Foro de la Memoria

'La memoria de los Laraño Capeli'

Ciudadanía - María Andrade - Domingo, 22 de Enero de 2023
Esta es la dura historia de una familia masacrada por los golpistas, que mataron a la pescadera Trinidad Capeli, a dos hijos, dos hijas y su yerno. La cuenta Trinidad Laraño Cano, una de sus nietas, que reivindica la Memoria Democrática para hacer justicia, la que no hubo para su abuela, su padre y sus tíos. En homenaje a los Laraño Capeli. Para que nunca se olvide y nunca se repita.
Trinidad Laraño Cano, rodeada de fotografías de su familia, muestra la carta de despedida de su padre, José Laraño Capeli.
Cedida por la familia
Trinidad Laraño Cano, rodeada de fotografías de su familia, muestra la carta de despedida de su padre, José Laraño Capeli.

José Laraño Capeli, su esposa, Dulce Nombre Cano Barranco, y sus dos hijos, de muy corta edad, se hicieron una fotografía en la Puerta de la Justicia de la Alhambra. En el reverso de la fotografía está escrita a mano la fecha en la que se tomó. Impresiona. 17 de julio de 1936. Solo un día antes del golpe militar que se levantó contra la legalidad democrática de la República. La imagen la guarda hoy, 87 años después, su hija, Trinidad Laraño Cano. Es uno de los pocos recuerdos tangibles que tiene de su padre. Esa fotografía y la dolorosa carta de despedida que escribió desde la Prisión Provincial de Granada cuando ya sabía que su destino era la muerte. 

Las guarda, como antes hicieron su madre y su hermano, con el mayor de los esmeros. Se emociona al mirar la imagen. "Fue lo último que hicimos con mi padre", exclama. Y también se conmueve al tener entre sus manos la carta escrita con una hermosa caligrafía por su padre. "No se mueve de mi lado". Solo tenía dos años cuando los golpistas se ensañaron con su familia paterna. Sus recuerdos son esa fotografía y la carta.

En las primeras semanas tras el golpe militar fue detenida en Granada su abuela, Trinidad Capeli, pescadera. Junto a Trinidad Capeli fueron arrestadas sus hijas Rosario, Eloísa y Trinidad; sus hijos Rafael y José; y su yerno, Miguel, esposo de Eloísa.

Fotografía en la que aparecen todos los miembros de la familia Laraño Capeli que fueron asesinados por los golpistas. 

Tras su detención, la encarcelación. Ellas en la cárcel habilitada para mujeres -primero Torres Bermejas, después el Convento de San Gregorio-; ellos en la Prisión Provincial.

Salvo la hija Trini, los otros cinco miembros de la familia detenidos fueron masacrados por los golpistas. Fusilados en el marco de la sanguinaria represión que tenía como objetivo exterminar a personas que se habían significado en su defensa de los valores republicanos, como hizo la pescadera Trinidad Capeli, "una mujer echada p'alante, muy dispuesta".

Trinidad Capeli. Regentaba Trinidad Capeli un puesto de pescado en la llamada Plaza de las Pescaderías, junto a la Romanilla, donde hoy se levanta el Centro Federico García Lorca. Su historia fue recuperada por Antonina Rodrigo, en su extraordinario trabajo para rescatar la memoria de mujeres represaliadas por el franquismo.

Cuenta Antonina Rodrigo sobre Trinidad Capeli que participó activamente en las manifestaciones de bienvenida a la República. También su afiliación al sindicato CNT. Y un dato que también repasa su nieta durante la conversación: su lucha contra el exceso de agua en las cajas de pescado, lo que incrementaba fraudulentamente el peso que había que pagar por la mercancía. 

Tenía fortaleza, pues sacó adelante a sus hijos sin su marido, que los abandonó, y un gran corazón. "Ella no podía ver que alguien tenía hambre" y "siempre dejaba pescado" para quien lo necesitaba, como los niños que bajaban del Sacromonte. Su padre, José Laraño, también. 

"A mi padre, de niño, le compraron la ropa para hacer la Primera Comunión. Cuando fueron a ponerle la chaqueta no la encontraban por ninguna parte. Dónde está la chaqueta, le preguntaron. "Se la he dado a un niño que tenía mucho frío, contestó. Ese era mi padre", afirma Trinidad. 

