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homenaje a los represaliados granadinos en el franquismo

La Coordinadora Juvenil Socialista reúne el 20N a más de un centenar de universitarios para conmemorar la muerte del dictador

Ciudadanía - Alfonso Martínez Foronda - Viernes, 21 de Noviembre de 2025
Te informamo del acto que, con motivo 50 aniversario de la muerte del dictador, organizó la coordinadora, con la participación de Jesús Carreño, represaliado de la UGR.
Cartel en el acto convocado por la Coordinadora Juvenil Socialista
Lola Hita Romera.
Cartel en el acto convocado por la Coordinadora Juvenil Socialista

El Salón de Grados de la Facultad de Políticas, repleto de estudiantes universitarios, conmemoró la muerte del dictador Franco. El acto, organizado por la Coordinadora Juvenil Socialista, estuvo dirigido por uno de sus miembros, Mario Rodríguez Tauste, que había invitado al histórico militante Jesús Carreño Tenorio, represaliado de la UGR.

En la Imagen superior de la sala repleta, con Jesús Carrerño, a la derecha, y Mario Rodríguez Tauste, a la izquierda; en la inferior, un primer plano de ambos. Lola Hita Romera/alfonso Martínez Foronda

Según Mario Rodríguez, el acto se enmarcaba en el aniversario de la muerte del dictador y la elección de Jesús Carreño obedecía a la necesidad de contar de primera mano con un testimonio cualificado de la represión en la UGR desde el nacimiento del Sindicato Democrático de Estudiantes de Granada (SDEUG) a mediados de los años sesenta del siglo pasado. El formato elegido fue el de la entrevista con el protagonista, comenzando con una pequeña biografía desde que Jesús Carreño inicia sus estudios en 1967/67en la Facultad de Filosofía y Letras, entonces ubicada en Puentezuelas.
 

Jesús Carreño Tenorio durante su intervención. Lola Hita Romera.

Jesús Carreño describió el ambiente universitario  en el curso 1966/67. Reconoce que, durante su primer año, estuvo a verlas venir.

 “Yo iba en principio a las asambleas en el Aula 1 porque se ponían carteles en los pasillos. Yo iba por curiosidad. No tenía inquietudes sociales. Las asambleas eran muy concurridas, masivas. Yo no me enteraba muy bien de todo aquello que se hablaba de la autonomía universitaria y eso. El primer año no me enteré de nada. Iba, me gustaba la musiquilla, escuchaba, aprendía palabras nuevas y decía “hay que ver esos tíos tan jóvenes y cómo dominan la escena”. No sabía muy bien de qué se hablaba, pero informaban de todo lo que pasaba en la Universidad y en España…”.

Allí quedó fascinado por los “picos de oro” como  Bernabé López García –el Groucho Marx de la calle Alhóndiga- o Juan José Gómez Brihuega, que hablaba un castellano magnífico, tenía un liderazgo natural y un atractivo personal que nadie tenía… Quedó atrapado por el arte de la palabra. Y, por primera vez, se adentró en un mundo desconocido.  En tono algo jocoso, afirma que los dirigentes hablaban de:

“… decisiones vinculantes y no vinculantes”. Pero ¡a ver quién se atrevía a preguntar qué era eso! ¿Y lo del “quórum”? Y yo, claro, pensaba: “quórum”, pues “de los cuales”, ¿no?, pues genitivo plural. ¡Vaya con lo del quórum! Y que si había o no había. ¡Pues hay o no hay! Y, claro, cuando llegaba a mi casa y me decía mi padre “¿Qué? ¿Ha habido clase?” Y yo le decía, “…pues no, porque no ha habido “quórum”. Y se quedaba mirándome…”.

Para Jesús Carreño esa experiencia era normal entre los alumnos universitarios que llegaban a la Facultad sin experiencia de lucha  y, en la mayor parte de los casos, sin una herencia familiar de disidencia que les hubiera conectado más rápidamente ya que casi todos proceden de clases medias que no cuestionaban el régimen. Pero en la medida en que crece la disidencia y se crea el Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEUG) a comienzos de 1968, algunos jóvenes como Carreño inician el camino de la lucha antifranquista por una Universidad democrática.

