Como promotor cultural del SDEUG, las autoridades franquistas no le perdieron la pista

'José María Alfaya González: de 'Diapasón' al Cine Club Universitario (I)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 13 de Mayo de 2023
Alfonso Martínez Foronda nos ofrece la primera parte dedicada a unos de los mayores activistas, desde la Cultura, del Sindicato Democrático de Estudiantes de Granada (SDEUG) y, por ello, objeto de máxima atención por las autoridades franquistas.
Carnet de lector de José María Alfaya de la Universidad de Granada curso 1965 (interior).
Imagen cedida por José María Alfaya.
Carnet de lector de José María Alfaya de la Universidad de Granada curso 1965 (interior).

Nació en Ceuta el 25 de junio de 1948. Su padre, Emilio, empleado de banca; su madre, Concepción, funcionaria municipal. Y a él, le pusieron José María porque así se llamaba un hermano de su madre, socialista, que fusilaron en Ceuta al inicio del Alzamiento por la estrambótica acusación de “rebelión militar”. Y la tragedia familiar de la madre no acabó ahí, porque a otro hermano, Luis, comerciante en Jimena de la Frontera –de donde provenía la familia de su madre-, lo fusilaron unos anarquistas tras una saca de presos en la cárcel de ese pueblo. Esos, más otro hermano fusilado en Ceuta (Pío) y un superviviente represaliado (Rafael). Por eso, desde pequeño, recibió de su madre consejo en contra del compromiso político y, por ello, sentenciosa, siempre le decía que “de la política, ni la “p”. Aunque con su hijo  tuvo poca suerte.

José María Alfaya, a la izquierda, con su madre y su hermano. Cedida por José María Alfaya.
Colegio de los Agustinos de Ceuta a finales de los cincuenta. Cedida por José María Alfaya.

Ingresará, por eso del caché social, en el colegio de los RR.PP. Agustinos de Ceuta -de los que tiene, por cierto, poca queja-, pero que respondían literalmente a la enseñanza nacional católica de la Enciclopedia Álvarez y de El florido pensil, donde todos los días se iba a misa, incluidos los domingos, y con tarjeta individual de seguimiento del rito, que picaban religiosamente. Luego, como todo el mundo, en el Bachillerato, tuvo que elegir entre Letras y Ciencias, aberración pedagógica donde las haya, pero a él le vino bien porque las matemáticas no eran lo suyo.  Y se dedicó al latín y al griego, con escaso éxito por cierto, porque a él lo que le gustaban no eran las lenguas, sino todos los amoríos de Zeus con todos sus hijos y cualquier historia que contuviera algo de fantasía. Vaya, que desde el principio, perteneció a esa minoría de “letras”, sospechosa, de futuro incierto y más porque formó parte de la rondalla de los agustinos -precedente del futuro cantautor en ciernes-  que luego transformaron en Tuna. Habría que ver a Alfaya con sus cintitas de tuno colgando y desfilando por medio de Ceuta.

De colega con su padre. Cedida por José María Alfaya.
Padres de José María Alfaya. Cedida por José María Alfaya.

Terminado y aprobado el PREU, inicia sus estudios de Filosofía y Letras en Granada en el curso 1965/66. Cuando llega a la ciudad, el sindicato oficial franquista de los estudiantes, el SEU, tenía un desprestigio evidente, aunque en la Universidad granadina no existiera la hostilidad activa de otros distritos universitarios como Madrid o Barcelona

Terminado y aprobado el PREU, inicia sus estudios de Filosofía y Letras en Granada en el curso 1965/66. Cuando llega a la ciudad, el sindicato oficial franquista de los estudiantes, el SEU, tenía un desprestigio evidente, aunque en la Universidad granadina no existiera la hostilidad activa de otros distritos universitarios como Madrid o Barcelona. Sus actividades eran completamente ajenas a los problemas y necesidades del estudiantado de entonces y su desprestigio era evidente. Las pocas propuestas que emanaban del SEU eran escasamente seguidas por el alumnado y, en muchos casos, ignoradas. Para muchos estudiantes el SEU no era más que un local cercano a la Facultad de Derecho, en la calle Santa Paula, al que se acudía a tomar cervezas o bocadillos baratos de atún.

