Promesas de regresión o conquista de derechos
La campaña electoral del 23J, que llega a su fin, ha fortalecido la existencia de dos bloques antagónicos, llamados a dirigir el próximo Gobierno de España que, pese a los mensajes apocalípticos, alimentados por la crispación, deja un país en buena situación, tras una gestión que fue capaz de lidiar con la pandemia y de fortalecer derechos y libertades.
Porque la formación que lidera Alberto Ñúñez Feijóo no ha sabido -o no ha querido- mostrar ante Vox una vocación democrática fuerte y una identidad clara que defender para no poner en riesgo su inevitable convivencia
Si algo deja claro la campaña es la intención decidida de las derechas de abolir, precisamente, derechos, conquistados por el imparable avance del de 45 años de Constitución, que los gobiernos progresistas quisieron ver, frente a un PP, cuya concepción de Partido de Estado pone en duda así mismo, por su entrega a la extrema derecha, como aliado necesario para gobernar España los próximos cuatro años, como ha hecho sin tapujos en ayuntamientos y comunidades autónomas, tras un paripé lamentable.
Porque la formación que lidera Alberto Ñúñez Feijóo no ha sabido -o no ha querido- mostrar ante Vox una vocación democrática fuerte y una identidad clara que defender para no poner en riesgo su inevitable convivencia, lo que ha arrastrado al PP al involucionismo radical por el que aboga la extrema derecha ultranacionalista, a cuyo electorado a querido conquistar, disputando ese espectro político, antes, bajo los exclusivos dominios de un partido conservador, muy derechizado, alejado del centro.
Es larga y conocida la lista de derechos amenazados. ¿Tanto miedo les genera la libertad?
Es larga y conocida la lista de derechos amenazados. ¿Tanto miedo les genera la libertad?
Qué mal les ocasiona una ley del aborto de plazos, que recurrió el PP al Constitucional -que la avaló- y que quiere suspender Vox, o prefieren los viajes al extranjero, como en el franquismo, ese régimen no condenado por las derechas, pese a las múltiples ocasiones que ha tenido.
O dejar morir dignamente a quien desgraciadamente se va, con estrictas exigencias y garantías para poder acogerse a la ley. Prefiere, entonces, la lenta agonía y el calvario para familiares.
¿Qué daño le ocasiona a alguien que una familia pueda dar con los restos de sus antepasados, víctimas del franquismo, y enterrarlos, aunque no sea con los mismos honores de los que disfrutaron las víctimas de los sublevados?
Negar la violencia machista, eliminar la necesaria Igualdad -despreciable y rancia la alusión al “maquillaje” de Yolanda Díaz, que Feijóo lanzó en su mitin de anoche en Madrid-, rescribir la historia. ¿Qué daño le ocasiona a alguien que una familia pueda dar con los restos de sus antepasados, víctimas del franquismo, y enterrarlos, aunque no sea con los mismos honores de los que disfrutaron las víctimas de los sublevados? O acaso la inhumanidad de eliminar la Memoria Democrática -por Ley, que no en la conciencia y la acción de la ciudadanía- es cuestionar el golpe de Estado, el fin de una democracia legítima con fue la II República y la figura de un dictador, a quien la ultraderecha admira como “militar”.
Una censura, con decenas de ejemplo, que ha empezado por una Cultura, seriamente amenazada. Y amenazar la Cultura, todas las artes, la información, la palabra es amenazar la democracia
Es larga la lista, a la que las derechas incluyen lo inesperado, después de 48 años de la muerte de Franco: la vuelta a la censura. Una censura, con decenas de ejemplo, que ha empezado por una Cultura, seriamente amenazada. Y amenazar la Cultura, todas las artes, la información, la palabra es amenazar la democracia.
Si no tienes miedo a la libertad, vota y decide quién se merece gobernar España.
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