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LEYENDAS DE LOS NUESTROS

Capítulo VIII: 'Bajo la sombra del patriarca alpujarreño'

Ciudadanía - José María García Labrac - Domingo, 13 de Diciembre de 2020
Octava entrega de Leyendas de los Nuestros, la serie de historias y anécdotas familiares de José María García Labrac. ¿Te animas a seguir viajando por la memoria íntima y colectiva de varias generaciones de granadinos? En este nuevo artículo recorremos los pasos del bisabuelo Plácido. Porque fueron, somos; porque somos, serán.
El patriarca, Plácido García Coca y su esposa,  Antonia López Romero, sobre 1928, junto a, de izquierda a derecha, sus hijos Luis, Angelitas y Antonio García López.
(*) IMÁGENES EDITADAS POR SONIA MONTES
El patriarca, Plácido García Coca y su esposa, Antonia López Romero, sobre 1928, junto a, de izquierda a derecha, sus hijos Luis, Angelitas y Antonio García López.

Desde la infancia, la figura del bisabuelo Plácido (1899-1956) ha estado muy presente en mi vida. Sus andanzas, narradas por mi padre, su nieto, como si de un cuento se tratara, fascinaban al crío que fui. Los relatos dejaron su impronta y nunca he parado de hacerme preguntas sobre las peripecias de aquel buscavidas, nacido en Órgiva, la capital de las Alpujarras, a caballo entre los siglos XIX y XX.

Plácido Eduardo García Coca, bisabuelo del autor, durante su etapa en el Cuerpo de Seguridad y Asalto, en torno a 1939.

Al cabo de los años, tras bucear en distintos archivos, recopilar testimonios orales y localizar unas pocas fotografías inéditas, solo he encontrado algunas respuestas, sin haber abandonado jamás la búsqueda del resto.

Una vez en Granada, nuestro protagonista comenzó a trabajar, de cocinero o camarero, en diversos bares y casas de comidas (además, se dice que llegó a cocinar en los fogones de los hoteles Victoria y Alhambra Palace)

Plácido Eduardo García Coca vino al mundo el 3 de abril de 1899, en el domicilio familiar del callejón del Ángel de la localidad alpujarreña. Era el segundo hijo de la pareja formada por Plácido García Martín (1863-?) y Francisca Coca Álvarez (1868-?), casados en 1889. Su hermano mayor, Antonio García Coca, fue el padre de Antonio García Tello (1919-1997), coronel de la Guardia Civil, caballero mutilado permanente y primer jefe de la 251 Comandancia de la Benemérita (Málaga).

El bisabuelo contrajo matrimonio con la bisabuela, Antonia López Romero (1899-1976), el 11 de junio de 1920, en la iglesia parroquial del municipio natal de ambos. El parto de la primogénita, Ángeles (1921-1999), también se produjo en Órgiva, marchando los tres a Granada capital cuando la niña era pequeña. En la ciudad nacerían los demás retoños: mi abuelo paterno, Antonio (1925-1977), y mis tíos abuelos, Luis (1927-2005), Manuel (1932-2006), Rafael (1937) y Plácida García López (1940-2005).
 

Plácido llevaba la hostelería en las venas porque su abuelo materno, Agustín Coca González (1845-?), había regentado una venta en la pedanía orgiveña de Las Barreras

Plácido llevaba la hostelería en las venas porque su abuelo materno, Agustín Coca González (1845-?), había regentado una venta en la pedanía orgiveña de Las Barreras. Una vez en Granada, nuestro protagonista comenzó a trabajar, de cocinero o camarero, en diversos bares y casas de comidas (además, se dice que llegó a cocinar en los fogones de los hoteles Victoria y Alhambra Palace). Tuvo que ser por entonces cuando lo reclutaron para combatir en la guerra del Rif, marchando al frente africano y dejando atrás a su esposa y a su hija de corta edad.

El barrio de la Quinta Alegre, uno de los primeros hogares granadinos de la familia, hacia 1953, en una foto en la que también aparecen el Puente Verde y la iglesia de Montserrat.
Imagen del Camino del Monte, captada a mediados del siglo XX. Aquí también vivió la familia García López.
El lavadero de la Puerta del Sol circa 1900. En esta placeta residieron Plácido, Antonia y sus retoños durante la guerra civil.
La calle Nueva del Santísimo en una instantánea actual, tomada desde la placeta de Triviño (Dirección General del Catastro - Ministerio de Hacienda). En esta céntrica vía abrió el patriarca el negocio hostelero que daría estabilidad económica a la saga.

