un luchador por la libertad, que pasó por cárceles, ejemplo de coherencia

'Jesús Carreño Tenorio, más represión, más tolerancia (y II)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 3 de Junio de 2023
Segundo y último capítulo dedicado a una de las referencias del activismo en la Universidad de Granada contra el régimen franquista, que nos ofrece Alfonso Martínez Foronda. No te lo pierdas.
Jesús Carreño Tenorio.
Cedida por Jesús Carreño.
Jesús Carreño Tenorio.
Si no tuviste la oportunidad de leer el primer capítulo o quieres volver a leerlo: 'Jesús Carreño Tenorio, el valor de la coherencia (I)'

La tercera detención: el Estado de Excepción de 1970

En la primera parte, nos habíamos quedado en la detención de octubre de 1970 en la que estuvieron implicados Jesús Carreño y Berta Ausín Momblona. Y, decíamos que ambos fueron puestos en libertad a las 72 horas, abriéndoseles el preceptivo proceso en el TOP. Jesús seguirá apoyando a los trabajadores de la construcción. A ello, hay que sumar las protestas contra el Proceso de Burgos, de comienzos de diciembre de 1970, que se intensifican a nivel nacional. Las movilizaciones contra el Proceso de Burgos volvían a destapar el lenguaje guerra civilista de Carrero Blanco cuando afirmaba que era una “campaña antiespañola en el exterior” y de “agentes de la subversión dentro de España” y que eran ellos los que habían provocado numerosos “incidentes universitarios y alteraciones del orden en la calle”. Era el preludio represivo de un nuevo Estado de Excepción.

Y, claro, no pudo asistir a la cita de seguridad, porque a la salida de su casa, sobre las 11 de la mañana, ya lo estaban esperando dos agentes de la BPS que lo cogieron por detrás y lo metieron en un coche camuflado de la policía para llevarlo a la Comisaría de Los Lobos

Y, efectivamente, ese Estado de Excepción se decreta el 15 de diciembre de 1970 por un periodo de seis meses y de ámbito nacional. Jesús se enteró por la radio –entonces vivía con sus padres en la calle Ángel Barrios-, y, al poco rato, lo visitó su camarada Antonio Cruz Jiménez para prevenirle y plantearle que debían “largarse de Granada”, Jesús, que era muy tranquilo, prefirió quedarse en casa esa noche y actuaría al día siguiente. Desde luego, fue un tanto inconsciente porque, cuando se decretaban los Estados de Excepción, se producían detenciones preventivas sobre todos aquellos que tenían antecedentes, quitándolos de la circulación. Y más porque, al día siguiente, su compañera Socorro Robles Vizcaíno lo visitó en su casa para lo mismo, quedando con él, en una cita de seguridad, en el bar La Patrona –junto a la Carrera de la Virgen- y, en lugar de darse prisa, se echó otro ratito. Y, claro, no pudo asistir a la cita de seguridad, porque a la salida de su casa, sobre las 11 de la mañana, ya lo estaban esperando dos agentes de la BPS que lo cogieron por detrás y lo metieron en un coche camuflado de la policía para llevarlo a la Comisaría de Los Lobos. 

Y, de nuevo, a una fría celda, aislado. Jesús será el segundo detenido en ese Estado de Excepción, pues la primera había sido Berta Ausín, que lo fue el mismo día 15 de diciembre

Y, de nuevo, a una fría celda, aislado. Jesús será el segundo detenido en ese Estado de Excepción, pues la primera había sido Berta Ausín, que lo fue el mismo día 15 de diciembre. Recordemos con los Estados de Excepción desaparecía, en la práctica, el habeas corpus y la policía podía retener a los detenidos todo el tiempo que durase esa situación excepcional y, por supuesto, sin asistencia letrada. Los detenidos estaban en la indefensión más absoluta. Los estados de excepción permitían a los cuerpos policiales, legalmente, cualquier arbitrariedad, torturas, vejámenes de cualquier tipo que, luego, quedaban impunes. Por eso, los detenidos sabían que era cuestión de tiempo la capacidad de aguante ante las garras policiales. Y todos los detenidos sabían que ese tiempo “de maduración” en la soledad de la celda minaba la moral del más aguerrido militante. Y, por ello, los detenidos sabían cuándo entraban, pero no cuándo, ni cómo salían. Si no se sabe esto, no se entiende que los presos políticos muchas veces hicieran declaraciones auto inculpatorias con tal de salir de las frías celdas y los terribles interrogatorios y consideraban la cárcel, paradójicamente, como una isla de libertad, porque allí, al menos, desaparecían los interrogatorios y las torturas. Y, para finalizar, hay que saber que si alguien no ratificaba ante el Juez de Instrucción una declaración auto inculpatoria, una vez que estaba en la cárcel, podía ser requerido por la policía y devuelto a comisaría para volver a empezar el círculo infernal. Por ello, muchos preferían auto inculparse con tal de cesar semejante tortura física y psicológica. Y, finalmente, dependía de la consideración policial de la importancia cada uno de los detenidos para retenerlos más o menos tiempo en comisaría. Jesús Carreño Tenorio, estará ocho días en la comisaría de Los Lobos hasta su ingreso en prisión el día 24 de diciembre. Pero retomemos la detención y el periodo de maduración a que lo sometió la policía:

No tenían prisa. Y otra vez solo en la celda. Y me metieron en la celda en condiciones pésimas. Hacía un frío… Y me dieron una manta delgada, que olía a orín y a todo… Y allí, encima de la manta, con ese frío que se colaba por los huesos. Así estuve varios días, tal vez tres, para que madurara. No me interrogaron en los primeros días. No sé si habían detenido a otros, porque no se oía nada. Alguna vez me llevaban –no sé por qué- a la Comisaría de la Plaza de los Campos y luego me volvía a traer a Los Lobos. Tal vez me sacaban cuando metían a otros, pero no lo sé. En los Campos, donde hacía menos frío, estuve alguna noche. No sé para qué hacían aquello.

