Artículo de opinión

Las criaturas mitológicas marinas de Sierra Nevada

Ciudadanía - Manuel Villar Argaiz - Lunes, 1 de Agosto de 2022
El profesor de Ecología de la UGR Manuel Villar Argaiz cuestiona con fina ironía el impacto ambiental de las numerosas figuras de gran tamaño que jalonan la zona de pistas de Borreguiles, donde todavía perviven plantas endémicas del macizo montañoso.
Algunas de las figuras de animales en la zona de pistas de Borreguiles en Sierra Nevada.
manuel villar
Algunas de las figuras de animales en la zona de pistas de Borreguiles en Sierra Nevada.

Cuentan las leyendas que en muchas de las lagunas de Sierra Nevada habitan criaturas mitológicas como la ondina de la laguna de Vacares, conocida como el “pájaro blanco de Vacares” que, mitad mujer y mitad pez, devora a los pastores y manzanilleros que al caer la noche encuentra por sus proximidades. También cuentan que las aguas de muchas otras lagunas son insondables y forman ojos de mar que comunican con lo más profundo del océano.

Y digo esto porque, paseando entre las exiguas plantas endémicas que aún subsisten en las pistas de esquí de Borreguiles, emergen imponentes animales marinos como si a través de las lagunas hubieran emergido del mar quedando varados entre las rocas que hacen cumbre en el pico del Veleta. Lustrosos pulpos, conchas de colores, sonrientes caballitos de mar, focas haciendo malabares con una pelota, y hasta un gran tiburón que parece engullir a las ovejas que en verano buscan sombra en su vientre como si del misterioso pájaro blanco 'devorapastores' de Vacares se tratase.

Imágenes que muestran cómo la zona de pistas de Borreguiles está plagada de figuras que representan desde piratas a pulpos, caballitos de mar o tiburones, de gran tamaño y en vistosos colores, ancladas al suelo con bloques de hormigón. Fotos: Manuel Villar Argaiz.  

¿Qué nos está ocurriendo? ¿No deberíamos mantener limpias las cumbres de Sierra Nevada? No tengo una respuesta clara, ni siquiera sé las razones que hace años motivaron la decisión de permitir semejante circo marino nevadense. Quizás para evitar el aburrimiento de niños y esquiadores que acuden a deslizarse por las pistas de esquí en invierno. Aunque sobre gustos no hay nada escrito, no puedo sino pensar que quien no sea capaz de disfrutar de la belleza de un paisaje nevado desnudo, haría mejor en visitar un parque temático de atracciones, porque haberlos los hay y de todos los tipos.

¿Será que mi mente se está deslizando hacia una situación anómica, crecientemente caótica y retrógrada? Aunque tampoco tengo una respuesta, me resisto a aceptar ese estado de globalización de la naturaleza que borra barreras geográficas y fronteras y que, además de tecnología, transporta ideas transformando culturalmente paisajes y territorios.

Debemos interpelar a nuestra conciencia, cambiar nuestra sensibilidad para intentar comprender que la naturaleza no necesita de aditivos, de la misma forma que la  Alhambra no necesita de ajuares o enseres para deslumbrarnos con su belleza. 

Para eso Sierra Nevada tiene ya el jardín botánico más exclusivo de Europa con decenas de pequeñas plantas únicas y miles de animales que en sus más altas cumbres encuentran refugio. Y siempre quedará la creencia en todas esas criaturas mitológicas para quienes, aún así, todo esto no sea suficiente. 



Manuel Villar Argaiz es profesor de Ecología de la Universidad de Granada.