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Lo primero es lo mejor, o no

Blog - El camino equivocado - Guillermo Ortega - Jueves, 22 de Septiembre de 2016
lloydcole.com

Asumamos, de entrada, una realidad: pocas cosas hay comparables a la sensación de escuchar a un artista o una banda que acaba de debutar con un disco realmente sensacional. El impacto es mucho mayor, o así lo veo yo, que el que te puede producir el segundo, el tercer o el cuarto disco de ese mismo grupo, por muy buenos que éstos sean. 

Ahora bien: ¿debemos dar por hecho que lo primero que hace un grupo es lo mejor? ¿Es cierto ese tópico que asegura que en el debú está lo más fresco, la esencia, y que además ese disco ya será una referencia, un modelo con el que se comparará de manera inevitable todo lo que se haga después?

En fin, como esto de la música va por gustos, y es lo suyo que así sea, cada cual lo verá de una manera. Me limitaré a poner algunos ejemplos en los que quienes militan en esa escuela de pensamiento (los que sostienen que lo primero es lo más brillante) tienen más razón que un santo y otros en los que, en mi opinión, no están en lo cierto. 

Hay casos sencillitos. The Stone Roses saltaron al ruedo en 1989 con un elepé homónimo sencillamente majestuoso, una auténtica barbaridad. Después vinieron el éxito y sus consecuencias: la lucha de egos, las deserciones, el uso y abuso de todas las drogas conocidas por el ser humano… El resultado, cinco años después, fue ‘Second coming’, un álbum que no está mal del todo pero que es una birria si se pone al lado de su hermano mayor. Y lo peor de todo es que esos tipos tan prometedores no volvieron a levantar cabeza. 

También es fácil el ejemplo de Lloyd Cole, que con su grupo The Commotions firmó en 1984 el legendario ‘Rattlesnakes’. Es un disco de los que se deben memorizar de principio a fin, una obra maestra de cabo a rabo. Y si bien es cierto que el señor Cole ha entregado después trabajos la mar de dignos, y lo sigue haciendo, más lo es que todos ellos palidecen frente a tamaña puesta de largo. 

Por supuesto, The Strokes nunca llegaron donde lo hicieron con ‘This is it’, como tampoco Television con ‘Marquee moon’ o Supergrass con ‘I should coco’. Me temo, asimismo, que The Strypes no superarán el listón de ‘Snapshot’ ni Franz Ferdinand el del disco con el que nacieron, llamado como ellos (y como el archiduque austriaco cuyo asesinato, en 1914, fue uno de los detonantes de la I Guerra Mundial, toma ya apunte histórico).

Pero a partir de ahí tengo mis dudas. El ‘Murmur’ de REM es extraordinario, pero en su larga carrera posterior hay otros muchos álbumes casi tan buenos. El primer elepé de The Pretenders es inmenso, calificativo que también podría cuadrarles a los dos discos que Chrissie Hynde y sus secuaces hicieron poco después. Oasis tuvieron un arranque colosal con ‘Definitely maybe’ y repitieron en la diana con su continuación, ‘What´s the story morning glory’. Vale, vale, ya sé lo que están pensando y estoy de acuerdo: todo lo que vino de ahí en adelante es perfectamente prescindible.

Vayamos a casos más peliagudos: siendo como es ‘Blue lines’ un discazo sin discusión, ¿se puede asegurar que es mejor que ‘Mezzanine’? ¿Tenemos la certeza de que es más fresco e incluye mejores ideas sólo porque es el primero o deberemos plantearnos si en su tercera entrega los Massive Attack estuvieron aún más acertados?

Pordría decir lo mismo de mi adorada PJ Harvey, que estremeció con ‘Dry’ y, no contenta con eso, luego sacó al mercado álbumes de la misma talla, si no mayor. En una hipotética competición, igual le sacaban una cabeza ‘Rid of me’ o ‘Stories from the city, stories from the sea’.

