Del homenaje a Machado en 1966 al Cine Club Universitario

'Bernabé López García, "principal promotor de las actividades perturbadoras" en la Universidad de Granada (I)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 29 de Abril de 2023
Alfonso Martínez Foronda nos ofrece la primera de las dos partes dedicadas a una referencia indiscutible de la lucha antifranquista en la UGR, centrada en el homenaje a Machado y en la creación del Cine Club Universitario, en un extraordinario relato, con documentos poco conocidos, que te recomendamos.
Bernabé López García, en su casa madrileña, en la entrevista realizada por Alfonso Martínez Foronda el 25 de abril de 2008.
Foto Alfonso Martínez Foronda, para AHCCOO-A.
Bernabé López García, en su casa madrileña, en la entrevista realizada por Alfonso Martínez Foronda el 25 de abril de 2008.

Nace en Granada, en 1947. El abuelo materno de Bernabé López era hermano del padre de Federico García Lorca y era propietario de la Huerta del Tamarit, cerca del callejón de los Nogales, por debajo de la actual rotonda de Recogidas. A esa huerta, como sabemos, iba de vez en cuando Federico porque en ella vivía su tío y su tía Clotilde, que inspirara a Doña Rosita la soltera. La familia de Bernabé estuvo viviendo en la Huerta de San Vicente desde 1940 –cuando la familia Lorca sale al exilio de EEUU- hasta 1947. Allí nacieron sus dos hermanos y, prácticamente, hasta que él nació unos meses más tarde y se fueron a vivir a Granada. Sin embargo, los veranos los pasaban en la Huerta del San Vicente, que la regentaba la familia Guerrero Salinas, que la cuidaban. Por su parte, el padre de Bernabé había comprado la Huerta del Niño Jesús –hoy atravesada por la autovía-, cercana a la de San Vicente, donde explotó durante algún tiempo una fábrica de conservas. Retengamos este aspecto por la importancia que tendrá la Huerta de San Vicente más tarde.

A comienzos de marzo de 1964, estudiando PREU, asistirá a una concentración en la Plaza de la Universidad donde centenares de estudiantes protestaban contra las detenciones que el 3 de marzo de ese año habían sufrido tres estudiantes después de haber sido expulsados de la sala de fiestas Neptuno

Bernabé inicia sus estudios universitarios en Filosofía y Letras en el curso 1964/65, pero sus inquietudes sociales se inician ya en el Bachillerato. De hecho, a comienzos de marzo de 1964, estudiando PREU, asistirá a una concentración en la Plaza de la Universidad donde centenares de estudiantes protestaban contra las detenciones que el 3 de marzo de ese año habían sufrido tres estudiantes después de haber sido expulsados de la sala de fiestas Neptuno, culpándolos de que no eran “adeptos al régimen de Franco”, cuando, en realidad, se habían enfrentado allí a “una chulería de algunos hijos de papá.” (Carta firmada por “Gerónimo” (sic) el 24.3.64, desde Granada, enviada a “Mario”, en AHPCE, Correo de la REI, Caja 183, carpeta 186/6). Aunque algunos estudiantes que asistieron a aquella movilización –todavía alumnos en el Padre Suárez- no tenían sentimientos antifranquistas, que irían desarrollando años más tarde, aquello les sirvió para conocer la naturaleza represiva del régimen.Cuando Bernabé inicia su carrera, la Universidad vive un momento de cambios en el estamento del profesorado. Todavía dominaba la Universidad el viejo bloque monolítico de la posguerra, formado por quienes se habían beneficiado de la depuración y reparto ideológico de las cátedras. Además de los catedráticos, el grupo más importante entre los numerarios eran los Profesores Adjuntos, que solían doblar en número a los anteriores. Los testimonios recogidos coinciden en la falta de preparación de buena parte de este profesorado, en su desconocimiento de las tendencias más renovadoras de su especialidad o en la actitud entre clasista y autoritaria de la que hacían gala. Algunos estudiantes señalan, por ejemplo, el servilismo de los bedeles y conserjes a los catedráticos. Mariano Maresca, por ejemplo, recuerda con bochorno cómo al entrar un señor catedrático por la puerta del Jardín Botánico el conserje le daba el Código Civil en la mano porque no eran capaces de traérselo a su casa. (Entrevista a Mariano Maresca, en AHCCOO). El mismo Bernabé López recuerda que muchos catedráticos no tenían vocación por la docencia y estaban más inclinados por la investigación, por lo que trasladaban a los adjuntos esa tarea: “aquello –afirma- era un burdel porque las clases no te las daba quien debía, sino quien el catedrático quería”.

Si en lo académico la Universidad de Granada es un erial, en lo político no le irá a la zaga

Si en lo académico la Universidad de Granada es un erial, en lo político no le irá a la zaga. Todavía en el curso 1965/66 nos encontramos la atonía como regla general, no hay ningún partido político organizado y la debilidad del movimiento estudiantil se muestra en que no podrá hacer frente a las candidaturas oficiales del franquismo de las Asociaciones Profesionales de Estudiantes (APE), ni aparecerá ninguna muestra de solidaridad ante las agresiones que durante ese curso sufren otros estudiantes de distritos más avanzados como Madrid y Barcelona. No obstante, a partir de 1966 aparecen de forma aislada algunos estudiantes que, progresivamente, irán articulándose y confluyendo desde distintas sensibilidades políticas y culturales que confrontarán, en la medida de sus posibilidades, con las estructuras oficiales.