Sólo algunas actividades culturales organizadas por el SEU parecían mejor conectadas con las preocupaciones de los estudiantes más avanzados

Sólo algunas actividades culturales organizadas por el SEU parecían mejor conectadas con las preocupaciones de los estudiantes más avanzados, quizás porque, como ocurrió en el resto de España, unos pocos de éstos lograron infiltrarse en distintos departamentos del sindicato: así, en las programadas para el curso 1964/65, entre salidas de la Tuna, temas religiosos, certámenes de coros o cursos de formación para universitarias, entre otras, se cuelan en el Cine-Club películas de Jean Luc Godard, Louis Malle, Jerzy Kavalerowicz y Joseph Losey, un recital de poesía de García Lorca, por el TEU, o una conferencia de un jovencísimo Juan Carlos Rodríguez Gómez sobre “Novela española contemporánea”, en la que, entre otros, citará a Lukács. (Archivo de la Universidad de Granada, “Informe del Primer Consejo de Distrito del Curso Académico celebrado el día 9 de diciembre de 1964”. Boletín Informativo de la Jefatura del Distrito de Granada. SEU). En octubre de 1964, inicio de su último curso de existencia oficial, el SEU granadino contaba todavía con una estructura compleja en su interior: Actividades Culturales (que incluía el TEU, el Cine-Club, la Tribuna Universitaria, para conferencias, y la Tuna). Sí, la Tuna.

Tuna mixta en Ceuta, sobre 1964-65. Eduardo López Domínguez de pie a la izquierda y Alfaya tumbado. Foto cedida por José María Alfaya.
Curso de PREU en Ceuta, 1965.  Alfaya es el segundo por la izquierda de pie. Cedida por José María Alfaya. 

Alfaya será uno de los mayores activistas del Departamento de Actividades Culturales del Sindicato Democrático de Estudiantes de Granada (SDEUG) . Dos años más tarde, recuerda que todavía la tuna tenía cetro y que era habitual que se rondara a las “niñas” que, en su mayoría, estaban alojadas en residencias de monjas:

“Se rondaba –aunque yo era mercenario- con tuna o sin tuna. Aquello parecía un ritual amoroso, pero en el fondo era una disculpa alcohólica, porque una serie de machos se pimplaban bien en la taberna correspondiente y uno de ellos, quizás para presumir o porque tenía una relación amorosa o amigable con alguna chica que estuviese en la residencia, proponía ir con todos los borrachos –y mejor si alguno tocaba algún instrumento de cuerda- a cantar una ronda. Se empezaba con un intento de bolero amoroso y solía terminar bien con la intervención de la policía o ya con canciones de borracho, soeces, que hacían que la supuesta homenajeada cerrase el balcón… Pero en el mejor de los casos, bajaba con una guitita una botella de coñac español -¡marca feroz donde las haya!- que la susodicha habría comprado para la ocasión...”. (Entrevista a José María Alfaya, en AHCCOO-A).

Mientras en otras universidades el PCE ya se había convertido en el principal partido del movimiento estudiantil en esos momentos, en la de Granada cuenta sólo con varios efectivos que, por otra parte, no están conectados entre sí

Ese era el ambiente a mediados de los sesenta. Un ambiente donde, en lo político, la atonía es norma y el movimiento estudiantil carece de la fuerza suficiente como para, incluso, hacer frente a las candidaturas oficiales de las APE (Asociaciones Profesionales de Estudiantes), donde todavía no hay ningún partido antifranquista vertebrado, aunque desde el curso 1965/66 los primeros militantes estudiantiles inician una labor un tanto precaria de captación entre sus compañeros de forma aislada y minoritaria. Es significativo que mientras en otras universidades el PCE ya se había convertido en el principal partido del movimiento estudiantil en esos momentos, en la de Granada cuenta sólo con varios efectivos que, por otra parte, no están conectados entre sí. No obstante, estos pequeños núcleos de oposición, todavía muy heterogéneos ideológicamente, irán sentando las bases del inicio del movimiento estudiantil que empezará a fraguarse durante el siguiente curso académico y donde las actividades culturales serán uno de sus motores.

Revista Instituto de Ceuta con artículo de Alfaya en 1966. Cedido por José María Alfaya. 

