El Estado de Excepción de 1969 en Granada (II)
Cárcel y confinamientos
Los que habían sido detenidos al inicio del Estado de Excepción, a finales de enero, serán conducidos a la cárcel de Granada en un furgón, esposados de dos en dos y llevados a la enfermería, situada en la planta alta de la cárcel. A pesar del mal estado de la misma –no usaron sus sábanas, ni sus mantas por su mal aspecto-, ocupan toda la enfermería y serán vigilados discretamente por un funcionario y atendidos –con planteamientos no exentos de paternalismo- por un profesor de Medicina en la Universidad y hombre del régimen. Es decir, su permanencia en la cárcel debe entenderse como “tránsito” hasta que el Gobernador Civil no adjudicara a cada uno su destino una vez que fueran “confinados” a los domicilios de sus padres o de algún familiar. A pesar, no obstante, de este trato distinto, para algunos la experiencia de la cárcel será única porque es la primera vez que acusan el golpe y miran el rostro de la represión cara a cara, sobre todo, en la reacción de sus padres.
Lo de la enfermería era un trato de favor para evitar tensiones en la propia Universidad, porque de haber seguido las movilizaciones los estudiantes detenidos “tenían las de perder”, porque podría haber una sanción mayor
Lo de la enfermería era un trato de favor para evitar tensiones en la propia Universidad, porque de haber seguido las movilizaciones los estudiantes detenidos “tenían las de perder”, porque podría haber una sanción mayor. Ese trato privilegiado hacia los estudiantes, sin pasarlos por el Juez de Instrucción para evitar que se les abriera un juicio en el TOP o llevarlos a la enfermería de la cárcel para evitar su contacto con los comunes, es compartido por alguno de los detenidos, como José María Alfaya, que reconoce que la detención sirvió para cumplir un expediente a las autoridades gubernativas de Granada:
Su permanencia en la enfermería de la cárcel será entre 6 y 8 días y sus relaciones con sus carceleros fueron cordiales. Uno de ellos, que había sido alumno de Farmacia, compartía su trabajo conversando amigablemente con los encarcelados y como en alguna ocasión les dijera que “vaya mierda de redada” había sido todo aquello, le sirvió de inspiración al artista en ciernes, José María Alfaya, para crear una canción alusiva a aquella caída:
¡Fum, fum, fum! (bis)
Nos mandaron al destierro:
fue por orden del gobierno.
¡Joder, machos, qué putada!
¡Vaya mierda de redada!
¡Fum, fum, fum!
Cuando llegue el mes de marzo
¡Fum, fum, fum! (bis)
y se acabe la excepción,
la excepción, la excepción,
entonces ya volveremos.
Todos juntos cantaremos:
¡Joder, machos, qué putada!
¡Vaya mierda de redada!
¡Fum, fum, fum!
(Según Alfaya, esta canción imitando el popular villancico del “25 de diciembre”, empezaría a componerla en la enfermería de la cárcel y después fue completada durante su confinamiento. Una letra de urgencia, “merecedora de un Pulitzer de literatura” como reconoce irónicamente el autor. Entrevista a José María Alfaya, en AHCCOO-A).
El confinamiento era en la residencia paterna, pero en el caso de que ésta estuviera en Granada capital se exigía que el estudiante estuviera fuera de ella con otros familiares
El Gobernador Civil, en fin, ordenará su confinamiento o su “residencia forzosa” mientras durase el Estado de Excepción e irán saliendo de la enfermería de la cárcel, con distintos destinos, entre el día 1 de febrero y el 4 de mismo mes. El confinamiento era en la residencia paterna, pero en el caso de que ésta estuviera en Granada capital se exigía que el estudiante estuviera fuera de ella con otros familiares. De los confinados, sólo había dos casos: el de José María Lozano -que tendrá que residir con su tío Ricardo Pérez Muriel, en Cáceres capital-, y el de Arturo González Arcas, con su hermano Antonio, militar en la base de Tablada (Sevilla); el resto, lo harán en el domicilio paterno como José María Alfaya y Mohamed Abdelkáder, en Ceuta; Javier Terriente, en Málaga y, Miguel A. Pérez Espejo, en su domicilio familiar de Cartagena (Murcia).
