La historia del Rusia

Blog - Foro de la Memoria - Priscila López - Sábado, 26 de Diciembre de 2020
Priscila López, autora del libro 'La historia está escrita de manera errónea', donde recoge el relato de mujeres que murieron injustamente durante la época más oscura de la historia de España, nos ofrece la semblanza de su abuelo, Manuel del Águila Rodríguez, apodado Manolo el Rusia, por sus ideas de izquierdas. Han pasado treinta años desde que conoció la historia de su abuelo y, desde entonces, no ha dejado de buscarlo, de preguntar y de querer saber. Esta es la narración de sus investigaciones.
Manuel del Águila, El Rusia.
Imágenes aportadas por Priscila López.
Manuel del Águila, El Rusia.
"De niña comprendí que mi abuelo fue asesinado junto a más gente, pero nadie sabía explicarme el porqué, recuerdo que desde muy pequeña ya tenía claro que lo encontraría por mi cuenta. Y eso hice en cuanto pude, lo busqué y lo encontré, pero por el camino de la búsqueda trencé hilos a mi corazón que ya no he podido deshacer. Ahora hay más de 400 mujeres que forman parte de mi vida, son todas mis madres y mis hermanas y es por ellas, y por todas las que faltan, que he escrito este libro -'La historia está escrita de manera errónea'-, para que el tiempo no borre sus nombres".

Manolo el Rusia

Mi abuelo se llamaba Manuel del Águila Rodríguez, pero lo llamaban Manolo el Rusia porque decía que era muy rojo. Había nacido en 1903 en el seno de una familia de falangista. Antes de la proclamación de la República, lo casaron, por tratos familiares, con una chica del pueblo, también de familia falangista, que apodaban la Tanasia, con quien no tuvo hijos. 

Era conocido porque ayudaba a la gente de Deifontes, que no tenía posibilidades, a realizar trámites administrativos porque sabía leer y escribir

Cuando se proclamó la República, él se declaró a favor, puso una taberna de vino en el edificio que hoy es el antiguo ayuntamiento del pueblo, que era suyo, y contaban que allí mismo ponía las noticias de la radio y se las explicaba a los que estaban. Era conocido porque ayudaba a la gente de Deifontes, que no tenía posibilidades, a realizar trámites administrativos porque sabía leer y escribir.

Allí, en la taberna, conoció a la Antoñica de las Barberas y, con la República vigente, pudo separarse de su mujer e irse con ella, que era una mujer 9 años más joven que él y que pertenecía a la familia de las Barberas. Esta familia eran 2 hermanas con sus hijas, todas jóvenes, que las habían educado para ser mujeres libres y no depender nunca de un hombre. Las Barberas vivían en lo alto del pueblo, donde estaban las chozas llenas de gente pasando fatigas. 

Antoñica de las Barberas, madre de Francisco y Florentina en los años 80.

En plena República, Manolo y Antoñica culminan su amor con el nacimiento de mi padre en el verano del año 1933, Francisco, pero el Rusia no pudo darle sus apellidos porque al señor que llevaba el registro del pueblo no le pareció bien que lo reconociera estando casado por la iglesia con otra mujer, si acaso le ofreció ponerle al niño los apellidos de la exmujer de Manolo, a lo que mi abuela se negó en rotundo. 

Francisco, hijo de Manolo Rusia en 1934.
Calle Pavía en la posguerra, donde Antonia crio a Francisco y a Florentina. Luego, Francisco crio a sus hijas en esta calle también.

Cuando Franco dio el golpe de estado, el Rusia ya estaba en una lista por rebelión y, enseguida, fueron a por él. El Rusia tenía tres hermanas, dos de ellas eran monjas y la otra estaba casada con una guardia civil, y gracias a este cuñado pudo evitar que se lo llevaran al paredón al comenzar la guerra. Su vida corría peligro, tenía muchos enemigos y era muy atrevido para ir a buscar armas para los de la sierra a Granada o para ir a dar la cara por los demás. 

