foro de la memoria

'Triunfo de una conspiración en la sombra (I)'

Ciudadanía - Rafael Gil Bracero - Sábado, 15 de Julio de 2023
Rafael Gil Bracero, profesor de Historia Contemporánea de la UGR y presidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, comienza con este extraordinario trabajo una serie de reportajes sobre el golpe de Estado franquista en Granada.
Jefes y oficiales del Cuartel de Artillería.
Instantánea de la Revista Reflejos, febrero de 1931.
Jefes y oficiales del Cuartel de Artillería.

El primer episodio de guerra civil en Granada se inscribe en una trama conspirativa militar de marcado sesgo antirrepublicano y antidemocrático. Trama conspirativa que cuenta con cualificada participación de la derecha tradicional y la ultraderecha fascista de la época (los monárquicos, los tradicionalistas-carlistas, los católicos de la CEDA, los “camisas viejas” de la Falange Española, los “jonsistas”) quienes respaldaron y alentaron al mando militar para derrocar al gobierno legítimo mediante una insurrección armada. Un llamado comité cívico-militar habría entrado en contacto con Mola el “Director” y con Queipo de Llano- en los meses previos al 18 de julio de 1936 para la salvación de Granada: “conquistar, como sea y como podamos, por medios pacíficos y violentos que primero se nos ofrezcan el poder político íntegro y sin intromisiones con plena libertad de hacer y de operar”. Para cierto sector de la derecha –sin duda asustada ante el triunfo de las izquierdas y los avances del Frente Popular- sería la insurrección militar una solución defensiva” porque –según se lee en el editorial de 1 de julio de Ideal- todavía es tiempo de unirnos a quienes luchan para salvar los principios tradicionales de España y volver a una organización donde el espíritu ocupe el cenit de la jerarquía. Llegamos cuando más falta hacen los luchadores”[1].

Una conspiración militar que, en todo caso, obtuvo un éxito parcial porque el desenlace del pronunciamiento en Granada se decidió casi tres días después que en el resto de España sublevada: fue realidad sólo a partir de las seis de la tarde del lunes 20 de julio de 1936

Una conspiración militar que, en todo caso, obtuvo un éxito parcial porque el desenlace del pronunciamiento en Granada se decidió casi tres días después que en el resto de España sublevada: fue realidad sólo a partir de las seis de la tarde del lunes 20 de julio de 1936. La salida del ejército a la calle, acompañado de varias decenas de voluntarios civiles vino a ser más el resultado de la decisión de varios jefes que actúan in extremis frente -y para eludir- la escrupulosa legalidad con que se conducen tanto el Comandante Militar de la Plaza, el general Miguel Campins Aura, como el gobernador civil, César Torres Martínez, y el resto de autoridades locales desde los parlamentarios como directivos de partidos, sindicatos y concejales de la capital y pueblos granadinos.

Cuando los militares se decidieron a actuar en armas –una renovada “toma de Granada”- no cabe argumentar el peligro inminente de una “revolución marxista”, como ha pretendido mantener intencionadamente la historiografía franquista

Cuando los militares se decidieron a actuar en armas –una renovada “toma de Granada”- no cabe argumentar el peligro inminente de una “revolución marxista”, como ha pretendido mantener intencionadamente la historiografía franquista[2]. Según los autores de Rojo y Azul en Granada -que viene a ser el manual de la versión rebelde en Granada- las nuevas autoridades militares granadinas descubrieron en los primeros días de “Alzamiento” las “listas negras confeccionadas por las izquierdas con sentencias a muerte a más de cinco mil patriotas... condenas a muerte que habrían fraguado porque parte de esta organización terrorífica procedía de la revolución de octubre... tenían constituido en cada distrito de la capital un comité revolucionario, con listas de los habitantes por barrios, con indicación de personas que no eran simpatizantes de ellos....”. Sin embargo, hoy sabemos que nunca existieron esas listas ni fueron conocidas como tales en la Comandancia Militar. Es más cuando, a partir de 1940, el Fiscal Jefe de la Audiencia de Granada procedió a compilar la documentación de la llamada “Causa General abierta contra los crímenes cometidos durante la dominación roja en Granada” hubo que rendirse a la verdad: ni las autoridades militares ni las civiles remitieron esas pretendidas “listas negras” ni quienes organizaron y formaban parte de esos ilusorios “comités de terror izquierdista” sencillamente porque nunca llegaron a elaborarse: no existieron[3].