De Diapasón al Cine Club Universitario

Más allá de los avatares que llevaba aparejado el esfuerzo para la autoorganización del movimiento, el curso 66/67 es ya, con diferencia, el que sienta las bases para el funcionamiento del Departamento de Actividades Culturales. Dado que se movían en márgenes muy estrechos y con recursos escasos, los estudiantes debieron usar el ingenio –no exento de una gran dosis de voluntarismo- para organizar, dentro de sus posibilidades, actividades culturales. Por medio de ellas se fomentaba la crítica a la dictadura resaltando las libertades básicas (de asociación, de expresión, de reunión…) que les eran negadas. Muchas de ellas fueron un estímulo a la contestación y eran, de por sí, una prolongación del conflicto. Las actividades culturales alertaban a las autoridades que veían, detrás de una conferencia o entre las páginas de una revista universitaria, el aliento de la subversión. Alfaya, en su primer año está virgen, políticamente hablando. No obstante, escuchaba que había una revista que se llamaba Sombrero “y a mí eso me gustaba y yo trataba de meterme donde había algo”, pero “como era el franquismo, cualquier actividad era conflictiva” y no pasó de ahí. Pero, tuvo la fortuna de coincidir en la pensión de Doña Olalla como Fernando García Lara y con él compartió vino –servido en botellas de Garvey rellenas con vino “costa” acompañado con habas y bacalao-, las conversaciones y el teatro. Y mucho de ello en el mítico bar de Natalio –esquina de Buen Suceso con Puentezuelas-, verdadero centro cultural-etílico de Granada. Y es con Fernando con quien comienza su aventura en Diapasón.

No es lo que parece. Es teatro. Fernando García Lara y Luis Argüello, en 1967. Foto cedida por José María Alfaya.
Visto el ángulo, a lo mejor se hablaba de cosas serias. Luis Argüello, Antonio Díez y José María Alfaya en noviembre de 1967. Foto cedida por José María Alfaya.  

'Diapasón' fue la primera revista de la UGR, al margen del SEU, que pondrá a prueba los límites de tolerancia y apertura de la reciente ley de imprenta de Fraga. Según José María Alfaya el origen de la revista debía atribuirse a Fernando García Lara, que sería el autor de la idea y, a la postre, su director

Diapasón fue la primera revista de la UGR, al margen del SEU, que pondrá a prueba los límites de tolerancia y apertura de la reciente ley de imprenta de Fraga. Según José María Alfaya el origen de la revista debía atribuirse a Fernando García Lara, que sería el autor de la idea y, a la postre, su director. En la revista participarán otros estudiantes como Laudelino Gil o Bernabé López García, que ya habían transitado en la experiencia de Sombrero. (Véase Bernabé López García, El Independiente de Granada). Además, la revista se dotará de un Consejo de Redacción en el que están Luis A. Argüello García, el propio José María Alfaya González y Miguel Ángel Molinero, contando con las aportaciones de Luis Torres Valdés –que realiza la portada y publica unos poemas-, así como colaboraciones de otros estudiantes como Emilio de Santiago Simón o Vicente Leal, entre otros. Con el apoyo de la librería Paideia, la habían impreso en Multicopistas Borland y habían distribuido gratuitamente por Granada unos doscientos ejemplares, entre comienzos de octubre de 1966 –fecha de impresión- y la primera quincena de noviembre de ese año. Según José María Alfaya González, se confeccionó en una imprenta privada que regentaba una persona que estaba inválida. Esta imprenta serviría también para otros documentos que elaboraba alguna propaganda del movimiento estudiantil. De hecho, Miguel García-Posada, que estuvo sólo en el curso 67/68, recuerda a este “inválido que nos ciclostilaba la propaganda. Era completamente tullido y yo no podía comprender cómo podía mover la máquina y, en general, moverse”. (García Posada, 1998: 286). (Para los curiosos, el número 1, de octubre de 1966, se puede encontrar en la Hemeroteca Provincial).