Luego están los Ramones, claro. Respecto a esos monstruos, pasaré por alto el que algunos berzotas sostengan que todos sus discos son iguales porque eso es una estupidez que no merece la pena discutirse. Pero sí, a mi entender, podríamos disertar sobre si ‘The Ramones’ supera libra por libra a ‘Rocket to Russia’ o ‘End of the century’. 

Por no hablar de músicos con largas y prolíficas carreras como Elvis Costello o Nick Lowe. Francamente, si me preguntaran cuáles son sus mejores discos lo tendría difícil. El gafotas empezó con un extraordinario ‘My aim is true’, pero díganme a mí si no son dignos del mismo adjetivo ‘Punch the clock’ o ‘Get happy!’. Y el Señor Más Elegante del Reino Unido maravilló con ‘Jesus of cool’ y, en otro registro muy distinto, también lo hizo dos décadas después con ‘At my age’. 

Dicho todo lo cual, añado que hay grupos que no hicieron lo mejor al principio, que se fueron superando con el tiempo. Sostendré en cualquier foro que los arranques de The Beatles, The Rolling Stones y The Kinks no son lo mejor de sus discografías. Son grandes elepés, por supuesto, pero yo me quedo sin dudarlo con el ‘Rubber soul’, con el ‘Sticky fingers’ y con el ‘Face to face’, respectivamente. Y lo escribo sin pensarlo mucho; en la discografía de esos mendas hay mucho donde elegir.  ‘Revolver’, ‘Exile on Main Street’ y ‘The Kinks are the village green preservation society’, ya que estamos.

Estrellas como Springsteen no se han distinguido especialmente por sus primeros trabajos. Es obvio, para cualquier persona con las orejas en su sitio, que ‘The River’ o ‘Born to run’ superan a ‘Greetings from Asbury Park N.J.’ Por no hablar de Matthew Sweet, clásico menor que tuvo dos primeros discos mediocres (se diría que el hombre no terminaba de encontrar su estilo) y luego se vino arriba y echó al correo joyas del calibre de ‘100% Fun’. Siguiendo por esa línea, le veo bastante más enjundia al ‘Parklife’ que al ‘Leisure’, ambos de Blur. Y tengo clarísimo que las primeras escaramuzas en disco de David Bowie están bastantes peldaños por debajo de ‘Hunky Dory’ o ‘Ziggy Stardust’.

Dejo para el final un caso digno de debatir: ¿se puede afirmar que el ‘London calling’ es el mejor disco de The Clash teniendo en cuenta que su primera andanada musical, llamada como ellos, marcó un antes y un después? Para mí sí; entiendo que, en su tercera entrega, Strummer, Jones, Simonon y Headon demostraron ser más solventes como músicos y tener más fondo de armario. Pero es que ese disco es una debilidad, lo confieso, y siempre lo elegiré aunque se me siga erizando el vello cuando vuelvo a poner la aguja sobre la cara A de ‘The Clash’ y suena de nuevo ‘Janie Jones’, tan imponente como hace casi cuarenta años. Con lo que termino como empecé: pocas cosas hay comparables a la sensación de escuchar a un artista o una banda que acaba de debutar con un disco realmente sensacional.

 
Imagen de Guillermo Ortega

Guillermo Ortega Lupiáñez (Algeciras, 1966) es licenciado en Periodismo. Empezó a trabajar en 1990 en el desaparecido Diario 16 y después pasó a Europa Sur y Granada Hoy. También lo hizo durante un breve periodo en la Ser y colaboró en El Mundo, Ideal y ABC. Durante algo más de un año fue columnista en Granadaimedia. Ha sido encargado de prensa en los grupos municipales de UPyD y Ciudadanos en Granada y ahora trabaja en prensa del PP. Ha publicado cuatro libros: Cuentos de Rock (2008), Los Cadáveres Exquisitos (2012), Horas Contadas (2014) y La vida sí que es una pelea (2016).