Granada va a ser fácilmente dominada por los uniformes militares tan pronto como se neutralice al general Campins Aura y a un grupo reducido de oficiales reacios a proclamar el estado de guerra y a sacar las fuerzas a la calle contra la legalidad republicana

La conspiración contra la República en Granada es protagonizada por el elemento militar. Pero no hubo unanimidad rebelde, por lo que no es correcto hablar de “Alzamiento” del Ejército como un todo monolítico, lo que explicaría las dudas y dilaciones de los tres días que median entre el 17 y el 20 de julio de 1936 en Granada capital. Respecto a la conspiración civil tampoco hay una iniciativa clara por las direcciones de partidos políticos, si bien el objetivo último de la insurrección militar coincide con los intereses que aquellos persiguen. Si se advierte un protagonismo de la Falange Española es porque en ella militan destacados rebeldes (Valdés, Nestares). Falangistas, monárquicos, cedistas se pliegan a las condiciones de los militares. Granada va a ser fácilmente dominada por los uniformes militares tan pronto como se neutralice al general Campins Aura y a un grupo reducido de oficiales reacios a proclamar el estado de guerra y a sacar las fuerzas a la calle contra la legalidad republicana.

Para los intereses de los rebeldes, la lealtad del comandante militar era un obstáculo que ponía en peligro la insurrección armada en la demarcación territorial

Considera Campins que no se daban condiciones en Granada que justificaran “un bollo y aventura militar”. Como él mismo dejara escrito tampoco conocía los planes que tramaban desde meses en los acuartelamientos de la guarnición granadina. Por el contrario, para los intereses de los rebeldes, la lealtad del comandante militar era un obstáculo que ponía en peligro la insurrección armada en la demarcación territorial.

El acoso y vigilancia de los jefes y oficiales hacia Campins se acentúa cuando se conoce su negativa a proclamar el estado de guerra en los termino categóricos y duros que le manda el general Queipo de Llano (el nuevo “virrey de Andalucía”), quien ya desde esas primeras horas solicita y actúa de forma dura y cruel contra todos los opuestos al Alzamiento

El acoso y vigilancia de los jefes y oficiales hacia Campins se acentúa cuando se conoce su negativa a proclamar el estado de guerra en los términos categóricos y duros que le manda el general Queipo de Llano (el nuevo “virrey de Andalucía”), quien ya desde esas primeras horas solicita y actúa de forma dura y cruel contra todos los opuestos al Alzamiento. Desechada la solución Campins la dirección rebelde (Muñoz Jiménez, Rodríguez Bouzo, Rosaleny Burguet, Valdés Guzmán) se aprestará a cerrar el compromiso de la oficialidad de Infantería, Guardia Civil, Cuerpo de Seguridad y Asalto y Comisaría de Vigilancia. Ciertamente hubo que vencer alguna duda o reticencia del Arma de Infantería (Basilio León Maestre esgrimiría la escasa guarnición, escaso municionamiento y una clase de suboficiales y tropa poco propicia a asonadas e intentonas militares).

Tras dos días de encuentros más o menos clandestinos en los cuartos de banderas de los regimientos, los jefes y oficiales rebeldes lograron el apoyo de todos las armas e institutos de orden público y además habrían logrado el respaldo de la Falange Española, de la CEDA y de los monárquicos

Esas dudas derivaron en reuniones y movimientos de enlace en los que sobresalen por su “habilidad” los capitanes José María Nestares Cuéllar, Mariano Pelayo Navarro y Antonio Fernández Sánchez. Tras dos días de encuentros más o menos clandestinos en los cuartos de banderas de los regimientos, los jefes y oficiales rebeldes lograron el apoyo de todos las armas e institutos de orden público con sede en la capital de la provincia y además habrían logrado el respaldo de la Falange Española, de la CEDA y de los monárquicos quienes se van a incorporar a una hora determinada al grueso de las fuerzas que operen en la calle.

