Artículo de Opinión

'Los Titos...'

Ciudadanía - Pepa Merlo - Lunes, 22 de Abril de 2024
La experiencia que describe Pepa Merlo en este espacio de opinión puede que la hayas vivido y llama también la atención sobre sectores de gran peso en Granada. Para leer, debatir y compartir.
Mesas dispuestas para comer.
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Mesas dispuestas para comer.

Vivir al rebufo... Si las Titas, los Titos...Tan poca originalidad, como poca gracia. Pero no buscamos ni originalidad en el nombre de un restaurante, ni mucho menos gracia. Buscamos buena comida, buen trato, educación.  A las dos y veinte mendigaba por un vino, la camarera-encargada pasaba sin vernos, a las tres menos cuarto nos dijo que nos limpiaba la mesa, pero a esa hora le habíamos ahorrado trabajo retirando nosotras el servicio de los comensales anteriores. No importa, están saturados. Cumplidas las tres conseguimos no sin esfuerzo bebida y una tapa. A las tres y veinte y después de levantarme intentando llamar su atención en múltiples ocasiones, nos tomó la comanda. A las cuatro y veinte seguíamos esperando y, desesperada, pedí la cuenta, cóbreme las bebidas ya que la comida no llega. La camarera-encargada llevaba platos de un lado a otro saltando nuestra mesa, apenas sin detenerse, y sin mirarme a la cara, replica indignada que nosotros habíamos pedido la comanda a las 3.20, no entendía por qué nos quejábamos. Parece que las horas de espera no eran motivo de queja. La comanda la ha tomado su santidad cuando su santidad se ha dignado a tomar la comanda.

El cocinero ataviado con un delantal decorado por Pollock, al escuchar la discusión vuelca con nerviosismo de una freidora a unas fuentes dos de las cuatro raciones que habíamos pedido

El cocinero ataviado con un delantal decorado por Pollock, al escuchar la discusión vuelca con nerviosismo de una freidora a unas fuentes dos de las cuatro raciones que habíamos pedido. Las otras dos parece que desaparecieron en la orden entre las 15.20 y las 16.20, un caso sin duda para Hércules Poirot. Gritándome, con las manos enharinadas, sin guantes, sucio, entre torres de platos por lavar, vasos de cerveza reseca, restos de comida en unos platos apilados junto a los servicios por sacar, señala con el dedo pringado las dos fuentes que acaba de colocar como mías y me dice: ¡o las pagas o llamó a la policía! ¡Llámela, por favor! Y llame a Chicote de paso que le va a arreglar un programa y de paso también llame a una inspección sanitaria, porque el chico sin guantes que remueve el emborrizado, el maravilloso Pollock de su delantal, el pelo mal recogido y engrasado de la camarera-encargada paseándose por la cocina sin protección alguna, sus manos impropias de un cocinero, todo es sin duda motivo para llamar hasta a Fernando Simón. Pero quiero irme. Pido la cuenta. Por favor, cóbreme y, por supuesto, cóbreme todo, si su único objetivo es cobrar.

Pago una comida que no he degustado. Me pregunta otro camarero qué hace con ella y le digo que la lleve a una mesa de la terraza en la que están unos amigos. Horas después, sé que no la sirvieron

Pago una comida que no he degustado. Me pregunta otro camarero qué hace con ella y le digo que la lleve a una mesa de la terraza en la que están unos amigos. Horas después, sé que no la sirvieron. A alguien le cobraron una comida ya pagada. Ejercitaron a conciencia la picaresca que nos acompaña desde el siglo XVI. Una estafa en toda regla. El único objetivo de Los Titos es cobrar. No hay profesionalidad, tan sólo malos modos, no intentan molestarse, saben que se vaciará una mesa y se llenará de nuevo, no les importa el servicio, el buen trato, la educación, tienen asegurado el chorreo de gente... Innoble actitud para tan noble Paseo del Salón.

¿Quién irá mañana a reclamar cuando se sientan indispuestos porque la comida les cayó pesada? ¿quién cuando el ardor de un vino de pésima calidad les rasque el esófago? Lo saben, no les importa, con la misma impunidad con la que se lucen sucios de aspecto, sucia la barra, sucio el baño, se permiten maltratar a quien después de dos horas ha estado esperando paciente a ser atendidos, regalando un tiempo que ya no volverá. "Lo siento, estamos desbordados, enseguida sale", hubiera sido suficiente. 

Una historia insípida, una historia ésta sin atractivo para una columna, aparentemente. Si no fuera porque Granada pretende ser capital cultural, centro de la ciencia y de la empresa, referente del turismo; si no fuera porque se nos llena la boca con la Granada2030, con la Granada2031; si no fuera porque tenemos una Agenda 2030 para abordar el desarrollo de nuestras ciudades y pueblos; si no fuera por el afán de atraer las miradas del mundo a una ciudad que rebosa belleza, nieve, costa, verde, desierto y el mismo desprecio hacia el otro de siempre, porque no hay objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas que nos cure de nosotros mismos. Un "lo siento", hubiera sido suficiente. Pero un "lo siento" es incompatible con nuestra idiosincrasia. Somos la misma ciudad de 1926 aquella inmutable que describía Federico García Lorca, la ciudad paraíso cerrado, "llena de iniciativas, pero falta de acción", con un granadino al que "le asustan los elementos" y desprecia al semejante, sobre todo si viene de fuera. Con una necesidad incipiente de "empobrecerse un poquito". Somos la ciudad peor votada en atención, peor valorada en el trato al visitante, y parece que nos vanagloriamos. 

Pepa Merlo es Doctora en Filología Española, Premio Extraordinario de doctorado por la Universidad de Granada. Investigadora de esta universidad, está especialista en Generación del 27 y autoras españolas del siglo XX. Profesora de la Universidad Internacional de Valencia (VIU). Sus artículos han sido publicados en las revistas más prestigiosas nacionales e internacionales, ha participado en congresos y seminarios en diferentes universidades de prestigio de todo el mundo. Es narradora. Sus cuentos cortos han sido publicados en las revistas literarias de prestigio nacionales e internacionales, ha sido traducida al inglés y al francés.

Ha publicado: Peces en la Tierra. Antología de mujeres poetas entorno a la Generación del 27 (Vandalia. Fundación José Manuel Lara, 2010), Con un traje de luna. Diálogo de voces femeninas de la primera mitad del siglo XX (Vandalia. Fundación José Manuel Lara, 2022), Rafael Guillén. Del conocimiento al asombro (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, Junta de Andalucía, 2022), El haza de las viudas (Espuela de Plata. Renacimiento, 2008), Todos los cuentos, el cuento (Col. Narrativa, Diputación de Cádiz, 2007); entre las ediciones críticas destacan: El diván del Tamarit de Federico García Lorca (Cátedra, 2018), Una sombra entre los dos de Elisabeth Mulder (Renacimiento. 2018), El retablo de Salomé Amat de Elisabeth Mulder (Renacimiento, 2021) y Sinfonía en Rojo de Elisabeth Mulder (Tigres de papel, 2022).

Cofundadora de la editorial ELENVÉS EDITORAS, dirige la colección Bernal de narrativa.

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