la tortura era consustancial a su función y no dudaban en aplicarla a sus detenidos en todas sus variantes

En la boca del “Lobo”: las torturas físicas en las comisarías granadinas (y III)

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 25 de Junio de 2022
Alfonso Martínez Foronda cierra con este brillante reportaje su serie de investigación sobre las torturas en las comisarías de Granada a opositores a la dictadura en los últimos años del franquismo, con testimonios escalofriantes de los que las sufrieron.
Imagen de una de las celdas de la Comisaría de Los Lobos en 2010.
Alfonso Martínez Foronda
Imagen de una de las celdas de la Comisaría de Los Lobos en 2010.

Recordemos que los miembros de la BPS eran voluntarios que se presentaban para hacer esta “labor” policial y, de ahí, que fueran policías muy ideologizados e identificados con los métodos fascistas del régimen, aunque hubo honrosas excepciones. Para ellos, la tortura era consustancial a su función y no dudaban en aplicarla a sus detenidos en todas sus variantes. En la caída de 1961 –fueron detenidos 204 militantes granadinos del PCE-, muchos de ellos fueron torturados dándole las clásicas palizas. Emilio Cervilla Alonso, con el que más se ensañaron, recuerda que inicialmente se lo llevaron  la comisaría motrileña de la Plaza de las Palmeras, donde iniciaron las torturas propinándole vergajazos con una fusta de goma y con una cuerda de cáñamo que tenía varios nudos; cada hora paraban para buscar una nueva fórmula como colgarlo de una alcayata que había en el marco de la puerta hasta que las esposas se le clavaban en la carne de las manos o le propinaban patadas en el cuerpo. Y todo ello en medio de insultos e improperios. Y, finalmente, llegó uno de los torturadores más conocidos por los antifranquistas granadinos:

“El juego de las patadas –escribe Emilio Cervilla- duró hasta que el agotamiento físico me hizo caer al suelo rendido. Cuando me encontraba en el suelo boca-arriba, los brazos forzadamente atados a la espalda, entra muy furioso Don Paco [González] Huertas [“El Jirafa”]: ¿Todavía no ha cantado este hijo de puta? Dio un salto encima de mi vientre y estuvo pisoteándome hasta que se cansó; después, soltó la toalla [con la que lo habían atado] de los brazos y a fuerza de patadas me obligaba a levantarme del suelo. Al comprobar que me era imposible conseguirlo, me cogió del cuello y golpeándome la cabeza contra el suelo exclamaba: ¡Estoy de comunistas hasta los cojones! Uno de aquellos golpes en la cabeza me hizo perder el conocimiento…”.
Panfleto contra las penas del Proceso de Burgos del Comité Provincial del PCE de Granada en diciembre de 1970 y que se repartió profusamente por la ciudad y la Universidad. AHPCE, Nacionalidades y Regiones. Andalucía, Caja 82, Carpeta 2. Alfonso Martínez Foronda.

Despertó Emilio Cervilla al día siguiente en la comisaría de Los Lobos, rodeado de otros detenidos que habían corrido la misma suerte que él. Una de las torturas más llamativas todavía a comienzos de los setenta es la de Paco Portillo Villena* durante el Estado de Excepción de 1970, pues era la pieza más codiciada, dada su condición de Secretario Provincial del PCE:

 “Una tortura clásica –repasa Portillo- era esposarte. Se ponían uno a cada lado y te hacían polvo los riñones. Era un punto débil. Llegué a tener todo el cuerpo negro con esas torturas. Guisado y Pepe [García] Quiles era los dos que más me torturaron. Me esposaban y me ponían a andar con las manos detrás de las piernas. Y eso te producía un dolor de piernas… Cuando te parabas te golpeaban, cada uno por su lado, en los costados. Luego otra tortura era ponerte en la pared apoyando los dedos índices y si se bajaban para abajo te machacaban. Una de las veces que me estaban haciendo esto, como una de las cosas que más les molestaban era ver que no te afectaban las torturas, recuerdo que, como aguantaba mucho con los dedos, Casado dio un alarido, “¡Ahhh…! ¡Pero si éste goza con que lo torturemos…! ¡Si esto no sirve de naa…!” Otras veces no tenían reparos en coger un zapato y darte con el tacón, pero no sólo en la espalda, sino también en la cabeza. Uno de los que me pegaban así era Fernández, que estaba loco… Tenían una brutalidad tremenda… (Entrevista a Paco Portillo, en AHCCOO-A).

Durante 17 días consecutivos estuvieron torturándolo con más o menos intensidad. Muchos días para conocer a sus torturadores, sus métodos y su carácter. Quienes lo vieron entrar en la cárcel afirman que parecía un “ecce homo”, que había perdido la mitad de su volumen.

Todavía hoy, cuarenta años más tarde, poco antes de morir, era capaz de enumerar a sus torturadores uno a uno

Todavía hoy, cuarenta años más tarde, poco antes de morir, era capaz de enumerar a sus torturadores uno a uno: la brutalidad de “El Jirafa”, el “anticomunismo militante” de Antonio Esteban, que lo hacía uno de los más peligrosos porque estaba en todas las detenciones que se prodjueron en Jaén y en Granada y que le revolvía el estómago cada vez que lo escuchaba; la bestialidad de Hernández y su locuacidad cuando gritaba que con gentuza como Portillo no había que perder el tiempo y siempre tenía en la boca ¡Maera con ellos, maera con ellos!; las amenazas de “El licenciado”, que atemorizaba a la gente con la pistola o los golpes de Pepe Quiles, especialista en el riñón.