Los confinamientos llevaban implícito la presentación todos los días que durare el Estado de Excepción (o mientras lo determinara el Gobernador Civil) en la comisaría de destino “a la hora que señale el Sr. Comisario
Los confinamientos llevaban implícito la presentación todos los días que durare el Estado de Excepción (o mientras lo determinara el Gobernador Civil) en la comisaría de destino “a la hora que señale el Sr. Comisario”. Ninguno de ellos tendrá problemas especiales durante el mes en que van a estar “confinados”. La rigidez de la norma lleva, por ejemplo, a que Arturo González Arcas, con el pie escayolado, tenga que ir todos los días a la comisaría sevillana de la Gavidia para hacer acto de presencia. Allí, precisamente, escuchará “…gritos horrorosos de las torturas que se estaban infringiendo..., desde los despachos se oían cosas horrorosas, gritos de estar paliceando a la gente”. (Entrevista a Arturo González Arcas, en AHCCOO-A). González Arcas hace referencia a las torturas que se aplicaron en esta famosa comisaría a algunos militantes obreros sevillanos durante ese Estado de Excepción. Y es que el Estado de Excepción en Sevilla sí acarreó detenciones y torturas entre dirigentes obreros tanto en el Cuartelillo de la Guardia Civil de La Calzada como en la célebre comisaría de la Gavidia. Y es que la dictadura, además de arbitraria era clasista, como no podía ser menos.
Ante la negativa del mismo, Antonio Gallego Morell sería abucheado por un grupo de estudiantes que pidieron su dimisión
Como reacción a estas detenciones, a comienzos de febrero se celebrará una asamblea en la Facultad de Filosofía y Letras a la que asistirán medio millar de estudiantes. No prosperaría la propuesta de los militantes del PCE de ir a la huelga, que llega incluso a votarse, pero lograrían que se cerrara la Facultad de Filosofía, al tiempo que pedirán al Decano que autorizara asambleas libres todos los días. Ante la negativa del mismo, Antonio Gallego Morell sería abucheado por un grupo de estudiantes que pidieron su dimisión. Los estudiantes más destacados en aquella asamblea fueron Joaquín Bosque Sendra –hijo del catedrático de Geografía de la misma Facultad- y Javier Iglesias, hijo del Delegado Provincial de la Vivienda y Coronel del Ejército.
Precisamente, a los pocos días, el 4 de febrero, concretamente, detendrán a Joaquín Bosque porque su nombre había salido en una caída de militantes del PCE de Zaragoza, donde había iniciado su militancia política en el curso 67/68. Trasladado rápidamente a la comisaría de esa ciudad será torturado en sus calabozos en dos ocasiones dándole con el vergajo en todo el cuerpo u obligándole a hacer la famosa “bicicleta”. A pesar de ello, nada pudieron arrancarle y, de hecho, cuando se celebra el juicio en el TOP, el 6 de octubre de ese mismo año, tendrán que absolverlo por falta de pruebas. Tras pasar casi una semana en comisaría será trasladado, primero a la cárcel de Torrero (Zaragoza), durante unos meses y, posteriormente, a la de Carabanchel de donde sale en junio de ese mismo año, después de participar en un plante al director y en una huelga de hambre.
Un mes más tarde del inicio del Estado de Excepción, el Gobernador Civil de Granada, Gómez Jiménez de Cisneros, resuelve levantar las sanciones impuestas a estos estudiantes, coincidiendo con la visita que realiza el Ministro de Obras Públicas a la ciudad para lanzar propagandísticamente el famoso –por fallido- Polo de Desarrollo Industrial
Un mes más tarde del inicio del Estado de Excepción, el Gobernador Civil de Granada, Gómez Jiménez de Cisneros, resuelve levantar las sanciones impuestas a estos estudiantes, coincidiendo con la visita que realiza el Ministro de Obras Públicas a la ciudad para lanzar propagandísticamente el famoso –por fallido- Polo de Desarrollo Industrial, que había aprobado el Consejo de Ministros el día 21 de ese mismo mes. En esta ocasión, el Gobernador, adornándose con la fraseología rimbombante del régimen y, dentro del espíritu paternalista que les era tan familiar, levanta la sanción a los estudiantes afectados por estas medidas disciplinarias y, en concreto, “las limitaciones impuestas a su libre residencia”, “valorando la sensatez y cordura de la inmensa mayoría del alumnado universitario”, al tiempo que desea que la “paz ciudadana” impere de nuevo en los recintos universitarios que “tienen por fin formar lo más elevado del ser humano” y todos puedan entregarse a la “realización del esplendoroso futuro que tiene reservado Granada y su provincia”. (Diarios Patria e Ideal de 25 de febrero de 1969, pp. 11 y 13, respectivamente). Esta declaración a los medios de comunicación se trasladará también a los afectados cuando se les comunica, por oficio fechado el 25 de febrero, que les levanta “su residencia forzosa”, pero les recuerda que en lo sucesivo sabrán “valorar esta prueba de benevolencia, correspondiendo a ella con su conducta en lo sucesivo”.