El ardor guerrero de la Monarquía alfonsina en Marruecos empujó al matadero a miles de españolitos pobres, que entregaron sus vidas para que el monarca, y la élite corrupta que lo rodeaba, se enriquecieran a través, fundamentalmente, de las explotaciones de hierro de la Compañía Española de Minas del Rif. Sin embargo, Plácido logró sobrevivir al conflicto colonial y pudo volver a Granada con Antonia y Angelitas (sus lances rifeños los contamos hace varias semanas en Estampas del abuelo perdido).

Después del regreso del bisabuelo, la familia se afincó en el extrarradio granadino, alquilando una vivienda en la calle Santo Sepulcro de la Quinta. El barrio de la Quinta constituía una isla proletaria en mitad de un océano burgués

Después del regreso del bisabuelo, la familia se afincó en el extrarradio granadino, alquilando una vivienda en la calle Santo Sepulcro de la Quinta. El barrio de la Quinta constituía una isla proletaria en mitad de un océano burgués, completamente aislado de la Granada popular y rodeado por las inmensas posesiones de potentados como los Rodríguez-Acosta o los Romero de la Cruz.

El 25 de febrero del 25, Antonia dio a luz a mi abuelo en Santo Sepulcro, 8. En otra Leyenda relaté que el bebé se alimentó de una ama de cría muy particular, su futura suegra, mi bisabuela Loreto de Toro Vela (1891-1975).

Coincidiendo con el nacimiento de Antonio, Plácido se introdujo de lleno en el ambiente artístico, organizando actuaciones flamencas en la vía pública y encargándose de cobrar al respetable que quería disfrutarlas

Coincidiendo con el nacimiento de Antonio, Plácido se introdujo de lleno en el ambiente artístico, organizando actuaciones flamencas callejeras y encargándose de cobrar al respetable que quería disfrutarlas. A partir del inicio de esa nueva faceta, a mediados de los felices años veinte, la realidad y el mito se confunden, corriendo paralelos hasta la desaparición del bisabuelo en 1956.

El patriarca era un hombre de carácter (propio del tiempo que le tocó vivir), un pícaro que se aclimató a la ley de la selva para conseguir que su mujer e hijos comieran cada día. La hostelería por cuenta ajena conllevaba inestabilidad, precariedad y desempleo, por lo que el bisabuelo no tuvo más remedio que buscarse las habichuelas de todas las maneras posibles.

El perfil de Plácido, padre de familia numerosa sin trabajo estable, era ideal para formar parte de las escuadras falangistas, los grupos de choque callejero del partido fascista, utilizados para enfrentar en la vía pública a los militantes y activistas de los sindicatos y partidos de izquierda

Su condición de obrero desclasado en un gremio tan especial, dominado a nivel estatal por el sindicalismo anarquista, le hizo afiliarse a la Falange Española poco antes de la guerra civil. El 17 de abril de 1936 fue detenido, “como elemento fascista”, por las autoridades del Frente Popular, puede que por su participación en los disturbios que proliferaron en España durante aquella primavera, alentados y dirigidos por los perdedores de las elecciones de febrero. El perfil de Plácido, padre de familia numerosa sin trabajo estable, era ideal para formar parte de las escuadras falangistas, los grupos de choque del partido fascista, utilizados para enfrentar en la vía pública a los activistas de los sindicatos y partidos de izquierda (a diferencia de sus líderes, nobles y burgueses, la mayoría de los militantes de base de la formación joseantoniana pertenecían a la clase trabajadora). La estrategia de la tensión pretendía evitar la hegemonía izquierdista en las calles, allanando el terreno para una intervención militar contra el Gobierno legítimo. El golpe del 18 de julio no derribó inmediatamente al Ejecutivo frentepopulista, sino que provocó una sangrienta contienda con un millón de muertos, aniquilando a la larga a la Segunda República y permitiendo una dictadura totalitaria de casi medio siglo.
 