Una figura importante para los inicios del movimiento estudiantil en Granada será el onubense Emilio Escobar Toscano, no tanto porque sea él quien, como cabeza visible, aglutine y lidere a la oposición al régimen, cuanto porque desde sus iniciativas y su militancia en el PCE, vaya captando a otros estudiantes en su lucha contra la organización sindical franquista

Una figura importante para los inicios del movimiento estudiantil en Granada será el onubense Emilio Escobar Toscano, no tanto porque sea él quien, como cabeza visible, aglutine y lidere a la oposición al régimen, cuanto porque desde sus iniciativas y su militancia en el PCE, vaya captando a otros estudiantes en su lucha contra la organización sindical franquista, al menos, durante esos primeros años. Emilio Escobar había llegado a Granada, desde la Universidad de Sevilla –donde había realizado los dos primeros cursos de comunes -, en el curso 65/66, pero allí ya había participado en algunas acciones contra el régimen y había conectado con algunos militantes del PCE como Antonio Bocanegra (referente de ese partido entre los universitarios sevillanos) que, precisamente, había sido el único militante comunista andaluz que, en el verano de 1965, había asistido a una reunión del Comité Central de ese partido en París.

Emilio afirma que cuando “husmea” el ambiente político en la Facultad de Letras al inicio de ese curso 65/66 era “cero patatero” y que no había casi nadie que se moviera con planteamientos opositores abiertos

Por tanto, cuando Emilio Escobar llega a Granada tiene una posición política definida ya que a los pocos meses –posiblemente en las navidades de ese mismo año- entra en el PCE. Emilio afirma que cuando “husmea” el ambiente político en la Facultad de Letras al inicio de ese curso 65/66 era “cero patatero” y que no había casi nadie que se moviera con planteamientos opositores abiertos. Por eso, decide –siguiendo la política del PCE- utilizar las APE como plataforma para emprender la lucha contra el régimen y, para ello, los primeros meses intentará convencer, en su círculo de amistades, a otros estudiantes que tenían planteamientos antifranquistas. En ese sentido, él mismo se presentará y saldrá elegido como Delegado de Curso de 3º de Letras, pero al mismo tiempo convencerá a otros estudiantes con los que había trabado amistad, como Manuel Vílchez de Arribas, para que hicieran lo mismo. Aún así, ellos reconocen que no harán nada significativo, primero porque estaban convencidos –como asegura Manuel Vílchez- que “era ineficaz”, pero también porque quienes formaban parte de las mismas –como muy contadas excepciones- no salían de los límites que les había impuesto el sistema. El mismo Manolo Vílchez no asistirá a ningún Consejo de Distrito “porque era una tontería”, aunque en algunas de sus reuniones planteaban otras formas de organización más autónoma o dinamizar las asambleas de curso y facultad, con resultados, obviamente, nulos. (Entrevista a Manuel Vílchez de Arribas, en AHCCOO-A).  

Algunos de los estudiantes que participaron en las actividades culturales del SDEUG en la Universidad de Granada, en sus comienzos. De izquierda a derecha: Antonio Díez, Luis Argüelles y Fernando García Lara, en marzo de 1968, en la terraza de la Casa Natalio. Cedida por José María Alfaya para investigación del Movimiento Estudiantil de Granada, a Alfonso Martínez Foronda.

Como nota característica de la oposición universitaria granadina al franquismo es que no se iniciará desde la política, sino desde la disidencia cultural

Por ello, y como nota característica de la oposición universitaria granadina al franquismo es que no se iniciará desde la política, sino desde la disidencia cultural.  Los estrechos márgenes que ofrecía la cultura oficial del franquismo y de la propia Universidad facilitaron la disidencia. Los estudiantes con inquietudes culturales de más amplias miras buscaron y se alimentaron de otras fuentes que aquí estaban vedadas. La descripción que hacen los estudiantes de la Granada de mediados de los sesenta es desoladora. Emilio Escobar afirma que la ciudad y el paisaje de Granada le fascinaron, pero en cuanto a las actividades culturales:

“… era muy fría, muy provinciana. Había un teatro, el Santa Isabel la Católica, que jamás ponía teatro, porque era para cine. Y poco más. La Facultad [de Filosofía] era una balsa de aceite. Y el miedo impresionante para hablar de Lorca. No se hablaba nada de Lorca. Un día fui a una librería a pedir las obras completas de Lorca y me dice: ¡Haga usted el favor de irse. Aquí no se puede hablar de eso! Lorca era una palabra prohibida. Yo recuerdo ir a la huerta de San Vicente y encontrarme a un señor cuidando la huerta y [cuando le pregunté] me dijo: ¡Váyase usted. Aquí no hablamos de esas cosas! Pero fue curioso porque un día, en Puerta Real, a un quiosquero le pregunté si por allí vivió Lorca, por la Acera del Darro, y me llevó dentro y me contó en secreto el piso donde vivió Lorca… Luego me enteré que [el quiosquero] era una represaliado del franquismo.