Al principio me negué a comer y me tuvieron tres días solo. Ellos decían que era para que “madurara”. Y luego los interrogatorios. El talante ya es totalmente diferente respecto a la detención anterior. Eran feroces como D. Paco [Huertas García, “El Jirafa”] fundamentalmente; apareció alguna vez Guisado. Estos eran los mercenarios. Y querían que dijera el organigrama del Partido en la Universidad. Pero lo que más les jodió es que había sido yo el que, cuando se acordó la huelga en la Facultad de Letras a comienzos de curso, fui a los cursos de extranjeros para explicarla y pedir que se sumaran a ella. Esa tarea me la encomendó el Partido. Antes de comenzar el interrogatorio, uno de la BPS, me sacó en un papel en el que tenía anotado, que el día tal, en el curso de extranjeros, yo hablé mal de España, en términos muy duros, ante gente que no son españoles y dejaste el régimen por los suelos. Te portaste como un auténtico antipatriota. Y yo les dije que no “era verdad… pues se habrán confundido con otro…” (…) La BPS lo sabía todo. En los primeros interrogatorios, en los que negué todo, se sucedían las hostias, los puñetazos, empujones, imprecaciones. No me pegaron con vergajos. Fue con las manos, pero a  mí me dolía más el maltrato psicológico. (Entrevista a Jesús Carreño).

Pero esta situación duró poco, porque su madre, camino de la escuela –tenía las clases en el Polígono-, pasaba por Los Lobos y le llevaba café con leche en un botellín de cerveza y una tostada con mantequilla y mermelada envuelta en servilletas. Uno de esos días, al subirlo desde la celda a la sala de interrogatorios, vio el desayuno de su madre en un descansillo y que no se lo habían dado.

“... me entraron ganas de llorar. ¡Cómo somos los humanos! Yo me había mantenido firme, emocionalmente bien [en los interrogatorios no exentos de maltrato] pero, cuando yo vi el desayuno de mi madre en la escalera, me produjo emoción. No porque tuviera hambre, sino por la presencia de mi madre que, desde fuera, pensaba en mí”. (Entrevista a Jesús Carreño).

Eso influiría, posiblemente, en que cesaran los malos tratos. Luego, ya estando en la cárcel, su madre le dijo que le pidió a Guarnido que “no me pegaran mucho”, aunque “estuviera equivocado”

Cree que su madre, uno de esos días, al ir a comisaría a llevarle el desayuno, se habría encontrado con un policía secreta llamado Guarnido, que había sido compañero suyo en la Normal de Magisterio. Eso influiría, posiblemente, en que cesaran los malos tratos. Luego, ya estando en la cárcel, su madre le dijo que le pidió a Guarnido que “no me pegaran mucho”, aunque “estuviera equivocado”. Pobre madre. En fin, el caso es que al día siguiente cesaron los malos tratos, aunque, para salir de la comisaría, tuviera que reconocer que era del PCE. No obstante, en los informes policiales –copia en Archivo Histórico de CCOO de Andalucía- la BPS se da por vencida en el caso de Jesús Carreño, al afirmar que tiene un carácter tan fuerte que es imposible sacarle confesión alguna.

A la cárcel en la Nochebuena de 1970

A los ocho días de estar en comisaría, lo sacan para llevarlo ante el Juez de Instrucción. Coincidirá en el furgón policial con Manuel Contreras del Río, miembro del PCE y estudiante de 5º de Románicas. Contreras había sido detenido el 18 de diciembre en su casa de Guadix, mientras pelaba cebolla. Aunque había estado seis días en comisaría no había coincidido con Jesús. Los dos serán esposados y conducidos a la Audiencia Provincial, en Plaza Nueva. Ante el juez Jesús reconoce que era militante del PCE porque, en caso contrario, podría, de nuevo, ser llevado a Comisaría y eso era volver al infierno. Prefería la cárcel porque  “yo sabía que la cárcel era la libertad comparada con la comisaría”. Y el juez decreta su prisión provisional comunicada y sin fianza. Se le abre el correspondiente proceso en el TOP (Sumario 21/71). El Ministerio Fiscal le pedirá 5 años de prisión: 2 años por propaganda ilegal y 3 años por asociación ilícita.

