La estrategia electoral de Torres Hurtado para gobernar 16 años en Granada

Política - Juan I. Pérez - Domingo, 10 de Mayo de 2015
El gobierno de José Torres Hurtado (Píñar, Granada, 1946) ha conocido ya tres papas (Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco), tres presidentes del Gobierno (José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy) y tres de la Junta de Andalucía (Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz), los años de la expansión económica alimentados por la liberalización del suelo y los de la mayor crisis que ha conocido este país. Doce años dan para mucho. Y, pese a las dudas que se planteó en el partido sobre si era conveniente que volviera a encabezar la candidatura municipal, espera volver a gobernar otros cuatro años para convertirse en el alcalde que más tiempo ha empuñado el bastón de mando en Granada. Si lo consigue, los populares, además, habrían gobernado la capital granadina veinte años, los mismos que los socialistas, desde las primeras elecciones municipales de aquel ya lejano 1979.
Torres Hurtado se enfrenta a las elecciones más difíciles.
Miguel Rodríguez
Torres Hurtado se enfrenta a las elecciones más difíciles.

Para conseguirlo, Torres Hurtado, que en los últimos 33 años ha ocupado cargos públicos ininterrumpidamente, y el PP, un aparato demoledor en la capital granadina, donde gana en municipales desde 1995, han puesto en marcha un gran despliegue para vencer en las elecciones locales más abiertas y en las que peligra su primacía.

En el plano personal, son las elecciones más difíciles para él, recuperado de un ictus en el cerebelo, que pueden significar su jubilación de la política a los 69 años. Está claro que si no gobierna no estará en la oposición y se retirará. Pero puede que, aún gobernando el PP, en función de la fuerza de los socios, posibles pactos pueden dejarlo también sin el bastón de mando. Es una carta que guardan posibles socios de gobierno si llega el caso. La única forma de no sufrir un desgaste desorbitado por parte de los socios: abrir un nuevo tiempo municipal, sin la persona que lo ha representado con poder absoluto.

 

Sebastián Pérez, número dos de la lista, saluda efusivamente a Torres Hurtado. Miguel Rodríguez.

Estos son los pilares fundamentales que nutren la estrategia de los populares para mantener el gobierno local de Torres Hurtado. El reto es convencer a la ciudadanía para obtener, por cuarta vez, la mayoría absoluta, la única victoria plena para el PP. Una victoria simple le obligaría a conjugar un verbo excluido de su léxico en estos 12 años: pactar.

Estabilidad frente a la agitación de experimentos. No se cansará de repetir Torres Hurtado y sus concejales y candidatos que ellos son la “estabilidad”, la “solidez”. Frente a las aguas tranquilas, agitarán el tripartido –el gobierno local que, con el socialista José Moratalla, gobernó de 1999 a 2003 con el apoyo de dos concejales de IU y del único edil del PA, Jesús Valenzuela, penalizado en las urnas al cabo del mandato-. No habrá mitin en el que no desplieguen el miedo a un gobierno de izquierdas, en recuerdo a aquel tripartito acuñado por la historia local, en un fuego al que echarán más leña con los aspirantes de ahora.

Defensa de la tradición y conservadurismo. Consciente de que en este nuevo escenario político no precisa distinguirse del resto de aspirantes por una presunta modernidad, Torres Hurtado exhibirá que él y su partido representan la “tradición”, las “costumbres arraigadas” –que algunos califican con el adjetivo de rancias-, con el sabor antiguo, pero eficaz caladero de votos. Ellos son, exactamente igual, que la vieja y nueva burguesía granadina, a la que representan en exclusiva. La de viejos privilegios y estatus que hay que preservar.

El candidato por cuarta vez a la reelección, en el reciente aniversario del Madoc. Miguel Rodríguez.

Gestión y experiencia. Indiscutible la experiencia, en un equipo del que solo se caen tres concejales, y cuyo núcleo duro se remonta a hacer doce años. La gestión, para los populares, va unido a la “estabilidad” que ofrecen. Aunque discutible y difícil de defender en los barrios, presume Torres Hurtado de “transformar” la ciudad, incluso, en un mandato marcado por la aguda crisis económica.