Lo cuenta Trinidad Laraño Cano, acompañada por sus hijos, en una conversación con El Independiente de Granada en la que participa también la memorialista Silvia González, que ha investigado el destino de esta familia con la que los golpistas se ensañaron cruelmente. 

Lo que reclama Trinidad Laraño Cano "no es venganza, es justicia", la que no se tuvo con su familia

"Me voy a morir, como murió mi hermano, pidiendo justicia", afirma Trinidad con una lucidez y serenidad envidiables. Porque lo que ella reclama, y así lo enfatiza, "no es venganza, es justicia". La que no tuvo su familia, con seis miembros fusilados. Solo se salvó la tía Trinidad, porque la madre del novio trabajaba en la casa de un militar e intercedió por ella. No la mataron, "pero murió en vida", aclara su sobrina. "Pobrecita mi tía Trini, pasó lo suyo en Torres Bermejas". Tras salir de la cárcel se quedó a cargo de Encarnita, hija de su hermana Eloísa y Miguel, ambos fusilados.

Otros dos hijos de Trinidad Capeli, Manolo y Marino, se encontraban en Madrid, donde probablemente se había afincado el padre. Uno de ellos, Manolo, era personal de la aviación republicana que tras llegar a Armilla y conocer lo que había sucedido a su familia regresó a Madrid, lo que probablemente le salvó la vida. 

Trinidad repasa todos esos detalles aun cuando recordar para ella es "tristeza". "La noche que me acuesto y me da por pensar la paso en blanco y me harto de llorar". A su madre la recuerda también, pero como precisa, a ella pudo acompañarla y enterrarla. "Fue una cosa natural de la vida". Pero la manera en la que arrebataron la vida a su padre, con apenas 36 años, a su abuela y al resto de la familia, no. 

Fusilados en el cementerio

"Con esta fecha dejo de existir", escribió José Laraño Capeli en la carta dirigida a su esposa y a la familia de esta, a la que encomendaba el cuidado de Dulce Nombre y el de sus dos hijos, "que son muy chicos y no les queda más consuelo que el vuestro". 

La carta, cuyo contenido ya publicó Antonina Rodrigo, llegó a la familia junto a la ropa de José Laraño. Su esposa iba a diario a la prisión, a llevar comida y ropa. Un día le entregaron la ropa de José. Esa carta venía dentro. Creen que por mediación de un hombre natural de Monfefrío, el pueblo de la familia de Dulce Nombre y en el que se refugiaron ella y sus hijos tras la tragedia. 

La pescadera Trinidad Capeli y sus hijas fueron fusiladas en el cementerio de Granada. Sus hijos José y Rafael también, aunque la familia durante años pensó que sus vidas acabaron en Víznar. La documentación reunida por la memorialista Silvia González apunta que no fue así y señala también al cementerio de Granada. 

Un juez militar ordenó su inscripción en el Registro, constando sus nombres como sepultados en el cementerio de Granada en los libros de enterramientos que transcribió Molina Fajardo, como recuerda Silvia González.

De Trinidad Capeli y su hija Eloísa también aporta la memorialista documentación. En concreto, los trámites que puso en marcha Manuel -uno de los dos hijos varones de Trinidad Capeli que quedó con vida- para inscribir en el Registro la muerte de las dos mujeres. Puso en marcha esos trámites en 1941, como consta en los documentos aportados por la memorialista.

"Ante el juez y de mi, el secretario, comparece el testigo Fernando Pérez López (...) tranviario, el que instruido, juramentado y preguntado dijo: que conocía y trataba a Trinidad Capeli Guerrero y a su hija Eloísa Laraño Capeli y recuerda que por los últimos días del mes de agosto de 1936 visitó el cementerio público de esta ciudad y en el depósito de cadáveres vio los de dichas mujeres que conoció, sin que abrigue duda alguna de que se trataba de ellas, habiendo oído decir después que habían sido ejecutadas en acto de guerra con motivo del Glorioso Movimiento Nacional". 