Casi todos ellos se volverán a reincorporar a sus clases y a su rutina académica inmediatamente en que se les comunica el levantamiento de su sanción por la autoridad gubernativa. En todos los casos, la reacción del profesorado será positiva y, en muchos de ellos, les facilitarán la recuperación de clases, apuntes o exámenes
Casi todos ellos se volverán a reincorporar a sus clases y a su rutina académica inmediatamente en que se les comunica el levantamiento de su sanción por la autoridad gubernativa. En todos los casos, la reacción del profesorado será positiva y, en muchos de ellos, les facilitarán la recuperación de clases, apuntes o exámenes. Excepcionalmente, algunos volverán a Granada un poco más tarde, como Miguel Ángel Espejo, que se incorpora tras el paréntesis vacacional de Semana Santa y, en el caso de Javier Terriente, no se incorporará hasta los exámenes de septiembre, posiblemente porque su padre, Jefe Superior de Policía en Málaga, intentaría alejarlo temporalmente de la actividad política. En todo caso, la vuelta a la normalidad académica dependerá exclusivamente de la voluntad de cada uno de ellos porque, en ningún caso, habrá sanción o expediente disciplinario por parte de las autoridades académicas.
Al final, el mayor castigo que les sobrevino por ser detenidos durante el Estado de Excepción –y en algún caso por estar inmersos en algún expediente del TOP- es la supresión de la prórroga del servicio militar por estudios. La mayoría de ellos tendrán que hacer la mili en el curso siguiente sin haber acabado las carreras y, aunque en ningún caso, esto supuso la interrupción definitiva de las mismas, sin embargo, fue un obstáculo que debieron superar al finalizar este paréntesis temporal obligatorio.
Es paradigmático, que cuando los dos colectivos son confinados a distintos puntos geográficos de Andalucía, los obreros serán custodiados y esposados por la Guardia Civil a cada uno de sus destinos, como si de delincuentes se tratara, dejándolos solos y sin medios para sustentarse económicamente, amén de que habían sido despedidos de su trabajo
Lo más relevante de todo ello, quizás, es el resultado político que se derivó de este “susto” represivo, al “verle las orejas al lobo”. La mayoría de ellos abandonaron definitivamente su actividad en el SDEUG y sólo una minoría siguió –de una u otra forma- su actividad antifranquista. Es decir, que en el caso de muchos estudiantes –que no del movimiento obrero-, el objetivo del régimen de desmantelar a la oposición antifranquista daba sus resultados. Y es que el trato que dispensa la BPS a los estudiantes es, en estos momentos, muy distinto al que se tiene con los obreros, con los que no habrá tanta o ninguna benevolencia. Aunque en Granada este Estado de Excepción no afecta al movimiento obrero, que a esas alturas no ha realizado ninguna acción de envergadura, allí donde se había desarrollado antes, como en Sevilla, algunos de sus militantes fueron torturados sin contemplaciones en la Comisaría de la Gavidia o en el Cuartel del Sacrificio. Y, por ello, es paradigmático, que cuando los dos colectivos son confinados a distintos puntos geográficos de Andalucía, los obreros serán custodiados y esposados por la Guardia Civil a cada uno de sus destinos, como si de delincuentes se tratara, dejándolos solos y sin medios para sustentarse económicamente, amén de que habían sido despedidos de su trabajo. Pero, frente a ello, los estudiantes saldrán de la cárcel y, por sus propios medios, la mayoría serán acompañados por sus propios familiares hasta el lugar de confinamiento familiar. En el caso de los obreros, por ejemplo, el Gobernador Civil de Sevilla, José Utrera Molina, confinará a los lugares más recónditos de las sierras andaluzas (Sierra de Segura y Sierra Mágina en Jaén, las Alpujarras granadinas o la Serranía de Ronda), a quienes, a su juicio, eran más peligrosos. Así enviarán a Eduardo Saborido y a Fernando Soto Martín –los dos líderes más importantes del movimiento obrero de Sevilla y de Andalucía- a Santiago de la Espada y a Valdepeñas de Jaén; a otros cuatro dirigentes de otros gremios a Benadalid, La Yunquera, Tolox y Guaro, en la sierra malagueña; y a Antonio León Flores, Ramón Sánchez Silva, José Jiménez Rueda y Luis Montero García, a los pueblos granadinos de Órgiva, Ugíjar, Benalúa de Guadix y Trevélez. Y, de otra parte, y como nota también diferencial, Utrera Molina no adoptará ninguna medida de gracia para terminar con el destierro antes de finalizar el Estado de Excepción.