Es invierno y el frío se cuela entre los huesos. Los dos estudiantes, tras la identificación, son conducidos a una celda en la planta baja, junto a los presos comunes, ya que son los dos primeros políticos –del más de medio centenar que ingresarán en la cárcel desde finales de diciembre a febrero del año siguiente

Y a la cárcel. Es invierno y el frío se cuela entre los huesos. Los dos estudiantes, tras la identificación, son conducidos a una celda en la planta baja, junto a los presos comunes, ya que son los dos primeros políticos –del más de medio centenar que ingresarán en la cárcel desde finales de diciembre a febrero del año siguiente- y tendrán que esperar hasta después de Reyes de 1971 para que la dirección de la prisión habilite una galería, en la parte superior, exclusivamente para los presos políticos. Mas si el habitáculo es inhóspito, no lo eran menos los mismos complementos que el régimen provee a los detenidos, como las mantas de lana. Los funcionarios se las daban para protegerse del frío. Jesús recuerda que “nos llevaron mantas, pero daba asco cogerlas porque tenían restos de excrementos”. Y el sentimiento de culpa cuando llegan fechas tan señaladas en el calendario cristiano y con tantos ribetes sentimentales por causar dolor a sus seres queridos. En el caso de los hombres experimentarán las mismas sensaciones respecto al dolor que su detención había provocado en sus padres y, especialmente, en sus madres. Jesús Carreño, por ejemplo, se podía imaginar la pesadumbre familiar aquella Nochebuena de 1970, “con su niño en la cárcel” o cuando se entera que su madre se había echado a llorar cuando una vecina le preguntó dónde estaba él. Y Jesús recuerda también que los padres de Antonio Ayllón, por ejemplo, que tenían un negocio, “lo tuvieron que cerrar porque la gente se lo boicoteó en Huétor Tájar. Se lo arruinaron. Pero era normal, porque el franquismo había creado tal estado de opinión que los rojos eran la escoria, lo peor y estaba muy mal visto tener un hijo rojo”.

Tras las numerosas detenciones de estudiantes en esas dos primeras semanas, algunos de sus padres visitarán al Rector, Federico Mayor Zaragoza, para que intercediera por ellos ante la autoridad gubernativa

Tras las numerosas detenciones de estudiantes en esas dos primeras semanas, algunos de sus padres visitarán al Rector, Federico Mayor Zaragoza, para que intercediera por ellos ante la autoridad gubernativa. El día 8 de enero de 1971 se entrevistará con el Gobernador Civil “urgido por los familiares de dos de los estudiantes detenidos, concretamente [Javier] Andreu y [Manuel] Vargas”, ninguno de los cuales era del PCE. El Gobernador le comunica –según Mayor Zaragoza- que en esos momentos:

“…hay 20 detenidos en total, de los cuales 8 son estudiantes. Sólo dos, Andreu es uno de ellos, están a disposición del Gobernador. El resto se halla a disposición del Juez que ha procesado y ratificado su procesamiento en todos los casos. Me indica [el Gobernador] que hubo situaciones muy desagradables, de manifestaciones callejeras, distribución profusa de propaganda ilegal, amenazas telefónicas muy graves, y la producción y lanzamiento de algunos petardos de fabricación casera […] le expongo mis mejores oficios por los estudiantes detenidos, deseando que en la medida de lo posible, puedan ser puestos en  libertad, si bien pro (sic) tratarse exclusivamente de sanciones por actividades políticas considero que debo mantenerme en el lugar que le corresponde a la autoridad académica”. (“Entrevista mantenida con el Gobernador Civil de la provincia el día 8 de enero de 1971”, en Archivo General de la Universidad, Estudiantes, Carpeta Huelga de Medicina).
Carta de Jesús Carreño al Rector, Federico Mayor Zaragoza, fechada el 6 de mayo de 1971 solicitándole gestiones para acelerar su libertad condicional. Archivo General de la Universidad, Asociaciones de Estudiantes 69/71,  Leg. 23.272.

Ese quedarse al margen será criticado por algunos estudiantes, como Jesús Carreño, que afirma que su padre visitó al Rector para que intercediera por él y que lo despachó “con cajas destempladas”

Ese quedarse al margen será criticado por algunos estudiantes, como Jesús Carreño, que afirma que su padre visitó al Rector para que intercediera por él y que lo despachó “con cajas destempladas”. Su pertenencia al PCE no daba el perfil para que fuera atendido y, para él, Mayor Zaragoza “era puro gesto. Gestos que duraban hasta lo que duraban, porque después llegaba un momento en que ni gestos ni nada. Ejercía –no voy de decir de lacayo-, pero sí de Rector del régimen”. Pero más allá del juicio que cada estudiante tenía sobre el papel que había jugado el Rector, este se limitará a posibilitar a los estudiantes la realización de los exámenes de junio. En su caso, será examinado por los profesores del Departamento de Historia, José Fuente y Cristóbal Torres.

Comunicación del Rector Federico Mayor Zaragoza para que se autorice la entrada de profesores de Filosofía a la prisión provincial para hacer exámenes a los detenidos. Archivo General de Universidad, estudiantes 71/72.

Pero la cárcel también le sirvió para crecer políticamente, para comprobar la valía militante como Emilio Cervilla Alonso, de Pepe Cid, de Pedro Girón Torres,  de Luis Afán de Rivera, de Ernesto Caballero Castillo 

Mientras tanto, la cárcel es también una escuela de aprendizaje. Tanto tiempo juntos, personas que no se conocen, por las reglas de la clandestinidad, tiene sus aristas. No podemos establecer una imagen idílica de las relaciones entre los presos políticos. Si casi todos coinciden en que esa experiencia les sirvió para crecer política y personalmente, no es menos cierto que en ese espacio también afloran divergencias. Inevitablemente, no todos coinciden en el análisis sobre las fortalezas o debilidades del régimen y, por ello, como en el caso de Jesús, éste se alejaba de la consideración triunfalista que ofrecía la dirección del Partido sobre la inminente caída de la dictadura. Él creía, y así lo expresaba, que Franco no acabaría como Salazar. Eso, afirma, le llevó a que algunos de sus camaradas le “apartaran” de las decisiones, -también a otros- aunque siempre mantuvo su “derecho a discrepar”. Y es que el dogmatismo fue siempre un mal para la izquierda. Pero la cárcel también le sirvió para crecer políticamente, para comprobar la valía militante como Emilio Cervilla Alonso que era “el “mártil de la causa” y su afán por aprender, por su ejemplo de compromiso; de Pepe Cid que “cuidaba a todo el mundo” y su obsesión por la unidad; de Pedro Girón Torres, maestro de obras, por su fina inteligencia y el rigor en sus análisis; de Luis Afán de Rivera, de Ernesto Caballero Castillo por su “serenidad”, entre otros. Él cree que en la cárcel creció personalmente con el ejemplo de muchos de estos camaradas que sufrieron en sus carnes la represión franquista. Y que, a pesar de todo, han sido tan poco o nada valorados.