La librería más progresista era la de Don Quijote, de Pepe Jiménez, donde había algunas cosillas y la de Al-Ándalus, que regentaba Luis y que nos traía algunas cosillas de Ruedo Ibérico –que estaban prohibidas- y algo más. Pero, para dárnoslas, a la gente conocida nos metía en una habitacioncilla.” (Entrevista a Emilio Escobar Toscano, en AHCCOO-A).

El mismo Bernabé López recuerda que en esos años había una serie de personas aisladas, pequeños destellos culturales, como la poetisa Elena Martín Vivaldi o Pepe Ladrón de Guevara, pero que no los dejaron ser una referencia. Entonces la vida cultural “se hace en Patria e Ideal y la hace la gente de la situación”, un término éste último que se utilizaba para denominar a quienes se habían aclimatado al régimen.

Cartel de Joan Miró para el homenaje a Machado de febrero de 1966. Cedida por Bernabé López García para investigación del Movimiento Estudiantil de Granada, a Alfonso Martínez Foronda.

Será el homenaje a Antonio Machado, que se iba a organizar en febrero de 1966, un punto de inflexión para muchos universitarios granadinos por las consecuencias represivas que se derivaron de ello

Será el homenaje a Antonio Machado, que se iba a organizar en febrero de 1966, un punto de inflexión para muchos universitarios granadinos por las consecuencias represivas que se derivaron de ello.  La información del homenaje no le llega a ningún profesor universitario, sino al estudiante de Filosofía y Letras, Bernabé López García. Tendremos que ir a finales de 1965 cuando Bernabé reciba desde Madrid unas tarjetas y un cartel grande de su prima “Tica” para el homenaje. Las ilustraciones que Joan Miró hizo expresamente para el acto nos muestran su relevancia en el mundo de las artes y las letras, con la participación de intelectuales de la talla del pintor catalán.  Sólo lo recibió Bernabé, que no sospechaba siquiera que era el PCE el que estaba detrás de todo esto. A esas alturas, el PCE no tiene contactos definidos en la Universidad de Granada, aunque uno de sus integrantes –quizá el único- era, como hemos señalado, el estudiante onubense Emilio Escobar Toscano. La iniciativa de Granada partirá de Bernabé López que, entusiasmado por la figura del poeta, colocaría el cartel que había diseñado Miró en la Facultad de Filosofía y algunos estudiantes, en idéntico estado de ánimo, publicitaron el acto entre compañeros y profesores de la Facultad. Juan de Loxa y el propio Bernabé organizaron el viaje a Baeza en el entorno de la Universidad de Granada y concertaron un autobús con la empresa Liñán, que salió completo desde la plaza del Campillo ese mismo 20 de febrero de 1966. En él viajaban los hermanos Moreno Carrillo, Carmelo y Claudio Sánchez Muros, Pablo del Águila, Juan de Loxa y media familia de Bernabé López García, entre otros. (El desarrollo del acto y la represión del mismo, véase el artículo “A por los barbudos” en El Independiente de Granada). La cuestión que nos ocupa es que tras las detenciones y las multas impuestas a algunos detenidos fue, como afirma Bernabé López, un bautismo antifranquista:

“Nos dimos cuenta que la represión no era un cuento chino y que mi padre no exageraba. Te das cuenta cómo se las gastaban en un tema tan cultural como Machado, con el que tantas veces se había enternecido D. Emilio Orozco.” (Entrevista a Bernabé López, en AHCCOO-.).

Unas iniciativas aisladas y sin intencionalidad política inicialmente, pero que manifiestan una ruptura con la atonía dominante y una forma de disidencia en la medida en que aparecen nuevos valores y patrones culturales distintos a los dominantes

Aunque no hubo reacción en la Universidad por la detención de los hermanos Moreno Carillo, sin embargo, el suceso se comentó en la Facultad de Filosofía y será el primero de estas características que vaya conformando, en algunos de ellos, una toma de conciencia antifranquista. En ese ambiente un tanto decrépito para la ciudad, que presumía de ser el tercer distrito universitario español, los jóvenes más inquietos buscaron y fueron creando sus propios espacios de sociabilidad y sus preocupaciones las canalizaron a través de iniciativas, que aunque precarias por los medios materiales disponibles, les permitían salir de los estrechos márgenes en que se movían. Unas iniciativas aisladas y sin intencionalidad política inicialmente, pero que manifiestan una ruptura con la atonía dominante y una forma de disidencia en la medida en que aparecen nuevos valores y patrones culturales distintos a los dominantes.

Primer número de la Revista Sombrero (1966/67) Son las primeras páginas. Entre ellos, uno de Ian Gibson sobre Lorca. Es la letra original mecanografiada y, probablemente, sea uno de los primeros artículos de Gibson sobre Lorca. Cedido por Bernabé López García para investigación del Movimiento Estudiantil de Granada a Alfonso Martínez Foronda.