Otra imagen de la intervención de Jesús Carreño. Lola Hita Romera.

Será a partir del mayo francés de 1968 y, sobre todo, la guerra de Vietnam la que le lleve a un mayor compromiso.

Como consecuencia de ello, será detenido con otros estudiantes y llevado a comisaría. Esa protesta se interpretó como una actividad ingenua propia de estudiantes universitarios. No pasaría a mayores, pero ya tiene ficha policia

La oportunidad se presentaría en Granada con la proyección de la película Los Boinas Verdes, protagonizada por John Wayne, que ensalzaba las virtudes de los yanquis que luchaban contra los malvados comunistas en Vietnam del Sur. Protestar contra este film servía, a su vez, para criticar la connivencia del régimen franquista con el imperialismo de EEUU y el 12 de junio de 1969, algunos estudiantes harán una panfletada en algunos cines de Granada. Como consecuencia de ello, será detenido con otros estudiantes y llevado a comisaría. Esa protesta se interpretó como una actividad ingenua propia de estudiantes universitarios. No pasaría a mayores, pero ya tiene ficha policial, con el consiguiente disgusto familiar. Pero, al mismo tiempo, por su actitud de firmeza ante la Brigada Político Social, será captado por el PCE.

Destacará la importante la labor que en esos años realiza el Departamento de Actividades Culturales (DAC) desde donde se proyectan películas alternativas en el Cine Club Universitario, pero también para traer a Granada conferencias o música, con  cantantes antifranquistas como Meneses, Ovidi Montllort o Lluis Llac, entre otros, que se celebraban en el Salón de Actos de la Facultad de Medicina. Pero, sin duda, el acontecimiento más importante, será la huelga de la construcción de julio de 1970, con sus trágicas consecuencias (tres albañiles asesinados y decenas de ellos heridos de bala) el punto de inflexión tanto en el movimiento obrero como en el movimiento estudiantil. En ese contexto, se producirá su segunda detención el 16 de octubre de 1970, junto a su compañera Berta Ausín Momblona (estudiante de Ciencias) cuando tiraban octavillas en apoyo a los trabajadores de la construcción en el Camino de Ronda. Esta detención fue más seria, porque aunque no lo maltrataron físicamente, sí lo hicieron psicológicamente, intentando averiguar cosas de su familia.

“... querían que, en mi declaración, afirmara que llevaba panfletos cuando me detuvieron, pero no la firmé porque era falso. Además, un policía, Amaro, que había sido alumno del Ave María –que iba de poli bueno- pudo ser que influenciara en que no me agredieran. Fue una detención más seria que la anterior, pero tampoco fue agresiva. Negué todo y como en realidad no me cogieron con las manos en la masa… Ellos, en los interrogatorios, me sacaron una octavilla. Al terminar las 72 horas me pusieron en libertad sin pasar por el juez, aunque procesado en el TOP por la acusación de la policía. Sin embargo, no lo sabía en esos momentos”.

 Aquello, recuerda, fue muy serio porque durante los estados de excepción desaparecía en la práctica el “habeas corpus” y la policía podría hacer a su antojo lo que quisiera.

Posteriormente, el TOP siguiendo a pie juntillas la acusación de la BPS, los condenaría  a Jesús y a Berta a tres meses de arresto mayor por el delito de sedición a cada uno de ellos y al pago de las costas judiciales. Y, como no había dos sin tres, cuando se decreta el 15 de diciembre de ese mismo año el Estado de Excepción durante seis meses, volverá a ser detenido. Jesús recuerda que desde que se decreta hasta finales de enero de 1971, irán deteniendo a estudiantes y obreros del PCE y de CCOO que pasarán por la comisaría de los Lobos y otras de Granada. Aquello, recuerda, fue muy serio porque durante los estados de excepción desaparecía en la práctica el “habeas corpus” y la policía podría hacer a su antojo lo que quisiera. Ahora sí pudo conocer con rigor el maltrato físico y psicológico tanto a él como a sus compañeros en aquellos días de soledad en las celdas inhumanas de la comisaría, en un invierno duro donde les daban mantas raídas y malolientes y siendo interrogados en cualquier momento sin escatimar ningún medio. Narrará los ocho días que estuvo en comisaría, su paso por el Juez de Orden Público y, luego a la cárcel. Recordará el frío que se les colaba en los huesos, pero también la solidaridad con los presos políticos. 