En ese contexto carcelario, una dificultad añadida es que desde el Gobierno Civil se intentará prolongar la estancia en la cárcel lo máximo posible de la mayoría de los detenidos, obreros o estudiantes, especialmente de quienes fueron acusados de “terrorismo” al implicarlos, genéricamente, en el lanzamiento de los cócteles molotov. En la medida en que algunos detenidos van consiguiendo la libertad provisional por orden judicial, pendientes de su proceso en el TOP, y van pagando la fianza correspondiente, el Gobernador Civil, los mantiene en la cárcel tal y como le reconocía la legislación durante un Estado de Excepción, ya que éste podía retenerlos todo el tiempo en que estuviese en vigor. Era una forma clara de afirmar que no existía separación de poderes, pues el poder único y real lo tenía el Gobierno y, en este caso, su representante en la provincia.

El Departamento de Información del Distrito de Granada denunciará esta situación arbitraria en varias ocasiones, como en el informe que elabora el día 14 de abril de 1971, en el que criticaba la arbitrariedad del Gobierno Civil que seguía manteniendo en prisión a muchos de los que ya habían pagado la fianza

El Departamento de Información del Distrito de Granada denunciará esta situación arbitraria en varias ocasiones, como en el informe que elabora el día 14 de abril de 1971, en el que criticaba la arbitrariedad del Gobierno Civil que seguía manteniendo en prisión a muchos de los que ya habían pagado la fianza (que iba desde las 15.000 a las 20.000 pesetas), mientras otros –por determinadas influencias familiares con las autoridades- conseguían la libertad condicional. Las gestiones que sus familiares hicieron ante el propio Gobernador, el Arzobispo o el Delegado de Sindicatos fueron infructuosas y esos  días no serían válidos a efectos de redención de la posible pena que les pudiera imponer en TOP. El Estado de Excepción permitía legalmente este tipo de arbitrariedades, por mucho que los representantes estudiantiles vieran en esta anomalía “la paradoja de que se encuentran en prisión provisional, a pesar de tener su libertad judicial”. Esto sería así en un Estado de Derecho, pero no en la dictadura franquista, ya que los estados de excepción, de hecho, anulaban no sólo el “habeas corpus”, sino las más mínimas garantías procesales y, en ese sentido, los gobernadores civiles disponían de los detenidos a su antojo mientras estuvieran en vigor, como prueba inequívoca de la servidumbre del poder judicial respecto al gobierno.

Informe del Departamento de Información del Distrito Universitario a 12 de abril de 1971 sobre la situación de los presos políticos de Granada por el Estado de Excepción. Archivo General de la Universidad, carpeta Estudiantes 69/71.
Información de la Cámara de Distrito el 18 de febrero de 1971 sobre la relación de detenidos en el Estado de Excepción de 1970/71. Archivo General de la Universidad, carpeta Estudiantes 69/71.

Todavía a mediados de abril de 1971 no habían pagado su fianza los estudiantes Antonio Aragón Orellana, Antonio Cruz Jiménez, Jesús Carreño y Manuel Contreras del Río, como tampoco se les había concedido la libertad provisional a aquellos obreros o estudiantes que, por motivos distintos, deberán seguir en la cárcel. Entre ellos, Paco Portillo, Emilio Cervilla Alonso, Ernesto Caballero Castillo, Antonio Noguera López o José Romero García; y, entre los estudiantes, Joaquín Bosque Sendra, Antonio Ayllón, Juan Jesús Barrios López o Manuel Vargas Rienda. A comienzos de mayo de 1971 Jesús Carreño había pagado la fianza de 20.000 pesetas junto a otros estudiantes como Manuel Contreras del Río y Antonio Cruz Jiménez, pero permanecerá en la prisión por orden gubernativa hasta el 24 de mayo de 1971 en que sale en libertad condicional. Hasta conseguir la libertad condicional, Jesús hizo todo tipo de gestiones, como escribirle al arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán –que lo había sido de Guadix-Baza en 1965- por mediación de su tío Fermín, que era sacerdote y había coincidido con Merchán en Guadix. Merchán quedó impresionado por la carta recibida e hizo alguna gestión con el Gobernador Civil. Y también envió una carta al Rector en la misma dirección. Desconocemos si éste hizo algo al respecto. No obstante, no hay que perder de vista que siempre, y en última instancia,  era el Gobernador el que tenía todo el poder en sus manos para retener a los presos el tiempo que considerase. Imposible saber en qué pudieron influir esas cartas.