Confrontación. Pieza fundamental de su discurso será airear los desencuentros con la Junta, que es el PSOE, al que echa la culpa de todos los males que castigan a Granada, como las obras del metro. En este capítulo, la estrella de su discurso, sin suda, se llamará Alhambra y Sierra Nevada, con la pretensión de querer recuperar para la ciudad la gestión del monumento nazarí y de la estación de esquí. Aunque en las elecciones autonómicas, a la vista de los resultados, no consiguió el efecto que deseaban, insistirá en que Granada queda al margen de las decisiones que toman en “Sevilla”, que no obtiene réditos. Eso sí, aunque son viejas las proclamas, aún no se ha escuchado ni una sola propuesta de cómo sería tal recuperación de gestión. Con la Alhambra en el punto de mira, ya ha adelantado que si gana convocará una consulta popular para que la ciudadanía decida si quieren la propuesta de Atrio actual.

Referente en turismo. Beneficiado por incuestionables cifras y visible en las calles, la gestión para que Granada sea referente nacional e internacional del turismo alimentará su discurso triunfalista en un sector clave para la economía granadina, que socializa beneficios y genera empleo, aunque la calidad del mismo, quede oculto en su campaña.

Ciudad de deportes. Una Universiada de invierno, aceptada a duras penas por todas las administraciones implicadas por el extra de desembolso que suponía en tiempos de crisis, y un Campeonato Mundial de Tiro, en Las Gabias, le sobran al PP para presumir de que su gobierno local es capaz de convertir a la ciudad en un escenario idóneo para organizar pruebas internacionales que realzan Granada y la sitúan en el escaparate televisivo.

Plató de rodajes. Nada como el rodaje de los dos capítulos finales de la serie El Príncipe, con el elenco de actores protagonistas, o de la también aclamada Isabel para generar autoestima o, más reciente, Carlos, Rey Emperador. El revuelo mediático y de extras que movilizó convierten en realidad y fuente de riqueza ofrecer Granada como lugar idóneo para el rodaje de series y películas. Lo tendrá Torres Hurtado en sus comparecencias.

El alcalde saluda a la actriz Hiba Abouk, Fátima Ben Barek, en la serie El Príncipe. Pepe Marín.

Lorca y la Cultura. El PP se ha esmerado, y así lo exhibirán, en recuperar la figura de Federico. Un asunto, controvertido en épocas pasadas por las connotaciones ideológicas que lo envuelven, que Torres Hurtado presume de haber normalizado. El Premio Internacional del Poesía o el Centro Lorca son elementos que sacará a relucir en un argumentario que añade las críticas a la izquierda desde el punto de vista que son ellos los que no han dejado de homenajear al autor universal con hechos. Cuando coincida con el aspirante a revalidar la presidencia de la Diputación de Granada y presidente del PP, Sebastián Pérez, agregará, además, la reedición por la institución provincial de La Barraca.

Manos limpias en el Ayuntamiento. Aun con el escollo de las colocaciones de amigos y familiares en la esfera municipal, Torres Hurtado hará hincapié en que ni él, ni nadie de su equipo se ha visto salpicado por algún caso de corrupción. Autocrítico –ya lo ha sido en los actos de precampaña- con los escándalos en su propio partido, se recreará en el gobierno sin mancha que en su opinión dirige, un aval vital que pueden decantar las urnas en años de hartazgo con la clase política por la corrupción.

El alcalde junto a Isabel Nieto, su concejal de Urbanismo, y persona de su máxima confianza, Isabel Nieto. Miguel Rodríguez.

Dedicación exclusiva y pertenencia. Ahora que algunos líderes populares prefieren desmarcarse de las siglas, Torres Hurtado está orgulloso de pertenecer a este partido que él no se arruga en añadir el término derecha a la palabra centro del que no quieren salir otros dirigentes de su formación. El candidato a ser reelegido por tercera vez alcalde de Granada es también singular en su partido: no ha aceptado compatibilizar su cargo de alcalde con otro cargo público, a diferencia, por ejemplo, del resto de alcaldes del PP en Andalucía, lo que garantiza una dedicación exclusiva. Un mérito, que debería ser habitual en política, del que presumirá en campaña.