Una buena compañía para el viaje

Blog - La buena vida - Ana Vega - Sábado, 12 de Mayo de 2018
Antonio Vega

Bastaría que dedicásemos unos minutos a mirar alrededor para descubrir en nuestro entorno más cercano a alguna persona que evalúa continuamente todo lo que dices, haces o dejas de hacer.

Todos tenemos en nuestros círculos más próximos a alguien que parece haberse especializado en poner de manifiesto nuestras debilidades o puntos flacos, que ponen en duda nuestras habilidades, que se empeña en hacernos ver la imposibilidad o enorme dificultad de alcanzar alguna meta que nos hayamos propuesto o, directamente, no parecen alegrarse cuando las alcanzamos.

Son expertos en desmotivarnos. Bien, pues aún hay un tipo de persona que me genera más perplejidad. Son aquellas que parecen necesitar que estés en un mal momento, sumida en días grises, que no remontes en alguno de los ámbitos de tu vida para permanecer a tu lado; cualquier rayo de luz parece ahuyentarles y salen corriendo.

No puede ser una buena compañía para el viaje una persona que necesite tu malestar existencial para sentirse útil, necesaria, imprescindible en tu vida

Siempre que necesites un hombro en el que llorar, un consejo para conducirte en una situación complicada, sobrellevar algún dolor o angustia estarán  listos para ayudarte. Pero cuando empiezas a ver la luz, recobras la ilusión y la alegría para enfrentarte a esa situación y hacerlo incluso con un amago de sonrisa en los labios, desaparecen. Dejan de acompañarte.

Y puedo ir a más; en ocasiones, pudiera parecer que al conseguirlo hubieras hecho algo en su contra; que le hubieras desilusionado u ofendido. Y es en ese mismo instante donde, muy a tu pesar, descubres que ese vínculo que os unía y que te parecía tan fuerte no era nada saludable. Que no te ha ayudado  a crecer o desarrollarte. Que no era una buena compañía para el viaje hacia tu bienestar. No puede serlo una persona que necesite tu malestar existencial para sentirse útil, necesaria, imprescindible en tu vida. Como si boicotear tu alegría o tus logros fueran su principal éxito o valor porque garantiza su permanencia a tu lado. Solo una víctima puede hacerle parecer vencedora.

En esos momentos, viene bien recordar lo importante que es alcanzar una independencia emocional que te permita ser capaz de ser tu quien decida cómo te sientes en cada momento y cómo vas afrontar las situaciones que te generan conflictos sin depositar esa responsabilidad en otras personas y en circunstancias externas.

La madurez emocional, no depender de la aprobación del otro, facilita que todo lo que suceda en tu vida sea fruto de tu decisión

La madurez emocional, no depender de la aprobación del otro, facilita que todo lo que suceda en tu vida sea fruto de tu decisión; tener claro que si tú no satisfaces tus propias necesidades nadie podrá hacerlo mejor que tú misma; que tu alegría no dependa de lo que los demás piensen de ti o cómo te traten.

Esa independencia emocional te ayudará a que cuando elijas compañeros o compañeras de viaje valores si  suman o restan a tu experiencia de vida. Personas que nos acompañen en el recorrido, sí; pero que tiren de nuestro brazo para obligarnos a ir por un lado u otro del camino, no.

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Y nuestra recomendación musical de esta semana:

Soledad Vélez - Asteroid

Imagen de Ana Vega

Licenciada en Filosofía. Experta en Género e Igualdad de Oportunidades y especializada en temas de Inteligencia Emocional. Con su blog, La buena vida, no pretende revelarnos nada extraordinario. Tan solo, abrirnos los ojos un poquito más y mostrarnos que la vida puede ser más llevadera.