Mientras esto ocurría en la parte rebelde, las dos máximas autoridades republicanas, el gobernador civil César Torres Martínez y el comandante militar, general Miguel Campins Aura, respetaron la legalidad con escrupulosidad que se demostró más tarde suicida para la suerte del régimen

Mientras esto ocurría en la parte rebelde, las dos máximas autoridades republicanas, el gobernador civil César Torres Martínez y el comandante militar, general Miguel Campins Aura, respetaron la legalidad con escrupulosidad que se demostró más tarde suicida para la suerte del régimen. Confiaron en que nada iba a suceder por lo que se negaron armar y repartir municionamiento a los grupos milicianos y sindicalistas que las reclamaban.... para impedir cualquier intento insurreccional.

Se ultimaba un plan de ocupación del centro de la capital de Granada (para el día 21) cuando los preparativos tuvieron que adelantarse a la tarde del lunes 20 de julio de 1936, ¡casi tres días después de la sublevación de la guarnición de África! El desencadenante fue la orden cursada desde la Comandancia Militar a los jefes y oficiales para organizar una milicia armada que debía socorrer a los gubernamentales de Córdoba y la propia constatación de que se iba a proceder a entregar armas a voluntarios que se habrían desplazado desde Jaén por encargo del gobernador y partidos republicanos.

Concluía el bando de guerra con un llamamiento que desconcertaría a la población: “Granadinos: por la paz perturbada, por el orden, por amor a España y a la República, por el establecimiento de las leyes del trabajo, espero vuestra colaboración a la causa del orden”

Sobre las cuatro y media el capitán Nestares a indicación del comandante Valdés, de quien ha recibido el cargo de delegado de Orden Público, subleva a los policías de la Comisaría sita en la calle Duquesa, frente al edificio que ocupaba el Gobierno Civil (hoy Facultad de Derecho). A esa misma hora el general de brigada Campins Aura es prácticamente hecho prisionero cuando visitaba en compañía de su ayudante y mandos de Artillería el Cuartel de Infantería de La Merced. Desde la Plaza del Triunfo es obligado a trasladarse a la Comandancia Militar y firmar el bando proclamando el Estado de Guerra. Poco antes de las seis de la tarde el documento será leído en las calles del centro de la ciudad por el capitán Morillas. Explicaba el bando que el estado de guerra se ha adoptado “en vista del desorden imperante en todo el término de la nación desde hace tres días, ausencia de acción del gobierno central y con el fin de salvar a España y a la República del caos existente”. También se consideraban suspendidos todos los cargos y todas las “autoridades que no asegurasen por todos los medios a su alcance el orden público”; para finalmente afirmar que serían “castigados los que tuvieran materiales explosivos o robase” como los “poseedores de armas quienes deben entregarlas antes de veinte horas”. Concluía el bando de guerra con un llamamiento que desconcertaría a la población: “Granadinos: por la paz perturbada, por el orden, por amor a España y a la República, por el establecimiento de las leyes del trabajo, espero vuestra colaboración a la causa del orden”.

Antes de la seis de la tarde varios grupos de militares y civiles consiguen sublevar el cuartel de la Guardia de Asalto, para seguidamente hacerse con el control de los acuartelamientos de la guarnición militar y de las sedes del Gobierno Civil, instalaciones de la emisora civil EAJ 16 Radio Granada, Fábrica de Pólvora y Explosivos de El Fargue, y sedes del Ayuntamiento de Granada capital y de la Diputación Provincial

La cúpula militar rebelde discrepará de inmediato de la “blandura” de ese bando, pero han logrado lo único que esperaba del Comandante Campins: que lo firmara para asegurarse la presencia del Ejército en la calle. En efecto, antes de la seis de la tarde varios grupos de militares y civiles consiguen sublevar el cuartel de la Guardia de Asalto, para seguidamente hacerse con el control de los acuartelamientos de la guarnición militar (cuarteles de Infantería, Artillería, Intendencia y Aeródromo Militar de Armilla) y de las sedes del Gobierno Civil, instalaciones de la emisora civil EAJ 16 Radio Granada, Fábrica de Pólvora y Explosivos de El Fargue, y sedes del Ayuntamiento de Granada capital y de la Diputación Provincial.

Entre las primeras medidas cursadas esa misma tarde se debe contar la detención del gobernador civil y todos los que le acompañaban (Comité Permanente del Frente Popular), la detención de Campins Aura, así como la depuración, cese y detención de una decena de oficiales y elementos de tropa que se han distinguido por sus ideas frentepopulistas. E inmediatamente se adoptaron otras medidas tendentes a extender por las fuerzas de la Guardia Civil (Octavo Tercio) la insurrección a toda la provincia lo que conlleva la deposición y detención de las autoridades locales y miembros destacados de los partidos y sindicatos de clase.