"Sobre los últimos días de agosto -explica la declaración de otro testigo, Luis González Ibáñez- visitó el cementerio y en el depósito de cadáveres vio los de Trinidad Guerrero Capeli Guerrero y de su hija Eloísa Laraño Capeli, los cuales reconoció fácilmente no teniendo duda alguna de que se trataba de ellas porque las conocía desde hacía mucho tiempo con motivo de verlas en un puesto de pescado que poseían en la Pescadería". 
Los anteriores párrafos estan extraídos del expediente tramitado por el Juzgado de Primera Instancia número Uno de Granada. Y llevan el tan reconocible lenguaje franquista que enmascara el asesinato como "acto de guerra" y llama "glorioso movimiento nacional", con mayúsculas, al golpe de estado contra la legalidad democrática. 
 
Detalle del expediente judicial para la inscripción de las defunciones de Trinidad Capeli Guerrero y Eloísa Laraño Capeli.

De Granada a Montefrío y después a Madrid, junto a los García Lorca

"Mi madre se quedó con dos niños pequeños. Sin marido y sin el coche de mi padre", que era su medio de vida. Tras la muerte del marido y el resto de la familia, se marchó de Granada. Según explica Trinidad Laraño Cano durante la larga y emotiva conversación con este diario, su abuelo materno los llevó a Montefrío. "Mi abuelo vino a buscarnos". Su madre sí visitaba Granada. La pescadería, que permaneció un tiempo cerrada, volvió a funcionar. La reabrió Trini, a la que Dulce Nombre también ayudaba. 

"Estuvimos año y medio en Madrid. Estábamos más tiempo en la casa de los García Lorca que en la que vivíamos", desvela Trinidad, cuyo abuelo materno era primo de la madre del poeta

Pero Montefrío no fue el destino final de la viuda y los dos hijos de José Laraño Capeli, el hijo mayor de la pescadera Trinidad Capeli. De Montefrío marcharon a Madrid, a casa de los García Lorca. Porque su abuelo materno era primo de la madre de los García Lorca. "Estuvimos año y medio en Madrid. Estábamos más tiempo en la casa de los García Lorca que en la que vivíamos", desvela Trinidad. Una hermana de su madre, Aurelia, trabajaba con la familia del poeta y con ellos permaneció hasta que "los padres de García Lorca se fueron a Nueva York y se llevaron a la hija, que era la viuda del alcalde de Granada Fernández-Montesinos, Conchita, y a sus hijos con ellos".

De esa etapa guarda Trinidad una pequeña mesa que estuvo en la casa de los Lorca en Madrid, sobre la que descansan algunas de las fotos que horan la memoria familiar. 

Trinidad Laraño Cano leyendo la carta de su padre. Junto a ella la mesita que también forma parte de la historia familiar y, sobre ella, la fotografía que recoge uno de los últimos momentos que vivieron con su padre José. 

Ella cuenta que hasta que no fue "mayorcilla" no supo lo sucedido con su familia. Con los años, su prima Encarnita, la hija de Eloísa que cuidó Trinidad, se marchó a Ibiza. Murió hace una década. Otra prima, hija de Rafael, aún vive, con salud muy delicada, en Granada. "Cállate, prenda", le decía cuando Trinidad sacaba el tema. Como ha ocurrido en tantas otras familias de víctimas del franquismo, el silencio ha sido otra condena. Quienes cometieron los crímenes trataron también de imponer el olvido. 

"Vosotros los jóvenes tenéis que mirar por que no se olvide. Que no quede en el olvido porque no hay derecho"

Por ello, Trinidad Laraño Cano, afincada en Sabadell, lanza un mensaje contundente: "Moriré y vosotros los jóvenes tenéis que mirar por que no se olvide. Que no quede en el olvido porque no hay derecho. Justicia no voy a tener, pero que no se olvide esto". 

Y tras recordar que ha visitado con frecuencia Granada, y mostrar una fotografía de su gran familia con la Alhambra de fondo, concluye: "Esta es mi historia y la de mis hijos", que son los nietos de José Laraño Capeli y bisnietos de Trinidad Capeli. Que sus nombres y el resto de su familia asesinada por el franquismo nunca caigan en el olvido.

Nuestro agradecimiento a Trinidad Laraño Cano y a sus hijos, por compartir con El Independiente de Granada y sus lectores y lectoras sus recuerdos. Por cedernos las fotografías para publicarlas y también permitirnos la reproducción de la carta de despedida de José Laraño Capeli. 

También a Silvia González, por ayudarnos a recoger este testimonio tan valioso. 


Para que nunca se olvide y nunca se repita.

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