El editorial de 'Diapasón' intentaba despertar al universitario del letargo en que estaba sumido porque éste, “más que ningún otro debe identificarse con la acción”. Y, por ello, introducirán una serie de artículos críticos con la realidad en que viven

El editorial de Diapasón intentaba despertar al universitario del letargo en que estaba sumido porque éste, “más que ningún otro debe identificarse con la acción”. Y, por ello, introducirán una serie de artículos críticos con la realidad en que viven (sobre la censura cinematográfica –en especial en las cosas del erotismo- o sobre la politización de la Universidad, contra el SEU como sindicato único…), pero, con todo, la revista no contenía un material netamente subversivo. Como afirma Alfaya “la revista no tenía nada, excepto que quería dar fe que había un grupo de gente escribiendo”. Sin embargo, a finales de 1966, será detenido Fernando García Lara, por no haber cumplido con los trámites legales. El origen de la detención y posterior procesamiento en el TOP, podría venir de que, como afirma José Alfaya,

“… entre los artículos había un cuentecito de un estudiante –creo que de Medicina- en el que un pescador hablaba con su nieta y en un momento dado le decía “¡qué buenas teticas tienes!” La tal revista fue regalada a alguna niña que se aposentaba en la residencia de las madres de no sé qué… Y la tal revista sería vista o por una monja o por los padres de la susodicha que clamaron al cielo al ver el pozo de lujuria en la que su hija –a la que ellos habían enviado a la Universidad para que se formase cristianamente- había caído. Y pusieron una denuncia. La policía llegó a la pensión de Doña Olalla y se incautó de un ejemplar y de la plancha. Y, claro, terminamos en el TOP, porque era ilegal. Pero [antes del TOP] se le puso a Fernando un juicio en el juzgado por falta a la moral y eso, pero él se había buscado un abogado –que era catedrático de Derecho Procesal- y que lo defendió muy bien echando mano a toda la literatura erótica universal. De ese se escapó, pero no en el del TOP, acusado de publicación ilegal. En fin, la consecuencia de ello es que la policía me abrió una ficha por pornográfico”. (Entrevista a José María Alfaya).

El texto en cuestión, un cuento titulado “Mientras mueren las olas”, venía firmado por Rafael Úbeda Márquez y, en síntesis, es una especie de monólogo interior donde un pescador reflexiona sobre el amor y la juventud perdida. Más allá de las frases mal sonantes y algún que otro taco tipo Cela, tropezaba con la moral estrecha de la época. El párrafo causa de los problemas podría haber sido éste:

“Esa manera de mirarla y ese modo de bailar, sobre todo ese modo de bailar con ella en la fiesta del barrio, tan apretaditos, tan apretaditos, que cualquiera diría que se la iba a comer… y con lo que a uno le joden esas cosas.., ver a la niña ¡que ya no es tan niña! porque aquí se desarrollan muy pronto y … sus buenas teticas que tiene, apretujada por el primer Juan Lanas que llega, da por culo, aunque… uno sabe que hoy las cosas son así y que ya nadie se conforma con un pellizco a escondidas como antes, ¡qué va!..., ahora lo quieren todo y además en tus barbas… Y además…, siempre es mejor que se putee con su novio formal que no ande por ahí con unos y con otros para acabar lo mismo o peor: jodida y soltera”. (En Diapasón, cuento de Rafael Úbeda, Mientras mueren las olas, 1966, número 1 en Hemeroteca provincial de Granada).

El caso es que la BOP llegó a la pensión de Doña Olalla, requisó la plancha de la cabecera de la revista e interrogó a todos los que estaban ligados a la revista. A Fernando García Lara le abren proceso en el TOP

El caso es que la BOP llegó a la pensión de Doña Olalla, requisó la plancha de la cabecera de la revista e interrogó a todos los que estaban ligados a la revista. A Fernando García Lara le abren proceso en el TOP. Durante el juicio en el TOP, que se celebra el 27 de mayo de 1967, el Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas, calificó los hechos como constitutivos de un delito de “Impresión Clandestina”, acogiéndose al artículo 12 de la Ley de Prensa e Imprenta de 18 de marzo de 1966 de la que tanto presumiera Fraga Iribarne, titular entonces del Ministerio de Información y Turismo. Y clandestino porque se había omitido el requisito imprescindible de “depósito de ejemplares”. Al final, el Tribunal lo condenó a un mes y un día de arresto mayor, y aunque no terminó en la cárcel, fue la primera sentencia condenatoria contra un estudiante de la Universidad de Granada que pasaba por el Tribunal de Orden Público. (Sumario 371/66 y Sentencia núm. 62/67). Aunque Alfaya no fue procesado, se le abrió ficha policial por “pornógrafo”. Y eso nada más llegar a la Facultad de Filosofía.