Una de esas iniciativas es la revista Sombrero, resultado de los anhelos rupturistas de un grupo de jóvenes universitarios que, desde comienzos de 1966, se reunían en la Huerta de San Vicente, aprovechando que Bernabé López, como ya hemos señalado, disponía de las llaves de la casa:

“Nos íbamos allí los amigos. Los guateques los hacíamos en lo que había sido el salón. Eran vespertinos, porque lo bonito de la huerta era el día. No éramos todavía una generación bullanguera, éramos más “intelectuales”. No habían llegado todavía los Beatles. De allí nació la idea de hacer una revista que se llamó Sombrero… Por entonces caía de vez en cuando en esas tertulias Gibson y, para esa revista, nos pasó un artículo de Lorca publicado en la época. En ese núcleo había personas que nos considerábamos, con una especie de vanagloria pedorra, la generación del 65”. (Entrevista a Bernabé López, en AHCCOO-A).

La revista quería conmemorar el centenario del nacimiento de Ángel Ganivet o poner en pie a otro muerto famoso como Lorca y, por ello, introducen el artículo de Ian Gibson sobre el viaje del poeta con su maestro Martín Domínguez Berruete por tierras de Castilla y León en 1916

Ese grupo heterogéneo lo formaban, entre otros, Juan García Pérez 'Juan de Loxa' –que es el verdadero animador del grupo-, el propio Bernabé López, Amalio Jiménez Segura, José E. López de Coca Castañar, Bernardo Marfil Fuentes, Pedro Molina García e Isaías Moreno Carrillo –que fueron el Consejo de Redacción de la revista Sombrero-, así como José L. Céspedes –que fue su Director- y otros como Laudelino Gil, Amalio García del Moral, Paula Campos, Claudio Sánchez Muros, Rafael Carlos Gómez Muñoz o Ana María Cepeda. También participará en ocasiones entre el grupo Pablo del Águila, amigo personal de Bernabé López desde el instituto Padre Suárez, pero no escribe nada en este número.

La revista quería conmemorar el centenario del nacimiento de Ángel Ganivet o poner en pie a otro muerto famoso como Lorca y, por ello, introducen el artículo de Ian Gibson sobre el viaje del poeta con su maestro Martín Domínguez Berruete por tierras de Castilla y León en 1916, pero en esa miscelánea introducen un artículo sobre el cine cómico norteamericano, de Bernabé López; un artículo sobre la moda “ye yé” de Isaías Moreno; una entrevista al catedrático de historia Juan Sánchez Montes, poemas sueltos de Céspedes y Ana María Cepeda o temas de actualidad política.

¿Cómo había llegado el hispanista Ian Gibson a colaborar con este grupo? Gibson había iniciado su carrera universitaria como profesor de español en la Universidad Queen´s de Belfast, en Irlanda del Norte y, en el verano de 1965, había llegado a Granada, junto a su mujer y su hija de un año, para desarrollar –como becario- una tesis doctoral sobre las raíces populares en la obra lorquiana

¿Cómo había llegado el hispanista Ian Gibson a colaborar con este grupo? Gibson había iniciado su carrera universitaria como profesor de español en la Universidad Queen´s de Belfast, en Irlanda del Norte y, en el verano de 1965, había llegado a Granada, junto a su mujer y su hija de un año, para desarrollar –como becario- una tesis doctoral sobre las raíces populares en la obra lorquiana. En ese ambiente hostil, donde Lorca seguía siendo un proscrito, Gibson tuvo que partir desde la nada y, como guía, un libro del también hispanista francés Claude Couffon, con el que iba descubriendo a cada paso –como nos recordaba en la entrevista que le hicimos en su domicilio madrileño-, “cosas que para mí eran nuevas y maravillosas. Y mágicas. Yo no sabía nada”.Es así como descubre el Barranco de Víznar un día; y otro, “preguntando, llegué a la huerta [de San Vicente] y había un grupo de jóvenes y, entre ellos, Bernabé López y el grupo, recitando poemas, hablando de todo…”.

Ian Gibson con Pedro Sánchez Rodrigo en su domicilio madrileño en abril de 2011 durante la entrevista que, junto a Alfonso Martínez Foronda, realizaron para el AHCCOO-A. Foto de Alfonso Martínez Foronda.
Ian Gibson con Alfonso Martínez Foronda, en la misma entrevista en la que particpó Pedro Sánchez Rodrigo, a la que alude la imagen anterior. Foto de Alfonso Martínez Foronda.