Mensaje cifrado del PCE de Granada al Comité Central sobre detenciones en 1970 y sus resultados policiales. AHPCE. Nacionalidades y Regiones. Andalucía. Caja 82, Carpeta ¼. Alfonso Martínez Foronda.
Carta cifrada del PCE desde la cárcel de Granada a la dirección del Partido, informando sobre detalles de las detenciones del Estado de Excepción de 1970/71. Archivo Histórico del PCE, Ref. 314/68 del 9 de septiembre de 1971. Alfonso Martínez Foronda.
Panfleto del PCE para pedir la liberación de los presos políticos. Archivo Histórico del PCE, Nacionalidades y Regiones. Andalucía. Caja 82, Carpeta 2. Alfonso Martínez Foronda.

El terror ante la tortura llevaba a algunos detenidos, como a otro detenido Ernesto Caballero Castillo, a estar en tensión durante todos los días en que estuvo en comisaría:

“Para mí lo peor de aquellos días era oír los pasos fuertes de la policía al aproximarse a las celdas para interrogar a cualquiera de los allí detenidos. Era una sensación terrorífica, hasta oír el sonido de un cerrojo abriendo una de las puertas, si era el de otro, temporalmente respiraba con cierta tranquilidad, por saber que no era a mí al que se llevaban, y si era el mío el cerrojo que se abría, la reacción del cuerpo y la mente en tensión hacía desaparecer el miedo para concentrar toda la atención en actitud defensiva”.

El entonces estudiante de Medicina, Antonio Aragón Orellana, por su parte, será brutalmente torturado durante los siete días que permanece en Los Lobos en esas mismas fechas. Lo sacaban de la celda por la noche y lo subían para interrogarlo. Le ponían una pistola encima de la mesa y, posteriormente, con las palmas de las manos apoyadas en la pared, le levantaban la ropa y le propinaban en la espalda dolorosos azotes con una tira de goma de las ruedas de los camiones:

“Me pegaron y bastante. Me pegaban con porras en la espalda. Tenían porras pero, además, gomas de los camiones, recortadas, unas tiras y con eso me pegaban en la espalda. Cuando llegué a la cárcel yo orinaba rojo y creo que me provocaron una especie de nefritis. La espalda tenía dos dedos de verdugones. Y eso duele mucho, mucho...” (Entrevista a Antonio Aragón, en AHCCOO-A).

Si en alguna ocasión el interrogatorio lo hacía un policía, en otras ocasiones eran rodeados por cuatro, cinco o seis agentes con el objetivo de demolerlos moralmente

Si en alguna ocasión el interrogatorio lo hacía un policía, en otras ocasiones eran rodeados por cuatro, cinco o seis agentes con el objetivo de demolerlos moralmente. No siempre lo conseguían, pero en otras, daba resultado. La soledad de los militantes antifranquistas –con muy escasas muestras de solidaridad, porque el miedo es libre- ponía a prueba a todos y todas ellas. Cada militante respondía de forma distinta porque en situaciones difíciles como éstas nadie estaba a salvo de mostrar sus debilidades. Ni siquiera los que aparentaban más fortaleza física y mental. Por ello, la BPS buscaba los flancos débiles de los detenidos que, en no pocos casos, sucumbían ante las torturas, las vejaciones o las amenazas. Y, por ello, cuando alguien se atreve a juzgar desde la comodidad de un despacho las debilidades de algunos de los detenidos, sería conveniente que se colocaran en su lugar, en aquellos momentos donde internarte en la Comisaría de Los Lobos era como llevarte al túnel del tiempo. Y, porque, en definitiva, es una injusticia tremenda hacer leña del árbol caído sin poner el acento, el único acento, en el papel brutal de los verdugos.

Algunos represaliados: por oden, de arriba a bajo: Antonio Quitián; Antonio Aragón Orellana y Joaquín Bosque Sendra. Alfonso Martínez Foronda.

Bibliografía:

  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • MARTÍNEZ FORONDA,  Alfonso: La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Fundación de Estudios y Cooperación de CCOO-A, Granada, 2012.
  • NADAL SÁNCHEZ, Antonio: Licencia absoluta. La historia: los restantes datos 1968-1973. Edición del autor, 2006.
  • CERVILLA ALONSO, Emilio, ¿Por qué soy comunista?, autobiografía inédita. Copia en AHCCOO-A.
  • Entrevistas en Fondo Oral de CCOO de Andalucía a: Joaquín Bosque Sendra, Antonio Aragón Orellana, Pepe Cid de la Rosa, Francisco Portillo Villena, Ernesto Caballero Castillo, Socorro Robles Vizcaíno). El Fondo Oral dispone de más de un centenar de entrevistas a estudiantes y obreros antifranquistas de Granada).
  • Archivo Histórico del PCE
Alfonso Martínez Foronda. Licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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