En algún momento del camino los pararon autoridades o falangistas que estuvieran por allí, cada uno de los cuatro amigos tuvo que correr hacia una dirección diferente y ahí fue donde cayó el Rusia, los otros tres consiguieron ponerse a salvo, pero a Manolo lo alcanzaron y se lo llevaron detenido a la Prisión Provincial de Granada

Un día se despidió de su hijo en el puente de la entrada al pueblo, Francisco siempre lo recordaba en aquel lugar diciéndole adiós con la mano, le contaban que se fue con sus camaradas del pueblo, que eran el Farulla, el Manolico Chivé y Bernardino, el Chorro, andando campo a través desde Deifontes hasta Granada, unos 14 kilómetros en línea recta, pasando la zona de trincheras, en el cerro de la Hesilla, y caminando en paralelo a la cuesta de las Cabezas del Cubillas, antes de llegar a la estación de tren de Calicasas. En algún momento del camino los pararon autoridades o falangistas que estuvieran por allí, cada uno de los cuatro amigos tuvo que correr hacia una dirección diferente y ahí fue donde cayó el Rusia, los otros tres consiguieron ponerse a salvo, pero a Manolo lo alcanzaron y se lo llevaron detenido a la Prisión Provincial de Granada.

Estuvo algo más de un mes allí, mi abuela iba a visitarlo a la cárcel y le llevaba algunas cosas que necesitaba y que se las mandaba su exmujer, la Tanasia, hasta que un día le dijeron que ya no tenía que ir más porque ya lo habían matado, acusado de adhesión a la rebelión. Antonia crio a sus hijos sola, tuvo 2 hijos más, pero nunca se casó. Trabajó sin descanso en los campos, al par de los hombres, y si hacía falta ir a robar comida a las vegas, a ella no le importaba colgarse el saco al hombro para salir a la noche. Nunca tuvo reparo en trabajar en lo que era conveniente y no pudieron jamás doblegarla.

María Gómez, mi abuela, murió en el año 1948 de peritonitis.

Su camarada Bernardino, el Chorro, fue capturado poco tiempo después y enviado al Valle de los Caídos sin que sus familiares supieran qué había pasado con él. Cuando volvió, a los siete años, la gente por las calles del pueblo creía que estaban viendo a un fantasma. Nunca volvió a tener una vida normal, nunca se recuperó psicológicamente de lo que había pasado y acabó con problemas con el alcohol.

Bernardino Gómez Leyva, el Chorro, pasó 7 años esclavizado en el Valle de los Caídos.
Francisco, con el gorro, en el descanso para comer durante la recogida de aceituna en Deifontes en 1960.
Florentina, la hija de Manolo Rusia con la bebé de su hermano Francisco en brazos en 1962.
Florentina con la hija de Francisco en 1962.
Florentina, con gafas de sol, pasando un día de campo en familia en 1962.
Foto del carné de familia numerosa de Francisco en 1970.

Un contacto que tenía los mismos apellidos que Manolo Rusia y que, como este pueblo es muy pequeño y el apellido Del Águila poco común, resultó ser hijo de un primo hermano de Manolo, me puso en contacto con un señor mayor, que es capellán en la iglesia de San Antón, porque pensó que podía ser más cercano a mi abuelo que él. Contacté a este hombre, Rafael Pérez del Águila, y quedé con él una tarde en su casa para tomar café. Es un señor de 87 años, justo 6 meses mayor que mi padre, que es hijo de la única hermana de mi abuelo que se había casado. Me contó que su madre siempre había llorado la pérdida de su hermano Manolo, pero que nunca le había hablado de que tuviese hijos, Rafael se quedó más asombrado que yo cuando le dije quién era. Le conté todo lo que sabía de Manolo Rusia, él me miraba incrédulo con los ojos como platos, después me contó que un mes antes de que asesinaran a mi abuelo, habían asesinado a su padre, el guardia civil, para que dejara de entorpecer la captura de Manolo y que su madre, al morir su marido y después su hermano, había vendido todos sus bienes y su taberna y con el dinero había comprado un apartamento en la calle Duquesa de Granada.

 

Francisco, unos meses antes de fallecer el 22 de abril de 2020.

El resultado del franquismo

Sierra Arana en la posguerra.