Por la Huerta de San Vicente irá en alguna otra ocasión y es cuando le piden la colaboración para la revista Sombrero, que se sustanciará en el escrito “Federico García Lorca: un artículo olvidado” que, según él mismo recuerda, lo extrae de alguna revista que guardaba el amigo del poeta, Miguel Cerón, sobre ese viaje del poeta

Por la Huerta de San Vicente irá en alguna otra ocasión y es cuando le piden la colaboración para la revista Sombrero, que se sustanciará en el escrito “Federico García Lorca: un artículo olvidado” que, según él mismo recuerda, lo extrae de alguna revista que guardaba el amigo del poeta, Miguel Cerón, sobre ese viaje del poeta. Porque, para entonces, Gibson ya había entablado amistad con otras personas como el médico Rafael Jofré, Antonio Pérez Funes o el mismo Cerón, que lo introducen en la guerra civil española y en el asesinato de Federico, de tal forma que al poco tiempo de llegar a Granada la muerte del poeta se había convertido en una obsesión y toma la determinación de dejar su tesis doctoral al margen e iniciar, por su cuenta y riesgo, la investigación sobre su asesinato. Una investigación, por cierto, que no culminará ese año que está en Granada porque en el verano de 1966 tendrá que volver a su universidad de origen y, poco después, a la de Londres, desde donde se desplaza a España, ocasionalmente, para seguir investigando. Fruto de ello será el libro La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, que publicó Ruedo Ibérico en París en 1971, no sin que antes fuera rechazado por otras editoriales. La colaboración de Gibson, pues, con este grupo de jóvenes es meramente testimonial, ya que –como él mismo afirma- toda su atención la centrará en la investigación sobre el asesinato de Lorca. Como también lo es su relación con la propia Universidad de Granada, aunque entablará algunos contactos con profesores como Marcelo Vigil, Antonio Arribas Palau o Joaquina Eguaras, entre otros.

Para la elaboración de Sombrero habían solicitado de Antonio Gallego Morell –a la sazón Delegado de Turismo y luego Decano de Filosofía y, posteriormente, Rector de la Universidad de Granada- un espacio y éste las había concedido unas pequeñas dependencias de la Casa de los Girones, abandonada a su suerte

Para la elaboración de Sombrero habían solicitado de Antonio Gallego Morell –a la sazón Delegado de Turismo y luego Decano de Filosofía y, posteriormente, Rector de la Universidad de Granada- un espacio y éste las había concedido unas pequeñas dependencias de la Casa de los Girones, abandonada a su suerte. Y he aquí al grupo de jóvenes que, en procesión, arrastran una mesa y unas sillas desde la Huerta del Tamarit y un grupo de ellos, a modo de pasacalles, recorren el trecho ataviados con diversos sombreros de copa, de bombín, canotier o de chistera hasta mal acomodarse en las destartaladas y gélidas dependencias. Probablemente este primer y único número lo financiasen, según Bernabé López, con recursos de la Asociación de Estudiantes y se editaría en la imprenta que todavía tenía el falangista Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU).

Este joven magma culturalista muestra a una nueva generación con otras inquietudes y que, en algunos casos, y a raíz de ellas, irán adquiriendo una clara conciencia antifranquista

Más allá de que sólo sacasen un solo número, de su actividad voluntarista o de que no hubiera una clara intencionalidad política de disidencia, este joven magma culturalista muestra a una nueva generación con otras inquietudes y que, en algunos casos, y a raíz de ellas, irán adquiriendo una clara conciencia antifranquista. Alguno de estos jóvenes se convertirán, al poco tiempo, en referentes culturales de Granada, como en el caso de Bernabé López, que dirigirá durante ese mismos curso 66/67 el cine club universitario; o el caso especial de Pablo del Águila, que adelantándose a su tiempo, se había convertido en una de las voces poéticas más sugerentes de la década de los sesenta en la ciudad. Será admirado por su excepcionalidad, por su sensibilidad, por su sabiduría, por su ética y también por su estética rupturista. Para Joaquín Sabina, por ejemplo, que llega un tanto perdido a Granada, cuando comienza en 1967, Pablo se convierte en su particular Pigmalión:

“A mí me fascinaba la gente que no había en Úbeda. A mí quién me fascinaba era Pablo del Águila, porque era alto, porque llevaba una bufanda roja muy larga, porque tenía mucho carisma, porque me regaló un libro de César Vallejo y leí a Neruda. Yo recuerdo leer esas cosas en la pensión como quien lee la Biblia o el Corán: absolutamente fascinado. Y al lado de Pablo estaba Bernabé López, que recibía en su casa donde tenía un cartel de La Barraca los libros de Ciencia Nueva. Yo recuerdo estar fascinado porque recibían dos paquetes de libros para repartir. Todo eso era para mí un mundo nuevo y desconocido y muy atractivo”.  (Entrevista a Joaquín Sabina, en AHCCOO-A).

En estos primeros años, antes de que se inicie la autoorganización del movimiento estudiantil y se vaya fraguando un núcleo de militancia antifranquista, los espacios de sociabilidad, al margen de la propia institución universitaria, encuentra también lugares informales, como los bares en torno a Puentezuelas –centro neurálgico de las inquietudes más progresistas-, como el Bimbela, el Natalio o el Enguix que, por otra parte, y durante toda esa década, serán epicentro de convivencia, pero también de debates culturales y políticos.