GARCÍA LARA, Fernando. Nacido en Órgiva (Granada), 1948. Estudiante de Filosofía y Letras. Condenado por delito de “Impresión Clandetina” de la revista Diapasón, por no tener depósito legal y contener un artículo constitutivo de delito, “Mientras mueren las olas”, en la Facultad de Filosofía y que circuló por Granada entre octubre y la primera quincena de noviembre de 1966. Fue detenido a finales de 1966 y procesado por el TOP. Fue condenado por impresión ilegal a 1 mes y 1 día de arresto mayor y, aunque no fue a la cárcel, fue la primera sentencia condenatoria contra un estudiante de la UGR desde que se creó el TOP. (Sumario  371/66 y Sentencia núm. 62/67). Cuando se decreta el Estado de Excepción el 24 de enero de 1969 (Véase Estado de Excepción de 1969 en Granada), será uno de los detenidos por la BPS, posiblemente por sus antecedentes policiales y porque era un colaborador habitual del Sindicato Democrático de Estudiantes desde los últimos años de los sesenta. Otros detenidos fueron Javier Terriente Quesada, José María Alfaya González, José María Lozano Maldonado, Arturo González Arcas,  Antonio Díez Rodríguez y  Miguel Ángel Pérez Espejo Martínez, entre otros, hasta un total de una docena. (MARTÍNEZ FORONDA, 2011: 172 a 174, 347), (Diario Ideal de 25 de febrero de 1969, p. 13 y Diario Patria de la misma fecha, p. 11). (VV.AA.: “La cara al viento”, 2012: 140 a 142, 146, 196, 213, 594, 596, 721, 930, 945, 988).

Hechos como éste, que todavía no tienen una respuesta solidaria entre sus compañeros, no obstante, van llevando a otros estudiantes a comprender no sólo el carácter represivo del régimen, sino también cómo éste alimentaba una moral estrecha que dejaba al descubierto las rancias costuras de que estaba construida esa sociedad provinciana.

José María Alfaya en su casa de Ceuta, en 1967. Cedida por José María Alfaya.

El Cine Club Universitario

Alfaya había conocido a Bernabé López García, a la sazón director del Cine Club, en la pensión de Doña Olalla a la que de vez en cuando iba para verse con Fernando García Lara. Y desde sus primeros pasos en la Universidad, se empeñó en formar parte de ese espacio cultural. Recuerda ese ambiente universitario propicio para todo tipo de debates ideológico-estético-filosóficos que, en algunas ocasiones, derivaba en elucubraciones mentales de todo tipo al finalizar la película. Con su característica ironía fina, heredada de su padre, sin duda, lo describe Alfaya de esta guisa:

“No paré hasta sumarme al Cine Club universitario, hubiera que hacer lo que hubiera que hacer. Y lo que había que hacer era poner sillas y pasar a máquina la filmografía completa en japonés ¡eh!, en japonés, de Kenji Mizoguchi. No se me olvidará en mi puta vida. Y esto lo hacía los domingos por la tarde con la máquina de escribir de la Asociación Profesional de Estudiantes, o lo que fuera aquello, en el patio de la Facultad de Derecho. Y es que Bernabé estaba conchabado con algún conserje que nos abría la puerta. Cómo sería la cosa de entusiasmante que una vez programamos un ciclo de ese autor japonés, Mizoguchi, y nos equivocamos de cinta y ni se notó. Claro que la película estaba en japonés y sin subtítulos. Pero los “filósofos” éramos así. Y lo peor es que luego había un coloquio y había que demostrar que se había entendido algo. Es que en esa época te agarrabas un Antonioni y te quedabas en parada biológica hasta que terminara la película. Y aquello ya empezaba a ser como el diván del psicoanalista, porque la gente aprovechaba y te contaba lo suyo…”. (Entrevista a José María Alfaya).

Con la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEUG) de Granada a comienzos de 1968, se instituirán varios Departamentos como el de Información, el de Actividades Culturales y el de Estudios Universitarios

Con la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEUG) de Granada a comienzos de 1968, se instituirán varios Departamentos como el de Información, el de Actividades Culturales y el de Estudios Universitarios. Los dos primeros fueron los más activos. El de Información, en principio, estaba en manos de Bernabé López y el de Actividades Culturales en las de José María Alfaya. Con la incorporación de ese último en ese Departamento adquiere no solo un mayor ritmo e intensidad en la programación, sino un trabajo más sistemático y con claros objetivos políticos. Más intenso, pues baste valorar que sólo en el primer trimestre del cuso 1968/69 el Cine Club universitario, programará películas a las que se añaden carteles provocativos como contra la guerra o la caza de brujas de Mac Carthy, El muchacho con los cabellos verdes, de Joseph Losey; con una cita de Fidel Castro contra la explotación en Cumbite, de Tomás Gutiérrez Alea; o señalando las escenas censuradas en América insólita, de François Reichenbach. Y más sistemático con las incorporaciones del propio Alfaya y Mateo Revilla Uceda y de simpatizantes como Adrián Rodríguez Junco con su Aula de Cultura, Fanny Rubio o Javier Aguirre Sádaba, entre otros, que le imprimieron un ritmo sin precedentes. El propio Alfaya reconoce que:

“Yo me metí en actividades culturales porque había observado a gente con valía como Pablo del Águila, pero que eran excesivamente dados a la brillantez y a la bohemia, pero no al trabajo sistemático. […] Yo, además, tenía la imagen de Bernabé [López] como responsable del Departamento de Información que era un polvorilla absoluto. A cartel diario. Bernabé y su incombustible amigo “El Chavique” [Salvador García Fernández], que era una fuerza de la naturaleza, un pintor de carteles maravilloso, de una invención y de una rapidez pasmosa. Y me fijé mucho en esa historia y la verdad es que empezamos a sacar muchas cosas”. (Entrevista a José María Alfaya).
Alfaya en la terraza de casa Natalio en marzo de 1968. Cedida por José María Alfaya. 
Entre las actividades culturales cabía la merienda. De izquierda a derecha, Antonio Díez, Luis Argüello y Fernando García Lara, marzo de 1968 en la terraza de la Casa Natalio. Foto cedida por José María Alfaya.

Esta actividad incesante del SDEUG no podía pasar desapercibida por la BPS, que a buen seguro vigilaba los pasos de los principales activistas de la Universidad o, más concretamente, en la Facultad de Letras

Esta actividad incesante del SDEUG no podía pasar desapercibida por la BPS, que a buen seguro vigilaba los pasos de los principales activistas de la Universidad o, más concretamente, en la Facultad de Letras. Todavía las actividades no han traspasado los umbrales del recinto universitario, ni han introducido demandas políticas al margen de la propia Universidad, pero son cada vez son más incisivas y masivas, por lo que era menester ir acopiando información sobre los principales actores. Es la única forma de explicar el seguimiento que, unos días antes del recital de Paco Ibáñez y Xavier Ribalta, la BPS hace del viaje que, en septiembre u octubre de 1968, José María Alfaya realiza a Madrid, en su calidad de secretario del Cine Club.

Si relatamos esta detención, aparentemente inocua, es porque señala, a estas alturas, un cierto nivel de desconocimiento de la propia BPS de la jerarquía de los activistas y, sobre todo, porque su nivel de información todavía es insuficiente

Si relatamos esta detención, aparentemente inocua, es porque señala, a estas alturas, un cierto nivel de desconocimiento de la propia BPS de la jerarquía de los activistas y, sobre todo, porque su nivel de información todavía es insuficiente. Alfaya afirma que su viaje a Madrid tenía como objetivos alguna reunión con otros compañeros del SDEUG –aunque no recuerda bien este extremo-, pero, sobre todo, porque iba a retirar los carnets del Cine Club en la Federación Nacional y, al tiempo, comprar algunos focos para el teatro que le había encargado su amigo Fernando García Lara. Ya en la misma estación del tren en Granada había advertido la presencia de un conocido miembro de la BPS, pero no le dio importancia. Probablemente desde Granada se pusiera en alerta a su homónima madrileña, que le seguiría los pasos, porque a los dos o tres días de estar en Madrid fue detenido por la BPS la noche de antes de volver a Granada en la pensión donde estaba alojado y, tras ser identificado, conducido a la comisaría de la Puerta del Sol. Alfaya recuerda que:

“… me llevé [de la pensión] la bolsa de los carnets y dejé los focos. Me vuelven a identificar, pero no me interrogan y, de repente, veo que me pasan de mano en mano y, con perdón, cada vez era más bajo el nivel tanto físico como de galones, hasta llegar a un policía armada vestido de gris que lo que le faltaba era el manojo de llaves. Y, cuando llegué a la altura de las mazmorras, le digo al policía: “Oiga, usted, ¿es que estoy detenido? Y me dice: Pues sí, si usted no lo sabe… Y el caso es que no lo sabía. Me metió en una celda, me dio unas mantas y dormí como un bendito. Y, a la mañana siguiente, me despiertan, me llaman y lo primero que me dicen en tono madrileño un poco chuleta –que no se me olvidará- es que tenemos que pedir disculpas porque parece que todo ha sido un error… Y me dicen literalmente: ¿Tú has hablado alguna vez de Daniel Cohn-Bendit? …Imagínate. Y yo: ¡Pero, cómo!: ¿en público, en privado…? Pues en público jamás, porque yo no doy conferencias… Y uno de ellos me dice: … es que nos han informado que tú venías aquí a entrevistarte con Daniel C.B., que se rumoreaba que iba a venir a Madrid…” Así. Y es que mis historias con la policía han sido surrealistas siempre. (Entrevista a José María Alfaya).

Una historia surrealista, ciertamente, como otras de las que le han ocurrido a Alfaya, curiosamente, porque a partir de ese momento era, además de pornógrafo por formar parte de la revista Diapasón de 1968, ahora nada más y nada menos que el contacto de Dani “El Rojo” en Granada

Una historia surrealista, ciertamente, como otras de las que le han ocurrido a Alfaya, curiosamente, porque a partir de ese momento era, además de pornógrafo por formar parte de la revista Diapasón de 1968, ahora nada más y nada menos que el contacto de Dani “El Rojo” en Granada. Pero, más allá del despiste de la BPS de Granada, lo que ya está meridianamente claro es que seguirán los pasos de quienes ellos sabían que movían los hilos de las actividades culturales, ya que Alfaya es, en esos momentos, el Delegado del Departamento de Cultura de la Universidad y quien, directamente, se relaciona con las autoridades académicas para la planificación de todas las actividades. No en vano se le va a conocer en los círculos antifranquista de Granada como “El Cultural”.

Un punto de inflexión: el XX Aniversario de los Derechos Humanos de diciembre de 1968

No fue un acto más, de entre los planificados por el SDEUG, no fue un acto con ribetes culturalistas –aunque también-, sino uno de los que permitían aflorar –como de hecho ocurrió- las contradicciones entre lo que se decía oficialmente y lo que se hacía realmente. Y no fue un acto más, sino que la Universidad comenzaba a salir de sus aulas para imbricarse con el movimiento obrero. Era, al fin y al cabo, ese tipo de actividades que el PCE consideraba básicas no sólo para aumentar el nivel de conciencia del alumnado, sino también para quitar la máscara del falso aperturismo y, sobre todo, para poner en contradicción a las diversas instituciones del régimen, lo que no quiere decir que su planificación estuviera pensada para que hubiera víctimas inocentes y propiciatorias. De hecho, las primeras detenciones se produjeron el día anterior, el 9 de diciembre, contra varios estudiantes que repartían propaganda del acto en el centro de la ciudad. Pero lo significativo de ello fue la desproporción entre las penas que se les impone tanto a Antonio Nadal como a Mohamed Abdelkáder –9 meses de prisión y 10.000 pesetas de multa- y el acto en sí mismo que, hay que recordar, había sido autorizado, inicialmente, por Federico Mayor Zaragoza, Rector de la Universidad.

La autoridad gubernativa, efectivamente, había cumplido su papel represor no sólo deteniendo a los activistas, sino prohibiendo el acto que, sin embargo, se celebró porque había sido autorizado por el Rector

La autoridad gubernativa, efectivamente, había cumplido su papel represor no sólo deteniendo a los activistas, sino prohibiendo el acto que, sin embargo, se celebró porque había sido autorizado por el Rector. Durante todo el día 10 de diciembre y, presidido por Javier Terriente Quesada, el Aula Magna de la Facultad de Filosofía fue testigo de la asistencia masiva de estudiantes que protestaron por las detenciones de sus compañeros, al tiempo que protagonizaron un encierro; pero también aplaudió el discurso “magnífico” que de los derechos humanos hizo el secretario de la Junta de Facultad, José María Lozano Maldonado, y vibró con la actuación del cantante José Menese que, a pesar de la prohibición, tuvo la valentía de actuar a pesar de las amenazas gubernativas. José María Alfaya, precisamente, a la sazón ya como responsable de Cultura de todo el distrito universitario, había sido uno de los organizadores que fueron al Hotel Los Ángeles donde se alojaba Menese para advertirle que el acto había sido prohibido por el Gobernador Civil, pero que, a pesar de ello, la gente lo esperaba en el Aula Magna donde, además de estudiantes, había muchos ciudadanos granadinos aficionados del flamenco. Y cree recordar que cantó, entre otros, el martinete del Romance de Juan García. . Y recuerda que lo cantó “a pelo y fue emocionante". En fin, el acto se celebró en medio de un ambiente tenso porque estuvo rodeado de jeeps policiales y de grises a los que se insultaba desde el interior del recinto universitario.

Lo importante es que el seguimiento que la BPS de Granada realiza, en fin, de las actividades universitarias se centra sobre los activistas de la Facultad de Filosofía y Letras, donde se concentran la mayoría de ellos

Lo importante es que el seguimiento que la BPS de Granada realiza, en fin, de las actividades universitarias se centra sobre los activistas de la Facultad de Filosofía y Letras, donde se concentran la mayoría de ellos. Además, el carácter abierto de sus actos facilita el trabajo de la policía secreta. Las detenciones, por tanto, son significativas por varias razones: primero, porque se producen en la calle Recogidas, confluencia con la de Puentezuelas, a poca distancia de la Facultad de Filosofía y Letras –lugar donde se hacían los panfletos en la multicopista que allí disponía el SDEUG- y eso mostraba que la BPS hacía un seguimiento estrecho de la misma; en segundo lugar, porque, a esas alturas, la policía sabe, básicamente -aunque todavía no tiene una foto fija, ni las militancias en organizaciones clandestinas-, quiénes son los activistas que se mueven en torno al SDEUG, aunque camuflados en distintos departamentos “legales” de la Universidad. No saben o no pueden demostrar que Bernabé López era el único militante del PCE en esta caída y, de ahí, que nada le pregunten al respecto, pero  saben –como se desprende de los interrogatorios a alguno de ellos como a Arturo González Arcas- que el acto había sido convocado por el Departamento de Información, cuyo responsable legal era Arturo González Arcas, que José María Alfaya González era el encargado del Departamento de Actividades Culturales y que Bernabé López García lo era de Estudios Universitarios.

Como conclusión, podemos señalar que, a finales de 1968, y a pocos días del anuncio del Estado de Excepción de enero de 1969, José María Alfaya estaba en la rampa de salida para la represión que se iba a cerner sobre los principales activistas del movimiento estudiantil de la Universidad de Granada.

Bibliografía

  • GARCÍA-POSADA, M.: La quencia. Memorias I, Ediciones Península, Barcelona, 1998.
  • MARTÍNEZ FORONDA,  Alfonso: La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Fundación de Estudios y Cooperación de CCOO-A, Granada, 2012.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • RAMOS ESPEJO, A.: Andalucía campo de trabajo y represión, Ed. Aljibe, Granada, 1978.
  • Archivo Universidad de Granada. Carpeta SEU. Informe del Primer Consejo de Distrito del Curso Académico celebrado el día 9 de diciembre de 1964”. Boletín Informativo de la Jefatura del Distrito de Granada. SEU; Secretaría General Rectorado, Carpeta Estudiantes 71/72, comunicado del 9 de febrero de 1972.
  • Diario Ideal del 5.3.74 y 6.3.74, pp. 13 y 16, respectivamente.
  • Patria, 29 de enero de 1966; 25 de febrero de 1968, p. 11.
  • Revista Diapasón, número 1, en Hemeroteca provincial de Granada).
  • Entrevistas a José María Alfaya González, Bernabé López García, Arturo González Arcas, Javier Terriente Quesada, Antonio Cruz Jiménez, Jesús Carreño Tenorio, José María Lozano Maldonado, Miguel Ángel Pérez Espejo, Lola Parras Chica, Ana Ortega Serrano, Araceli Ortiz Arteaga, en Archivo Histórico de CCOO de Andalucía
  • Sumario 371/66 y Sentencia núm. 62/67; Sumario 20/70 y Sentencia 274/70. Todas las sentencias del Tribunal de Orden Público (TOP), en VEGA, R. y GÓMEZ ALÉN, J.: Las sentencias del Tribunal de Orden Público. TOPDAT. Copias en AHCCOO-A.
  • Entrevista a José María Alfaya, en Larepúblicacultural.es.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: