'Mujeres antifranquistas de Granada: la caída de las Plataformas Unitarias de Granada. El caso de Alicia Baches y Gádor Flores'
Las Plataformas Unitarias de Estudiantes (PUE) de Granada nacen en el curso 1973/74. A pesar del nombre, no es una organización específicamente estudiantil, pues convivían con otras organizaciones de trabajadores y profesionales. En el origen hay una pareja de militantes desplazados a Granada desde el País Vasco que aglutinaron a unos cuantos estudiantes procedentes del grupo cristiano Liberación y a otros críticos con el modelo organizativo y la línea política del PCE. Desde un principio huyen de modelos organizativos muy centralizados, funcionan de manera asamblearia, aunque reunidos en células, plataformas, con una dirección no estable, rotatoria, y unas bases ideológicas poco definidas, abiertas a quienes mantuvieran una posición anticapitalista. Uno de sus dirigentes, Fernando Wulff Alonso, afirma que “Plataformas se monta como una organización que abarca gente que no estaba en el PCE, pero que no es anticomunista, gente distinta que cree en una perspectiva ultrademocrática, que les molesta el modelo manipulativo, que creen, por lo menos en el planteamiento inicial, en la necesidad de asambleas. Es un modelo típicamente consejista en la línea de la izquierda comunista luxemburguista”. (Entrevista a Fernando Wulff Alonso, en AHCCOO-A).
Este tipo de organización, tan poco rígida, permitió la entrada de estudiantes muy diversos desde cristianos de izquierda, anarquistas, comunistas de diversas tendencias e, incluso, militantes de otros partidos (Movimiento Comunista, por ejemplo) que intentaban controlar una organización que experimentó un rápido crecimiento, hasta el punto que se convirtió, durante su corta existencia, en la fuerza política más importante, tras el PCE, en la Universidad granadina
Este tipo de organización, tan poco rígida, permitió la entrada de estudiantes muy diversos desde cristianos de izquierda, anarquistas, comunistas de diversas tendencias e, incluso, militantes de otros partidos (Movimiento Comunista, por ejemplo) que intentaban controlar una organización que experimentó un rápido crecimiento, hasta el punto que se convirtió, durante su corta existencia, en la fuerza política más importante, tras el PCE, en la Universidad granadina. Desplegarán una intensa actividad que, pronto, los situó en el punto de mira de la Brigada Político Social y que cayó sobre ellos en el dramático otoño de 1975 con numerosas detenciones. Es probable, siguiendo el testimonio de Fernando Wulff, que la redada viniera dada porque un miembro de la BPS encontrara papeles comprometedores de las PUE en casa de una sobrina suya y novia de un miembro importante de las PUE, a la que le dieron “muchas hostias”. A partir de ahí tiran del hilo y muchos militantes pasarán por comisaría. Entre los detenidos en esta caída, Bruno Alcaraz Masáts, José Antonio González Alcantud, Juan Jesús Gallegos Díaz, Francisco Muñoz Muñoz, José Vicente Pascual González, Alicia Baches Baches, Gádor Flores Navarro y el propio Fernando Wulff, así como Juan Ángel Sainz Guerra, que pertenecía a la Plataforma Unitaria de Profesionales en la Facultad de Derecho. A la mayor parte de ellos se le abrió sumario en el TOP (Sumario 1393/75), serán multados e ingresarán en la prisión provincial. Sin embargo, este sumario nunca se sustanció en juicio alguno.
Una de las características de estas detenciones de las PUE fue su espectacularidad en cuanto despliegue policial. A la de Fernando Wulff hay que añadir la que se produce con la detención de Alicia Baches Baches y Gádor Flores Navarro.
Ambas eran compañeras de piso. Cuando a inicios de septiembre de 1975 se producen las primeras detenciones de algunos miembros de las PUE dejan ese piso durante dos o tres semanas, porque podría estar “fichado”, pero como era una situación insostenible, deciden regresar
Ambas eran compañeras de piso. Cuando a inicios de septiembre de 1975 se producen las primeras detenciones de algunos miembros de las PUE dejan ese piso durante dos o tres semanas, porque podría estar “fichado”, pero como era una situación insostenible, deciden regresar. Es probable que estuvieran siendo vigiladas por la BPS y, a los pocos días, ambas son detenidas de madrugada, con un impresionante despliegue policial. A su casa llegaron nada menos que entre siete o nueve miembros de la BPS y de la Policía Armada. Aporrearon la puerta y, como recuerda Gádor Flores, “entrando a las bravas”: Lo primero que hacen es ponerles una pistola en la cabeza, amenazándolas de que “si encontramos algo aquí, os pegamos un tiro y aquí no pasa nada”. Pusieron el piso patas arriba, buscando en todos los lugares algo más que propaganda, hasta el punto de que miraban hasta en la tierra de las macetas por si encontraban algún arma. Era como si hubieran tenido un “chivatazo”· de que allí había alguna relación con algún grupo violento. Alicia recuerda que más que la presencia intimidatoria de Francisco González Huertas conocido como “Don Paco” o “El Jirafa”, con su pistola en la mano encañonándola, sintió miedo cuando vio que el policía estaba visiblemente “nervioso” y por eso “su miedo fue lo que más miedo me dio a mí.” (Formulario de Alicia Baches, en AHCCOO-A).
Gádor recuerda que tuvo que interceder por Alicia Baches Baches, embarazada, pero se encontró con la indiferencia policial, como también ocurrió con ella misma, convaleciente de un accidente de moto. Además, la policía había organizado “un despliegue desorbitado de medios. Un coche de policía apostado en una de las cuestas de acceso al barrio y otro en la que baja a Plaza Nueva”. Incluso apagaron las luces del barrio del Realejo, donde vivían, en la madrugada. Todo ello la llenó de pánico esa madrugada y fueron momentos interminables hasta que fueron llevadas a la comisaría.
Una agresividad desproporcionada con la militancia estrictamente universitaria de sus miembros, sólo explicable porque sospecharan que formaban parte de algún entramado relacionado con organizaciones terroristas
Una agresividad desproporcionada con la militancia estrictamente universitaria de sus miembros, sólo explicable porque sospecharan que formaban parte de algún entramado relacionado con organizaciones terroristas. Hay que recordar que seguía vigente el Decreto-Ley de 26 de agosto de 1975, que se había aprobado como medida antiterrorista, y, como tal medida excepcional, permitía a la policía actuar discrecionalmente, sin necesidad de pedir autorización judicial o de identificarse previamente. De hecho, a todos los detenidos se les aplicó dicha Ley Antiterrorista. Probablemente estaban buscando algún piso franco de ETA. El origen de la detención de Alicia y Gádor pudiera estar relacionada con la visita que realizan a su casa unos estudiantes barceloneses –con los que Alicia Baches seguía manteniendo contactos-, por su vinculación con las PUE, que la policía interpretó como una acción terrorista.
Ambas, en fin, son llevadas a la comisaría de Los Lobos y cada una de ellas, aislada, en una celda. Durante el interrogatorio Alicia Baches, aduce su estado de gestación para no ser maltratada físicamente, aunque fue insultada y amenazada
Ambas, en fin, son llevadas a la comisaría de Los Lobos y cada una de ellas, aislada, en una celda. Durante el interrogatorio Alicia Baches, aduce su estado de gestación para no ser maltratada físicamente, aunque fue insultada y amenazada. Los militantes antifranquistas, en general, estaban aleccionados y buscaban recursos para evitar la delación de sus compañeros y compañeras. Las experiencias se solían transmitir de unos a otros y, aunque en algunos casos no daban resultados, –el miedo es libre-, en otros sí. En este caso, Alicia Baches había sido advertida antes por su amiga Rosa Félix Gutiérrez Pleguezuelo, que si alguna vez caía en manos de la policía en estado de gestación, que no dudara en amenazarlos con una denuncia por lo criminal en caso de que le pasara algo a ella o a su embarazo. Rosa Félix, militante entonces del PCE, había sido años antes impulsora de las Comisiones Obreras de Estudiantes y tenía una experiencia aprendida del comportamiento de la policía que le ofrecía, en primera persona, su compañero Javier Terriente Quesada, que había sido varias veces detenido por la policía. Y, efectivamente, cuando fue amenazada por “El Jirafa” si no colaboraba delatando a sus compañeros, le recordó –mirándolo a los ojos- las palabras de su amiga. Esto, según Alicia, evitó su maltrato, aunque no impidió que la siguieran insultando o indagando sobre el padre de la criatura que, además, era un militante comprometido de Acción Comunista en Barcelona. Afortunadamente, nada averiguaron. En todo caso, más allá de su valentía, fue un escenario terrible para las dos jóvenes cuyo terrible delito era su militancia en las Plataformas Universitarias.
Después de las 72 horas de rigor, Gádor es puesta en libertad, sin cargos. Y aún así, como ella afirma:
Alicia Baches es conducida ante el Juez de Instrucción, que era una extensión de la BPS, y éste decreta su ingreso en prisión, una multa de 250.000 pesetas y la apertura de expediente en el TOP
Sin embargo, Alicia Baches es conducida ante el Juez de Instrucción, que era una extensión de la BPS, y éste decreta su ingreso en prisión, una multa de 250.000 pesetas y la apertura de expediente en el TOP (Expediente 2769/75). Alicia Baches, como otras jóvenes que fueron encarceladas, cuando llega a la cárcel experimenta una sensación de alivio respecto a las terribles celdas de la comisaría. Y ella, además, recuerda que cuando ingresa en prisión fue recibida con un aplauso de las internas, políticas y comunes, por lo que quedó “emocionada”.
Durante su estancia en la cárcel, y al igual que otras políticas conviviendo con las comunes, reproducen los testimonios sobre tareas compartidas, comidas y experiencias. Algunas estudiantes verán entonces en la cárcel el microcosmos de la España negra reaccionaria que sigue encarcelando a mujeres por ser adúlteras o haber abortado, denunciadas por su propio marido. Alicia recuerda que había una mujer a la que el mismo hombre que la había denunciado (un Guardia Civil) le enviaba regalos y cartas de amor. Pero, además, tuvo que mantener la cautela en las visitas y ella misma prohibió a su compañero, recordemos que era militante de Acción Comunista en Barcelona, que viniera por motivos de seguridad, ni tampoco permitió la visita de su familia para que no “dramatizaran” más la doble noticia: la de su embarazo y la de su encarcelamiento.
Aunque no se sintiera apoyada por la familia, que sólo pagó la fianza, lo que menos deseaba era, precisamente, compasión y, de ahí que, probablemente, no deseara que vinieran a verla. Cuando se le impuso una fianza de 30.000 pesetas, la pagó su familia
Y es que Alicia Baches, como otras jóvenes presas que eran de familias de derechas, su sorpresa fue mayor para los padres cuando se enteraban de la militancia de izquierdas de su hija. En su caso, sus padres se llevaron dos sorpresas seguidas: que estaba embarazada y en la cárcel. Por ello, recuerda que sus progenitores “lo pasaron mal, muy mal, sobre todo por vergüenza”; de aquí que la noticia de su detención fuera “demasiado para una familia convencional, de clase media, de derechas, para la que cualquier compromiso político frente al gobierno franquista era buscarse problemas sin razón”. Aunque no se sintiera apoyada por la familia, que sólo pagó la fianza, lo que menos deseaba era, precisamente, compasión y, de ahí que, probablemente, no deseara que vinieran a verla. Cuando se le impuso una fianza de 30.000 pesetas, la pagó su familia.
Al final, permanece unos 3 meses en la cárcel, de donde sale 3 días antes de la muerte de Franco. Ella lo atribuye, en gran parte, a la solidaridad recibida por el estamento estudiantil y docente. Ella valora el apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras,
Después de salir de la cárcel se reincorporó sin problemas a sus estudios académicos y al trabajo en el Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras, donde el apoyo de sus compañeros de trabajo “fue total y unánime.” Luego, estuvo un tiempo manteniendo una vinculación política con las PUE y, durante poco tiempo, fue militante del PCE. Después se afilió a CCOO desde donde ha mantenido su compromiso.
Bibliografía:
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro: Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981). Fundación de Estudios y Cooperación CCOO-A, Gráficas La Madraza, Granada, 2017.
- RAMOS ESPEJO, Antonio (et alli): Crónica de un sueño. Memoria de la transición democrática en Granada, 1973/83. Caja General de Granada, Granada, 2002.
- RAMOS ESPEJO, Antonio: “Balance de dos largos años de represión”, en AA.VV.: De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978, Gráfica La Madraza, Diputación Provincial de Granada, pp. 61-71, 2017.
- Cuestionario a Alicia Baches Baches.
- Archivo Histórico del Gobierno Civil de Granada, Carpeta 1325ª, asunto: varias secciones Dirección General de Política Interior
- Entrevistas a Gádor Flores Navarro y Fernando Wullf Alonso, en Fondo Oral de CCOO de Andalucía.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.
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Capítulo XXXVII: 'José Cid de la Rosa'