Dado que se movían en márgenes muy estrechos y con recursos escasos, los estudiantes debieron usar el ingenio –no exento de una gran dosis de voluntarismo- para organizar, dentro de sus posibilidades, actividades culturales

Pero más allá de los avatares que llevaba aparejado el esfuerzo para la autoorganización del movimiento, el curso 66/67 es ya, con diferencia, el que sienta las bases para el funcionamiento del Departamento de Actividades Culturales. Dado que se movían en márgenes muy estrechos y con recursos escasos, los estudiantes debieron usar el ingenio –no exento de una gran dosis de voluntarismo- para organizar, dentro de sus posibilidades, actividades culturales. Por medio de ellas se fomentaba la crítica a la dictadura poniendo en valor las libertades básicas (de asociación, de expresión, de reunión…) que les eran negadas. Muchas de ellas fueron un estímulo a la contestación y eran, de por sí, una prolongación del conflicto. Las actividades culturales alertaban a las autoridades que veían detrás de una conferencia o entre las páginas de una revista universitaria el aliento de la subversión.

'Diapasón' fue la primera revista de la UGR, al margen del SEU, que pondrá a prueba los límites de tolerancia y apertura de la reciente ley de imprenta de Fraga

Diapasón fue la primera revista de la UGR, al margen del SEU, que pondrá a prueba los límites de tolerancia y apertura de la reciente ley de imprenta de Fraga. Según José María Alfaya el origen de la revista debía atribuirse a Fernando García Lara, que sería el autor de la idea y, a la postre, su director. En ella participarán otros estudiantes como Laudelino Gil o Bernabé López García, que ya habían transitado en la experiencia de Sombrero. Además, la revista se dotará de un consejo de redacción en el que están Luis A. Argüello García, el propio José María Alfaya González y Miguel Ángel Molinero, contando con las aportaciones de Luis Torres Valdés –que realiza la portada y publica unos poemas-, así como colaboraciones de otros estudiantes como Emilio de Santiago Simón o Vicente Leal, entre otros. Con el apoyo de la librería Paideia, la habían impreso en Multicopistas Borland y habían distribuido gratuitamente por Granada unos doscientos ejemplares, entre comienzos de octubre –fecha de impresión- y la primera quincena de noviembre de ese año.

El editorial de 'Diapasón' dejaba claras sus intenciones de despertar al universitario del letargo en que estaba sumido porque éste, “más que ningún otro debe identificarse con la acción”

El editorial de Diapasón dejaba claras sus intenciones de despertar al universitario del letargo en que estaba sumido porque éste, “más que ningún otro debe identificarse con la acción”. Y, por ello, introducirán una serie de artículos críticos con la realidad en que viven (sobre la censura cinematográfica –en especial en las cosas del erotismo- o sobre la politización de la universidad, contra el SEU como sindicato único…), pero, con todo, la revista no contenía un material netamente subversivo. Como afirma Alfaya “la revista no tenía nada, excepto que quería dar fe que había un grupo de gente escribiendo”. Sin embargo, a finales de 1966, será detenido Fernando García Lara, por no haber cumplido con los trámites legales. El origen de la detención y posterior procesamiento en el TOP, podría venir de que, como afirma José Alfaya,

“… entre los artículos había un cuentecito de un estudiante –creo que de Medicina- en el que un pescador hablaba con su nieta y en un momento dado le decía “¡qué buenas teticas tienes!” La tal revista fue regalada a alguna alumna que se aposentaba en la residencia de las madres de no sé qué… Y la tal revista sería vista o por una monja o por los padres de la susodicha que clamaron al cielo al ver el pozo de lujuria en la que su hija –a la que ellos habían enviado a la Universidad para que se formase cristianamente- había caído. Y pusieron una denuncia. La policía llegó a la pensión de Doña Olalla y se incautó un ejemplar y de la plancha. Y, claro, terminamos en el TOP, porque era ilegal. Pero [antes del TOP] se le puso a Fernando un juicio en el juzgado por falta a la moral y eso, pero él se había buscado un abogado –que era catedrático de Derecho- y que lo defendió muy bien echando mano a toda la literatura erótica universal. De ese se escapó, pero no en el del TOP. En fin, la consecuencia de ello es que la policía me abrió una ficha por pornográfico”. (Entrevista a José María Alfaya, en CHCCOO-A).

El texto en cuestión, un cuento titulado “Mientras mueren las olas”, venía firmado por Rafael Úbeda Márquez y, en síntesis, es una especie de monólogo interior donde un pescador reflexiona sobre el amor y la juventud perdida. Más allá de las frases mal sonantes y algún que otro taco tipo Cela, tropezaba con la moral estrecha de la época.

Durante el juicio en el TOP, que se celebra el 27 de mayo de 1967, el Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas, calificó los hechos como constitutivos de un delito de “Impresión Clandestina”, acogiéndose al artículo 12 de la Ley de Prensa e Imprenta de 18 de marzo de 1966 de la que tanto presumiera Fraga Iribarne

Durante el juicio en el TOP, que se celebra el 27 de mayo de 1967, el Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas, calificó los hechos como constitutivos de un delito de “Impresión Clandestina”, acogiéndose al artículo 12 de la Ley de Prensa e Imprenta de 18 de marzo de 1966 de la que tanto presumiera Fraga Iribarne, titular entonces del Ministerio de Información y Turismo. Y clandestino porque se había omitido el requisito imprescindible de “depósito de ejemplares”. Al final, el tribunal lo condenó a un mes y un día de arresto mayor, y aunque no terminó en la cárcel, fue la primera sentencia condenatoria contra un estudiante de la Universidad de Granada que pasaba por el Tribunal de Orden Público. (Sumario 371/66 y Sentencia núm. 62/67, copia en AHCCOO-A).