General Eliseo Alvarez Arenas, los orígenes de la conspiración antirrepublicana.
El “director” general Emilio Mola, artífice de la conspiración contra la Segunda República.
Antecedentes y fundamentos jurídicos para “legitimar el golpe de estado del 18 de julio”.
La Causa General contra la dominación roja: la narración de los antecedentes y consecuencias de la guerra civil. La versión de los sublevados.
La Causa General incoada por la Fiscalía General del Estado y las Audiencia Provinciales, procedieron a identificar sólo a las víctimas del “bando nacional” durante la guerra civil. Aquí, por ejemplo, los recuentos de víctimas en el Partido Judicial de Ugíjar.
Crónica oficial de la historia franquista
El gobernador Ernesto Vega de la Iglesia (12 de marzo a 25 de junio de 1936) frente a los conspiradores. La impotencia republicana frente a la preparación rebelde de julio de 1936.
Gobernador César Torres Martínez (25 de junio a 20 de julio de 1936). Destituido tras el golpe de estado que triunfa en la tarde del 20 de julio. Fue apresado y posteriormente condenado a reclusión perpetua.
El capitán de Infantería Antonio Fenol Castell, uno de los oficiales que se mantuvo leal a la República. Fue fusilado junto a otros oficiales de la guarnición. Corrió la misma suerte que el director de El Defensor de Granada, Constantino Ruiz Carnero. Fueron fusilados.

LOS HOMBRES DE LA TRAMA MILITAR CONTRA LA REPÚBLICA

  • Eliseo Álvarez Arenas, comandante Militar, cesado en marzo de 1936.
  • Manuel Llanos Medina, comandante Militar, cesado en junio de 1936.
  • Antonio Muñoz Jiménez, coronel del Regimiento Artillería Ligera núm 4.
  • Edmundo Rodríguez Bouzo, comandante de Artillería.
  • Francisco Rosaleny Burguet, comandante de Infantería.
  • José Valdés Guzmán, comandante de Intervención Militar.
  • Juan García Moreno, capitán de Artillería.
  • Rafael Calderón Durán, capitán de Artillería.
  • Eugenio Carrillo Durán, capitán de Artillería.
  • Manuel Rojas Feisgespán, capitán de Artillería/Cuerpo Seguridad.
  • Manuel Pérez Martínez de Victoria, capitán de Artillería.
  • Mariano Pérez Martínez de Victoria, capitán de Artillería.
  • Basilio León Maestre, coronel Regimiento Infantería Lepanto nº 5
  • Francisco Javier García González, capitán de Estado Mayor.
  • José Aguilera Bassecourt, capitán de Infantería.
  • José Nestares Cuéllar, capitán de Infantería/Cuerpo de Seguridad.
  • Mariano Pelayo Navarro, teniente de la Guardia Civil.
  • Joaquín Pérez Martínez de Victoria, capitán de Artillería y jefe Base Aérea de Armilla.
Comandante José Valdés Guzmán, “camisa vieja” de Falange Española ocupará la tarde del 20 de julio de 1936 el Gobierno Civil donde se autoproclama “primera autoridad de la provincia”.
Capitán José Nestares Cuéllar, pieza esencial en la sublevación y el “nuevo orden” tras el golpe de estado de 20 de julio 1936.
Coronel de Artillería Antonio Muñoz Jiménez.
Coronel de Infantería Miguel del Campo Robles, en la tarde del 20 de julio ocupa el Ayuntamiento. Será nombrado inmediatamente alcalde de la ciudad.
Cabecera de El Defensor de Granada, edición de 18 de julio de 1936.
Cabecera del diario Noticiero Granadino 18 de julio de 1936.
Cabecera del diario La Publicidad, 19 de julio de 1936.
El Defensor de Granada, 19 de julio de 1936.
El Cuartel de Infantería La Merced, Granada 1936.
Jefes y oficiales del Cuartel de Artillería. El coronel Antonio Muñoz Jiménez jugó un papel esencial en coordinar la acción rebelde en todos los centros militares y de orden público destinados en la guarnición de Granada. Instantánea de la Revista Reflejos, febrero de 1931.
Capitán de Aviación Joaquín Pérez Martínez de la Victoria, cabecilla de un grupo conspirador denunciado por el gobernador Ernesto Vega de la Iglesia. Más tarde, responsable sublevación del Aeródromo de Armilla.
José Robles Jiménez jefe de FE de Granada, primavera de 1936.