Otra instantánea de la sala, con Jesús Carrerño, a la derecha, y Mario Rodríguez Tauste, a la izquierda. Lola Hita Romera.

Finalmente, en tono didáctico, Jesús Carreño le recordaba a los alumnos que le escuchaban atentamente, que la cárcel es también una escuela de aprendizaje. Tanto tiempo juntos, personas que no se conocen, por las reglas de la clandestinidad, tiene sus aristas y cuestionó la imagen idílica de las relaciones entre los presos políticos. Si casi todos coinciden en que esa experiencia les sirvió para crecer política y personalmente, no es menos cierto que en ese espacio también afloran divergencias. Él cree que en la cárcel creció personalmente con el ejemplo de muchos de estos camaradas que sufrieron en sus carnes la represión franquista. Y que, a pesar de todo, ha sido tan poco o nada valorados.

Porque, para seguir con la ignominia, el Delegado Provincial lo convocará una tarde de mayo en su despacho –para evitar posible situaciones conflictivas- y le reprochará eso precisamente: que si era comunista y antiespañol cómo se le ocurría pedir trabajo a un Estado del que era público y reconocido enemigo

Pero ahí no terminó la represión porque fue enviado a cumplir el servicio militar a la Escuela Naval de Marín (Pontevedra), un destino para represaliados, donde coincidió con otros militantes antifranquistas de todo el arco de la izquierda. Y como la represión tenía un brazo largo, al terminar su carrera en febrero de 1973 encontrará trabajo en el Padre Suárez para sustituir una baja. Sin embargo, un día, lo llama el Director y le plantea que debe presentarse en la Delegación porque una denuncia anónima ha llegado al Gobernador Civil, Alberto Leiva Rey, y éste le ha comunicado tanto a él como el propio Delegado Provincial que debe finalizar su contrato. E, incluso, con amenazas: si no te vas “te saca arrastras la BPS”. Jesús recuerda el bochorno del propio Director al comunicárselo, pues él no tenía ninguna queja, antes al contrario, y que se colocaba en una situación complicada. Incluso se repartieron por Granada panfletos contra la presencia de Jesús Carreño en el Suárez. ¿Cómo un “rojo”, un antiespañol, podía dar clase en un centro público? Porque, para seguir con la ignominia, el Delegado Provincial lo convocará una tarde de mayo en su despacho –para evitar posible situaciones conflictivas- y le reprochará eso precisamente: que si era comunista y antiespañol cómo se le ocurría pedir trabajo a un Estado del que era público y reconocido enemigo. Y la respuesta,  más o menos de Jesús, fue que:

 “… nací en La Calahorra, que es España; y no soy afgano, ni paquistaní… soy tan español como Vd. Y yo no voy en contra de España, sino de unos señores que gobiernan este  país, que es el mío, y creo, entre otras cosas, aquello que decía Cervantes que la libertad es el don más preciado del hombre y no voy a renunciar a ello, y no he hecho daño a nadie, sino sólo discrepo de las cosas que ocurren en España. Y claro, la pregunta era: “por qué se me despide”. Y como no había nada objetivo contra mi profesionalidad, estaba claro que era contra mi ideología”.

Y, efectivamente, como no había argumentos, ni razones laborales, ni profesionales para su despido, el Delegado, sin más razón que la fuerza de su cargo en una dictadura, lo echó del despacho con cajas destempladas. Y fue despedido sin más. Sin más, porque ni siquiera hubo indemnización. La dictadura era la arbitrariedad absoluta, valga la redundancia. Aún así, Jesús Carreño seguirá la lucha y saldrá elegido como enlace en las elecciones sindicales de 1975, junto a su compañero Juan Bautista Martínez Martínez. Los dos se convertirán en una referencia de los trabajadores y trabajadoras del sector y ya en 1976 negociarán un convenio colectivo que será uno de los más avanzados de España en términos económicos, pero también de cláusulas sociales. Y ya, cuando se crea el Sindicato Provincial de Enseñanza de CCOO de Granada en 1984, Jesús Carreño será su primer Secretario Provincial.