De toda la caída de ese Estado de Excepción se abrieron varios sumarios (21/71, 418/70, 453/70 y 1006/71) y, de nuevo, nos encontramos con la arbitrariedad de la justicia franquista, pues alguno como el 21/71, que era el mayor, se guardó en el cajón: y,  otros, sin embargo, fueron procesados y condenados

Al final, y a pesar de las altas peticiones fiscales hacia la mayor parte de los detenidos, sin embargo, la mayoría no fueron juzgados por el Tribunal de Orden Público, aunque se instruyó el sumario preceptivo y el Ministerio Fiscal adjudicó en 1973 los delitos y las penas que les correspondían. De toda la caída de ese Estado de Excepción se abrieron varios sumarios (21/71, 418/70, 453/70 y 1006/71) y, de nuevo, nos encontramos con la arbitrariedad de la justicia franquista, pues alguno como el 21/71, que era el mayor, se guardó en el cajón: y,  otros, sin embargo, fueron procesados y condenados. Cosas de la justicia franquista.

Y, además, en las listas negras

Con la eclosión de las protestas estudiantiles desde el año 1970, la BPS irá acumulando una serie de datos sobre los estudiantes que más se destacaron por sus “actividades subversivas” y que el Ministerio de Educación trasladará a las autoridades académicas, para que éstas, a su vez, pudieran aplicar elementos punitivos de acuerdo con la legislación vigente. Así, el primer documento de estas características viene firmado el 21 de febrero de 1971, en pleno Estado de Excepción, donde el Ministerio de Educación remite un dossier de alumnado con un resumen de su ficha policial, para que la autoridad universitaria aplicase como estimase procedente el artículo 28 del Decreto de 8 de septiembre de 1954 (por el que se aprobó el Reglamento de Disciplina académica en los centros de Enseñanza) que, en síntesis, venía a plantear que las autoridades académicas podían prohibir la entrada a los centros y sus aulas de aquel alumnado que “haya perturbado o amenace perturbar la disciplina”. Son nombres conocidos y que coinciden, básicamente, con los activistas que habían sido detenidos a lo largo de 1970. Aunque en la Universidad de Granada no se hiciera uso de este documento por parte de las autoridades académicas, o al menos no hemos tenido constancia de ello, lo esencial era que hacía una radiografía del núcleo subversivo en las distintas facultades. Aunque en la lista faltan algunos activistas importantes y otros –los menos- no habían alcanzado tanta notoriedad, lo cierto es que la mayoría de ellos ya tenían antecedentes policiales porque habían sido detenidos entre 1968 y 1971. De nuevo, aparecerán aquellos dirigentes conocidos como los granadinos Joaquín Bosque Sendra, Berta Ausín Momblona, Arturo González Arcas, Antonio Cruz Jiménez, Juliana Cabrera Moreno, Socorro Robles Vizcaíno, Jesús Carreño Tenorio, Agatángelo Soler Díaz o Antonio Aragón Orellana, entre otros. Así, la geografía de la subversión en esos momentos es muy significativa:

Radiografía del alumnado conflictivo; 17 de febrero 1971

Ciencias

Derecho

Farmacia

Letras

Ciencias Económicas

Medicina

1

1

3

8

19

6

Fuente: Ministerio de Educación y Ciencia, Director General de Universidades e Investigación, oficio a Rector de Granada de 17 de febrero de 1971, en Archivo General de la Universidad, Asociaciones de Estudiantes y elaboración propia.

Debería de enviarse este tipo de documentos anualmente, porque al año siguiente, concretamente el 22 de septiembre de 1972, aparecerá otro documento de similares características, pero donde parece que se censura la pasividad del rectorado de la Universidad de Granada, ya que le advierte que el alumnado que se adjunta “ha creado situaciones conflictivas de matiz subversivo y (sin embargo) no se les ha aplicado el artículo 28”. De nuevo, vuelven a repetirse los nombres de muchos de los dirigentes que aparecían en el primer documento y que todavía seguían estudiando en la Universidad, pero se añaden otros nuevos que, posiblemente, pasaran por comisaría ese año o protagonizaran determinados conflictos en la medida en que van sustituyendo a los dirigentes anteriores.

Listas negras elaboradas en 1971 en las que figura, entre otros, Jesús Carreño. Archivo General de Universidad, estudiantes 71/72.

El servicio militar, nuevo castigo

Derivado de estas dos detenciones de 1970 y, finalizado el Estado de Excepción, fue castigado doblemente. Estando en la cárcel se le comunica que le habían quitado la prórroga por estudios y, por tanto, tenía que incorporarse el día 2 de enero de 1971 a la Comandancia Militar de la Marina de Málaga, pero como estaba detenido no se incorporará hasta que finalice el Estado de Excepción. En julio de 1971 será destinado –al igual que otro detenido, Nicolás Marín- al cuartel de San Fernando (Cádiz), para hacer la instrucción en la Marina. Allí, el Juez Militar –al que le llegan sus antecedentes políticos- lo interroga sobre la militancia de su compañero Nicolás Marín y, a la inversa, posiblemente de forma burocrática, sin ánimo de complicarse la vida. Ambos, lógicamente, negarán conocer la militancia de su compañero. Pero antes de ser destinado a Marín, y por mediación de su tío Luis –que había sido expedicionario en la División Azul- se hizo alguna gestión ante un Almirante que conoció en el frente de batalla en Leningrado para que lo destinaran a algún lugar cercano a Granada. Una gestión inútil que tuvo una respuesta clara por parte del Almirante a su tío Luis, referida a Jesús: “El rapaz, no es de fiar”. Estaba claro. Y, como castigo, fue destinado a lo más lejos de Granada: a la Escuela Naval de  Marín (Pontevedra), un destino para represaliados.

