“No basta con cambiar de zapatos: hace falta darle la vuelta al calcetín”

La crisis sanitaria desatada en Andalucía por los fallos del programa de cribado de cáncer de mama es mucho más que un accidente puntual, es una situación inadmisible y gravísima. No es, como algunos quieren reducirlo, un “error técnico”, un desajuste administrativo o un problema de radiólogos. Es un síntoma de algo más profundo: el agotamiento de un modelo sanitario que lleva años tensionado, exprimido, privatizado por dentro, y al que ahora se le ven los hilos.
… ya no estamos hablando solo de errores. Estamos hablando de un sistema sanitario que ha dejado de priorizar lo público como bien común, y que está cediendo —lenta, silenciosamente— ante una lógica de negocio, de rentabilidad y de desresponsabilización
Cuando fallan miles de mamografías. Cuando no se avisa a las mujeres cuyos resultados son dudosos. Cuando se tarda más de un año en repetir una prueba. Cuando se detectan protocolos sin cumplir, retrasos estructurales y profesionales desbordados… ya no estamos hablando solo de errores. Estamos hablando de un sistema sanitario que ha dejado de priorizar lo público como bien común, y que está cediendo —lenta, silenciosamente— ante una lógica de negocio, de rentabilidad y de desresponsabilización.
Y aquí es donde la política entra con todas sus letras. Porque no basta con cambiar a la consejera de Salud. Ni siquiera basta con una comparecencia presidencial para pedir disculpas que busca solo su protección. Lo que está en juego no es un nombre en un despacho, sino el tipo de sanidad que queremos tener en Andalucía: una sanidad para todos o una sanidad para quien pueda pagarla. Una sanidad de gestión pública real o una sanidad vaciada desde dentro y revestida de gestos de marketing.
Lo que urge no es un cambio de rostro, sino un cambio de modelo. Un cambio de calcetín, de dentro a fuera
Lo que urge no es un cambio de rostro, sino un cambio de modelo. Un cambio de calcetín, de dentro a fuera.
De los recortes a la rendición silenciosa
Desde hace más de siete años, la sanidad pública andaluza ha sufrido recortes presupuestarios, pérdida de profesionales, precarización de condiciones laborales, externalizaciones progresivas y una apuesta política clara por la “colaboración público-privada” que, traducido, significa derivar dinero y funciones al sector privado.
La tragedia del cribado de mama no es un error aislado: es el espejo en el que se refleja lo que ocurre cuando se desprotege lo común. Cuando se gestiona la sanidad como un problema de números, no de personas. Cuando se deja a los profesionales sanitarios sin recursos y sin respaldo. Cuando se confunde gestión eficaz con gestión externalizada
Se nos dijo que era temporal. Que era por eficiencia. Que no afectaría a la calidad. Pero aquí están los resultados: unidades cerradas, listas de espera de meses (o años), una Atención Primaria desbordada y pacientes que, si pueden, acuden a lo privado. Porque ya saben que en lo público no hay garantías de tiempo ni de seguimiento.
La tragedia del cribado de mama no es un error aislado: es el espejo en el que se refleja lo que ocurre cuando se desprotege lo común. Cuando se gestiona la sanidad como un problema de números, no de personas. Cuando se deja a los profesionales sanitarios sin recursos y sin respaldo. Cuando se confunde gestión eficaz con gestión externalizada.
Y esto no se arregla con un nuevo plan de choque.
El precio de mirar hacia otro lado
Moreno Bonilla puede cesar a su consejera y continuar como si el problema estuviera resuelto, que no lo estará aunque pongan toda la propaganda a enseñarnos otra cosa. Puede pedir disculpas y prometer que “esto no volverá a pasar”. Pero si no se toca el modelo, volverá a pasar. ¿O es que lo único que está haciendo Moreno Bonilla es buscar su protección?
Y pasará no solo en el cribado de cáncer. Pasará en las listas de espera quirúrgica. Pasará en el seguimiento de enfermedades crónicas. Pasará en salud mental, en pediatría, en prevención, en cuidados paliativos pediátricos, en los servicios rurales, en la Atención Primaria. Y pasará en otros cribados como el de cáncer de colon. Porque ya está pasando
Y pasará no solo en el cribado de cáncer. Pasará en las listas de espera quirúrgica. Pasará en el seguimiento de enfermedades crónicas. Pasará en salud mental, en pediatría, en prevención, en cuidados paliativos pediátricos, en los servicios rurales, en la Atención Primaria. Y pasará en otros cribados como el de cáncer de colon. Porque ya está pasando.
Lo grave es que no siempre nos enteramos. Porque la maquinaria de propaganda está muy engrasada. Porque muchas veces no hay titulares que se mantienen y buscan dar en la diana. Porque no todas las negligencias tienen consecuencias inmediatas o visibles. Pero se acumulan. Como una hemorragia interna que va debilitando el cuerpo sin que se note por fuera.
¿Y si esta crisis fuera una oportunidad?
Hay momentos en los que el sistema se detiene. Se agrieta. Se hace visible. Este es uno de ellos. No es solo un error técnico: es una llamada de atención moral, política, colectiva.
Y si algo bueno puede salir de esto, es que se abra una conversación honesta sobre qué sanidad queremos tener. No solo para las mujeres afectadas. No solo para las próximas elecciones, que también. Sino para la próxima década.
Una conversación que pase por preguntas incómodas:
- ¿Queremos seguir derivando recursos públicos a clínicas privadas, mientras los centros de salud y las salas de los hospitales se vacían?
¿Estamos dispuestos a defender lo público aunque eso implique asumir costes políticos o presupuestarios y no dar el negocio a los de siempre?
- ¿Vamos a seguir contratando profesionales sanitarios como si fueran peones de usar y tirar?
- ¿Qué significa realmente una sanidad “universal” si no es accesible en tiempo ni en condiciones?
- ¿Estamos dispuestos a defender lo público aunque eso implique asumir costes políticos o presupuestarios y no dar el negocio a los de siempre?
Reconstruir desde lo común
Andalucía se merece algo más que un cambio de nombres. Se merece un cambio de lógica.
Una sanidad que no dependa del azar ni del privilegio, sino de un compromiso público real, sostenible, y justo.
Una sanidad que no dependa del azar ni del privilegio, sino de un compromiso público real, sostenible, y justo.
Y para eso no basta con cambiar de zapatos.
Hay que darle la vuelta al calcetín