El grito de santa y sana rebeldía

Se cumplen ocho meses de aquel día de julio en que el Ejército lanzó en tierras africanas el grito de su rebeldía que llamó a las armas al pueblo español… El Ejército solo fue dueño en los comienzos del suelo que materialmente tenía bajo sus pies. Y sin embargo el genio militar del caudillo, y sus ilustres colaboradores, venció las dificultades y superó los obstáculos con fría e imperturbable serenidad, como quien sirve de instrumento a altos planes de alcance histórico. Surgió la santa locura encendida en fervores por la patria.

Todos en ello pusimos nuestras manos porque la muerte interna devoraba a España. Todos con sus responsabilidades: el intelectual, el obrero el aristócrata del dinero o de la sangre habían perdido como colectividad la conciencia de su misión y lejos de ser factores eficientes en el desenvolvimiento de la vida social se habían convertido en fuerzas disgregadoras en piedras de escándalo de los pocos elementos sanos que quedaran en la sociedad española. Nuestro pueblo por desgracia parecía vivir ya en plenitud de la miseria espiritual.

Contra todo esto ha surgido el glorioso movimiento patriótico…para que España vuelva a ser la de los grandes destinos, la que remonta los siglos y anuda la línea rota del imperio. Imperio no quiere decir grandes acorazados, grandes conquistas territoriales. España vuelve al Ideal de su imperio espiritual de su catolicidad histórica.

Fuente: Diario Ideal, Editorial 17 de marzo de 1937

ESTEBAN SAMANIEGO MARTÍNEZ, Gobernador Civil de Granada:

Política interior (extracto)

Conocida es la situación política y social de esta provincia antes de iniciarse el Movimiento Nacional. Una propaganda marxista tenaz y extensa realizada por personas conocedoras del arte de la captación de voluntades en un país como éste, propicio a novedades que implicasen un cambio que se les ofrecía, de situación económica, habría de producir fatalmente un estado de constante subversión que se manifestó violento, en las varias ocasiones en que durante la República, hubo ocasión para disturbios populares....///...

...///... Las clases populares, al producirse el Alzamiento, se hallaban influidas por una constante propaganda de tipo socialista y después de las elecciones de febrero, en un estado latente de subversión que buscaba, en cualquier momento, la manera de estallar en actos de odio contra las otras clases sociales. Veían en el Gobierno del Frente Popular el vehículo por el que se caminaba a la revolución prometida. De aquí que toda reacción contraria a la destentada política de ese Gobierno, tuviese la enemiga de las clases populares que, en su envenenamiento, no excluía al Ejército de sus odios peores. Por eso no es de extrañar que el Alzamiento aquí, en Granada, los tuviese enfrente...Por eso, mientras la clase media se unía enfervorizada a la causa y ofrendaba por ella toda suerte de adhesiones y sacrificios y se apuraba al cumplimiento del deber, las clases populares permanecieron retraídas y como suspensa, esperanto y temiendo la persecución...

FUENTE: Esteban Samaniego Rodríguez, Gobernador de Granada 1937-1938: Memoria del Gobierno Civil de Granada, 1937-1938. En ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN. AGA, Alcalá de Henares, Sección Gobernación-Interior).

JULIO PRIETO MORENO, (jefe Provincial FET-JONS de Granada y Secretario General del Movimiento Delegado Extraordinario para las Provincial de Granada, Jaén, Córdoba y Almería), Discurso: “Gratitud de Granada el Ejército salvador de la ciudad”:

¡Jefes y oficiales de la guarnición de Granada!: en aquellos días de julio de 1936, mientras brillaba encendida la chispa en tierras de África ¡qué situación difícil y angustiada la de nuestra ciudad! Recordad el cuadro de Granada, con sus calles ganadas por el marxismo envenenado, con sus unidades militares reducidísimas y el enemigo infiltrado en la más alta jerarquía, en un intento de apagar la lealtad con la traición. Pero bastó la valentía, la decisión y el concepto del honor de jefes y oficiales para arrastrar a los indecisos, advertir a los indiferentes, arrollar a los traidores y enfrentase con las armas en la mano a los enemigos declarados. Y así nuestra ciudad no conoció ni un minuto la tiranía roja, y tuvo en cambio el alto honor de figurar en la vanguardia extrema durante todo el periodo de la guerra.