El silencio y el miedo consiguió que la gran mayoría de estas historias no se trasmitieran de padres a hijos y, con esto, llegó el olvido. A día de hoy, es curioso cómo hay personas con familiares que fueron represaliadas, bien con expolios, asesinatos, cárcel o malos tratos desmesurados, psicológicos y físicos, y que apoyan partidos de la derecha con los argumentos más franquistas, racistas y xenófobos que se pueden encontrar en sus programas. Incluso de las generaciones más jóvenes de la dictadura, que han conocido el terror del franquismo, he visto gente insultando y menospreciando a partidos y representantes de izquierdas. Esa era la tarea que quiso llevar a cabo la dictadura y que, claramente, triunfó en una parte de la sociedad. Yo soy de un pueblo que no llega a los 3.000 habitantes, al pie de sierra Arana, que nació, hace siglos, de asentamientos en los manantiales que lo caracterizan: Deifontes, tierra de olivos y agua; donde la represión y la dictadura franquista consiguió callar la boca de la gente y, hoy, muchos no conocen los tremendos padecimientos que sufrieron nuestros antepasados. Deifontes es igual que todos los pueblos que forman esta tierra, que es Granada, de sudor y huesos enterrados en cualquier rincón, donde la memoria está siendo vital para la recuperación de la dignidad de las familias y para la reconstrucción de una sociedad justa e igual partiendo de una memoria fuerte y en paz.

La historia está escrita de manera erónea. Historias de mujeres asesinadas por el franquismo. (Vive Libro, 2020)

La doble represión a las mujeres: Por rojas y por ser mujer. El patriarcado franquista acabó con ellas para poder acabar con ellosTras el golpe de estado, la oscuridad se hizo en todos los rincones españoles. El miedo que los franquistas provocaron en las mujeres fue clave para la desestabilización del frente republicano, las agresiones sexuales y las humillaciones eran diarias y se perpetraban con total impunidad, haciendo daño, no solamente a la víctima, también a su familia y allegados. Las torturas, las palizas, las purgas con aceite de ricino que les provocaba diarreas o el simple hecho de despojarlas de sus cabelleras para despojarlas, a su vez, de su feminidad, marcó profundamente la vida cotidiana que intentaban mantener con los maridos huidos o luchando en guerra. Y en el peor caso, el asesinato de rojas era impune también e, incluso, justificado por los cargos que ejercían presión desde los medios. Con el tiempo, y aplicando este terror patriarcal sin contemplaciones, consiguieron que todos callaran como medida de prevención.

Priscila López es la nieta de un fusilado durante la guerra civil y nació con el don de querer saber qué había pasado a su abuelo. Han pasado treinta años desde que conoció la historia de su abuelo y desde entonces Priscila no ha dejado de buscarlo, de preguntar y de querer saber. La autora creció en Francia con sus padres que habían emigrados al país galo. Volvió a España cuando tenía nueve años con la intención de no dejar nunca de investigar las historias de los que habían sufrido durante los años de tragedia y dictadura. Priscila tiene ahora treinta y ocho años y espera tener muchos más por delante para seguir buscando verdades escondidas.

Hace 15 años la autora perdió al amor de su vida en un accidente de tráfico. Se quedó sola con 23 años con una hija pequeña y en el hospital. La experiencia de su vida es lo que la ha llevado a ser feminista por la memoria de las que no pudieron expresarse.

La obra recoge las historias de mujeres que murieron injustamente durante la época más oscura de la historia de España. Su delito: no pertenecer con fervor al nuevo régimen que se imponía por la fuerza. Mujeres que murieron por ser de izquierdas, pero también por ser mujeres, porque a ellas podían hacerles cosas que a ellos no les hacían. Fueron torturadas, violadas y asesinadas en nombre de la Iglesia y en nombre de la unidad de una España que hicieron pedazos. Sus historias fueron olvidadas, pero este es el momento de recordar sus nombres para que no caigan en el olvido. Recordarlas y devolverles la dignidad que la crueldad desbocada de los franquistas les arrebató es un deber.
Priscila López es feminista, antifascista. Escritora.

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Este es un espacio para el recuerdo y el homenaje a las víctimas del franquismo.

Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.

En colaboracion con  y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada. 
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Si no tuviste oportunidad o quieres volver a leerlos, estos son los reportajes del Foro de la Memoria:

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Imagen de Priscila López

Feminista, antifascista. Escritora.