Hechos como éste, que todavía no tienen una respuesta solidaria entre sus compañeros, no obstante, van llevando a otros estudiantes a comprender no sólo el carácter represivo del régimen, sino también cómo éste alimentaba una moral estrecha que dejaba al descubierto las rancias costuras de que estaba construida esa sociedad provinciana. Evidentemente, este hecho aislado contra la libertad de expresión y las detenciones de febrero de ese mismo año en el homenaje a Machado, contra la libertad de reunión, no eran suficientes como para generar un movimiento de protesta, pero serán indicadores de la intransigencia del régimen y provocarán, entre los colectivos de estudiantes más concienciados, un rechazo que, a su vez, les llevará progresivamente a una militancia antifranquista sin retorno.

El Cine Club Universitario

Otro de los espacios culturales de que disfrutaban los universitarios granadinos fue el Cine Club Universitario, ligado inicialmente al SEU, luego a las APE y a las Asociaciones de Estudiantes. Por tanto, era una actividad oficial, al que la propia Universidad destinaba un presupuesto y donde sus directores eran nombrados por las autoridades académicas. El de Granada formaba parte, como el resto de cineclubs universitarios, de la Federación Nacional de Cineclubs, sita en Madrid,  que distribuía las películas, al tiempo que el alumnado podía hacerse socio del mismo para tener ventajas económicas. Normalmente, se proyectaba una película a la semana que venía de la Federación Nacional, previa petición, y eran los mismos alumnos encargados del Cine Club quienes recogían el rollo en la RENFE y quienes hacían, respectivamente, la programación y propaganda. Ésta, de curso legal, se hizo desde la imprenta del SEU y, posteriormente, con el presupuesto de las APE y las AE y se solía encargar en imprentas oficiales de la ciudad.

A lo largo de esa década se proyectó en diversas salas, como la antigua Aula Magna que estaba en Derecho y que contaba con su propio proyector de 16 mm., en una del Colegio Mayor Isabel la Católica o, incluso, en salas comerciales como la de Gran Vía o el Cine Granada con las que se llegaba a un acuerdo

A lo largo de esa década se proyectó en diversas salas, como la antigua Aula Magna que estaba en Derecho y que contaba con su propio proyector de 16 mm., en una del Colegio Mayor Isabel la Católica o, incluso, en salas comerciales como la de Gran Vía o el Cine Granada con las que se llegaba a un acuerdo. El Cine Club tenía un comité de dirección, en el que figuraban apasionados del cine que colaboraban en diversas tareas de programación y técnicas. En el curso 1966/67 se vio claramente una fisura entre los que defendían una línea más culturalista como Claudio Sánchez Muros, Miguel Ángel Revilla, Pablo del Águila o José María Alfaya, cercanos al director, Bernabé López, y los que procedían de hornadas anteriores, más pragmáticos, cercanos a la línea del SEU, como Juan Antonio Porto o un hijo del ex ministro Girón de Velasco. Y es que la pasión por el cine de Bernabé López venía desde sus tiempos de instituto y, por iniciativa de Pablo del Águila, se suscribe a la revista quincenal Film Ideal desde entonces. Todos sus amigos sabían de su pasión por el cine y cómo tenía, desde el año 1963, una ficha pormenorizada de cada una de las películas que veía. Bernabé López sería el director del Cine Club Universitario en el curso 66/67, pero lo dejó porque en el siguiente curso había decidido dedicarse más al movimiento estudiantil y se encargaría del Departamento de Información del Distrito desde donde se proyectaría como dirigente estudiantil.

Mientras su director fue Bernabé López García, revela unas inquietudes netamente culturalistas, pero también se proyectaban películas con claro contenido social

El cine club irá evolucionando en la misma medida en que los activistas de la Universidad van usando este espacio cultural para proyectar también, y en la medida de sus posibilidades, no sólo elementos culturales diferenciadores de las salas comerciales, sino también es un lugar de debate cultural e ideológico que se irá politizando en los últimos años de los sesenta en la misma medida en que evoluciona el movimiento estudiantil. Como podemos observar en la siguiente tabla, la programación del curso 66/67, mientras su director fue Bernabé López García, revela unas inquietudes netamente culturalistas, pero también se proyectaban películas con claro contenido social:

ALGUNAS PELÍCULAS DEL CINE CLUB UNIVERSITARIO. CURSO 1966-1967

Fecha

Título

Autor

Lugar de proyección

13 de noviembre

“Los golfos”

de Carlos Saura

Cine Gran Vía

17 de noviembre

“Novío a la vista”

de Luis García Berlanga

Aula Magna de Medicina

20 de noviembre

“Calle Mayor”

