Familia Robles Ramos, tres fusilados y el dolor de no conocer su paradero
Una tarde de agosto de 1936 comenzó el inmenso dolor que la represión franquista provocó a la familia Robles Ramos. Esa tarde de verano, en Bubión, Francisco Robles Viciana y su hijo Julio trabajaban en el campo. Los fueron a buscar, los subieron a un camión y los fusilaron. El padre tenía entonces 42 años y el hijo que lo acompañaba en las tareas del campo, 18. Su familia nunca ha logrado averiguar dónde enterraron los cuerpos.
Hoy, 84 años después, esa herida sigue abierta. María Carmen Félez Robles, nieta de Francisco, comparte con El Independiente de Granada la dura experiencia de su familia materna.
Francisco Robles Viciana y María de la Cabeza Ramos tuvieron nueve hijos: Francisco, María, Adela, Agustín, Julio, Pepa, José, Rafael y Carmen. Trabajaban en el campo y debían tener "una buena posición", porque como recuerda María Carmen Félez Robles, en esos años tenían asegurados muebles y animales. Pero todo se truncó.
Tras el fusilamiento de marido e hijo, María de la Cabeza Ramos se marchó a la capital donde, según el testimonio de su nieta, sobrevivió con el resto de sus hijos a duras penas. Prácticamente en la mendicidad.
"Mi abuela iba a la Plaza de Toros con un botijo a ofrecer agua", cuenta la nieta que lucha por reconstruir la historia familiar. Una familia de izquierdas, aunque no tiene constancia de militancia política o sindical.
"En las visitas a la cárcel, era humillada: le daban a beber aceite de ricino y le rapaban la cabeza"
A los fusilamientos se sumó, además, el encarcelamiento del hijo Agustín, que acabaría también ejecutado. Mientras estuvo encarcelado en Granada, su madre acudía a visitarlo. En esas visitas era sometida a humillaciones: le daban a beber aceite de ricino y le rapaban el pelo. Un día no lo encontró. Agustín Robles Ramos fue fusilado, en enero de 1940, en las tapias del cementerio de Granada. Su nombre figura, junto al de los casi 4.000 hombres y mujeres que fueron fusilados en ese lugar, en el Memorial levantado para recordar a las víctimas del franquismo.
Sin embargo, el lugar en el que se encuentran los restos del padre de Agustín y de su hermano Julio sigue sin conocerse.
"Cuentan que les hicieron cavar su propia fosa y que los enterraron al lado de una fuente". Alguien de la zona llegó a transmitir a la familia que recordaba cómo iban a llevar flores a ese lugar.
Carmen ha logrado reunir una fotografía de su abuelo y unos cuantos documentos de sus tíos. La cartilla de reclutamiento de Julio, que como recuerda nunca se pudo incorporar porque fue fusilado; la partida de defunción de su abuelo, que asegura que falleció en el término de Carataunas "a consecuencia de herida de arma de fuego" y el expediente de responsabilidad política de Agustín, fechado 1944. Como bien indica su sobrina, "años después de su fusilamiento". Los bienes de la familia fueron incautados.
Con el dolor de lo vivido, la hija mayor emigró a Barcelona, se casó y "se los fue trayendo a todos". Allí nació y vive Carmen, que recuerda a su abuela, que trabajó como portera en un edificio, como una mujer abatida y triste. Así murió, con la tristeza inmensa de lo vivido y el miedo a contar lo sucedido. Con su madre mantuvo largas conversaciones. A su muerte, hace más de una década, Le prometió que seguiría luchando por recabar más datos y no oculta que teme no conseguirlo.
Carmen Félez Robles sigue adelante y, a los pasos que va dando, ha sumado ponerse en contacto con la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. A través del colectivo memorialista supo que el nombre de Agustín Robles Ramos figura entre las víctimas de la tapia, en el Memorial.
Memorial a las víctimas del franquismo junto a las tapias del cementerio de Granada. p.v.m.
Así relata la represión franquista sufrida por su familia y su anhelo por dignificar la memoria de su abuelo y sus tíos, un testimonio que reproducimos a continuación:
Mi familia materna, vivía en la Alpujarra, primero en Capileira y posteriormente en Bubión. Mis abuelos maternos María de la Cabeza Ramos y Francisco Robles Viciana tuvieron 9 hijos, Francisco, María, Adela, Agustín, Julio, Pepa, José, Rafael y Carmen.
Eran campesinos, desconozco si tenían alguna afiliación política o sindical.
A finales de agosto fueron a buscar a mi abuelo que estaba junto a mi tío Julio trabajando en el campo, los subieron a un camión, y según testimonios de la época los fusilaron en algún lugar cercano a Bubión.
Mi abuelo tenía 42 años y mi tío 18. Nunca pudimos sabe donde están sus restos.
De mi abuelo he podido conseguir la partida de defunción y una foto y de mi tío la única documentación que tengo es una cartilla de reclutamiento.
Mi familia tuvo que huir del pueblo porque les incautaron la casa y los bienes. Eran campesinos, pero tenían una buen nivel económico, poseían tierras y algunos animales. Se fueron a Granada donde vivieron casi de la mendicidad. A mi otro tío, Agustín Robles Ramos lo apresaron posteriormente. Para poder visitar a su hijo en la prisión, mi abuela tuvo que pasar por muchas humillaciones (le daban a beber aceite de ricino, le rapaban el pelo). Una mañana no lo encontró, lo habían ejecutado la noche anterior. Su nombre consta en el memorial del cementerio de Granada.
Posteriormente y siguiendo a la hija mayor que había emigrado a Barcelona, toda la familia se trasladó a la ciudad. Vivieron durante muchos años en un edificio céntrico donde mi abuela era la portera. Nunca volvieron a vivir en el pueblo.
Recuerdo ver siempre a mi abuela, como una persona muy anciana, abatida, muy triste, resignada y con miedo a hablar del tema. El resto de los hijos lo vivieron de distintas formas.
Mi madre (Carmen) desde pequeños a mis hermanos y a mi siempre nos explicó que asesinaron a sus padre y hermanos, siempre supimos la manera en que ocurrió.
Mi familia tanto paterna como materna son gentes de izquierda represaliados por el franquismo (mi padre estuvo en el campo de concentración de Argelés, en Francia).
Siempre hemos sabido que hemos pertenecido al bando de los vencidos, pero también hemos sabido que estamos donde debíamos estar. Mis padres han sabido transmitirnos valores de justicia y solidaridad.
A medida que mi madre se hizo mayor, se fue acrecentando su rabia y odio hacia los asesinos de su familia y hablaba lo que había pasado con mucha frecuencia. Los últimos años de su vida vivió conmigo y tuvimos largas conversaciones y muchas veces me pareció que no estaba hablando con mi madre, sino con la niña de de diez años a la que una mañana de agosto le arrebataron su niñez, al quedarse sin padre, sin hermanos y sin casa.
Mi madre murió hace 10 años, juntas iniciamos la búsqueda de información y le prometí poco antes de morir que yo seguiría intentando recabar mas datos.
Esta es la historia de mi familia materna, al menos es lo que yo conozco.
María Carmen Félez Robles
Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboracion con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.
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