La represión surtía efecto en casi todos los casos, pero la oposición antifranquista ya había echado muchas raíces y a la salida del Estado de Excepción se fue intensificando la protesta, en los tajos, en las aulas y en las calles
Sí, la represión surtía efecto en casi todos los casos, pero la oposición antifranquista ya había echado muchas raíces y a la salida del Estado de Excepción se fue intensificando la protesta, en los tajos, en las aulas y en las calles. La actividad política del PCE y de quienes están en su órbita, buscará cualquier otro espacio de protesta que les permita criticar la connivencia del régimen franquista con el imperialismo yanqui y, a finales del curso académico 1968/69, y a modo de ejemplo, concretamente el 12 de junio de 1969, harán una panfletada en algunos cines de Granada contra la proyección de la película Boinas Verdes, que ensalzaba a los soldados norteamericanos en la guerra del Vietnam. Algunos de los estudiantes que participaron fueron detenidos unos días más tarde como Socorro Robles Vizcaíno, Jesús Carreño Tenorio, Javier Terriente Quesada y José Gutiérrez Bueno, que fueron los que participaron en el Palacio del Cine, sito en la Plaza de Gracia. Todos ellos pasaron por la comisaría de Los Lobos e interrogados. Era un movimiento imparable, como se demostró pocos meses más tarde en huelga de la viticultura gaditana a finales de ese año o las grandes movilizaciones de la construcción sevillana o granadina en la primavera y verano de 1970 con miles de despedidos, decenas de heridos y tres muertos –como en Granada-. Y, como las dictaduras no conocen otro medio de solventar los problemas que, con la represión, como si fuera un círculo vicioso, y como muestra de su fracaso, volverán a decretar otro Estado de Excepción el 15 de diciembre de 1970. Y otra vez más detenciones, más torturas, más procesos judiciales.
Bibliografía:
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; BAENA LUQUE, Eloísa y GARCÍA ESCRIBANO, Inmaculada: La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969. Fundación de Estudios Sindicales. Archivo Histórico de CC.OO.-A y Junta de Andalucía. Córdoba, 2011.
- VALDEVIRA, Gregorio: La oposición estudiantil al franquismo, Editorial Síntesis, Madrid, 2006, pp. 72-74
- RUIZ CARNICER, M.A.: El Sindicato Español Universitario (SEU), 1939-1965. La socialización política de la juventud universitaria en el franquismo, Madrid, Siglo XXI, 1996
- RUBIO MAYORAL, Juan Luis: Disciplina y rebeldía. Los estudiantes en la Universidad de Sevilla (1939-1970), Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2005.
- ORTEGA LÓPEZ, Teresa María: Historia de Granada. El franquismo, 1939-1975, p. 443.
- ORTEGA LÓPEZ, T.M.: Del silencio a la protesta: explotación, pobreza y conflictividad en una provincia andaluza, Granada 1936-1977, Universidad de Granada, 2003.
- Archivo Histórico del Gobierno Civil de Granada, Caja 1.210-D, asunto: “Manifestaciones (1976); Notificación del Gobierno Civil de Granada a José María Lozano Maldonado, de 31 de enero de 1969, Neg. Orden Público, núm. 2120; Nota informativa de 5 de febrero de 1969, emitida a las 21.50 horas, por el Delegado Provincial del Ministerio de Información y Turismo de Granada, con el título “Confinamiento de estudiantes”, en AGA, Servicios Informativos de la Dirección General de Prensa, Sección Cultura, caja 671.
- Diario Ideal de 23 de junio de 1969
- Patria e Ideal del día 25 de febrero de 1969
- Entrevistas en Fondo Oral de CCOO de Andalucía a José María Lozano Maldonado, Arturo González Arcas, Javier Terriente Quesada, José María Alfaya González, Joaquín Bosque Sendra, Bernabé López García, Jesús Carreño Tenorio, Socorro Robles Vizcaíno, Manuel Vílchez de Arribas, Eliseo Fernández Cuesta, Miguel Ángel Pérez Espejo, Joaquín Martínez Sabina, Roberto Mayoral Asensio
- Sentencias del TOP: (Sumario 957/68); (Sumario 3/68); (Sumario 371/68). TOPDAT, Archivo Histórico de CCOO de Andalucía.
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