En un animado coloquio con los estudiantes, que aplaudieron varias veces su intervención, aprovechó para recordarles la necesidad del compromiso político y social, el elogio de la tolerancia, la huida de cualquier dogmatismo, la virtualidad del diálogo y, sobre todo, la defensa a ultranza de la democracia

En un animado coloquio con los estudiantes, que aplaudieron varias veces su intervención, aprovechó para recordarles la necesidad del compromiso político y social, el elogio de la tolerancia, la huida de cualquier dogmatismo, la virtualidad del diálogo y, sobre todo, la defensa a ultranza de la democracia.

Comida de homenaje a los represaliados granadinos en el franquismo

Tras una comida popular celebrada en los merenderos de la Facultad, la Coordinadora Juvenil Socialista celebró en la Plaza de los Lobos, junto a la antigua Jefatura Provincial de Policía, un acto en homenaje a los militantes represaliados por el franquismo. En palabras de Mario Rodríguez, el objetivo del acto era “recordar a todos aquellos hombres y mujeres que dieron la libertad y la vida por una ruptura política que aún hoy sigue pendiente: la ruptura con el orden de los explotadores”. Se recitaron poemas de Antonio Machado, Miguel Hernández y Marcos Ana, y se depositaron claveles en un jarrón colocado sobre un fondo de pancartas con los rostros de Enriqueta García de la Plata, comunista fusilada en el barranco de Víznar en 1936; Arturo Ruiz García, estudiante granadino y militante de la Joven Guardia Roja asesinado por un fascista durante la manifestación pro-amnistía el 23 de enero de 1977; Antonio Huertas Remigio, Manuel Sánchez Mesa y Cristóbal Ibáñez Encinas, los tres trabajadores asesinados por la policía durante la huelga de la construcción del 70 en Granada.

Imáganes del Homenaje posterior a granadinos represaliados celenbrado en la Plaza de los Lobos, antigua sede de la Polícia del régimen. Mario Rodríguez Tauste.

Tras el recital de poesía, se procedió a la celebración de un mitin en el que se caracterizó el franquismo como “una dictadura antiproletaria que sirvió para aplastar al movimiento obrero y blindar el poder de los señoritos”. Asimismo, se habló de la Transición como de “un arreglo entre viejas y nuevas élites” y se insistió en que, a pesar del cambio de régimen, “todo sigue atado y bien atado porque las fuentes del poder capitalista permanecieron inalteradas”. Por último, la Coordinadora Juvenil Socialista recordó a todos los militantes anónimos que hicieron frente al franquismo:          

 “...hoy cogemos el testigo de todos aquellos que con valentía y determinación lucharon contra este orden de miseria y de barbarie. El testigo de los milicianos  y milicianas, hombres y mujeres del pueblo que apenas habían aprendido a manejar un fusil y defendieron con éxito las grandes ciudades del Estado, enfrentándose a soldados profesionales y haciendo retroceder a los fascistas. El testigo de los brigadistas, que nos enseñaron lo que significa el internacionalismo proletario consecuente. El testigo de aquellos heroicos combatientes que, una vez perdida la guerra, tras pasar frío y hambre en los campos de concentración franceses, se alistaron a las filas de la resistencia y liberaron París de los nazis. El testigo de los hombres y mujeres del maquis, que nos enseñaron el valor de no rendirse nunca, por muy mal dadas que vengan. El testigo de los jornaleros andaluces y los mineros asturianos que se organizaron en la clandestinidad, reavivaron la lucha de los trabajadores y pusieron en jaque al régimen. El testigo de los estudiantes que fueron torturados justo aquí, en este mismo edificio, por luchar de manera incansable, con la cabeza alta y la cara al viento, contra la dictadura fascista. Y también, en fin, el de toda esa innumerable lista de luchadores anónimos que no aparecen en los libros de Historia, pero que tendrán siempre un lugar en el panteón honorífico que nuestra clase reserva a todos aquellos que se entregaron a la causa de la liberación de la humanidad”.