Juan Antonio Bardem

Cine Gran Vía

27 de noviembre

“Plácido”

Luis García Berlanga

Cine Gran Vía

 

 

1 de diciembre

 

“El abanico de Lady Windermere”

 

“La marcha”

Ernst Lubitsch

 

 

James Blue

 

Aula Magna de Medicina

 

Aula Magna de Medicina

4 de diciembre

 

“El testamento del Dr. Mabuse”

Fritz Lang

Cine Gran Vía

8 de diciembre

 

“Nosferatu”

Friedrich W. Murnau

Cine Gran Vía

14 de enero

 

“The Magnificent Ambersons”

Orson Welles

Cine Gran Vía

Fuente: Algunas de las películas, de un total de 25 que se proyectaron ese curso, la hemos obtenido de Bernabé López, que guarda todavía de una ficha de cada una de ellas

Carteles del Cine Club Universitario de distintas películas que se proyectaron en el curso 1966/67. Todos ellos cedidos por Bernabé López García para investigación del Movimiento Estudiantil de Granada, a Alfonso Martínez Foronda.

Era un ambiente universitario propicio para todo tipo de debates idelógico-estético-filosóficos que, en algunas ocasiones, derivaba en elucubraciones mentales de todo tipo al finalizar la película. José María Alfaya, que será bautizado por su compañeros como “el cultural”, por sus inquietudes en este sentido, describe cómo era el cineclub en ese año en que él llega a Granada (1966/67). Alfaya –que será unos años más tarde uno de los que asuma la programación del Cine Club y el Departamento de Actividades Culturales- se había enterado que el director era, a la sazón, Bernabé López, al que había conocido en la pensión de Doña Olalla porque se veía allí, de vez en cuando, con su compañero Fernando García Lara:

“No paré hasta sumarme al cine club universitario, hubiera que hacer lo que hubiera que hacer. Y lo que había que hacer es poner sillas y pasar a máquina la filmografía completa en japonés ¡eh!, en japonés, de Kenji Mizoguchi. No se me olvidará en mi puta vida. Y esto lo hacía los domingos por la tarde con la máquina de escribir de las AE, o lo que fuera aquello, en el patio de la Facultad de Derecho. Y es que Bernabé estaba conchabado con algún conserje que nos abría la puerta. Cómo sería la cosa que una vez programamos un ciclo de ese autor japonés, Mizoguchi, y nos equivocamos de cinta y ni se notó. Claro que la película estaba en japonés y sin subtítulos. Pero los filósofos éramos así. Pero lo peor es que luego había un coloquio y había que demostrar que se había entendido algo. Es que en esa época te agarrabas un Antonioni y te quedabas en parada biológica hasta que terminara la película. Y aquello ya empezaba a ser como el diván del psicoanalista, porque la gente aprovechaba y te contaba lo suyo…”. (Entrevista a José María Alfaya González).
Pero más allá de que hubiera “mucho esteta”, como también reconoce Bernabé López, el cine club también fue un lugar de encuentro alternativo que facilitó el desarrollo de un pensamiento crítico social que se traslucía en muchas de estas películas y, aunque todavía no tiene un contenido netamente crítico ni su programación esté al servicio de la lucha antifranquista, sin embargo, sentará las bases para ello en los siguientes años. En la imagen, Bernabé López García, en su casa madrileña, en la entrevista realizada por Alfonso Martínez Foronda el 25 de abril de 2008. Foto Alfonso Martínez Foronda, para AHCCOO-A.

Bibliografía:

  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • MANGINI, S.: Rojos y rebeldes. La cultura de la disidencia durante el franquismo, Barcelona, Anthropos, 1987.
  • Dirección General de Seguridad, diligencias policiales, Ref. Investigación Social, nº 2.938 de 11 de diciembre de 1968 relativas a Bernabé López García y otros detenidos. Copia cedida por Bernabé López, en AHCCOO-A.
  • Archivo General de la Administración, Memoria del Gobierno Civil de 1970, de marzo de 1971, p. 4.
  • Archivo Histórico del PCE, Correo de la REI, Carta firmada por “Gerónimo” (sic) el 24.3.64, desde Granada, enviada a “Mario”, Caja 183, carpeta 186/6.
  • TOPDAT, Sumario 371/66 y Sentencia núm. 62/67. Todas las sentencias del Tribunal de Orden Público (TOP), en VEGA, R. y GÓMEZ ALÉN, J.: Las sentencias del Tribunal de Orden Público. TOPDAT. Copias en AHCCOO-A.
  • Entrevistas a Bernabé López García, Nicolás Marín Díaz, Jesús Carreño Tenorio, Socorro Robles Vizcaíno, Antonio Aragón Orellana, Arturo González Arcas, Mariano Maresca, Emilio Escobar Toscano, Manuel Vílchez de Arribas, Emilio Gracia Rueda, Ian Gibson, en Fondo Oral de CCOO de Andalucía.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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Otros artículos y reportajes de Alfonso Martínez Foronda:

 

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: