Habladurías con 'La Calle Mata,' la voz de quienes sobreviven al margen: “La calle mata, pero la indiferencia institucional también”

Una plataforma sin jerarquías, pero con una causa clara
Loli Ortiz Lirola, miembro de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, y Elisa Cabrerizo, forense comprometida con causas sociales y políticas, relatan cómo este movimiento emergió del dolor compartido tras la muerte de varias personas en situación de calle. Cada fallecimiento dio lugar a un acto público de reconocimiento, de memoria y de denuncia. Así empezó a gestarse un grupo de personas y asociaciones que no quiso seguir mirando hacia otro lado.
Allí, con serenidad pero con firmeza, exigen soluciones estructurales. No se trata solo de más camas, sino de dignidad, de derechos humanos y de voluntad política
Desde entonces, La Calle Mata se manifiesta cada último viernes de mes frente al Ayuntamiento de Granada, coincidiendo con el Pleno municipal. Allí, con serenidad pero con firmeza, exigen soluciones estructurales. No se trata solo de más camas, sino de dignidad, de derechos humanos y de voluntad política.
Una ciudad con cientos de personas sin hogar
Actualmente, se estima que entre 300 y 400 personas viven sin hogar en Granada. Algunas pasan la noche en albergues con plazas muy limitadas y condiciones mínimas. Otras, en tiendas de campaña, chabolas, cuevas o casas abandonadas. Muchas duermen en plena calle.
La mayoría de los fallecimientos se deben a causas respiratorias, vinculadas a las bajas temperaturas y a enfermedades no tratada
En invierno, el frío agrava la situación. En 2023, al menos 13 personas murieron en la calle, seis de ellas solo en octubre. La mayoría de los fallecimientos se deben a causas respiratorias, vinculadas a las bajas temperaturas y a enfermedades no tratadas.
Respuestas insuficientes de la Administración
Las respuestas institucionales, denuncian desde la plataforma, son tibias, mezquinas y descoordinadas
Las respuestas institucionales, denuncian desde la plataforma, son tibias, mezquinas y descoordinadas. Se habilitan centros nocturnos con condiciones indignas: personas durmiendo en sillas o sillones reclinables, sin privacidad ni seguridad. En muchos casos, los albergues solo permiten estancias breves, sin posibilidad de continuidad ni de verdadera inclusión.
“¿Qué sentido tiene obligar a alguien a dormir una semana en un centro y luego devolverlo a la calle?”
“¿Qué sentido tiene obligar a alguien a dormir una semana en un centro y luego devolverlo a la calle?”, cuestiona Loli. El dinero destinado a estos recursos temporales, aseguran, podría invertirse de manera más eficiente en viviendas públicas en alquiler.
La vivienda como derecho, no como negocio
Uno de los grandes reclamos de La Calle Mata es que se deje de vender el parque público de viviendas y se destine a alquiler social. En barrios como El Zaidín, existen pisos vacíos propiedad de la Administración que podrían ofrecer un nuevo comienzo a muchas personas. Sin embargo, la prioridad parece ser saldar deudas financieras antes que saldar deudas sociales.
“La inclusión comienza en la vivienda”, insiste Elisa. Desde ahí se puede acceder al empleo, a la salud, a la educación y a una vida con proyectos y dignidad.
Sin inclusión no hay cultura
Frente a la aspiración de Granada de convertirse en Capital Europea de la Cultura, la plataforma lanzó una campaña clara y contundente: Sin inclusión no hay cultura. Reclaman que las personas sin hogar no solo tengan acceso a la cultura como público, sino que también puedan ser parte activa de ella. Hay personas con talentos artísticos en la calle, pero sin condiciones mínimas —como un lugar para asearse o guardar sus pertenencias— no pueden participar.
Sin un espacio donde descansar, dejar sus cosas o simplemente ir al baño, el día se convierte en una carrera de obstáculos
La falta de centros de día adecuados agrava aún más esta exclusión. Las personas sin hogar recorren diariamente un circuito de supervivencia: desde el desayuno en una entidad solidaria, hasta el almuerzo en otra, con todas sus pertenencias a cuestas. Sin un espacio donde descansar, dejar sus cosas o simplemente ir al baño, el día se convierte en una carrera de obstáculos.
El ejemplo del refugio climático
En verano de 2023, La Calle Mata impulsó un refugio climático durante el mes de agosto. A pesar de la inacción institucional, la plataforma logró habilitar un espacio con aire acondicionado, agua fresca y actividades para pasar el día. Más de 80 personas pudieron refugiarse del calor extremo.
Este espacio demostró que con voluntad y colaboración se puede hacer mucho. Se generó comunidad, se detectaron necesidades reales, se propició la inclusión. Ahora, incluso quienes viven en albergues preguntan si el refugio volverá a abrir este verano
Este espacio demostró que con voluntad y colaboración se puede hacer mucho. Se generó comunidad, se detectaron necesidades reales, se propició la inclusión. Ahora, incluso quienes viven en albergues preguntan si el refugio volverá a abrir este verano.
La dignidad no se negocia
Para La Calle Mata, la solución no pasa solo por aumentar el número de camas, sino por garantizar derechos: vivienda, atención sanitaria, inclusión social y cultural. Exigen políticas pensadas desde la empatía y la justicia, no desde la caridad o la emergencia constante.
“No se trata de limpiar la calle de personas, sino de cuidar a las personas que están en la calle”, afirman. Porque la calle mata, pero la indiferencia institucional también.
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