Cuando Carreño llega a la escuela Naval de Marín lo ponen en una oficina, pero poco después llega su informe policial y lo envían al economato de la Escuela de Guardiamarinas. Y como protestase de la “explotación” a que era sometido por un suboficial, será destinado “al Aula de torpedos”, que no tenía ni torpedos, ni era aula

Cuando Carreño llega a la escuela Naval de Marín lo ponen en una oficina, pero poco después llega su informe policial y lo envían al economato de la Escuela de Guardiamarinas. Y como protestase de la “explotación” a que era sometido por un suboficial, será destinado “al Aula de torpedos”, que no tenía ni torpedos, ni era aula. En fin, que se lo quitaron de en medio para que cumpliera la mili sin más trámite. En medio, en julio de 1972, se casará con Socorro Robles Vizcaíno en Granada. Finalmente, se licenciará de la mili en diciembre de 1972 e, inexplicablemente, al volver a la etapa civil no se le reclama por el TOP para que cumpliera la sentencia que lo había condenado a 3 meses de arresto mayor por su detención del 16 de octubre de 1970. ¿Se perdió en el camino de la burocracia? Pero, la cuestión es que ni él mismo, cuando hace poco le hice la entrevista, era consciente de esa sentencia.

Sigue la represión en la vida civil

Había terminado la licenciatura de Historia en febrero de 1973 y, poco después, por mediación de un amigo, encontrará trabajo en el Padre Suárez para sustituir la baja de una profesora de Lengua Española. Entonces, las sustituciones o vacantes se cubrían sin bolsas de trabajo, ni por supuesto, seguimiento sindical de adjudicaciones. Era puro chalaneo. Y, así, Jesús sustituirá la baja de esa profesora teniendo que dar una especialidad que no era la suya, Lengua y, además, dos cursos de COU. Tuvo que ponerse al día estudiando lo suyo, pero su fuerza de voluntad podía con todo. Durante dos o tres meses tendrá el reconocimiento profesional del mismo Director del centro e, incluso, de un alumnado al que lleva sin sobresaltos. Un día, lo llama el Director y le plantea que debe presentarse en la Delegación porque una denuncia anónima ha llegado al Gobernador Civil, Alberto Leiva Rey, y éste le ha comunicado tanto a él como el propio Delegado Provincial que debe finalizar su contrato. E, incluso, con amenazas: si no te vas “te saca arrastras la BPS”. Jesús recuerda el bochorno del propio Director al comunicárselo, pues él no tenía ninguna queja, antes al contrario, y que se colocaba en una situación complicada.

La denuncia había partido de algunos profesores falangistas de su propio centro. Incluso se repartieron por Granada panfletos contra la presencia de Jesús Carreño en el Suárez. ¿Cómo un “rojo”, un antiespañol, podía dar clase en un centro público?

Y es que la denuncia había partido de algunos profesores falangistas de su propio centro. Incluso se repartieron por Granada panfletos contra la presencia de Jesús Carreño en el Suárez. ¿Cómo un “rojo”, un antiespañol, podía dar clase en un centro público? Porque, para seguir con la ignominia, el Delegado Provincial lo convocará una tarde de mayo en su despacho –para evitar posible situaciones conflictivas- y le reprochará eso precisamente: que si era comunista y antiespañol cómo se le ocurría pedir trabajo a un Estado del que era público y reconocido enemigo. Y la respuesta,  más o menos de Jesús, fue que:

“… nací en La Calahorra, que es España; y no soy afgano, ni paquistaní… soy tan español como Vd. Y yo no voy en contra de España, sino de unos señores que gobiernan este  país, que es el mío, y creo, entre otras cosas, aquello que decía Cervantes que la libertad es el don más preciado del hombre y no voy a renunciar a ello, y no he hecho daño a nadie, sino sólo discrepo de las cosas que ocurren en España. Y claro, la pregunta era: “por qué se me despide”. Y como no había nada objetivo contra mi profesionalidad, estaba claro que era contra mi ideología".

Y, efectivamente, como no había argumentos, ni razones laborales, ni profesionales para su despido, el Delegado, sin más razón que la fuerza de su cargo en una dictadura, lo echó del despacho con cajas destempladas. Y fue despedido sin más. Sin más, porque ni siquiera hubo indemnización. La dictadura era la arbitrariedad absoluta, valga la redundancia.

Al menos, despejaba un problema no menor, pues muchos represaliados del franquismo se encontraban a finales de la dictadura con dificultades para reintegrarse en la vida laboral

Como dicen que dios aprieta, pero no ahoga, a comienzos del curso 1973/74 podrá encontrar trabajo en Chauchina, que era una filial del Padre Suárez, pero tuvo la suerte que por esas fechas, D. Joaquín Bosque Maurell, a la sazón Vicepresidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, abrió una convocatoria para profesores en el centro que la Obra Social de esa entidad tenía en el Zaidín. Y Bosque Maurell le pedirá a algunos represaliados –recordemos que él conocía la naturaleza del régimen porque su hijo, Joaquín Bosque Sendra, fue uno de los torturados en el Estado de Excepción de 1970- que se presentaran porque en sus bases se recogía que primarían a quienes tuvieran la titulación de Magisterio –pues había que dar clase a niños y niñas de Primaria- y una Licenciatura –pues había que dar clase a lo que ahora es la ESO. Y estos requisitos los tenía Jesús Carreño, así que, tras una criba entre los numerosos aspirantes, fue contratado. Y es en este centro donde seguirá trabajando el resto de su vida laboral. Al menos, despejaba un problema no menor, pues muchos represaliados del franquismo se encontraban a finales de la dictadura con dificultades para reintegrarse en la vida laboral.

Firmas de represaliados políticos granadinos entregadas al Gobierno Civil de Granada en enero de 1975 reivindicando la amnistía. Entre ellas, la de Jesús Carreño. AHPCE, Nacionalidades y Regiones, Andalucía, Caja 82, Carpeta ¼.

Aunque los partidos de oposición granadinos se movilizaron por la amnistía en la jornada de lucha del día 12 de diciembre de 1975, el verdadero inicio de la campaña pro amnistía en Granada, una vez muerto Franco, se remonta al mes de enero de 1976

Aunque los partidos de oposición granadinos se movilizaron por la amnistía en la jornada de lucha del día 12 de diciembre de 1975, el verdadero inicio de la campaña pro amnistía en Granada, una vez muerto Franco, se remonta al mes de enero de 1976. Jesús Carreño será uno del más de centenar de represaliados políticos que se reúnen en el Hospital Real y luego hacen una manifestación el 18 de enero de 1976 y entregan a las autoridades (Gobierno Civil, Arzobispado y Colegio de Abogados) una carta, con su firma, pidiendo la amnistía. (AHPCE, Nacionales y Regiones, Andalucía, caja 82, carpeta 1/4). (Diario Ideal de 20-1-76, p. 13). Y Jesús será uno de los expresos políticos que firme la carta pidiendo la amnistía en la que exponían los perjuicios que padecían todavía, como negación de certificados de buena conducta que, junto a sus antecedentes penales -que no habían desaparecido-, les impedía acceder a puestos de trabajo en la administración y los convertía, en la práctica, en ciudadanos de segunda clase. Entre  los firmantes de esta carta encontramos a estudiantes como Dolores Huertas, Ildefonso Prieto, Fernando Wulff, Javier Terriente, Nicolás Flores Martínez, Esteban Rodríguez Ocaña, Juan Martos Quesada, Bruno Alcaraz, Antonio Ayllón, Pilar Bustamante, Aránzazu Oñativia, Antonia Picazo, Socorro Robles, Jesús Carreño, Juliana Cabrera, Dolores Parras o Ildefonso M. Moles, entre otros. (AHPCE, Nacionalidades y Regiones, Andalucía, caja 82, carpeta 1-4).

De izquierda a derecha: Miguel Girela Reyes, Jesús Carreño Tenorio, Lola Hita Romero, Eduardo Saborido Galán, Andrés Navarro Vinuesa y Manuel Sánchez Díaz en el 25 aniversario de CCOO, en Sevilla. Jesús Carreño y Manuel Sánchez, fueron firmantes de la manifestación de julio de 1976 e identificados por la policía por sus antecedentes. Foto cedida por Lola Hita Romero. 

La Brigada Político Social recoge en sus informes de 1976 todavía algunos datos significativos de dirigentes estudiantiles con lo que le interesa destacar de cada uno de ellos –además de sus detenciones, participación en manifestaciones o procesos judiciales-, de forma que el Gobernador Civil se haga de cada uno de ellos una idea más aproximada de quiénes son los que solicitan determinado acto cultural o determinada manifestación. En algunos casos el informe desciende a temas privados (quién es marido o mujer de, recursos económicos, trabajos, amistades, etc.), de forma que la investigación no sólo se circunscribe a su actividad política, sino  también a cuestiones personales: de Jesús Carreño Tenorio, por ejemplo, se dice que además de ser un destacado militante del PCE, se había encargado de “la discusión política y centros de Enseñanza Media”.

Pero, muerto el Dictador, murió el régimen en la práctica, no de forma mecánica, sino por el esfuerzo de personas que, como Jesús, arriesgaron su vida a su comodidad

Pero, muerto el Dictador, murió el régimen en la práctica, no de forma mecánica, sino por el esfuerzo de personas que, como Jesús, arriesgaron su vida a su comodidad. Claro que, en su caso, desde que había salido de la cárcel y, ya en la transición, no tenía la misma visión de lo que era el Partido e irá desacelerando su militancia. No obstante, todavía en  la II Conferencia Provincial del PCE –Pinos Puente, 1 de julio de 1979-, será elegido miembro del Comité Provincial formado por 35 personas. (Fondo PCA, caja 363, en AHCCOO-A). Durante un tiempo fue, incluso, responsable de la Agrupación de “profesionales” del PCE donde estaban Bernabé López García, Joaquín Bosque Sendra, Fanny Rubio, Juan Barrios, Cristóbal González Román, Rafael Peinado, José Luis Orozco, Mariano Maresca, Juan Carlos Rodríguez, Rafa Pedrajas, Antonio Cruz Jiménez, Felipe Santana, José Luis Leyva, Mateo Revilla o Baltasar Garzón, entre otros. Pero las crisis internas del PCE, la llegada a la organización de un aluvión de personas con otros intereses, algunos codazos para ir en listas electorales y otros aspectos ideológicos, lo irán desmotivando y ya en 1997 formará parte del proyecto de Nueva Izquierda –liderado por Diego López Garrido y Cristina Almeida- y, fracasado el mismo, ingresará en la corriente de Izquierda Socialista dentro del PSOE. Y hasta hoy.