Al triunfar la sublevación en Granada ciudad, el patriarca se inscribió como guardia condicional en el Cuerpo de Seguridad y Asalto

Al triunfar la sublevación en Granada ciudad, el patriarca se inscribió como guardia condicional en el Cuerpo de Seguridad y Asalto, tras haberse inhibido de la lucha contra los republicanos en el Albaiyzín, esperando a que se decantara la balanza en favor de uno o de otro bando. El bisabuelo ocupó un puesto burocrático hasta el término del conflicto, ejerciendo de ordenanza de sargentos de la Guardia de Prevención. Solo estuvo ocho días en primera línea de fuego, en la zona de Catacena (Cogollos de la Vega), cocinando el rancho de la tropa y evitando los combates.
 
Ficha del bisabuelo Plácido como guardia de asalto (1936-1939).
El 14 de marzo de 1939, a dos semanas de la victoria definitiva de los franquistas, Plácido García Coca firmó un documento garantizando que un paisano, sospechoso de republicanismo, era adicto al Movimiento Nacional (desconocemos de quién se trataba). La maquinaria depuradora se puso en marcha, expulsándolo del Cuerpo transcurridos apenas cuatro meses, el 27 de julio. Para justificar la medida, sus superiores montaron un absurdo proceso interno, acusándolo de haberse aprovechado de su posición como miembro de la Guardia de Asalto para llevarse, sin pagar, algunos productos de determinados establecimientos y tiendas. Garantizar a un “elemento extremista y peligroso para la paz pública”, en palabras del propio expediente de la mascarada, le salió demasiado caro. 
 

Mientras duró la guerra civil, la familia residía en la placeta de la Puerta del Sol, después de haber vivido también en el Camino del Monte

Mientras duró la guerra civil, la familia residía en la placeta de la Puerta del Sol, después de haber vivido también en el Camino del Monte. De la Puerta del Sol dieron el salto al número 18 de la calle Nueva del Santísimo, en donde Plácido puso una fonda, un negocio rentable con el que pudo sostener dignamente a su aumentada prole (los pequeños, Kiki y Kika, llegaron en 1937 y 1940, respectivamente). Por cierto, la hospedería del Boquerón fue utilizada como escondite por las partidas guerrilleras antifranquistas, demostrando que el descreído de Plácido tenía amigos hasta en el infierno.

El matrimonio García López con tres de sus hijos varones, Rafa (Kiki), Luis y Manolo (de izquierda a derecha), delante de la fonda de Nueva del Santísimo, alrededor de 1955.
Los bisabuelos con los tíos abuelos Kiki, Kika (Plácida) y Luis (de izquierda a derecha), posando en la puerta de la fonda, también sobre mediados de los 50

El patriarca alpujarreño falleció, con 57 años, el 30 de diciembre de 1956. La fonda aguantó poco más que su fundador, siendo cerrada hacia 1958, ya que ninguno de sus hijos continuó la senda hostelera del bisabuelo.

Foto reciente de Rafael García López, el tito Kiki, único hijo superviviente de los bisabuelos Antonia y Plácido, que alcanzó los 83 años este último mes de mayo.

De una manera o de otra, todos sus descendientes seguimos bajo la sombra de Plácido, de su personalidad magnética y arrolladora y de los misterios que todavía rodean su existencia. La fuerza de la sangre me empuja a intentar desentrañar esos enigmas sin resolver, confiando en que el futuro me traerá las piezas que necesito para completar el puzzle.

Coda: los restos mortales de Plácido García Coca descansan en una pequeña sepultura del cementerio de San José, casualmente al lado de los de uno de sus consuegros, otro de mis bisabuelos, Antonio Jiménez Ortiz (1884-1956). Los dos abuelos de mi padre reposan juntos porque ambos fallecieron en diciembre del 56, encadenados a esa red de casualidades que empezó a tejerse en 1924, en la Quinta, y que quizás aún no se haya roto en este maldito 2020 de virus y pandemias.
(*) Imágenes editadas por Sonia Montes, a la que agradecemos su colaboración y compromiso con Leyendas de los Nuestros.
 José María García Labrac, natural de Granada (1985), es el presidente de la asociación Granada Republicana UCAR, fundada en 2005 en la ciudad de los cármenes. Empeñado en hacer realidad una España distinta, se dedica profesionalmente a la asesoría laboral y es un apasionado de la historia de su tierra y de sus gentes
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