Tenía Granada pendiente una deuda de gratitud por vuestro gesto y la Falange quiere hoy cumplir con justicia. Y lo hacemos nosotros, porque somos en primer lugar los primeros deudores y además porque sabemos mejor que nadie la magnitud de vuestro esfuerzo, que lo compartimos desde el primer momento. Y en el cuartel de Artillería, en las horas iniciales de la sublevación, camaradas con camisa azul se encontraban arma al brazo con la diana del yugo y las flechas colocada a la altura exacta de su corazón.

Y aquí viene camaradas del Ejército la talla caliente de nuestro mensaje que no es un mero balbuceo…. Porque en horas de paz debemos de proclamar que no se torcerá ni manchara la trayectoria limpia y entera la trayectoria que nos habéis entregado, y por logarlo, estamos dispuestos a la lucha, con la fe, el heroísmo, el sacrificio y el desvelo de que han sido testigos- por mano vuestra- todos los campos de España. El testimonio de la sangre pesa sobre el suelo y sobre nuestro corazón enardecido y fieles a ese mandato de los muertos, nos afirmamos en una intransigente resolución de lucha por la unidad que fue fundamento de la Victoria en la guerra y ha de serlo ahora en las tareas de la Revolución nacional.

Algunos mentecatos, inconscientes o traidores han pretendido con su maledicencia meter una cuña de recelo en la estrecha hermandad del Ejército con la Falange. Sepan estas gentes de nuestra decisión para impedir tan pérfida maniobra concebida por los peores enemigos de España. El Ejército y la Falange unidos en la guerra y en la paz, bajo el mando de Franco, Generalísimo y Jefe y Caudillo marchan seguros hacia su altas metas y sabe perfectamente que en España no hay más que un pueblo puesto al servicio de su destino bajo la mano del Señor, principio y fin de todas las cosas. Y este pueblo se hace milicia para fundamental la lealtad y grandeza de la Patria y se vierte en el cauce de la Falange Española de las JONS, para lograr la unidad vivificando al propio tiempo los organismos del Estado. Traiciona pues al ser de España quien atente a la unidad del pueblo en su expresión militar y política.

Si Granada fue libre por vuestra valentía frente al poder rojo no se puede hacer nada< mejor en homenaje vuestro sino jurar en este día glorioso que no admitiremos para siempre jamás otro yugo que el de España sobre nuestro hombres y del mismo modo que los camaradas camisas azules estuvieron a vuestro lado en la salida de los cuarteles que hoy conmemoramos, nos encontraremos unidos nosotros –despiertos y vigilantes- para cortar el paso a los desaprensivos que pretenden manchar la victoria poniéndola al servicio de mezquinos intereses de partido de casta o de clase.

En este amanecer de la revolución nacionalsindicalista, la Falange crecida y en espiga renueva sus juramentos con un saludo fervoroso al Ejército de España que abrió a golpes de sangre el surco donde José Antonio había sembrado la semilla segura.

FUENTE: Diario Ideal, 19 de julio de 1939.

Citas bibliográficas:

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  • [1] Una aproximación al contexto en GIL BRACERO, R-BRENES SÁNCHEZ, M.I., Jaque a la República (Granada 1936-1939). Ed. Osuna, Granada 2009.
  • [2] La versión de los sublevados en GOLLONET, A-MORALES LÓPEZ, J., Rojo y Azul en Granada. Más datos para la historia de la Guerra Civil Española. Granada, 1937. ARRARÁS, J, (dir) Historia de la Cruzada Española. Madrid, 1941-1943. Anerandros (seud.), La Salvación de Granada, Hoja del Lunes, Granada 1939.
  • [3] ARCHIVO REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA, (ARCHGR), Fondo causa General Leg 25987, piezas 1-9. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL. Sección Causa General (Madrid). Leg. 1.042, p.1-2 y 1.043 y CENTRO DOCUMENTAL DE MEMORIA HISTÓRICA, Salamanca.

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Rafael Gil Bracero, referente del memorialismo histórico y democrático, profesor de Historia Contemporánea de la UGR, Rafael Gil Bracero es presidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica.

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