra vez en exigir al Gobierno el confinamiento de toda España, ha permitido -y aún lo permite- saltarse el confinamiento en Andalucía para esquiar en Sierra Nevada, con la condición de haber adquirido previamente el forfait y no proceder de un municipio con restricciones.

Para el recuerdo quedan los desternillantes tres vídeos de Rocky y Rambo que reflejan con absoluta genialidad una decisión incoherente:

La misma Junta que durante la desescalada exigía al Gobierno que Granada pasara de fase -pese a la gravedad de la tasa-, impide ahora a municipios con cierre perimetral, no tener que cumplir las dos semanas de duras restricciones, pese a que durante este tiempo ha bajado de la tasa 500. Al igual que a los municipios con el cese de la actividad que han bajado de la tasa 1.000.

Y a diferencia del comportamiento del Gobierno andaluz, alcaldes de municipios afectados de la provincia de Granada, muchos de ellos de otro partido distinto que los que gestionan la Junta, han respondido con responsabilidad y llamadas a la calma de la población.

La Junta de Andalucía falló estrepitosamente cuando asumió las competencias en la gestión al no proveer a las ocho provincias de rastreadores suficientes para evaluar la evolución de la pandemia, ni realizar masivamente PCR y test a la población andaluza -la última comunidad en número de PCR-, mientras abría el grifo

La Junta de Andalucía falló estrepitosamente cuando asumió las competencias en la gestión al no proveer a las ocho provincias de rastreadores suficientes para evaluar la evolución de la pandemia, ni realizar masivamente PCR y test a la población andaluza -la última comunidad en número de PCR-, mientras abría el grifo.

Ha escondido sus errores en críticas al Gobierno y ya, tarde, se ha olvidado de las pruebas y seguimientos, confiados en la vacunación en Andalucía, con serias sospechas de saltarse el plan estatal y andaluz, para administrar vacunas a otros empleados públicos, sin que haya concluido la fase de profesionales sanitarios que realmente luchan en primera línea contra el Covid, ni en residencias. Esperemos acontecimientos. Ya ha saltado en Almería, al menos allí, el delegado de Salud da la cara.

La percepción generalizada es que solo gracias al esfuerzo de los profesionales sanitarios se hace frente a la pandemia con garantías

Mientras, ha dejado a la Atención Primaria abandonada, aún bunkerizada, lo que no ocurre ya en el resto de comunidades autónomas, obligando a contar por teléfono lo que le sucede al paciente, con el riesgo que conlleva, ha dejado en Salud Responde el filtro del primer escalón de la sanidad, que no responde, y a pacientes con otras patologías a la espera de que les llegue la llamada del especialista -agendas cerradas- o de pruebas.

La percepción generalizada es que solo gracias al esfuerzo de los profesionales sanitarios se hace frente a la pandemia con garantías, pese a no contar con recursos suficientes y más personal. Presume la Junta de su nuevo plan hospitalario. Abre nuevas UCI, por si son necesarias, en el antiguo Clínico -actual Centro Doctor Olóriz-, en la cafetería del San Cecilio y en la capilla de Virgen de las Nieves, pero, ¿dónde está el nuevo personal sanitario que las debe atender? ¿Seguirán detrayendo a personal de Enfermería de centros de salud para seguir vacunando?

Las últimas declaraciones del consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, en el Parlamento, en las que admitió que se desperdició "un culillo" de las vacunas por jeringuillas no adecuadas, por el fondo y la forma denotan errores en la gestión y la deficiente comunicación de un Gobierno andaluz, que sigue por detrás de la pandemia.