Tribuna de Opinión, por Jesús de Manuel Jerez

Recuperamos el Festival Cines del Sur, pero Canal Sur no se enteró

Política - Jesús de Manuel Jerez - Jueves, 13 de Julio de 2017
El diputado andaluz de Podemos por Granada y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos Andalucía, Jesús Manuel de Jerez, critica en este artículo de opinión la cobertura de Canal Sur al Festival Cines Sur.
IndeGranada

El Festival Cines del Sur nació con tremenda fuerza en el mortecino panorama cultural del inicio del estío granadino hace ahora una década. Su irrupción se debió al impulso de José Sánchez Montes y un puñado de entusiastas colaboradores. Eran aún tiempos de vacas gordas, en esos momentos felices en los que aún no habíamos oído hablar de un banco llamado Lehman Brother ni éramos capaces de imaginar la violencia con la que su caída nos despertaría de nuestro sueño de Champion League.

El dinero parecía fluir aún en abundancia y eso hizo posible que el festival contara entonces con la financiación de la consejería de Cultura y un importante apoyo de diversas instituciones locales y hasta alguna televisión foránea. Tampoco faltó en aquellos inicios una activa implicación de Canal Sur y de Radio 3, que se sumaron a la calurosa bienvenida de la prensa especializada. Pero el batacazo del ladrillo llegó y sus efectos en diferido se hicieron sentir en el festival, que fue languideciendo, por retomar la expresión de la anterior consejera de Cultura, pese al gran esfuerzo del equipo humano que, sorteando más obstáculos que Indiana Jones en una pirámide egipcia, se empeñó en mantenerlo vivo.

Languideció, o “lo languidecieron”, por la retirada progresiva de apoyo institucional, con un presupuesto que cayó hasta quedarse en poco más de un 10% del inicial. Ya nadie venía a presentar las películas a concurso, el jurado casi tenía que recurrir a líneas low cost para viajar a Granada. Mientras, el equipo fundacional se quedaba reducido a la mínima expresión y sacaba adelante una edición tras otra a base de grandes dosis de voluntariado y voluntarismo.

Pero no fue sólo la asfixia económica lo que estuvo a punto de acabar con el “festi”, como cariñosamente lo llamaban quienes le daban vida cada año, quienes lograban que cada final de curso las plazas y salas de Granada se llenaran de películas que nos reconciliaban con el cine como arte, como forma de contar historias llenas de vida, de matices, de contradicciones, de sentimientos, de belleza. Relatos de todos los sures para un público del Sur del Norte, o tal vez del Norte del Sur. Un respiro de una semana entre el bombardeo habitual de productos estereotipados que cada vez más monopolizan nuestras pantallas durante el resto del año.

El declive del festival, lo que lo llevó a rozar la clandestinidad, tuvo que ver también, y de forma decisiva, con una creciente invisibilidad pública, hecha de falta de inversión en cartelería o cuñas publicitarias, pero de la que fueron cómplices necesarios los medios de comunicación, incluida  por desgracia la radiotelevisión pública andaluza. Lejos quedaban aquellos magníficos programas que Canal Sur dedicó en sus primeras ediciones al festival. Y es que la crisis se llevó por delante también buena parte de lo poco bueno que producía “la nuestra”, aquel Canal 2 Andalucía y sus programas culturales.

Tras tanto languidecimiento asistido, el año pasado, la consejería de Cultura anunció en plena Semana Santa, cual Adolfo Suárez legalizando el PCE, que se suspendía la décima edición, prevista para pocos meses después, con el pretexto de crear una comisión que estudiaría el futuro del festival. No fue poca la gente en Granada, conocedora de que crear una comisión suele ser el vicio de quien no quiere resolver un problema, que dio por muerto el festival. Pero el protagonista de nuestra historia, emulando a un héroe acosado por los malos, guardaba aún un as en la manga. La presión del público y del mundo del cine, campaña de recogida de firmas incluida, salvó in extremis a nuestro Indiana particular. Y así el festival, que había logrado algo no tan sencillo como seducir a la vez a público y crítica, pudo celebrar con un año de retraso, la edición que llenó de X su cartel. Y así Granada se convirtió en la única ciudad del mundo capaz de celebrar 37 ediciones de un festival de rock en 36 años y 10 festivales de cine en 11 años.

Fueron muchas las instituciones que se apuntaron al regreso del festival del mundo de los muertos vivientes. Además de la consejería de Cultura acudieron, de nuevo, la Diputación, la UGR y hasta algún emirato árabe. Y también se sumó el Ayuntamiento, que con el cambio de manos, parecía dispuesto a apoyar también un festival de cine protagonizado por estrellas que no llevaran décadas varios metros bajo tierra. Volvieron las cuñas en la radio y los afiches en marquesinas y autobuses, pero alguien no quiso sumarse a la fiesta del regreso: Canal Sur.

La cobertura de la RTVA ha sido tan escasa que hasta su ya casi eterno director en funciones ha tenido que reconocer sus carencias en sede parlamentaria. Pocas noticias sobre el festival, casi todas en desconexiones provinciales y buena parte de ellas acaparadas por la consejera o el delegado de Cultura. Ni una “cola” sobre la inauguración, a la que asistieron 700 personas que llenaron el Palacio de Carlos V. Ni un “total” sobre la película ganadora de la Alhambra de Oro, no digamos ya sobre el resto del palmarés.

Una televisión de servicio público debería ayudar a crecer a un festival tan necesario en estos tiempos de prejuicios culturales, que nos pintan al extranjero como la caricatura de un alien con una bomba oculta bajo la barba

Una televisión de servicio público debería ayudar a crecer a un festival tan necesario en estos tiempos de prejuicios culturales, que nos pintan al extranjero como la caricatura de un alien con una bomba oculta bajo la barba y que acaban haciendo reales pesadillas como un Trump o una Le Pen, pero de las que tampoco nos libramos del todo en Nerja o en Huétor Tájar. Que se lo digan si no al bueno de Juan Pinilla.

Tal vez el cine no pueda por sí solo cambiar el mundo, pero tenemos pocas armas más poderosas que esas historias que nos muestran en toda su hermosura paisajes que habitualmente sólo vemos bajo inundaciones, terremotos o bombardeos, historias de vidas de personas que a menudo sólo miramos en forma de clichés destinados a generar caridad o miedo, sentimientos igualmente destructivos de la imagen de lo diferente como algo no tan distinto a lo que en realidad somos.

Quizá sea mucho pedir que una televisión instalada en la zafiedad, habituada a insultar el buen gusto de la mayoría dando por hecho que sólo es capaz de consumir un amasijo de tópicos, emociones fáciles y estereotipos sobre nuestra propia identidad y cultura, abra sus cámaras y nuestras pantallas a esa ventana por la que podamos entender, y disfrutar, la complejidad del mundo, la riqueza de ese Sur tan cercano y a la vez tan ajeno al imaginario que se ha fabricado para nosotros. Pero si es verdad que es “la nuestra”, tal vez no tengamos por qué renunciar a que un día, a fuerza de insistir, esa caja que aún preside nuestros salones renuncie a la tontería que se le atribuye y se muestre dispuesta a ensanchar por fin las fronteras del “nosotras”.



Jesús de Manuel Jerez, parlamentario andaluz de Podemos por Granada y miembro del Consejo Ciudadano Andaluz de Podemos.

 

 

 

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