Asistentes granadinos al acto de celebración del 25 Aniversario de CCOO celebrado en Sevilla (2003): abajo, Lola Hita, junto a Luis López García “Orovives”. En la foto, conocidos sindicalistas como Pedro Vaquero del Pozo, Pepe Cid de la Rosa, Ricardo Flores, Jesús Carreño Tenorio, Ana Ortega Serrano, Andrés Navarro, “Maruja”, Manuel Sánchez Díaz, Marta Pérez Muñoz, Pepe Lucena, Miguel Girela Reyes o Juan Martínez Martínez, entre otros.
Pegatina del PCE sobre el Pacto por la Libertad. Fondo Gráfico del AHCCOO-A.

Cuando se crea el Sindicato Provincial de Enseñanza de CCOO de Granada en 1984, Jesús Carreño será su primer Secretario Provincial. Lo acompañarán en la dirección Juan Martínez Martínez, Bernardo Hidalgo, Eloísa Jiménez Millán, Paco Cardenete, Juan Torres López y Juan Alfredo Bellón, entre otros

Sin embargo, desde que comienza su vida laboral percibe que donde más cómodo se siente es como sindicalista. Y saldrá elegido como enlace en las elecciones sindicales de 1975, junto a su compañero Juan Bautista Martínez Martínez. Los dos se convertirán en una referencia de los trabajadores y trabajadoras del sector y ya en 1976 negociarán un convenio colectivo que será uno de los más avanzados de España en términos económicos, pero también de cláusulas sociales. Mientras tanto, dado que los sindicatos aún eran ilegales, el que sería en el futuro el Sindicato de Enseñanza de CCOO, se irá nucleando entre 1976-1978 con militantes como Jesús Carreño Tenorio, Socorro Robles Vizcaíno, Juan Alfredo Bellón Cazabán, Pilar Censola, Juan Martínez Martínez, María Victoria Prieto, Luis Barranco Luque, Pablo Alcázar, Emilio Carmona, Juan de Dios Vico Robles, Tomás Ruiz Medialdea o Paco Quesada Granados, entre otros. Un sindicato que surgió tras el debate que hubo a nivel nacional entre enseñantes de izquierda que a la salida de la dictadura tuvieron que optar entre constituir un sindicato unitario de enseñantes, propio, o integrarse en CCOO. No fue una tarea fácil para la rama de Enseñanza porque tuvieron que vencer determinados recelos de quienes aún los veían como “trabajadores de cuello blanco”. La Federación de Enseñanza, como la de Administración Pública, también tuvo que esperar hasta 1984 para constituirse, aunque se dotó previamente de una Coordinadora, siendo su responsable, en 1980, Juan Alfredo Bellón Cazabán. Y ya, cuando se crea el Sindicato Provincial de Enseñanza de CCOO de Granada en 1984, Jesús Carreño será su primer Secretario Provincial. Lo acompañarán en la dirección Juan Martínez Martínez, Bernardo Hidalgo, Eloísa Jiménez Millán, Paco Cardenete, Juan Torres López y Juan Alfredo Bellón, entre otros.

Grupo de teatro KOMIKOS representando la obra El Florido Pensil, de Sopeña, en Jimena de la Frontera (Cádiz) en 2017. De izquierda a derecha: Jesús Carreño, Ilde Gutiérrez, Luis Martín Mesa, Antonio Martínez, Alfonso Martínez Foronda y, de cura, Miguel Pereira. Foto de Lola Hita.
Debo acabar. Sé cómo es Jesús Carreño porque comparte conmigo la pasión por la historia, la literatura y el teatro. Es un lector voraz. Le gusta repetir aquello de que no hay que ser esclavo de nuestras palabras, pero sí el dueño de nuestros silencios. Sabe que toda sociedad que no defienda la tolerancia y la civilidad desde los márgenes del diálogo y del parlamentarismo, aquella sociedad que favorezca la intransigencia desde el populismo demagógico, es una sociedad que siembra vientos peligrosos y que, más pronto que tarde, puede recoger tempestades imprevisibles. Dicho queda.

Bibliografía:

  • MARTÍNEZ FORONDA,  Alfonso: La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Fundación de Estudios y Cooperación de CCOO-A, Granada, 2012.
  • MARTÍNEZ FORONDA,  Alfonso (coord.): La conquista de la libertad. (Historia de CC.OO. de Andalucía, 1962-2000). Fundación de Estudios Sindicales. AHCCOO-A, Puerto Real, 2005.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • Archivo General de la Administración, Memoria del Gobierno Civil de Granada, de marzo de 1971, p. 5.
  • Archivo General de la Universidad. Secretaría General Rectorado. Asunto: Estudiantes. Carpeta “Boletín de situación de estudiantes”, curso 71/72; Estudiantes, Carpeta Huelga de Medicina. (“Entrevista mantenida con el Gobernador Civil de la provincia el día 8 de enero de 1971); Informe del Departamento de Información del Distrito de Granada, titulado “Situación de los presos políticos en Granada”, de 14 de abril de 1971, Secretaría General del Rectorado, Asociaciones de Estudiantes, 69/71, leg. 23-272;
  • Archivo Histórico del PCE, Nacionalidades y Regiones, Andalucía, caja 82, carpeta 1-4.
  • Diario Ideal, 11 de julio de 1976.
  • Entrevistas a Jesús Carreño Tenorio, Joaquín Bosque Sendra, Antonio Aragón Orellana, Antonio Cruz Jiménez, Socorro Robles Vizcaíno, Federico Mayor Zaragoza, en Fondo Oral del AHCCOO-A.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: